Wërra
Federico JeanmaireEditorial Anagrama, Barcelona, 2020, 399 páginas.
Se ha escrito que el mérito de esta novela estriba especialmente en el tratamiento del material histórico que el autor nos ofrece con el dramatismo histórico digno de Kurt Vonnegut de Matadero Cinco. El protagonista del libro lee en un periódico que, mientras dormía, aviones franceses habían atacado Siria. Lo lee mientras está sentado en un café de Saint-Nazaire, la ciudad francesa que se halla en la desembocadura del río Loira. Desde su asiento divisa el escenario de la operación Chariot: un comando de soldados británicos atacó durante la Segunda Guerra Mundial el puerto donde estaba situado el dique seco de Saint Nazaire, en el que los alemanes reparaban sus buques.
Este es el contexto que motiva al narrador a referir lo acontecido y a reflexionar sobre la guerra, que se va ramificando en una serie de relatos históricos unidos por la palabra Wërra, la antigua palabra alemana de la que se derivan la española “guerra”, la francesa “guerre”, o “war” en inglés. El autor es Federico Jeanmarie, hijo de un militar argentino que fue intendente durante los gobiernos militares en la ciudad de Baradero. El hijo intenta en Wërra entender esa palabra, la guerra a la que su padre se alistó voluntariamente. Y desde esa óptica mira todas las guerras con distintos cristales. Todo le sirve al narrador para hablar del odio, de la valentía, del sentido común y de la responsabilidad y enorme sinrazón que subyace en todas las guerras.
La novela, con características de autoficción, cuenta la historia de un escritor argentino que pasa un período de tiempo en la localidad francesa de Saint-Nazaire, y que se familiariza con el lugar, con su historia y su gente. Y desde esa ciudad toma apuntes para reconstruir con minuciosidad la operación Chariot, una batalla brutal que tuvo lugar allí en la madrugada del 28 de marzo de 1942.
La novela da inicio con el bombardeo, ya mencionado, de la aviación francesa sobre Siria. Sobre su escritura sobrevuela así mismo la guerra de las Malvinas, perdida de antemano, según el autor, e incluso Combat, la serie bélica de televisión de hace más de sesenta años. Ya de entrada, confiesa que no entiende ni el bombardeo sobre Siria, ni ninguna otra guerra. No existe especie alguna que haga la guerra entre iguales. Uno de los inventos más antiguos que sobrevirá a pesar de nuestros pesares. Por eso, participar en una guerra es estar habilitado para matar. Matar con entera libertad, sin que haya inocentes ni culpables. En las guerras todo es engaño y drogas para evitar las parálisis causadas por el miedo, y para animarse a matar, para no morir.
Pero para una buena parte de ciudadanos de este mundo, las guerras no constituyen ninguna mierda, y participa alegremente en la subasta de de los lotes de medallas y condecoraciones de guerra de los caídos en el ataque a la base alemana del Loira, sin ningún escalofrío. En una de las secuencias, el autor se pregunta, retóricamente quizás, si habría guerras si no creyéramos en Yavé, e Dios o en Alá. “¿Aceptarían los seres humanos ir a la guerra sino creyeran que después de la muerte, todavía les espera alguna otra oportunidad”? Un obstáculo más para entender los que es una guerra.
La operación Chariot, narrada quizás de forma excesivamente minuciosa, se entremezcla con la percepción argentina, instalada en el inconsciente colectivo, del hecho bélico de la guerra de las Malvinas.
Federico Jeanmarie
No cabe duda de que en el relato de Federico Jeanmarie hay ficción, si bien los referente son todos identificables. Hay ficción en los recuerdos de los protagonistas que sobrevivieron esa noche y describen los que en ella vieron, en las mismas secuencias que retoman recuerdos del autor. Este, no obstante su diatriba contra la sinrazón de la guerra, huye del maniqueísmo sobre la guerra, sobre la maldad de los vencidos. Ni todos los alemanes que participaron en la guerra eran nazis; y alguno se animó a desobedecer, a sr humano en medio de rígidas estructuras militares, y en medio del caos de la batalla. Entre medias, múltiples reflexiones sobre el odio y sobre la posibilidad de matar a partir de ese odio.
La novela está escrita a base de capítulo cortos, casi como relatos. Casa uno de ellos lleva de título el nombre de un combatiente del comando inglés que murió en la batalla.
Francisco Martínez Bouzas
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