jueves, 29 de agosto de 2019

EXCESOS Y "FRUGALIDADES" DEL MACHITO TROPICAL


Estoico y frugal
Pedro Juan Gutiérrez
Editorial Anagrama, Barcelona, 2019, 170 páginas.

   


     


   El autor de esta novela, en buena medida autoficción, por más que el mismo advierta en la misma que es una obra de ficción. En las entrevistas, sin embargo, reconoce el carácter autobiográfico de la misma. Pedro Juan Gutiérrez tiene en el tiempo de la historia cuarenta y ocho años. En las vísperas de la navidad de 1998 había llegado a Madrid, con toda la fiebre, desesperación y el arrojo del caribeño que descubre Europa; y con la cabeza como una ruleta rusa. Lo que busca y persigue -y así arranca la novela- es alcohol, mujeres de las que solo quería sexo, fumar como un loco; desorden total en la cabeza y una miseria que nunca podía dejar atrás. Nos hace saber que ha escrito un libro y que, a la altura de su edad, las cosas iban a cambiar lentamente.
   Quien escribe es Pedro Juan Gutiérrez (Matanzas, Cuba, 1950), uno de los pilares de la narrativa latinoamericana actual. Autor de Ciclo de Centro Habana, de la Trilogía sucia de La Habana, el dirty realism  que hizo que su nombre se asociara para siempre al Bukowski caribeño; y de otros muchos títulos traducidos a varios idiomas. Ha vivido en Europa, con viajes a Cuba, alternando el bienestar y lo sórdido.
   En sus obras -y esta novela es una muestra- escribe de forma  trepidante, “una avalancha poderosa que arrastra todo”. Como su vida: a tumba abierta. Es la llamada del Caribe, reconoce en una entrevista: cuando uno es joven y vive en Cuba y es mestizo… uno cree que ya no hay límites. Justamente por eso el título del libro (Estoico y frugal) no parece tener mucha relación con la vida del autor-protagonista, que escribe con las tripas fuera. Se ha escrito que el mercado, el lirismo y la literatura atraviesan las novelas de Pedro Juan Gutiérrez.
   Pero también es lícito y factible, introducirnos en su literatura teniendo en cuenta otras formas de mirar y de valorar: la destreza para describir y representar los sectores marginales de Centro Habana, sacudidos por las crisis económicas de los años 90. Él, quizás, como nadie, fue capaz de representar esa marginalidad, plasmada en el desorden vital de esta novela: su visceralidad, su sexualidad sin cortapisas, sus ansias de vivir, amar y follar como un medio de esquivar la vacuidad y la muerte, como se nos recuerda en la presentación editorial.
   La novela que abarca un año. En efecto se inicia en un Madrid frío, con botellas de Jack Daniels´s y  “culo bellísimo y firme” de Carolina, madrileña dura, de barrio, medio loca. El resto de sus compañías: cubanos con grandes metas porque vivían al borde del abismo. Pero también el protagonista confiesa vivir al garete: “el capitalismo es una mierda y el socialismo es peor” (página 13). Al emigrar Carolina, la sustituyen unos amigos de amigos: una madre y su hijo, herederos de historias fuertes y deprimentes. Así pasa el invierno con sexo desenfrenado; sadomasoquismo con Camile, una mujer inteligente y perversa de sesenta años; también con una buena señora de noventa…amistades que siempre llevaban y terminaban con sexo.
   Hasta que se siente rebasado, y no quiere añadir más locuras a su vida. En el diario de aquellos días y semanas, solo hay apuntes de desenfreno y otros más terrestres: comentarios sobre libros, escuchar a Beeethoven o a Isabel Pantoja. Llega un momento en el que sus andanzas se expanden por  Europa: Alemania (RDA) e Italia especialmente. Pero a veces siente el vacio de la soledad absoluta. Es testigo de la transformación de la RDA, y confiesa sus esfuerzos para meterse en el laberinto de escribir un libro. Y en esos intentos, revela la vida ordinaria y oculta del escritor, con ciertas pinceladas de metaliteratura. Odia el fracaso, la soledad, pero su instinto básico sigue siendo el de mamífero desenfrenado. En Europa se encuentra con mucho morbo, con una historia cargada de tanta testosterona que nubla la vista. El sexo, el desenfreno sigue hasta el final, sin respetar límites.
   Novela de ida y vuelta, con regreso a la fría buhardilla madrileña, con su soledad perfecta, y más tarde a La Habana. Los meses locos transcurridos en Europa, le indican que hay otro camino, que hay regreso, que no será más el machito tropical.
   

                                              
Pedro Juan Gutiérrez
 
    Novela pues con una estructura narrativa circular; con el discurso narrativo focalizado en distintas situaciones, en espacios distintos. Surge así un flujo de historias noveladas de corrido. En buena medida, también novela de formación, sin importar que el protagonista ronde los cincuenta.
  En la forma externa de la novela, es decir en la envoltura del texto novelístico, el autor emplea un lenguaje sin grandes artificios, con algún coloquialismo y sin eufemismos. Llama la atención la admiración que en el relato novelesco se observa por algunos de los grandes pintores europeos, especialmente por Vermeer -su mundo le fascina-, por Brueghel y por los grandes músicos centroeuropeos, especialmente por Beethoven.
   Una novela, en definitiva sobre la desmesura de la existencia cuando se superar los límites y la vida se convierte en una estrago existencial, con la desmesura como único antídoto. Por eso, Pedro Juan Gutiérrez será para siempre el Bukowski caribeño.

Francisco Martínez Bouzas

sábado, 24 de agosto de 2019

UN POEMA SOBRE LOS CUERPOS


Los cuerpos
Marina Carretero Gómez
Prólogo de Sònia Moll Gamboa
Fundación Devenir Poesía y Ensayo,  Torrejón de la Calzada (Madrid), 2019, 58 páginas.

  
 

    En una red social, bajo la imagen de varias mujeres desnudas de distintas edades, acabo de leer este comentario: “Todas las edades y cuerpos son bellos”. Una afirmación que no entra en la dicotomía cuerpo-alma, pero que me impulsó a leer con otro talante uno de los poemas de Los cuerpos de Marina Carretero Gómez (Madrid, 1985). Los cuerpos  es su segundo libro de poemas, y en él nos habla de los cuerpos, de todos los cuerpos que somos y que vamos siendo a lo largo de nuestra vida. La autora se enfrenta pues a las glorias y a los duelos de la carne, un hecho casi insólito en la escritura poética. No faltan escritores que  hayan compuesto admirables poemas sobre la belleza de un rostro, de unos ojos, de unos labios. Incluso sobre la beldad de un cuerpo joven, especialmente femenino.   ¿Pero qué poeta canta la decrepitud de un cuerpo, tanto femenino como masculino, consumido por las arrugas de los años?
   El cuerpo humano ha sido visto como habitáculo de todas las muertes, escribe la prologuista Sònia Moll Gamboa. Y así arranca el poemario: con los cuerpos fríos besados de los abuelos; con el cuerpo de la madre extinguido y muerto tantas veces. Un libro pues que también habla de la muerte “que palpita en las vísceras”. Mas también de la vida, porque los cuerpos son vida, vida hermosa, vehículos del deleite, de la completitud humana. En frente, tenemos la concepción de los griegos, sobre todo del platonismo, heredada por el cristianismo platónico durante tantas décadas: el cuerpo es el estorbo del alma. Una concepción que todavía no hemos superado, al menos en los fundamentalismos religiosos.
    

                                                   
La belleza de las manos viejas y ajadas


   Reconocemos la belleza de los cuerpos jóvenes, pero no la de los cuerpos decrépitos y decadentes. Y sin embargo, los cuerpos humanos, masculinos o femeninos, jóvenes o viejos, son hermosos.
   Al contrario de lo que defendió Platón, los cuerpos forman parte del mundo de los valores y de los “modelos ideales”. Más tarde, en la filosofía escolástica, se hablará de “en unión substancial” del cuerpo con el alma. ¡Qué absurdo sería decir hoy que la relación con el cuerpo le impide al alma vivir una vida feliz! ¡O seguir creyendo en el mito del carro alado, no solo con un cuerpo que es enredo y estorbo, sino con un alma concupiscible, unida a los instintos más bajos del cuerpo! Seguramente que, a nivel teórico hoy nadie defiende ese dualismo platónico, pero en realidad sigue estando presente, sobre todo en ciertas prédicas religiosas.
   Reproduzco como primicia el poema XXVI que María Carretero Gómez titula precisamente “Los cuerpos”. Una exaltación sin alardes, pero con buen trasfondo conceptual de los cuerpos. De los cuerpos que no existirían “sin otro que le dé existencia”; los cuerpos que invocan las genealogías, que fueron flor por un día y yacerán en una tumba; cuerpos con uñas y manos para acariciar. El cuerpo, en definitiva, como vehículo de la vida, del amor, de los deseos, contra todos los tabúes. He aquí una parte de la poética del cuerpo de una joven poeta: Marina Carretero Gómez que, sin citar a Alejandra Pinarnik estoy seguro que comparte su auspicio: “Que tu cuerpo sea siempre un amado espacio de revelaciones”.

Francisco Martínez Bouzas



                                                 
Marina Carretero Gómez

  
Poema “Los cuerpos”

I

“Nunca antes había visto este rostro.
¿De quién estos nuevos años,
este vacio impronunciable?
Hube de redefinir mis fronteras
sin la extensión de tus manos
¿dónde comienza un cuerpo
Sin otro que le dé existencia?
              En mi piel tu accidente.
Habrán de reaprenderme
los que siempre estuvieron.
Quienes no me supieron antes
ya nunca conocerán tu nombre.”

II

Tuve un cuerpo con el que bailé
sobre los pies de mi padre
               -una vez también tuve un padre,
sobre sus hombros acaricié el cielo
como una cometa.

III

Fui flor que rompe el asfalto
en medio de una carretera,
rodeada de humo, sola,
y la tumba a la que nadie
se acordó de llevar flores.

IV

Tuve fiestas en la piel
que transcienden todos los nombres.

V

El poema desde todos mis cuerpos,
la arritmia en el pecho, la sangre
en las letras. Las vísceras abiertas
recuperando  el tiempo: intacta la sonrisa
espasmo de nervio herido. Como si
en el cuerpo la tierra
nunca sucediera.

VI

Otra piel, otras uñas,
otras manos
estas manos
[que] nunca te han acariciado.

VII

Los mismos ojos de entonces.
El mismo vértigo de pupila, aunque vaya
ensombreciéndose  la infancia tejiendo
un velo de mirada antigua. Los mismos ojos
que miraban como si no pudiera
caber en ti el cadáver, como si todavía
no existiera la ausencia.”

(Marina Carretero Gómez, Los cuerpos, páginas 40-46)

domingo, 18 de agosto de 2019

CULPABILIDADES SIN FECHA DE CADUCIDAD


Pound
Javier Ibarrola
Menoscuarton Ediciones (Ed. Cálamo), Palencia 2018, 266 páginas.

  


    Pound de la autoría del arquitecto bilbaíno Javier Ibarrola (1962), una pieza literaria con la que debuta como escritor, confirma la querencia de Menoscuarto, y sobre todo de su director, por publicar obras no solo de figuras consagradas, sino de escritores noveles contemporáneos que hacen así su apuesta como domadores de la palabra escrita. Y lo hacen de tal forma que, sin esperarlo, Pound, fue seleccionada por los críticos de un grupo mediático como una de las diez mejores novelas del pasado año.
   La novela surgió como una reacción frente a la corrupción ética en la que se vio envuelta Alemania en la década de los treinta que permitió el triunfo del nazismo. Una sociedad que había engendrado a Kant, Hegel o Beethoven, ejemplos de comportamiento ético, terminó callada o aplaudiendo incluso a los asesinos de una banda de criminales que emergió en el interior del nazismo. Joseph Pound es un personaje que, ante los las terribles experiencias nazis, la Segunda Guerra Mundial, la Posguerra y la división política de Europa, se ve impulsado a abandonar Alemania y exiliarse en Estados Unidos, tras levantarse el Muro de Berlín.
   En la novela Javier Ibarrola recrea la vida de Joseph Pound, un célebre escritor alemán que, en efecto, emigra a Nueva York tras levantarse el Muro de Berlín, y convalece más tarde de una enfermedad  en las cercanías del lago de Como. Allí le visita un joven fotógrafo español, Pedro Zúñiga, con la intención de retratarle. En una serie de entrevistas planeadas por la sobrina del escritor, Raquel, antigua amante de Zúñiga, Pound relata al fotógrafo lo que nunca había contado en su obra literaria, sobre sus vivencias de la Guerra, y sobre todo un terrible secreto. Lo que el fotógrafo pretende captar es la esencia vital del anciano escritor, pero se encontrará con mucho más. Pound, tras curarse de un cáncer y, aunque inicialmente recela de la intención del fotógrafo, pronto le irá detallando su vida, llena de percances, provocados por los acontecimientos bélicos. Pero también muy pronto, el fotógrafo se percata de que lo que pretende Pound es expiar unos pecados insospechados que lleva toda la vida ocultando.
   La novela explora las horribles experiencias del nazismo, las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial y el mundo dividido y enfrentado de la Posguerra. Ese es el trasfondo del relato. La vida del escritor berlinés y el terrible secreto que guarda y que jamás contó  en su obra, son el hilo conductor de la novela. Pero Javier Ibarrola no retrata la Guerra en abstracto. Refleja con dramatismo intimista las terribles jornadas de la Guerra en Berlín donde hasta el zoo sufrió las espantosas consecuencias. Se mantuvo abierto hasta el final de la contienda y, cuando los horrores habías terminado, habían muerto casi todos los animales, muchos de ellos  comidos por los propios berlineses..
   Con la división de Berlín Joseph Pound contempló impávido cómo su mundo se resquebrajaba. Además queda al otro lado, en la parte soviética.
   En la segunda parte, “Bleecker Street”, la novela relata la estancia de Josph Pound en Nueva York: su tremendo bullicio, la confusión de las músicas, las sirenas de los coches de la policía, las tribus de drogadictos, los desenfrenos sexuales, los antecedentes y subcultura de los hipsters, los ocupantes de viejos edificiosTodo ello   configuraba el aliento de vida de la  ciudad. Es quizás esta la parte más dinámica de la novela, pero también la menos interesante.
   Bajo las reglas amorosas y sexuales de Raquel, la antigua novia, ahora esposa del embajador en Roma, regresa a las mañanas difusas del escritor en el lago de Como, con la intención de de captar lo que su obra no revelaba, su historia oculta, la su familia, su supervivencia en  un Berlín en ruinas, la estética y la ética nazi. Y sobre todo el gran secreto en los últimos días de abril de 1945. Una confesión que no pretende ser justificación ni descargo. Algo tan sencillo como cruel: engañar a seres humanos para entregarlos a sus verdugos. Es el secreto de Joseph Pound, la clave para entender sus escritos y de cuya culpabilidad jamás se sentirá liberado. Es el punto oscuro de un gran buscador de historias, con la suya sin contar. Ese es el núcleo de la novela.
    

                                                     
Javier Ibarrola


   El debut de Javier Ibarrola con una novela compleja y madura y un excelente estilo literario, refleja con dramatismo intimista  los días en Berlín del fin de la Guerra en el que se fragua la traición del protagonista que solamente revelará en un manuscrito. Una estructura poliédrica con algunas partes -el viaje y la estancia en Nueva York- que parecen cosidas artificialmente en el interior de la novela. Si algo tiene de positivo esa larga secuencia es el retrato y la recuperación de los años sesenta.
   En mi opinión el libro rebosa de magníficos hallazgos descripcionales que nos ofrecen un dibujo o fotografía escrita de esos lugares. Sobran, desde mi punto de vista, muchas reflexiones que hacen que el libro tenga a veces una tonalidad ensayística, especialmente cuando el autor, por medio de las dos voces que usa, se centra en la maldad sobrevenida que llenó de horror a la vieja Europa. Pero nada de este es un óbice la tensión que el autor transmite en su libro.

Francisco Martínez Bouzas