viernes, 19 de agosto de 2016

"DÍAS CONTADOS": LAS IMÁGENES REALISTAS DE LA MOVIDA MADRILEÑA



Días contados
Juan Madrid
Alianza Editorial, Madrid, 2016, 271 página

   Alianza Editorial ofrece una nueva edición de Días contados, novela publicada por primera vez en 1993 y que ha conocido varias reediciones. También una exitosa versión cinematográfica dirigida por Imanol Uribe, si bien con una trama que difiere en algunos aspectos: Antonio el protagonista no es ningún pistolero de ETA. Su autor, Juan Madrid (1947) es un prolífico escritor de novela policiaca, periodista y guionista de cine y TV. Con días contados aparcó momentáneamente Juan Madrid el género detectivesco y criminal, y sacó a la luz del libro impreso una de sus grandes obsesiones: el retrato social descarnado de un tiempo, en buena medida mitificado: la Movida madrileña de la década de los ochenta, y el “realismo” del enriquecimiento y de la acomodación al poder de muchos “rojos” que habías sido huéspedes de las cárceles franquistas y que ahora, “con la cabeza sentada”, se decantan por enriquecerse.
   El autor deja claro en una nota introductoria escrita para esta edición que todo lo narrado en la novela lo vivió durante más de veinte años en el barrio madrileño de Malasaña, y desde Malasaña y “desde abajo”, metido en el mundo de los explotados, los miserables y la pobre gente que va por la vida a pie, sin futuro ni esperanza. Juan Madrid cuenta pues la Movida madrileña y lo hace, no desde el análisis glorificador, sino desde el realismo de lo que fueron aquellos años. Lo hace en diferido, con una mirada retrospectiva pero llena de clarividencia, sin maquillar la realidad, sin ocultar la mierda, la sordidez y la explotación.
   Por eso, los verdaderos protagonistas de la novela no son los progres, los niños bonitos, los reconvertidos en empresarios explotadores que van pasar una noche de copas con compañía femenina extraída de entre las prostitutas yonquis. Tampoco los que han olvidado sus ideales de lucha contra el franquismo y ahora apuestan por ganar dinero a espuertas, sino los habitantes del subterráneo. Antonio, un fotógrafo que pretende cumplir un encargo de la Comunidad madrileña, una guía fotográfica de la Movida y retratar el barrio de Malasaña, lo que ve en sus calles, plazas, bares garitos; y dos prostitutas de las que se hace amigo, que sueñan con ganar dinero a base de mamadas y de la venta de papelinas de coca en una fiesta de señoritos para la que están contratadas. Y en torno a ellos, una difusa tribu urbana: pringados, camellos, víctimas del caballo o del sida, policías corruptos y vengativos, abogados laboralistas que cambiaron su pasado de lucha política por la lucha por enriquecerse. Los que lucharon contra Franco, a la muerte del dictador, se hicieron lúdicos y ahora se dedican a forrase de dinero. Es la movida de la pasta.
   Lo que nos muestra la novela son los rastrojos más descarnados de lo que fue la Movida. Y lo hace a través de un caleidoscopio y con un personaje central: un héroe, o mejor dicho antihéroe, que instalado en un perpetuo fracaso, aunque bien llevado, quiere hacer el mejor libro de fotos del mundo. Él, con una moral acomodaticia, será el hilo conductor de la trama: él y sus fotos de las amigas prostitutas yonquis a las que retrata en todas las posturas: pinchándose, preparando chutes de caballo, calentando la cucharilla, con la jeringuilla clavada en el cuello, masturbándose en una bañera… Fiestas sórdidas, pero de gente real que su hermano y editor, reconvertido de rojo a aspirante  a rico, se niega a editar porque quiere fotos lúdicas, alegres, no vomitivas. Pero el fotógrafo Antonio lo que hace es fotografiar la vida. Y la vida son tías en pelotas que se hacen pajas, tíos drogándose, camellos cortando la droga y engañando y robando a sus clientes. Esa es la verdadera vida de Malasaña y de tantos otros barrios de Madrid. Fue lo que quedó después de la muerte de Franco, después de la democracia: chicas podridas por la droga que tienen que prostituirse para sobrevivir, gente que no sabe qué hacer ni a dónde ir, atrapados en sus vanos e ilusorios sueños. Ellos son la generación perdida. Morirán muy pronto y nadie contará sus vidas, sus sueños. Ni siquiera registrarán su muerte. Los otro, la gente guapa que había cambiado las chaquetas de pana por trajes de Adolfo Domínguez, serán los grandes explotadores, los que organizan fiestas y orgías.
   Novela intensa, muy dura, mas transitada  por momentos de ternura, como la inesperada y sórdida  historia de amor del fotógrafo y una de las chicas yonquis prostituta. Un amor de desgracias que Juan Madrid sabe retratar con el ritmo adecuado que exige el pasado y el presente de ambos personajes. En definitiva, Juan Madrid escribe con esta novela un buen ajuste de cuentas con la Movida madrileña y la pone en su sitio. Y por eso mismo, Días contados es también una novela catártica.

Francisco Martínez Bouzas

                                                  
Juan Madrid
Fragmentos

“La chica estaba acurrucada en la puerta y parecía dormir. La minifalda vaquera, subida hasta más arriba de los muslos, mostraba el comienzo de una nalgas respingonas, sin bragas, por donde se escapaban pelos negros y retorcidos.
Se detuvo  a su lado, conteniendo la respiración. Las nalgas eran perfectas, blancas. Los pelos parecían hormigas trepando por un montón de azúcar.
Le sacudió el hombro y ella se pudo de pie de un salto. Su sonrisa le abrió la cara.
-Me he dormido -le dijo-. ¿Vives aquí?
-Sí, es mi casa.
-Entonces voy a ser tu vecina. Mi amiga Vanesa y yo hemos alquilado la buhardilla de al lado. Me llamo Charo, ¿y tú?
- Antonio.”

…..

“Vanesa y Lisardo mordisqueaban galletitas de nata que había traido Antonio y veían su televisión portátil.
Ugarte pasaba las hojas de una raída revista Motor 16.
-¡Eh, ahora me voy a quitar la ropa de todo. No os vayáis a poner cachondos ni nada de eso, ¿vale? -dijo Charo.
Antonio hizo un gesto con la mano, como si no le diera importancia, y Charo terminó de quitarse la minifalda y comenzó a extenderse crema por la parte alta de los muslos, el estómago y las nalgas. Cuando terminó se limpió los dedos en el vello del sexo.
Días antes, Antonio había visto asomarse por la puerta del cuarto oscuro a una rata negra y peluda que le había mirado fijamente antes de desaparecer detrás de la cubeta de revelado. La rata tenía el pelaje húmedo y reluciente, como si hubiera estado en el agua. Aquello le hizo pensar en un posible conducto directo y secreto entre las cloacas y el edificio. El sexo de Charo le recordaba aquella rata.”

…..

“Claro, hija, la verdadera Movida duró solo unos cuantos años. Puede decirse que empezó después de febrero del ochenta y uno, cuando se acabó el golpe de Tejero, y tuvo su punto en el ochenta y dos y en el ochenta y tres…y, si acaso, un poco más, pero ya está…Madrid se llenó de galerías de arte, de revistas como La luna de Madrid y Madrid me mata…Era también la época de los fotógrafos y de los animadores culturales, fíjate tú…bueno y de los pinchadiscos. El PSOE copó todos los Ayuntamientos y las Diputaciones en las elecciones del ochenta y dos y se dedicaron a dar dinero y subvenciones a tuti plen…Cualquiera que tenía una idea iba a un Ayuntamiento socialista o a una Diputación y le prestaban dinero a fondo perdido. En realidad la cosa empezó ya a la muerte de Franco, pero en los años ochenta y dos y ochenta y tres…Qué quieres, hija, España se puso de moda en todo el mundo…Bueno, sobre todo Madrid…A mí me han hecho entrevistas de casi todos los lados…Alemania, Francis, Italia. Nueva York…A propósito de Nueva York. Íbamos y comprábamos ropa y discos a cada instante…a ver exposiciones, conciertos. La cultura americana nos flipó.”

(Juan Madrid, Días contados, páginas 22, 55, 237)

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