Benjamín Labatut
Editorial Anagrama, Barcelona, 2020, 212páginas.
Un verdor terrible es el título con que Anagrama edita un
libro tan fascinante como espeluznante en su contenido. Su autor: Benjamín
Labatut, nacido en Rotterdam en 1980, reside actualmente en Chile. Labatut
publica ahora su tercer libro que nos introduce, desde la literatura, en las
búsquedas, tentativas, experimentos y logros de la ciencia; algunos
perturbadores y responsables de la muerte de millones de seres humanos.
El libro
estructura su contenido en cuatro partes con un epílogo (“El jardinero
nocturno”), en las que la ficción juega un papel importante. Por eso mismo, Un verdor terrible es un libro de literatura
que nos habla de la hermosura de la ciencia, pero también de sus consecuencias
nefastas a lo largo de los siglos, especialmente desde el siglo XIX. Cada
acontecimiento, cada anécdota, cada descubrimiento termina por diluirse en el
marcador semántico de la ficción, y en su capacidad de embelesarnos con sus
incertidumbres. En el epílogo, aparece la voz personal del autor que actúa como
un observador neutral.
El libro
de Labatut está repleto de interrogantes. Por ejemplo: ¿podrá la resolución de
las ecuaciones de Einstein llevarnos a la contemplación de un abismo
inimaginable para la mente humana? ¿O el descubrimiento de una fórmula salvar a
la humanidad del hambre o de una pandemia, y al mismo tiempo servir como una de
las más diabólicas armas de destrucción de los seres humanos, como hizo el
nazismo?
En cuatro
soberbios relatos, con varias derivaciones, suturando ficción y realidad,
historia y ciencia, esperanza y terror, Labatut yergue una verdadero laberinto
literario a través de la física, las matemáticas y la astronomía, elaboradas
por personajes excéntricos y situados entre el genio y la locura; y que, para
bien o para mal, llevaron a cabo una
revolución científica en ciertos campos, revoluciones que marcaron sobre todo
el siglo XX.
Por consiguiente,
Un verdor terrible funciona como una
especie de ensayo ficcionalizado sobre
la ciencia en los últimos ciento y pico años. Un libro extraño por eso
mismo, tal como lo califica el autor.
En “Azul
de Prusia”, el primer ensayo / relato, Labatut comienza contándonos la historia
del Pervertin, un fármaco, una fuerte metanfetamina, usada en cantidades
astronómicas por Hermann Göring y suministrada a todas las tropas de la
Wemacht. El pánico colectivo llevó al suicidio no solo a los altos jerarcas del
Reich, sino a poblaciones enteras de Alemania, en una epidemia de suicidios,
por miedo a las tropas rusas. El elemento empleado fue el cianuro, el ácido
azul que dio lugar al Zyclon B, empleado
para asesinar judíos en Auschwitz, Majadaneck y Manthausen. Su origen es
el azul de Prusia, creado en el siglo XVIII, y que el judío alemán Fritz Haber
transformó en el gas venenoso con el que los nazis exterminaron a miles de sus
compatriotas, incluidos miembros de su propia familia. Creación de monstruos
sirviéndose de la naturaleza que inspiraron a Mary Shelley su obra maestra, Frankestein o el moderno Prometeo, cuyas páginas
ya nos advertían del avance ciego de la ciencia.
Algo
semejante ocurrió con el verde de Scheele, que se empleó en pintura al óleo y
hoy desechado por ser altamente tóxico. Este producto provocó el cáncer de
estómago de Napoleón en Santa Elena, ya que el panel mural de sus habitaciones
estaba adornado con esa pintura. Historias semejantes son las del gas sarín, la
primera arma de destrucción masiva de la historia y que el mismo Hitler se negó
a utilizar en los bombardeos sobre Inglaterra. Su creación -otra perversión de
la ciencia- fue obra del químico Fritz Haber, el mismo que transformó el azul
de Prusia en veneno mortal. Se creador recibiría el Premio Nobel de Química por
la extracción del nitrógeno del aire. El gas mostaza, el ántrax…tienen una
historia similar.
En el
segundo relato, “La singularidad de Schwarzschild”, Labatut nos da cuenta de
las exploraciones matemáticas de Karl Schwarzschild, astrónomo, físico y
matemático que, desde las trincheras de la Primera Guerra Mundial, en la que
estaba muriendo, le hace llegar a Einstein la solución de las ecuaciones de la
relatividad y la primera predicción de la existencia de los agujeros negros. Fallecerá
víctima del pénfigo, provocado por un ataque de gas. El horror de la guerra
moderna se cebó con él. Su vida fue una verdadera y amarga aventura entre la
ciencia y las consecuencias de la guerra, narrada minuciosamente por Labatut.
En “El
corazón del corazón” -tercer relato- el autor da cuenta de las exploraciones
matemáticas de Alexander Grothendieck, maestro del japonés Mochizuki, que, inmerso hasta el paroxismo en el centro de las matemáticas
a las que le dedicaba 12 horas diarias. Tal fue su entrega a la ciencia
matemática y su capacidad de abstracción, que cayó en un delirio megalómano:
rechazó el poder destructivo de la ciencia, se obsesionó con la ecología,
enfocó sus poderes de análisis sobre su propia mente, vivió como un ermitaño,
superó los cuarenta días del ayuno de Cristo, vagabundeó por Francia hasta que
su conciencia derivó en un delirio místico, con el solo deseo de conocer a
Díos.
El último
relato (“Cuando dejamos de entender el mundo”), el más largo y complejo, presenta
otra aventura de la ciencia convertida en literatura: las contiendas entre los fundadores
de la mecánica cuántica, Schödinger y Heisenberg, que dio lugar a la guerra sobre el principio de
incertidumbre. La vida de ambos, su dimensión humana, está repleta de excentricidades
y comportamientos alejados de toda lógica; también de miserias.
Esta es
una historia literaria de cuatro grandes capítulos de la ciencia en la modernidad.
Una ciencia que quizás muera tal como dejan de vivir los cítricos: sucumben de sobreabundancia.
Como los excesos de nuestra propia especie, dictamen final del autor en este libro
inclasificable y poderosamente seductor.
Francisco Martínez Bouzas
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