Peter
Handke
Traducción
de Carmen Gauger
Alianza
Editorial, Madris, 2020, 186 páginas.
Peter Handke es y fue un autor controvertido antes y después de recibir
el Premio Nobel de Literatura 2019. Y todo ello porque asistió al funeral
de Slobodan Milosevic, tras haber sido acusado por el Tribunal Internacional de
La Haya para la antigua Yugoslavia (TPIY), y haber defendido a Serbia durante
la Guerra de los Balcanes en la década de los noventa. La presencia en el
funeral y la forma de pensar sobre la Guerra
por parte Handke fue considerada como un aquelarre escandaloso de
nostálgicos ultranacionalistas. Una buena parte de la opinión mundial conoce a
Handke por ambos hechos más que por el Premio Nobel de Literatura y su obra
literaria. Sin embargo, y aunque el talento literario no garantice un criterio
políticamente correcto, La Academia Sueca consideró que Peter Handke, por el
conjunto de su obra merecía el galardón. Recordemos que el Premio Nobel de
Literatura lo han recibido escritores muy controvertidos ideológicamente. Y así
debe de ser, porque el Nobel no premia un comportamiento cívico o determinadas
virtudes morales sino una obra literaria relevante. Y la de Handke lo es sin
duda alguna. Su más de medio centenar de novelas, ensayos y obras de teatro así
lo demuestran y lo convierte en un clásico contemporáneo de la literatura en
lengua alemana.
Es preciso leer La Gran Caída con la consciencia de que la obra literaria de Handke
está constantemente aferrada la naturaleza y a todos los elementos del paisaje.
Cada piedra, cada flor, cada árbol… escriben sus líneas en la obra literaria
del autor austriaco. Y muchas de sus producciones son una invitación a la
reflexión sobre la naturaleza y esencia del ser humano, sobre su soledad y
también sobre la interacción con otros miembros de su especie. Y todo eso ya lo
encontrábamos en su primera novela, Die
Hornissen (1966 (Los avispones). Y
lo seguiremos hallando en la mayoría de sus obras. También en La Gran Caída, una pieza literaria
compleja, con una trama original, no apta para lectores superficiales.
Y cuya trama tomo resumida de la sinopsis
que ofrece el sello editor: “El
protagonista de la Gran Caída, un actor de largo recorrido que ha de empezar el
rodaje de la película de la cual es protagonista al día siguiente, se embarca
en un cálido día de verano en un paseo ocioso, sin rumbo ni destino, por las
calles de la ciudad en que se halla, desde el amanecer hasta bien entrada la
noche. Durante el recorrido, mientras observa la naturaleza y rememora aspectos de su vida, se va
encontrando con todo tipo de personajes –indigentes, parejas, presentadores de
televisión, inmigrantes que hablan otras lenguas, un sacerdote…- a los que observa
como actores del nuevo teatro del mundo, sin que sepa cuáles son reales y
cuáles fruto de su imaginación. En esta obra Peter Handke(…) urde una
conversación entre sociedad, política y naturaleza a través de este actor
errante que todo lo observa y que se dirige inexorablemente hacia la “Gran
Caída”, hacia su destino.” Todo este recorrido que debe conducir a la Gran
caída se produce a lo largo de un día.
Si algo pretende el escritor austriaco, gran
captador de sensaciones y percepciones, es invitarnos a una peregrinación de
gran profundidad estilística, a través de una escritura brillante a que tomemos
conciencia de las grandes y pequeñas guerras. Las grandes las emprenden los
países; las pequeñas se libran en nuestros hogares y en nuestro propio yo:
guerras mortales de otra naturaleza, pero igualmente sin final a la vista.
La escritura de Handke nos revela además que
conocer a alguien en profundidad nos resulta tan imposible como inútil, porque
ese alguien, sin excluir la mujer en cuyo lecho había dormido el actor un día
que terminó con una gran tormenta matinal, y que le había insinuado durante la
noche que lo amaba.
Y todo ello
debido a nuestra naturaleza multifacética que jamás reaccionara de la forma que
esperamos.
Todavía es mayor ficción y engaño nuestro
autoconocimiento. En el fondo somos actores que representamos papeles distintos
ante cada desafío. Nuestro yo es pues un conjunto de máscaras que usamos según nuestro provecho o capricho.
En la novela, el ser humano es cotejado por
sus límites, por esas carencias no previstas, por los miedos, por los desafíos
que nos llegan de forma improvisada. Somos pues seres no programados, sin
guiones, ni protocolos. Nuestra identidad es pues una verdadera indefinición
que lleva amalgamada la indefensión.
En el relato de Handke se alude asi mismo al problema
de la soledad. Y paradójicamente el escritor apunta a que esta soledad puede herirnos
de forma más cruel en aquellos lugares que reconocemos, en los que han transcurrido
los momentos más transcendentales e importantes de nuestra existencia, porque todo
eso solamente es un recuerdo que en realidad ya no existe en el momento presente.
En definitiva, una narrativa no solamente volátil,
como se ha escrito, sino con múltiples connotaciones filosóficas. Lo que es indudables
es que es una narrativa ligada al paisaje, a la naturaleza, cada ser de este mundo
natural escribe sus líneas en párrafos de sumisión o de rebeldía que el rey de la
creación, ese “Ridiculissime heroe” que
diría Pascal, destruye sin remordimientos.
Una novela pues para reflexionar sobre los que
es el ser humano y su relación con la naturaleza y la sociedad. Y en ese deleite
con las reflexiones de Handke, cinceladas con un estilo pausado, de prosa poética
de alta calidad, reside el mayor mérito de esta novela de un escritor que tiene
fama de oscuro.
Francisco Martínez
Bouzas
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