Juan Carlos Mestre |
Juan Carlos Mestre (Villafranca del Bierzo,
León, 1957) es un creador integral: pintor, grabador, ensayista y uno de los
grandes poetas de la lírica actual en español. Algunas de sus producciones poéticas como La tumba de Keats (1999), La
casa roja (2008) o La bicicleta del
panadero (2012) son libros fundamentales de la poesía española
contemporánea. Juan Carlos Mestre ha obtenido los premios más selectos del
panorama poético español: desde el Premio Adonais de Poesía (1985), el Jaime
Gil de Biedma (1992), hasta el Premio Nacional de Poesía (2009) por el poemario
La casa roja.
Poeta torrencial, onírico,
pasional, fantástico, pero también rebelde, irreverente, político, civil. Su
poesía destila color y acordes musicales, mas también hirientes dardos verbales
contra la barbarie y la usura del neoliberalismo/neofeudalismo actual, y contra
tantas corruptelas que se quieren hacer pasar por prácticas religiosas. Él
mismo escribe que, si algún sentido tiene hoy la poesía, es la fundación de un
acto, nuevo o reiterado, de conciencia. Y con el término conciencia define su
obra: una amalgama de conciencia crítica civil y política y, a la vez,
conciencia de la propia materia poética: la búsqueda y el cuestionamiento de
todas las potencialidades del lenguaje. Con este lenguaje aspira a que el poeta
se convierta en testigo incómodo del presente, porque la poesía necesariamente
debe ser “la voz moral de los pueblos, la articulación crítica de la conciencia
(…), y el poeta, enfrentado al tiempo y fijando en su palabra aquello que
borran los discursos del poder, del sistema y los actos de fuerza, ofrece la
perdurable duración de la palabra”. Seguir recordando para qué fueron hechas
palabras como piedad, misericordia. Y sobre todo, captar y hacer efectivo el
significado de la palabra justicia, cuando “una bebida refrescante con burbujas
se ha apropiado del discurso de la felicidad”.
Quizás un cierto irracionalismo reviste su
poesía, pero los versos de Juan Carlos Mestre nunca dejan de cimentarse en la
realidad. Y el poeta torrencial nos percute y fulmina con efectivas cataratas
de imágenes, metáforas, figuras, juegos lingüísticos que amplían el poder y los
horizontes significativos de la palabra. También en los textos poéticos de Juan
Carlos Mestre tiene lugar una superación del concepto tradicional de poesía,
pero más que transgresión deconstructiva de los géneros, lo que se produce es
un diálogo entre el verso y la prosa. Y así mismo, entre dos culturas y entre
dos lenguas: la alta cultura y la cultura popular; la lengua que es extranjera
dentro de la propia lengua y la lengua habitual, enraizada en el habla
cotidiana.
Para acercarnos a la obra poética de Juan
Carlos Mestre, reproduzco dos poemas: “Llueve, llueve sobre las cúpulas
bruñidas por el beneficio” y “Todos los libros llenos de palabras”. Los
contextualizo con dos breves referencias a los poemarios de los que han sido
extraídos (La tumba de Keats y La bicicleta del panadero)
La
tumba de Keats: escrito durante
la estancia del poeta en Italia (1997-1998) y publicado en 1999 por Hiperion y
en 2016 por Calambur. El libro es un largo poema que se desliza por el
cementerio no católico de Roma en el que se hallan las tumbas de Keats,
Shelley, Gramci y tantos seres anónimos. La palabra poética se expande sobre la
tierra de Roma, navega por el Tevere, se sumerge en la secular historia de la
ciudad, “en la que cada piedra puede ser
una lápida”. La voluntad utópica enfrentada a los grandes relatos del
horror, a las cuentas y balances del
poder y de la muerte. Por eso mismo La
tumba de Keats, como ha escrito Juan M. Molina Damiani, “se conforma como
una autopsia de Roma, metonimia escatológica de la podredumbre de la iglesia
capitalista, de su banca, de sus ejércitos, de su burocracia, de su
pancapitalismo nada cristiano”. El relieve semántico de los términos reiterados
en las anáforas del poema que reproduzco, intensifica la condena de los
beneficios capitalistas, de la especulación, la usura y del sistema de creencias
y de prácticas que configuran la “gran cloaca romana”, tan alejada de la fe
cristiana.
LLUEVE,
LLUEVE SOBRE LAS CÚPULAS BRUÑIDAS POR EL BENEFICIO
“Llueve, llueve sobre las cúpulas bruñidas por el beneficio,
sobre los estandartes empapados por la usura del comercio llueve,
llueve sobre los muros del Pontificado y los altares de lo Absoluto,
todo el día llueve bronce sobre las campanas, sangre sobre las espuelas,
llueven monedas de oro sobre el árbol de los abstinentes,
llueve saliva de óxido sobre la teogonía de los metales,
sobre las estatuas fundidas con la brevedad de los hombres,
llueve sobre las llagas barrocas de la fe y sobre la corona de espinas,
sobre San Sebastián según un modelo de Bernini atravesado por el acero,
llueve la polilla del psicoanálisis sobre las negras sotanas,
llueve en las afueras del hombre y en las cercanías del otro hombre que va en él,
llueve sobre una mujer, la lluvia deja de ser lluvia, la mujer deja de ser mujer,
llueve sobre lugares húmedos y el agua de los estanques favorable a la peste,
llueve sobre los puentes y sobre el jardín en la casa de las prostitutas,
llueve sobre los muchachos amenazados por el resplandor de la velocidad
y el reclinatorio de los que van a morir a la edad de los príncipes.
Aquí hay otra escritura, aquí amor y pájaros góticos contra la solemnidad del eco,
aquí las viejas semillas, la madera de cruz plantada por la mano del romano,
el burgo erigido hace ahora dos mil bajo las estrellas que inventó Copérnico,
el mausoleo en cuya avaricia vive predestinada Roma, desvalida y esclava,
el déspota que huye hacia otra ciudad que no existe en un caballo de hierro.
Este es el lugar donde el escéptico le da la mano al inmoral
y llamo inmoral a aquél que carece de la virtud de reconocerse en el otro,
el insumergible en su mina de talco, el que ejerce la jerarquía como innato derecho
y construye su tormento sobre la escoria de otros,
el obsesivo en la negación de los actos ajenos,
el impostor que muta, el himno con el que se alaba lo que se desprecia,
la cautela ante el gozo.
Hablad voces de la decrepitud, hablad bajo los párrafos inciertos
del que padece memoria,
lo que bajo las costillas del puente dedicado a la memoria de Umberto Primero
es escritura de la gran cloaca romana,
allí donde la deformación de la belleza conduce el pensamiento
del hombre a la embriaguez,
donde la persistencia de la hermosura abre su ojo de cíclope y extravía a los adúlteros
por un paisaje con niebla.
Toda la vida se parece a mi vida.
la cabeza de Minerva y la de San Juan Bautista.
el tributo con que paga el hijo la cripta de su padre.
el agua del Nilo con que hace su pan el herrero, la pasta de polvo con que imita
el albañil las piedras,
la destilación de la música en los pasadizos, la lengua del Tíber abriendo
las aldabas de la noche,
toda la vida se parece a mi vida.
el ojo del insubordinado se parece a mi ojo, la boca del inexistente se parece a mi boca,
el gusano pasta la yema del jaguar, la metafísica hace su aparición en la anestesia,
el convicto ha cancelado su pacto con la respiración, el papiro ha cerrado
su acuerdo con las lianas secretas,
la incinerada vocal de la náusea es inminente.”
La
bicicleta del panadero: publicado
en el año 2012 por la Editorial Calambur. Es un texto de poesía atípico por su extensión (480 páginas), anacrónico
frente a la omnipresencia del poemario de escasas páginas. El título hace
referencia a la bicicleta de las experiencias infantiles del poeta en el pueblo
natal, donde el padre repartía a diario
entre sus vecinos el pan que cocía en la panadería familiar, pedaleando en una
bicicleta. Juan Carlos Mestre integra en los numerosos poemas de La
bicicleta del panadero la cultura popular y la cultura exquisita, renovando
así, como escriben sus editores “el diálogo con la conciencia civil: una
conmovedora visión de las utopías de la felicidad, la desobediencia ante el
sufrimiento y la insurrección estética
como acto de legítima defensa frente a los discursos de dominación. El poeta le
cede la voz a una polifonía de voces que van desde el herrero, el albañil, el
carpintero, el hojalatero… hasta el poeta y al más humilde de los mendigos.
Integración así mismo y borronamiento de
la alta cultura (Shakespeare, Hölderlin, Rilke…) y la cultura popular, aludida
ya en el título de un texto mayor, un poemario en el que el Juan Carlos Mestre
más audaz e irreverente y también divertido nos deslumbra y encandila con la
precisión y riqueza del lenguaje poético
TODOS LOS LIBROS LLENOS DE PALABRAS
“Y todos los libros llenos de
palabras
y todos los calendarios llenos de días
y todos los ojos llenos de lágrimas
y llena de nubes la cabeza de todos los mares
y llenos de coronas y puntapiés todos los
relojes de arena
y de jirafas molidas todos los pechos
condecorados
y todas las manos llenas de verano y caracoles
marinos
y todos los dormitorios llenos de manojos de
explicaciones
y de pantalones disecados las sillas en todos
los prostíbulos
y todos los huecos llenos de público
y todas las camas llenas de electrocutados
y todos los animales llenos de espíritu y
pánico
y de feroces gritos los árboles en todos los
aserraderos
y todos los tribunales llenos de testimonios
y todos los sueños llenos de sacacorchos
y llenas de chicas todas las estrellas
y todos los libros llenos de palabras
y todos los calendarios llenos de días
y todos los ojos llenos de lágrimas
y todas las peceras y todos los pupitres y
todas las cenas íntimas
y todos los razonamientos llenos de indudables
edificios
y toda la primavera llena de moscas y crisantemos
y llenas todas las iglesias y todos los
calcetines y todas las peluquerías
y todas las mujeres llenas de gloria
y llenos también de gloria todos los hombres
y todas las perreras llenas de ángeles
y todas las llaves llenas de puertas
y todos los bazares llenos de ratones
y llenos de barrenderos todos los cuadros
y llenas de estiércol todas las escobas de la
patria
y todas las cabezas llenas de radiografías e
intríngulis
y llenas de luz todas las subestaciones
eléctricas
y llenos de amor todos los manicomios
y todos los cementerios llenos de salvavidas”
Francisco Martínez
Bouzas
Realmente bueno...
ResponderEliminarMe ha encantado.!!
ResponderEliminarFantástico siempre Juan Carlos Mestres. El primer poema me recuerda a otro de Gamoneda: "Ha de llover".
ResponderEliminarAquí te dejo un enlace al mismo:
http://www.buscameenelciclodelavida.com/2016/05/ha-de-llover.html
Muchas gracias Francisco. Un abrazo.
Gracias por tu lectura, María. Juan Carlos Mestre admira tanto a Gamoneda como a Pereira, aunque reconoce que su poesía es distinta de la de estos dos gran escritores. Pero sí, esos dos poemas se parecen.
EliminarCreo que la poesía no tendría ningún sentido, si voces como la de este extraordinario poeta, no surgieran ante el desorden mundano. La conciencia en el Homo sapiens parece haberse perdido o vuelto abstracta, irresponsable y sumamente calculadora en sus propios intereses. La percepción se ha anulado volviendo al hombre una máquina y no un individuo. Hablar de la verdad que acontece, no sólo en un territorio, sino en cada rincón del planeta, hace que la vida pueda mirarse tal cual es, sin adornos o quimeras, La labor de un poeta es hablar, constatar la luz y la oscuridad, no hay mayor verdad, que la que ejerce la palabra de quien ve al mundo como es. Aplaudo tan brillantes versos, tan profundos y certeros, y aplaudo tu crítica y tu corazón, que siempre enfila al arte del buen decir. Un abrazo y muchas gracias por el privilegio de tu palabra.
ResponderEliminarAraceli: no tengo nada más que añadir a tus palabras. Has interpretado perfectamente estos dos poemas de Juan Carlos Mestre. Brindemos por la buena poesía, sea rimada o de versos libres
EliminarSin duda que, mediante su poesía va retratando a los seres humanos con su egocentrismo, con su crueldad, su falta de solidaridad, verdaderos zombies que impiden la realización de los demás.
EliminarEs una poesía que raya en lo antipoético, en la poesía ecológica, denunciante, capaz de barrer con lacras pegajosas que lo devoran todo. Es fuerte, es un latigazo a los escribas y fariseos, a los que ostentan de ser poderosos.
ResponderEliminarGracias por este acercamiento que nos haces al poeta. Un escrito que demuestra la calidad y el acierto de tus letras, amigo Francisco. Muy interesante e instructivo, así como lo son los poemas elegidos del poeta leonés. Un abrazo. Teo Revilla Bravo.
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios Teo Revilla Bravo, Araceli García, y a las dos personas que lo hacen anónimamente, junto con Araceli García
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