domingo, 27 de septiembre de 2020

DESMANTELANDO EL MITO DEL HEROÍSMO

Wërra                                   

Federico Jeanmaire

Editorial Anagrama, Barcelona, 2020, 399 páginas.

 

   Se ha escrito que el mérito de esta novela estriba especialmente en el tratamiento del material histórico que el autor nos ofrece con el dramatismo histórico digno de Kurt Vonnegut de Matadero Cinco. El protagonista del libro lee en un periódico que, mientras dormía, aviones franceses habían atacado  Siria. Lo lee mientras está sentado en un café de Saint-Nazaire, la ciudad francesa que se halla en la desembocadura del río Loira. Desde su asiento divisa el escenario de la operación Chariot: un comando de soldados británicos atacó durante la Segunda Guerra Mundial el puerto donde estaba situado el dique seco de Saint Nazaire, en el que los alemanes reparaban sus buques.

   Este es el contexto que motiva al narrador a referir lo acontecido y a reflexionar sobre la guerra, que se va ramificando en una serie de relatos históricos unidos por la palabra Wërra, la antigua palabra alemana de la que se derivan la española “guerra”, la francesa “guerre”, o “war” en inglés. El autor es Federico Jeanmarie, hijo de un militar argentino que fue intendente durante los gobiernos militares en la ciudad de Baradero. El hijo intenta en Wërra entender esa palabra, la guerra a la que su padre se alistó voluntariamente. Y desde esa óptica mira todas las guerras con distintos cristales. Todo le sirve al narrador para hablar del odio, de la valentía, del sentido común y de la responsabilidad y enorme sinrazón que subyace en todas las guerras.

   La novela, con características de autoficción, cuenta la historia de un escritor argentino que pasa un período de tiempo en la localidad francesa de Saint-Nazaire, y que se familiariza con el lugar, con su historia y su gente. Y desde esa ciudad toma apuntes para reconstruir con minuciosidad la operación Chariot, una batalla brutal que tuvo lugar allí en la madrugada del 28 de marzo de 1942.

   La novela da inicio con el bombardeo, ya mencionado, de la aviación francesa sobre Siria. Sobre su escritura sobrevuela así mismo la guerra de las Malvinas, perdida de antemano, según el autor, e incluso Combat, la serie bélica de televisión de hace más de sesenta años. Ya de entrada, confiesa que no entiende ni el bombardeo sobre Siria, ni ninguna otra guerra. No existe especie alguna que haga la guerra entre iguales. Uno de los inventos más antiguos que sobrevirá a pesar de nuestros pesares. Por eso, participar en una guerra es estar habilitado para matar. Matar con entera libertad, sin que haya inocentes ni culpables. En las guerras todo es engaño y drogas para evitar las parálisis  causadas por el miedo, y para animarse a matar, para no morir.

   Pero para una buena parte de ciudadanos de este mundo, las guerras no constituyen ninguna mierda, y participa alegremente en la subasta de de los lotes de medallas y condecoraciones de guerra de los caídos en el ataque a la base alemana del Loira, sin ningún escalofrío. En una de las secuencias, el autor se pregunta, retóricamente quizás, si habría  guerras si no creyéramos en Yavé, e Dios o en Alá. “¿Aceptarían los seres humanos ir a la guerra sino creyeran que después de la muerte, todavía les espera alguna otra oportunidad”? Un obstáculo más para entender los que es una guerra.

   La operación Chariot, narrada quizás de forma excesivamente minuciosa, se entremezcla con la percepción argentina, instalada en el inconsciente colectivo, del hecho bélico de la guerra de las Malvinas.

   

                                  

                                      Federico Jeanmarie
 

   No cabe duda de que en el relato de Federico Jeanmarie hay ficción, si bien los referente son todos identificables. Hay ficción en los recuerdos de los protagonistas que sobrevivieron esa noche y describen los que en ella vieron, en las mismas secuencias que retoman recuerdos del autor. Este, no obstante su diatriba contra la sinrazón de la guerra, huye del maniqueísmo sobre la guerra, sobre la maldad de los vencidos. Ni todos los alemanes que participaron en la guerra eran nazis; y alguno se animó a desobedecer, a sr humano en medio de rígidas estructuras militares, y en medio del caos de la batalla. Entre medias, múltiples reflexiones sobre el odio y sobre la posibilidad de matar a partir de ese odio.

   La novela está escrita a base de capítulo cortos, casi como relatos. Casa uno de ellos lleva de título el nombre de un combatiente del comando inglés que murió en la batalla.

 

Francisco Martínez Bouzas

 

viernes, 25 de septiembre de 2020

UN DIARIO EN FACEBOOK

El tiempo de convalecencia

Alberto Giordano

Kriller71 Ediciones, Barcelona 2020, 134 páginas.

 

    

 

   El tiempo de convalecencia es el título con el que un reputado académico y crítico argentino, Alberto Giordano, tras recuperarse de una enfermedad, y en el tiempo e convalecencia, escribe en forma de diario, y decide publicarlo en una red social, Facebook. Todo ello como terapia, “bitácora de recuperación y ejercicio de reencuentro con la escritura”. En esas entradas, el meticuloso académico que siempre ha ejercido el análisis riguroso de las escrituras del yo, opta por la senda del “intimismo espectacular”-son palabras suyas-, porque aborda lo personal y lo colectivo. Será un lugar donde se entrecruzan confesión y reflexión literaria y múltiples acontecimientos de su propia vida. Es un retorno a los diarios de escritores. Solo que en esta ocasión es Facebook el que actúa, no como editora, sino como red que expande sus anotaciones y reflexiones a amplio conjunto social. No es, sin embargo, la primera experiencia. Un escritor de narrativa de Galicia ha hecho lo mismo con micropostales que también publicaba en  su perfil fe Facebook.

   Fue en 1917 cuando se produjo este acontecimiento curioso dentro del panorama literario argentino. Un diario en Facebook contradice intencionadamente el carácter íntimo del subgénero del diario. Frecuentemente los diarios se publicaban póstumamente. Pero en el caso de Alberto Giordano no hay distancia. Hay inmediatez. Lo que Alberto Giordano escribe y publica es una espiral de intimidades, compuesta de lecturas, viajes, conversaciones intelectuales, recomendaciones de canciones pop y de viejas telenovelas. También de simples anotaciones como la que escribe el día 1 de febrero, rebosante de agudo sarcasmo: “ “Dice que le encanta trabajar en equipo, solo le molesta tener que hacerlo con otros” (página 43). Pero también tienen cabida en estas entradas de un tiempo de convalecencia, una aguda crítica de Roland Barthes, notas sobre la actualidad literaria, sobre el ensayo como acto autobiográfico, anotaciones sobre Gide, Blanchot… Y ¿cómo no?, sobre César Aira.

   Le interesan sobre todo su hija y su esposa: “Desde que publico en Facebook, mi oficio de escritor ganó antes los ojos de mi hija, una visibilidad y un prestigio que no hubiese podido conquistar por otros medios (página 69). Tampoco falta un agudo análisis sobre el arte de convalecer o sobre las huellas de una infidelidad y sobre la dificultad de borrarlas. O sobre el amor, una pasión que desconoce los sentimientos altruistas.

   En esta bitácora de recuperación no existe ningún tipo de orden temático. Irresponsabilidad temática, en palabras del autor. Lo más reseñable es la emotividad y también la heterogeneidad de estas anotaciones publicadas en la red social.

   

                                   

                                    Alberto Giordano

 

 

  Un tono intimista sostenido por una tenue autoironía que a veces se transforma en crítica descarnada y que se abre paso n las múltiples anécdotas y reflexiones sobre temas familiares, sobre el amor, los libros, la enseñanza, la angustia, la literatura. Y todo ello gobernado por el pacto con el lector: “Todo lo que anoto en este cuaderno virtual se corresponde con hechos o pensamientos reales”.

   Escritura confesional que interpela lo más íntimo de Alberto Giordano y pone en la palestra innumerables temas propios de la cultura argentina, y que quizás en España nos suenen un poco alejados. Pero en todo ello, podemos descubrirnos a nosotros mismos y a la inexorable negatividad a la que estamos condenados y que nos acecha: la muerte. Tiene pues razón Alberto Giordano  cuando sostiene que todo diario es diario del duelo.

 

Francisco Martínez Bouzas

 

martes, 22 de septiembre de 2020

FIDELIDAD A LAS EXIGENCIAS DEL PENSAMIENTO

 El honor de los filósofos

Víctor Gómez Pin

Acantilado, Barcelona, 2020, 600 páginas

 

   

 

El honor de los filósofos es el título con el que Acantilado pone en manos de los lectores una obra de gran envergadura de Víctor Gómez Pin (Barcelona, 1944). Víctor Gómez Pin es doctor de Estado por la Sorbona, Catedrático de la Universidad del País Vasco  y, en la actualidad, catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Barcelona. Especializado en Metafísica y en Pensamiento Matemático. En 1989 obtuvo el Premio Anagrama de ensayo por su obra Filosofía, el saber del esclavo.

   El honor de los filósofos es un libro magno en varios aspectos: 600 páginas, que no pretenden ser una introducción a la filosofía sino un homenaje a los filósofos, merecedores de honestas en el sentido etimológico y más usual del término, sobre todo  a aquellas personas -de ellas trata este libro- sobre las que recayó hosquedad de forma real o simbólica. Pero que resistieron; la exigencia de fidelidad a su condición específica como animales de palabra y de razón hizo que cada una de estas personas perseverara en el combate de sí mismo.”. Fueron víctimas de la desafección por parte de los poderosos, de acusaciones que actuaron como coartada.

   Es el caso de Leibniz por reivindicar la paternidad del cálculo infinitesimal; de Tomas Moro por no subordinar la causa del papado de Roma al que servía, a los intereses de Enrique VIII. De Condocert, cuya alianza con el adversario lo convierta en enemigo de la Revolución; de Miguel Servet por haber puesto en tela de juicio dogmas teológicos como el carácter trinitario de Dios; de Copérnico y Giordano Bruno por negar la evidencia ya demostrada como falsa del geocentrismo. La hoguera fue la honestas con que los poderes públicos pagaron la fidelidad a su pensamiento de Miguel Servet o Giordano Bruno.

   Tuve la oportunidad de conocer y dialogar con Víctor Gómez Pin sobre estos y otros personajes merecedores de honor e la Semana de Filosofía celebrada en 1998 por el Aula Castelao e Filosofía de la que fue uno de los conferenciantes. Y en aquel entonces pude comprobar la admiración de Víctor Gómez Pin por estos seres humanos que no se enmendaron, a pesar de la muerte como amenaza y realidad, de pensar con radicalidad , y dieron muestras de saber responder con sus vidas a lo que consideraban que era la verdad.

   Varios son los criterios con que Víctor Gómez Pin escruta en los hombres y mujeres considerados filósofos y que homenajea en su libro: rigor en el propio discernir; firmeza para mantener esa convicción; prudencia para sortear los inevitables momentos de flaqueza; autoestima para resistir  y no derrumbarse ante la exclusión; andreia (una fuerza vital que sostiene a los seres humanos en los momentos más complejos para mantenerse fieles a sus ideas) para resistir la inmediatez del propio fin y mantener la entereza y la fidelidad a su verdad.

   

                                  

                                      Víctor Gómez Pin

 

 Este “pensador de larga carrera” que en Gómez Pin analiza estas virtudes a lo largo de este libro denso. Y la fidelidad a las mismas por parte de ciertos hombres y mujeres. Su dramatis personae incluye a pensadores de todo tipo, físicos, matemáticos, novelistas. Y comienza -como no podía ser menos- con Aristóteles exiliado dos veces de Atenas. Pero él fue el que nos ayudó a pensar. Su corpus engloba todos los saberes. Sospechoso por su condición de meteco, opuesto a los designios imperiales de Alejandro Magno. Diversas versiones nos hablan del final de sus días por envenenamiento. Sigue en este “dramatis personae” Baruch de Spinoza, filósofo holandés de ascendencia sefardita. Expulsado y condenado al exilio por los representantes de la ortodoxia hebrea, porque su obra chocaba contra la doctrina de un Dios transcendente al mundo. “Sus enemigos había logrado que el pueblo lo odiara porque aportaba los instrumentos que  permitían distinguir la hipocresía de la piedad verdadera y abolir la superstición”, escribe uno de sus biógrafos.

   Leibniz, filósofo y matemático. Acusado por los newtoninos de plagio debido a su teoría del cálculo infinitesimal. Cuando falleció, solo una persona sigue al féretro. René Decartes, filósofo y matemático, padre de la geometría analítica. Generó la desconfianza de la ortodoxia y tuvo que postergarse debido al clima creado por la condena de Galileo. Voltaire, modelo del “librepensador”, filósofo, dramaturgo y poeta. Sus Cartas filosóficas suscitan reacciones furibundas por parte de las autoridades religiosas. Posee el record de decretos en el Índice. Encarcelado y víctima de constantes persecuciones y condenas. Jean-Jacques Rousseau, contrapunto de Voltaire. Incomprendido por este y por sus mismos amigos al final de su vida: Olympe de Gogues: intentó dotar de leyes razonables al proceso revolucionario, pero fue guillotinada en 1793.

   Son muchas y muchos otros los que forman parte de este elenco de merecedores de la honestas o el honor de los filósofos: Nicolas de Condorcet, Sophie de Grouchy, André Chénier, Tomas Moro, Antoine Fusquier-Tinville, Miguel Servet, Juan Calvino, Galileo Galilei, Johannes Kepler, Hipaso de Metaponto, Téano, Pitagoras, Socrates, Hipatia… Una larga lista que tiene su remate en Mércel Proust.

    Este es solamente el exordio de un libro, con capítulos profundos y, a la vez de amena lectura. Ocho partes donde Gómez Pin da muestras de un saber enciclopédico que sabe traducir en lenguaje legible  -hay secuencias que se leen como un ameno e interesante relato-, apto para iniciados en la filosofía y para profanos en este saber. Un libro en el que quizás su tema central es en palabras del autor: ·si el pensar puede llevar a  hoguera, el no pensar quizás supone una amenaza mayor, porque en el acto de pensar está encerrada toda esperanza.”

 

Francisco Martínez Bouzas

domingo, 20 de septiembre de 2020

EL CORAZÓN PODRIDO DEL PARAÍSO

Al oeste del Edén


En un lugar de Estados Unidos

Jean Stein

Traducción de Amado Diéguez

Editorial Anagrama, Barcelona, 2020, 382 páginas.

 

      

 

Lautora de este libro deslumbrante fue la editora de varias revistas como The Paris Review y Grand Street. Es así mismo escritora entre cuyas obras se encuentra American Journey: The Time of Robert Kennedy. En la preparación de este libro, West of Eden, dedicó más de dos décadas. Un año  más tarde se suicidó lanzándose al vacío desde su apartamento en un rascacielos de Manhattan. Como en la obra dedicada a Robert Kennedy, Al oeste del Edén es una apasionante historia oral sobre la ciudad de Los Ángeles y sus interminables, poderosos y a veces indescifrables mitos.

   El libro, en cuanto a su estructura, es una amalgama de declaraciones, sin conexión entre ellas, dichas por voces como Warren Beatty -“el falo con piernas”-, Gore Vidal, Lauren Bacall o Janee Fonda entre otros muchos. Su definición de la ciudad es curiosa y paradigmática: “Es una ciudad donde eres libre de  reinventarte, el lugar más al oeste del país que uno puede alcanzar encaramado en el borde de un océano de posibilidades, junto a las factorías de fantasía que son Hollywood y Disneylandia.”  Pero Jean Stein era consciente de que Los Ángeles tiene demasiadas capas para explorar. Y por consiguiente, una ciudad que se deja descubrir sólo cuando ella quiere, caprichosamente.

   Mas el objetivo de la obra de Jean Stein no es dedicar su libro a la urbe, sino a cinco familias fundadoras de la ciudad y que siguen inmortalizadas en sus calles: los Doheny, Los Warner, los Garland, los Selznick, más la estirpe de la propia autora, cuyo progenitor fue un mafioso promotor de giras musicales y que terminaría siendo uno de los más renombrados agentes de las estrellas de Hollywood. Con sus locuras y sus flaquezas, todo en ellos debía de ser maravilloso, como un cuento de hadas.

   En esta capital del autoengaño, Jean Stein se vale de estos personajes para analizar “el corazón podrido del paraíso·; “una ciudad comparable con un infierno” como escribió Bertold Brecht que estuvo un tiempo refugiado en Los Ángeles.

   Nos adentramos en el libro y nos llega el eco de conversaciones distendidas que nos van dando la pauta de cómo se fue levantando ese gran sueño hecho metrópoli. Por los testimonios que recoge Jean Stein, conocemos a los Doheny, nos encontraos con los hermanos Warner, fundadores de uno de los grades estudios cinematográficos. En el relato de la historia de la desequilibrada Jane Garland y Jenifer Jones, sale a flote la crueldad escondida tras las apariencias e intereses inconfesables. Y al sumergirnos en la historia de la familia de la autora, sabremos cómo se fundó uno de los grandes sellos de la industria musical, la “Music Corporation of America”.

   Al leer el libro surgen de inmediato las imágenes de “El crepúsculo de los diosess” de Billy Wilder, un retrato burlesco e inquietante de las miserias de Hollywood. Son muchos los testigos y protagonistas de este retrato: Lauren Bacall, Warren Beaty, Jane Fonda, Dennis Hopper, Arthur Miller, Gore Vidal y tantos otros. Pero también hablan de Los Ángeles gentes sin nombre, porque la autora entrevistó a peluqueros, mayordomos, escritores, artistas plásticos… familias que chismorrean. Sin embargo, y como suele ocurrir casi siempre, la mayor parte de los agentes de la historia son personajes poderosos, poseedores de mansiones de ensueño, o personajes ignorantes como Jack Warner director del estudio Warner Bros.

   

 

                                               

                                        
                                            Jean Stein

 

 

   Quizás la historia más espeluznante que relata la autora es la de la aspirante a actriz Jane Garland, una joven esquizofrénica que, a los cincuenta años, su madre la ofrecía a jóvenes muchachos para que se casasen con ella a cambio de dinero.

   Un libro repleto de falsedad, máscaras, veneno, que se sumerge en un siglo de historia de Estados Unidos, con sus luces y sus sombras; que analiza y despedaza el mito del sueño americano y su resultado real: la Gran Depresión, la mafia, el Comité de Actividades Antiamericanas. Un libro sobre una ciudad repleta de vinos y rosas, pero muchas de ellas podridas y el vino agriado.

   En definitiva, una excelente indagación, basada sobre todo en testimonios orales del esplendor y miserias de una ciudad que sigue siendo mítica: Los Ángeles donde el sol brilla prácticamente todo el año, y, junto a su glamur, sus excesos, sus secretos de alcoba, sus miserias.

 

Francisco Martínez Bouzas

 

viernes, 18 de septiembre de 2020

NOVELA DE UNA VIDA Y DE UNA NACIÓN

La mujer del Coronel

Rosa Liksom

Traducción del finés tornedaliano de Luisa Gutiérrez Ruiz

Alianza Editorial, Madrid, 2020, 184 páginas.

 

   

 

 Nacida en una pequeña población finlandesa y bautizada con el nombre de Anni Ylävarra, desarrolló con el tiempo una gran admiración por Rosa Luxemburgo, hasta el punto de elegir un pseudónimo que le rindiese homenaje en sus libros, admirados y premiados en Finlandia y traducidos a cerca de veinte idiomas. A través de esta novela, Rosa Liksom, no sólo explora la historia de su patria, sino también nos transporta a los pantanos y tundras del norte del país, y a la esencia más profunda y abisal del ser humano en su dimensión de maldad y al mismo tiempo de capacidad de adaptarse. Una historia pues de sumisión y de instintos fascistas con un desenlace esperanzador.

   “Lo bello de la vida vivida pasada y que jamás regresará” podemos leer en el exordio de La mujer del Coronel. Narrada en primera persona, la protagonista nos transmite su destino sellado. Nacida y crecida en la primera década de 1900 en una familia nacionalista y anticomunista, entusiasta de las experiencias juveniles de los campos estivales en los que triunfaban los ideales patrióticos y machistas; huérfana muy pronto de padre, resultaba obvio que se dejase atrapar por las garras del Coronel -un personaje del que desconoceremos el nombre- , amigo de su padre, filonacionalista y filoalemán. Primero será su amante, pasados los años, su mujer, sorda a las señales de alarma que irradiaba la figura de este hombre. Y en efecto, la falta de cariño, incluso de empatía será la constante de su comportamiento con ella, que vivirá en una espiral de violencia, víctima de un verdadero carnicero.

   Los abusos, los estupros que le infringe el Coronel, sin embargo, no lo acergüenzan. A revés, su comportamiento será como el de una criatura salvaje frente a la mujer que cree amar y en cuyas relaciones amorosas se comporta como un animal; la omnipotencia que le aporta el hecho de ser veintiocho  años mayor que ella será una constante.

   La novela se inicia con la descripción de la protagonista en un campamento de verano de la organización Lotta Svärd, diseñado según el ideal escultista de Alemania. Y su incursión en los bosques y en una pequeña laguna llena da sanguijuelas. Se hace entusiasta del idealismo alemán y del credo de la Guardia Blanca. Recuerda así mismo que había nacido en un tiempo de odio y venganza; y en tales circunstancias, se hace mujer. Pero con anterioridad, siendo todavía niña había comprobado que su padre y el Coronel, copatían un vínculo especial. Fallece el padre y el Coronel pretende convertirse en su substituto.

   Se embruja con el torbellino de los movimientos fascistas. Un miembro de uno de esos movimientos la viola. Se casa y divorcia en apenas seis meses. Crece su entusiasmo por Alemania, por el Führer y por la raza aria.

   Se compromete con el Coronel tras una larga sesión de tres días de relaciones sexuales. Y desde entonces a él queda sometida. Llegan los alemanes a Finlandia bajo la afirmación de Himmler de que los finlandeses eran individuos inferiores y que su lugar está junto a los judíos.

   La novela continúa relatando los avatares de la guerra, especialmente tras la invasión de Rusia. Los sentimientos entre la protagonista y el Coronel se intensifican ante la proximidad física de la guerra y de la muerte. Pero todo lo bueno y maravilloso llegó a su fín cuando el mariscal finlandés, Mannerheim, se negó a tomar Leningrado.

   Tras el matrimonio con el Coronel, la protagonista se convierte en un ser enteramente sometido a este: “ser punta en la cama me llenaba hasta tal punto que nunca pensaba en mi y en mi propio deseo”. Se casan tras diez años de noviazgo, y ese día empiezan las torturas. Es ella a la que le toca consumir el veneno de la insatisfacción de su marido. Hasta que como maestra, pudo comenzar a rehacerse desde una vida compartida con el joven Tuomas.

   

                                          

                                            Rosa Liksom

 

   La novela reconstruye una historia inventada, aunque con base real: la vida de la escritora lapona Anniki Kariniemi (1913-1984).

   La mujer del Coronel reproduce las contradicciones  y la depravación moral de un coronel nazi finlandés que convierte a la protagonista en su esposa, tratándola a veces con dulzura, otras de forma sumamente violenta.

   Más que un diario de formación, la novela es un diario de perdición y finalmente de emancipación. Tras esta historia de dos seres, el lector hallará la historia de Finlandia  en los preliminares y durante la Segunda Guerra Mundial. Un país en una situación difícil, situado entre dos gigantes que quieren quedarse con ella.  Si algo sobra en la novela es el relato minucioso de acontecimiento poco relevantes. Pero La mujer del Coronel es una buena novela, cargada, eso sí, de violencia.