El tiempo de convalecencia
Alberto Giordano
Kriller71
Ediciones, Barcelona 2020, 134 páginas.
El tiempo de convalecencia es el título con el que un reputado académico y crítico argentino, Alberto Giordano, tras recuperarse de una enfermedad, y en el tiempo e convalecencia, escribe en forma de diario, y decide publicarlo en una red social, Facebook. Todo ello como terapia, “bitácora de recuperación y ejercicio de reencuentro con la escritura”. En esas entradas, el meticuloso académico que siempre ha ejercido el análisis riguroso de las escrituras del yo, opta por la senda del “intimismo espectacular”-son palabras suyas-, porque aborda lo personal y lo colectivo. Será un lugar donde se entrecruzan confesión y reflexión literaria y múltiples acontecimientos de su propia vida. Es un retorno a los diarios de escritores. Solo que en esta ocasión es Facebook el que actúa, no como editora, sino como red que expande sus anotaciones y reflexiones a amplio conjunto social. No es, sin embargo, la primera experiencia. Un escritor de narrativa de Galicia ha hecho lo mismo con micropostales que también publicaba en su perfil fe Facebook.
Fue en 1917 cuando se produjo este acontecimiento curioso dentro del panorama literario argentino. Un diario en Facebook contradice intencionadamente el carácter íntimo del subgénero del diario. Frecuentemente los diarios se publicaban póstumamente. Pero en el caso de Alberto Giordano no hay distancia. Hay inmediatez. Lo que Alberto Giordano escribe y publica es una espiral de intimidades, compuesta de lecturas, viajes, conversaciones intelectuales, recomendaciones de canciones pop y de viejas telenovelas. También de simples anotaciones como la que escribe el día 1 de febrero, rebosante de agudo sarcasmo: “ “Dice que le encanta trabajar en equipo, solo le molesta tener que hacerlo con otros” (página 43). Pero también tienen cabida en estas entradas de un tiempo de convalecencia, una aguda crítica de Roland Barthes, notas sobre la actualidad literaria, sobre el ensayo como acto autobiográfico, anotaciones sobre Gide, Blanchot… Y ¿cómo no?, sobre César Aira.
Le interesan sobre todo su hija y su esposa: “Desde que publico en Facebook, mi oficio de escritor ganó antes los ojos de mi hija, una visibilidad y un prestigio que no hubiese podido conquistar por otros medios (página 69). Tampoco falta un agudo análisis sobre el arte de convalecer o sobre las huellas de una infidelidad y sobre la dificultad de borrarlas. O sobre el amor, una pasión que desconoce los sentimientos altruistas.
En esta bitácora de recuperación no existe ningún tipo de orden temático. Irresponsabilidad temática, en palabras del autor. Lo más reseñable es la emotividad y también la heterogeneidad de estas anotaciones publicadas en la red social.
Alberto Giordano
Un tono intimista sostenido por una tenue autoironía que a veces se transforma en crítica descarnada y que se abre paso n las múltiples anécdotas y reflexiones sobre temas familiares, sobre el amor, los libros, la enseñanza, la angustia, la literatura. Y todo ello gobernado por el pacto con el lector: “Todo lo que anoto en este cuaderno virtual se corresponde con hechos o pensamientos reales”.
Escritura confesional que interpela lo más íntimo de Alberto Giordano y pone en la palestra innumerables temas propios de la cultura argentina, y que quizás en España nos suenen un poco alejados. Pero en todo ello, podemos descubrirnos a nosotros mismos y a la inexorable negatividad a la que estamos condenados y que nos acecha: la muerte. Tiene pues razón Alberto Giordano cuando sostiene que todo diario es diario del duelo.
Francisco Martínez Bouzas
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