viernes, 22 de julio de 2022

MANUAL DE SUPERVIVENCIA PARA NÁUFRAGOS

Ética para náufragos

José Antonio Marina

Editorial Anagrama, Barcelona, 243 páginas

(Libros de siempre)

 

   Los deshechos de la invasión estética de los ochenta nos revelan, sin duda  alguna, que en la actualidad resulta imposible cualquier tipo de pensamiento que no transite por la ética. Fruto de esa sobrecarga en el viaje de regreso a la ética, a pesar de la vigencia de una especie de escepticismo y de nihilismo (“El nihilismo es el destino de Occidente” ya había profetizados Heidegger) son los libros como este arraigados en la idea a de que solamente la ética puede solucionar los problemas que nos afligen.

   Mas una ética que, por encima de todo, es preciso definir claramente, según el autor José Antonio Marina. Sin  confundir los problemas de conducta que brotan cuando las personas obran mal, con problemas éticos que surgen cuando no sabernos qué hacer y no encontramos sumergidos en mundos de  nieblas u obscuridades normativas. José Antonio Marina presenta la ética como el “modo más inteligente de emplear la inteligencia”. La creación moral que no aparece recogida en ninguna relación o libros de inventos, se muestra como el escalón superior de la creatividad humana. Así pues, al autor no le supuso ningún problema dar el salto del reino de la libertad, de la inteligencia creadora -la teoría en la que viene trabajando desde siempre- a la “cárcel” de las normas.

    

 

                                        

                                              José Antonio Marina

 

La obra, que pretende ser un manual de supervivencia para náufragos que ansían seguir navegando, no se aparta en ningún momento del tono didáctico, dialógico e incluso divertido, al que el autor nos tiene acostumbrados en otras publicaciones. No obstante, y a pesar de escribir para náufragos, en este manual de supervivencia se indaga sobre los pilares inconfundibles (las nociones de dignidad y de derecho), y se argumentan ideas originales, pero a contracorriente de las últimas modas, como pueden ser la afirmación de los límites de la tolerancia, la sugerencia de  sacar de la Constitución los derechos al trabajo y a la vivienda, puesto que solamente existen derechos que se pueden ejercer. O esa tesis, que el físico, aunque no el multimillonario, agradecerá en cualquier época de que el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas es uno de los grandes logros de la creatividad humana.

 

Francisco Martínez Bouzas

 

lunes, 11 de julio de 2022

EL AMOR EN UN MUNDO ASFIXIANTE COMUNISTA

 Vidas provisionales

Gabriela Adameşteanu

Traducción del rumano de Marian Ochoa de Eribe

Acantilado, Barcelona, 2022, 483 páginas

 

  

 Gabriela  Adameşteanu (Targu Ocna, Rumanía, 1942) es una escritora importante en el actual panorama europeo. Activista democrática durante la época comunista de su país, periodista y traductora del francés, inició su carrera literaria a los treinta y tres años, porque  fue reacia a publicar bajo el régimen de Ceauşescu y el “realismo socialista” imperante en los países comunistas. Sus inicios definitivos en la literatura se remontan al año 1975 que por sí solo lo dice todo: El mismo camino de todos los días, un notable éxito editorial con el que la escritora describió, de forma difícilmente superable, la educación sentimental en Rumanía durante la década de los sesenta. Pero no sería hasta la publicación de Una mañana perdida (1983) cuando su obra alcanza una proyección internacional.

   Si hay algo que caracteriza la temática de Gabriela Adameşteanu es el hecho de que en sus obras siempre hay una mujer que recuerda y que vive bajo un régimen opresivo. La autora además es capaz de describir, como pocos escritores lo han hecho, el aire de la época, en el caso de Rumanía, sobre todo la intrusión de lo político en lo cotidiano, y el miedo en el que se mueven los ciudadanos bajo el régimen comunista.

   También esta novela está escrita a partir de recuerdos y vivencias de una mujer, Letiţia, casada con Petru, al que no soporta, y mucho menos la mano que la acaricia o el cuerpo del marido que se abalanza sobre ella sin ninguna consideración para satisfacer sus instintos. Su único consuelo es Sorin, su amor extramatrimonial. Es en lo único en que piensa Letiţia Branea que narra su historia en primera persona. Su único deseo, poco menos que utópico es escapar, convencida de que, en su vida anodina no sucederá nada relevante, tan solo fracasos y frustraciones, igual que ocurrió con su madre y con su tío. Sorin, al contrario, llega siempre cargado de dulzura y con la promesa de una ternura infinita. Es la relación de fuerzas entre la pareja en la que ha brotado el desamor y los momentos de sosiego y dulzura con su amante, Sorin que es vulnerable y sumiso, mientras que Letiţia parece estar protegida por la indiferencia, pero sin dejar de ser mimosa: la calma la envuelve cuando desnuda lo abraza en la cama. La vida de Letiţia transcurre entre sábanas arrugadas. Son las horas dedicadas al amor, no con su marido, sino con Sorin.

   

                                              

                                    Gabriela Adamesteanu



   La novela describe pues cómo es la vida, incluidas las fiestas, en la Rumanía comunista. Letiţia representa una perfecta metáfora de su tiempo y de un país entero, con generaciones que pasan de la violencia de la guerra a vivir en un régimen autoritario y represor que asfixia a sus habitantes, y mucho más cuando, como en el caso de Letiţia y Sorin, luchan por mantener una relación extramatrimonial, asunto harto difícil especialmente si eres funcionario de una institución cultural en la Rumanía de la década de los 70 cuando el control gubernamental del régimen  de Ceauşescu  lo invade todo y obliga a la gente a hacer operaciones estéticas de sus biografías ante el temor de que el régimen haga revivir el pasado.

   Por eso lo único en que piensa Letiţia es escapar, convencida de que está abocada al fracaso y de que nunca sucederá nada relevante, como les había ocurrido a su madre y a su tío.

   La autora, Gabriela Adameşteanu, es una maestra a la hora de describir la intrusión de lo político en la vida cotidiana de las personas; y lo hace mediante un espléndido relato sobre la educación sentimental en el comunismo.

 

Francisco Martínez Bouzas

jueves, 7 de julio de 2022

LA AVENTURA COMO RECURSO NARRATIVO

 Al sur del mundo

Xavier Alcalá

Ézaro Ediciones, Santiago de Compostela, 354 páginas

(Libros de siempre).

 

    



   El hecho de que Alén da desventura de Xavier Alcalá haya sido reeditada por tercera vez en estas fechas, es una buen aliciente para perdernos una vez más en las intrigas y aventuras por tierras y mares ignotos del continente de América del Sur. El dominio a la hora de narrar, tanto en gallego como en español de Xavier Alcalá (Miguelturra, Ciudad Real, 1947) acompaña esta trepidante historia que recoge los relatos de un marino inglés, Isaac Moore y del misionero español, el padre Sineiro. Xavier Alcalá es uno de esos escritores nacidos fuera de Galicia, pero que asumió y adoptó el gallego como lengua propia.

   Parafraseando la valoración que H. James hizo de Stevenson, es legítimo referirse al Xavier Alcalá de Alen da desventura / Al sur del mundo afirmando que es un lujo hallar a alguien que  conoce el arte único de fabular aventuras. Porque de eso se trata: aprovechar la aventura como recurso narrativo, y sumergirnos enteramente en la misma, recreando de forma adecuada un tiempo, un lugar e incluso una lengua.

   Al sur del mundo no es solamente una escapada a horizontes exóticos, con navegaciones, selvas, desiertos o inmensas llanuras, sino un difícil ejercicio de encaje con el hilo primoroso de una lengua trabajada, cuidada hasta la extenuación. Aunque me vuelva a referir a las peculiares armas lingüísticas y estilísticas que emplea el autor es preciso constatar que ante todo, Al sur del mundo es sobre todo un libro con una trama plenamente aventurera. Una novela en la que, poco a poco, se van venciendo espacios y obstáculos, aunque seguramente le haríamos más justicia a la esencia de la trama del libro de Xavier Alcalá si concordamos en que aquí sucede al revés: que son las trabas y dificultades las que derrumban a los héroes de la narración, en la que ciertamente no caben más desventuras, como tampoco cabían  en la imaginación de Isaac Moore, actor principal de unos de los relatos que acertadamente suturados, le dan forma al libro de Xavier Alcalá.

   Digamos también que, como mandan los cánones de la novela de aventuras, el comportamiento de los héroes que van mostrando su aventura-desventura por las páginas del relato, es plenamente lineal, aunque referido desde el punto de vista de dos narradores distintos, y por supuesto fingidos, Así mismo, y tal como mandan las reglas del género, en la novela de Xavier Alcalá predomina la “retórica del acto”. Igual que el lenguaje de los de los personajes y sus acciones, no sus reflexiones y consideraciones, abundantes, no obstante en el diario del padre Sineiro, pero que el lector percibe como fruto de una voluntad estilística.

   Con relación a la trama argumental bastaría con decir que en Al sur del mundo, viajamos, por medio de la letra impresa hacia las costas y regiones patagónicas en eu tiempo -el último tercio del siglo XVIII-, sumergiéndonos de llenos en la atmósfera de rivalidades entre ingleses y españoles y con la desconfianza de los indios “serranos” de la cordillera andina, siempre al acecho.

   En este tiempo y en este escenario estructura el autor su obra pespuntando con el hilo de dos relatos que refieren acciones en parte coincidentes: las desventuras de Isaac Moore que nos introduce en la perspectiva de los ingleses, y el Diario del padre Sineiro de Malpica que nos acerca a la de los españoles. Y más en particular a la de un misionero que coincide en el tiempo y en la misma geografía con el personaje del puritano inglés, si bien no se encuentran hasta el desenlace.

    


                                                      

                                                     Xavier Alcalá


   El presente narrativo, sin embargo, tiene lugar en otras latitudes: en tierras ferrolanas donde el ilustrado Gabriel Alcaraz, comisario del Arsenal, actúa como cimiento e introduce dos acontecimientos que ocurren en América. Las tres variedades tipográficas que emplea el autor, le ayudan al lector a situarse en cada uno de estos tres elementos estructurales de la obra.

   Se trata, en mi opinión, de una novela compleja y muy trabajada, tanto en el desarrollo de la trama argumental, como en sus aspectos formales. Xavier Alcalá nos cautiva ciertamente con la narración verosímil de hechos que nunca acontecen en territorios australes, apelando, como decía J. Conrad, a nuestra capacidad para el deleite, para la admiración del esplendor de mundos fabulados. Menos interés ofrece, en mi opinión, la parte ferrolana del relato: la relación de las conversaciones, intrigas o repercusiones de las ideas ilustradas entre los personajes que, desde la ciudad departamental, son testigos interesados de los sucesos americanos. Concluyo aludiendo de nuevo al armazón formal de la novela: el dominio que el autor muestra de los registros lingüísticos, especialmente los del mundo náutico; su capacidad para imitar el artificio y las maneras del lenguaje religioso del siglo XVIII, y su dominio trabajado para recrear ambientes, hacen del autor de Al sur del mundo, un maestro de verosimilitud al que podemos leer, lo que constituye un verdadero placer.

 

Francisco Martínez Bouzas

sábado, 2 de julio de 2022

FOTOS QUE RESCATAN ENFERMIZAS RELACIONERS FAMILIARES

Volver a Shangri-La

Jorge Eduardo Benavides

Alianza Editorial, Madrid, 2022, 266 páginas.

 

    

  
Jorge Eduardo Benavides (Arequipa, Perú, 1964) cultiva la novela realista de larga tradición latinoamericana, si excluimos a los autores del Boom. Sus preferencias ficcionales se centran en la novela realista, la que se interesa y profundiza en las relaciones sociales y políticas. Es uno de los motivos, aunque viva en España, que le convierten en uno de los escritores peruanos más leídos  y prestigiosos de su generación, la generación que se ha consolidado entre dos siglos. Alianza Editorial edita en España su última novela, Volver a Shangri-La. Una novela en la que el autor crea una trama que se interna y explora “la complejidad de las relaciones familiares, particularmente las que se dan entre una madre y su hija”. Esa complejidad actúa como un manantial del que brotan las relaciones familiares y se rescata un pasado que se consideraba olvidado.

   En el inicio de la novela, una madre, Mariana, le muestra a su hija, las fotos familiares, fotos cuyos gestos y poses considera engañosos y fingidos ya que tienen como destinatario el flash inmediato de la fotografía. De inmediato esas imágenes fotográficas reviven los conflictos larvados entre la madre y la hija y  sus progenitores. Van apareciendo otras fotos como las del tío Pedro cuando se graduó en la Universidad, con una sonrisa que había resistido el paso del tiempo. Mas la sobrina disfrutó intensamente de su compañía. Y siente un júbilo inmenso cuando la memoria le devuelve intacto su figura y sus acciones. La hija, principal protagonista -madre  en el final de la novela-, comprende que el trabajo compartido no une a sus padres como pareja sino que los empieza a alejar sin darse cuenta, aunque de vez en cuando se produzca entre ellos una tregua pactada.

   Otra fotografía del colegio, le trae, al arca de sus recuerdos, a sus antiguas amigas, a Miss Mary, antigua profesora, y también los temores de colegiala. Y buena parte de la vida del colegio fluye en su mente, sin que estén ausentes el dolor y las lágrimas, las muertes de seres queridos y los sufrimientos que no dejaban indemne a la familia. Las viejas fotos también le aportan recuerdos de sus años adolescentes, con furores hoscos y enfermizos.

   Una época en la que, mirando hacia atrás, a la hija le parece un cenagal que terminará por descomponer definitivamente el hogar familiar de sus progenitores, resquebrajado definitivamente por las infidelidades del padre.

  

 

                                          

                                     Jorge Eduardo Benavides

 

   Pero Mariana nunca le había hablado así a su hija de su propio padre, hasta que una foto se convierte en la ocasión propicia para ponerla al corriente. Las charlas aparentemente intranscendentes con un profesor de una pequeña universidad donde ejercía como secretaria, derivaban en amor, en una boda y en un embarazo. Mas ella es reacia a convertirse en una mujer cuyo horizonte es el hogar y la intendencia. Y la desafección va tomando cuerpo poco a poco en la pareja, con ambigüedades y claudicaciones. Hasta que nace la hija, la verdadera y tangible razón de lo que es y será. La relación  termina por resquebrajarse definitivamente por aburrimiento. Y, poco a poco, la niña se convierte en una jovencita a la que su madre ilustra con fotos de su propia existencia y de la de sus familiares, amigos, y sobre todo de la del padre, una dolorosa mutilación.

   No cabe duda de que Volver a Sgangri-La es un libro complejo, fuerte, pero muy bien armado. Unas fotos rescatan un pasado, fotos que no mienten, aunque la mentira cabe en quienes las interpretan y en quienes reconstruyen el pasado a través de ellas. Jorge Eduardo Benavides goza de la destreza de hacer de esas fotos una radiografía, quizás un poco desdibujada, de la intimidad más recóndita de los que en las mismas muestran su rostro. Pero en mi opinión, el gran mérito de esta novela es la perspicacia del autor de ponerse en lugar de varias mujeres, especialmente de Mariana, e interpretar sus sentimientos, sus ilusiones, sus miedos, sus fantasmas. La novela refleja además los peores años de la deriva del país, Perú, en una niebla de desolación compartida por la gran mayoría de sus habitantes. Un Perú convulso política y socialmente, pero sólidamente estructurado en el que el marido se encargaba de la manutención y la esposa de la intendencia. En ese ambiente crece la principal protagonista, entre una  vaga noción de feminismo reivindicativo y moderno y el lastre de su educación de catequesis, remordimientos y reparos morales.

 

Francisco Martínez Bouzas