martes, 1 de septiembre de 2020

"·LA GRAN CAÍDA": LAS EXPERIENCIAS DE UN ACTOR ERRANTE


La Gran Caída
Peter Handke
Traducción de Carmen Gauger
Alianza Editorial, Madris, 2020, 186 páginas.

   



 Peter Handke es y fue un autor controvertido antes y después de recibir el Premio Nobel  de Literatura  2019. Y todo ello porque asistió al funeral de Slobodan Milosevic, tras haber sido acusado por el Tribunal Internacional de La Haya para la antigua Yugoslavia (TPIY), y haber defendido a Serbia durante la Guerra de los Balcanes en la década de los noventa. La presencia en el funeral y la forma de pensar sobre la Guerra  por parte Handke fue considerada como un aquelarre escandaloso de nostálgicos ultranacionalistas. Una buena parte de la opinión mundial conoce a Handke por ambos hechos más que por el Premio Nobel de Literatura y su obra literaria. Sin embargo, y aunque el talento literario no garantice un criterio políticamente correcto, La Academia Sueca consideró que Peter Handke, por el conjunto de su obra merecía el galardón. Recordemos que el Premio Nobel de Literatura lo han recibido escritores muy controvertidos ideológicamente. Y así debe de ser, porque el Nobel no premia un comportamiento cívico o determinadas virtudes morales sino una obra literaria relevante. Y la de Handke lo es sin duda alguna. Su más de medio centenar de novelas, ensayos y obras de teatro así lo demuestran y lo convierte en un clásico contemporáneo de la literatura en lengua alemana.
   Es preciso leer La Gran Caída con la consciencia de que la obra literaria de Handke está constantemente aferrada la naturaleza y a todos los elementos del paisaje. Cada piedra, cada flor, cada árbol… escriben sus líneas en la obra literaria del autor austriaco. Y muchas de sus producciones son una invitación a la reflexión sobre la naturaleza y esencia del ser humano, sobre su soledad y también sobre la interacción con otros miembros de su especie. Y todo eso ya lo encontrábamos en su primera novela, Die Hornissen (1966 (Los avispones). Y lo seguiremos hallando en la mayoría de sus obras. También en La Gran Caída, una pieza literaria compleja, con una trama original, no apta para lectores superficiales.
   Y cuya trama tomo resumida de la sinopsis que ofrece el sello editor: “El protagonista de la Gran Caída, un actor de largo recorrido que ha de empezar el rodaje de la película de la cual es protagonista al día siguiente, se embarca en un cálido día de verano en un paseo ocioso, sin rumbo ni destino, por las calles de la ciudad en que se halla, desde el amanecer hasta bien entrada la noche. Durante el recorrido, mientras observa la naturaleza  y rememora aspectos de su vida, se va encontrando con todo tipo de personajes –indigentes, parejas, presentadores de televisión, inmigrantes que hablan otras lenguas, un sacerdote…- a los que observa como actores del nuevo teatro del mundo, sin que sepa cuáles son reales y cuáles fruto de su imaginación. En esta obra Peter Handke(…) urde una conversación entre sociedad, política y naturaleza a través de este actor errante que todo lo observa y que se dirige inexorablemente hacia la “Gran Caída”, hacia su destino.” Todo este recorrido que debe conducir a la Gran caída se produce a lo largo de un día.
   Si algo pretende el escritor austriaco, gran captador de sensaciones y percepciones, es invitarnos a una peregrinación de gran profundidad estilística, a través de una escritura brillante a que tomemos conciencia de las grandes y pequeñas guerras. Las grandes las emprenden los países; las pequeñas se libran en nuestros hogares y en nuestro propio yo: guerras mortales de otra naturaleza, pero igualmente sin final a la vista.
   La escritura de Handke nos revela además que conocer a alguien en profundidad nos resulta tan imposible como inútil, porque ese alguien, sin excluir la mujer en cuyo lecho había dormido el actor un día que terminó con una gran tormenta matinal, y que le había insinuado durante la noche que lo amaba.
Y todo ello debido a nuestra naturaleza multifacética que jamás reaccionara de la forma que esperamos.
   Todavía es mayor ficción y engaño nuestro autoconocimiento. En el fondo somos actores que representamos papeles distintos ante cada desafío. Nuestro yo es pues un conjunto de máscaras que usamos  según nuestro provecho o capricho.
   En la novela, el ser humano es cotejado por sus límites, por esas carencias no previstas, por los miedos, por los desafíos que nos llegan de forma improvisada. Somos pues seres no programados, sin guiones, ni protocolos. Nuestra identidad es pues una verdadera indefinición que lleva amalgamada la indefensión.
   

                                               
Peter Handke

 En el relato de Handke se alude asi mismo al problema de la soledad. Y paradójicamente el escritor apunta a que esta soledad puede herirnos de forma más cruel en aquellos lugares que reconocemos, en los que han transcurrido los momentos más transcendentales e importantes de nuestra existencia, porque todo eso solamente es un recuerdo que en realidad ya no existe en el momento presente.
   En definitiva, una narrativa no solamente volátil, como se ha escrito, sino con múltiples connotaciones filosóficas. Lo que es indudables es que es una narrativa ligada al paisaje, a la naturaleza, cada ser de este mundo natural escribe sus líneas en párrafos de sumisión o de rebeldía que el rey de la creación, ese “Ridiculissime heroe” que diría Pascal, destruye sin remordimientos.  
   Una novela pues para reflexionar sobre los que es el ser humano y su relación con la naturaleza y la sociedad. Y en ese deleite con las reflexiones de Handke, cinceladas con un estilo pausado, de prosa poética de alta calidad, reside el mayor mérito de esta novela de un escritor que tiene fama de oscuro.

Francisco Martínez Bouzas

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