viernes, 25 de diciembre de 2020

LAS TREPIDANTES MEMORÍAS DE UNA JOVEN AZERIE

Los días del Cáucaso

Banine

Ediciones Siruela, Madrid, 2020, 311 páginas.

 

   

 Es curioso pero la pandemia de la que somos víctimas, nos impide viajar, y sobre todo a lugares remotos. Pero para eso están los libros y ciertos programas de televisión. Ver destinos, a veces no tan llamativos, sino espacios de este mundo más remotos a través de los libros es un placer que la literatura, sobre todo la literatura autobiográfica, nos puede deparar. Tal deleite nos los produce este libro Los días del Cáucaso de Banine, pseudónimo de la escritora Umm El-Banu Äsâdullayeva (Bakú, 1905-París 1952), natural de Azerbaiyán, región que entonces formaba parte del Imperio ruso, y del que huyó tras el triunfo de la Revolución, trasladándose a París donde trabajó como periodista, modelo de alta costura y formó parte del destacado círculo literario que incluía, entre otros, a Nikos Kazantakis o André Malraux. Estos recuerdos autobiográficos, Jours caucasiens, constituyen su obra maestra. Y en estas memorias de juventud nos aporta una interesante visión de una época turbulenta en un país tras la Primera Guerra Mundial. Y lo hace además mostrando cierta distancia de los acontecimientos.

   Las experiencias adolescentes, tanto físicas como mentales, están espléndidamente narradas en el estilo típico de las memorias, y de las que forman parte las anécdotas, las aspiraciones y deseos, los sueños más íntimos. Todo ello mezclado y relatado con viveza propia de los hermosos y no tan hermosos años de la autora. A ello se añade un análisis de interés geopolítico ya que Banine proyecta su mirada en ese país, que es su patria natal,  enclavado entre dos mundos.

   Banine, en definitiva en sus memorias cuenta su vida, la de una niña soñadora, introvertida y con una rebeldía innata.. Su infancia en la que se  entremezcla  lo oriental, lo alemán y posteriormente lo ruso. Miembro de una familia muy rica gracias a los campos petrolíferos de su padre, huérfana de madre a los pocos años, fue educada por una institutriz alemana de la que asimiló los modales occidentales, que contrataban sin duda con las costumbres azeríes.

   Y Banine recuerda, tal como podemos leer en la sinopsis editorial: recuerda las aguas del mar Caspio, su lujosa mansión en Bakú, las espléndidas fiestas, las frutas, los dulces, a su institutriz alemana de rubísima melena, a su imperiosa y estricta abuela musulmana…, recuerda cómo entonces llegaron los bolcheviques y la familia lo perdió todo. Y como en el torbellino  de la Revolución  y del derramamiento de sangre se enamoró apasionadamente de un hombre, pero solo por ser obligada  a casarse con otro al que detestaba. Hasta que llegó la oportunidad de escapar a Estambul primero y a París más tarde. Por eso, ella misma se asombra al rememorar su infancia medio oriental, medio alemana y más tarde rusa.

   En ese cruce de caminos entre Oriente y Occidente creció Banine -alias que por cierto se lo proporcionó su amigo Jean Paulhan, director de la  Nouvelle Revue Françaaise-, y alcanzó la adolescencia y la juventud al lado de su abuela, mujer de armas tomar, que despreciaba todo lo que venía de fuera, y daba órdenes a un grupo de parientes pobres, mientras ella cubría su cabeza con velos y las alhajas brillaban por todo su cuerpo. Y en compañía de unas tías que fumaban de una forma frenética y jugaban al póquer en los días veraniegos. El padre, una vez que enviudó, administraba su fortuna, el negocio familiar; viajaba constantemente a  Berlín y a Moscú y no hallaba el momento para volver a casarse.

   

                                  

  En el libro se capta una mirada a la vez árida y ausente de prejuicios. Pero, tras la Primera Gran Guerra y la Revolución bolchevique, todo cambió, produciéndose un vuelco en la fortuna de la familia. Detenido el padre, el precio para su puesta en libertad fue que su hija de quince años contrajera matrimonio con un hombre mucho mayor, condición para que le facilitaran el pasaporte para salir del país. En el segundo libro de las memorias de Banine, Días de París, podemos disfrutar de la segunda parte de sus recuerdos, ya que esta primera parte concluye con la huida definitiva del Cáucaso en dirección a Estambul y posteriormente a París, con lo que concluye el libro.

   Son múltiples los aspectos que configuran la tonalidad de este libro. Uno de ellos es el increíble sentido del humor de la autora, su ironía, su autoironía. Todo ello convierte al libro, sobre todo en la primera parte, en un apetecible manjar, sin que decaiga la fuerza trágica de lo narrado A ello se añaden otros méritos que también contribuyen a hacerlo interesante: el hecho de dar testimonio, en el tramo temporal que va desde 1905 a 1924 del ascenso y caída de la rica clase de los petroleros del Cáucaso. Y en segundo lugar la dialéctica y los conflictos entre las rígidas normas familiares y los códigos sociales tradicionales de la sociedad turco-azerí y el proceso de occidentalización y modernización que llegaba a oídos de la protagonista.

Francisco Martínez Bouzas

 

jueves, 24 de diciembre de 2020

DOS POEMARIOS DE INLIMBO POESÍA

   No es la primera vez que aparece en esta bitácora un comentario de las publicaciones de  InLimbo Poesía, una editorial pequeña pero independiente. Este mismo año tuve la oportunidad de leer y de comentar El hijo culebra de Ángela Álvarez Sáez. Sorpresivamente  me han llegado dos poemarios de In Limbo Ediciones: Conspiraciones desde la entropía de Vicente Velasco Mntoya, director y editor de una pequeña editorial, y ya con cuatro libros de poemas fruto su sabe creativo. Y La fábrica de las arañas de José Ferreras, cuya existencia está teñida de nomadismo, y con un amplio trabajo poético aún inédito.

   InLimbo es una editorial que, fiel  a su lema, ha nacido para reivindicar  el papel de la narrativa de lo inquietante como alta literatura y para promover aquellas corrientes alejadas de la dictadura de lo real. Inspiración, contagio, imaginación, evasión poética y una estética oscura es lo que nos aporta.

   En ambos poemarios hay una significación mágica del lenguaje, como ya en 1921 enunciaba Pedro Salinas. Desafío a la razón. Y en la poesía el lenguaje se convierte en ceremonial del conjuro, en el último horizonte. Ante la transitoriedad de la vida, algo que todos conocemos pero que nadie asume, se alza la poesía. También estos dos breves poemarios, precedidos de dos prólogos en los que por ejemplo José Daniel Espejo escribe a propósito del libro de Vicente Velasco Montoya: “… el tiempo huye pero el mismo tiempo es circular e inacabable. De esta paradoja de de raigambre clásica  extrae  Velasco el antiguo, eterno y luminoso saber de este libro:”. Y de José Ferreras escribe Sara Prieto Vega también en el prólogo de su libro: “… puede que su obra sea más afín a tus gustos o que solo consiga incomodarte, puede que incluso no hayas oído hablar de José Ferreras hasta tener este libro entre tus manos, pero eso sí, puedes tener la firme convención de que jamás has leído nada como esto, de que nunca vas a olvidarte. Y en efecto, será muy difícil olvidar la poesía ácida, crítica, subversiva, “poesía de arrabal” de José Ferraras.

   Poemas libres en los que no abundan las mayúsculas ni la puntuación,- herencia de Bukowski, se nos dice-, pero nunca carentes de forma. Intentemos pues bucear en los registros líricos  de ambos poemarios para reseñar su autonomía estética y conceptual, y sobrevivir en el laberinto callejero a través del vitalismo de la rebeldía de Vicente Velasco o de los saberes de la araña de José Ferreras.

   Presento a continuación las sinopsis que de ambos libros nos ofrece InLimbo Ediciones, así como las breves biografías de sus autores.

 

Francisco Martínez Bouzas


 

Conspiraciones desde la entropía

Vicente Velasco Montoya

InLimbo Ediciones, Albacete, 2020, 94 fginas.

 

Sinopsis:

Conspiraciones desde la entropía arranca en un espacio doméstico sobre el que, súbitamente, se cierne el silencio. El del final de las fiestas. El de la muerte de la juventud. La soledad, el alcohol, la enfermedad y la vejez asoman por fin y plantean una conversación, una partida insoslayable. Esta Conspiración registra cada movimiento de esa partida, cuyo nombre es también madurez, aunque en este caso prefiero maduración.

[…]¿Qué se escucha, desde la mediana edad, desde la periferia de Occidente, en estos principios del milenio, cuando se apaga el ruido? Velasco escucha una música íntima, desolada y verdadera, muy similar a la que sonó en el interior de Ovidio, de Jayyam, de Li Bai, de Leopardi, Vallejo o Fernando Pessoa, todos poetas bajo el signo del destierro a la periferia de la vida.

 

El autor:

Vicente Velasco Montoya (Cartagena, 1976) dirige desde 2016 la librería La Montaña Mágica en su ciudad natal. Es, a su vez, director y fundador del sello editorial La Estética del Fracaso Ediciones, nacido en 2019.

Estas Conspiraciones desde la entropía representan el cuarto libro de poemas, tras Ningún Lugar (Diputación de Jaén, 2012), Principio de gravedad (Editorial Balduque, 2015) y Con todo este ruido de fondo o el imperio de las luciérnagas (Chamán ediciones, 2018). Recientemente le ha sido publicado Astronaut Down: Edición limitada de la obra gráfica de Paco Níquez (Zambucho ediciones, 2020).

Odia los uniformes y los desfiles, sean del color que sean. Dios solo existe para los estultos. Solo cree en la revolución y en el amor.

 

Un poema  de Conspiraciones desde la entropía:

 

(danza macabra en un amanecer con Bergman)

“Amanece cuando menos lo esperas,

sin haberte dado cuenta,

como un amor que aparece, un amor que nunca fue deseado,

un deseo nunca invitado

 

Y cuando al fin despiertas

en el frío de una pesadilla

saciada de mujeres de hielo,

amanece de pronto

como una muerte vestida de pegro

retándote a na partida de ajedrez”

(página 53)

 

La fábrica de arañas

José Ferreras

InLimbo Ediciones, Albacete, 2020, 86 páginas.

 

Sinopsis:

“José Ferreras sabe de la araña que se esconde entre tus mantas, que envilece tus sueños, oscurantistas, parduzcos y tardíos, para derrocarlos. Sabe de la araña que tuerce tu gesto al enredársete entre el pelo, que se desliza por tu rostro y se oculta en tu oído, Sibila sibilina, cargada de premoniciones.

Las conoce, pues es él quien las fabrica con las manos, alejado de todo flexo estudiantil, de todo redil, de todo rebaño, para penetrar en las moradas aburguesadas de la mayoría y quemar la alfombra, contribuyendo así a purificar la estancia, a limpiar el polvo, cargado de revoluciones.”

 

El autor:

“José Ferreras nació en una ciudad donde el mar se hibridaba con el gas y el petróleo, pero pronto la vida le llevó tierra adentro, donde manaban el vino y el trigo en desigual concentración. Bien por su añoranza del salitre, bien por su ausencia de patriotismo, su trayectoria vital está teñida de una existencia nómada, ajena a lo gregario y vinculada a los vicios que se practican en soledad. De ahí que escriba poesía desde mucho antes de que dicha práctica fuera tipificada como parafilia, aunque su extenso trabajo permanecía inédito hasta el momento, ya que nadie que no fuera InLimbo había osado publicar manifiesto tan incendiario.

 

Un poema de la fábrica de arañas

“LA VIDA es plástico

ansiolíticos y conservantes

calor, aburrimiento y plástico

reloj y calendario

tarjetas suicidios y plástico

comunicación y lobotomía

movimiento, pereza y plástico

belleza y emplaste

disfraces, cadenas y plástico

y

cuando el planeta al fin muera

de esta enfermedad mortal

intoxicación de bípedos amaestrados

(y plástico)

tendremos que enterrarlo

en

un

ataúd

de

plástico”

(página 30)

 

jueves, 17 de diciembre de 2020

LOS ECOS DE UN DERRUMBE

Eco

Carlos Frontera

Editorial Candaya,  Avinyonet del Penedès (Barcelona) 2020.141 páginas.

 

   

 

   Debuta con una pieza de narrativa de formato largo  Carlos Frontera. Con anterioridad lo había hecho con un libro de relatos, Andar sin ruido (2017) que yo no tuve la oportunidad de leer, pero la casa editora de este Eco afirma que llama poderosamente la atención. El debut de ahora es una novela breve que lleva por título Eco, “una novela llena de riesgo y de imaginación sobre los mecanismos de defensa”, en palabras del autor o de la editorial Candaya.

   Si hay algo que decir, de entrada, sobre Eco es que es una narrativa intimista, autoficción, literatura del yo, de la propia experiencia de la voz narrativa. Un escritura que resulta ser un sumergirse en la propia interioridad del narrador, que lo hace en primera persona, y muestra su estado convaleciente tras haberse desmoronado en plena convalecencia postoperatoria, e intenta rehacerse de la inmovilidad de su lecho, para ansiar poner claridad sobre sí mismo, tras una crisis que lo entierra en el túmulo del desamor; y en sus días de infancia cuya memoria esta deteriorada, y con ella la experiencia del hogar familiar. Eco pues es el intento de mostrarnos la génesis de un hombre, deshecho, roto en lo más íntimo, y que se interroga, una y  otra vez sobre la relación con su propio yo. En esta vista atrás hacia el pasado, surge el recuerdo de episodios con el padre, un ser tan contradictorio como hostil.

   Esta novela breve recoge y recupera los recuerdos de un protagonista muy próximo al autor, que, en la convalecencia de una operación, transita por escenas de un pasado en el que se halla enterrado un secreto familiar que puede explicar características de su propio yo, transmutaciones de su propia existencia que jamás había sido capaz de comprender.

   Con una declaración de intenciones -mejor dicho, de negaciones- (“Este libro no lo tenía que haber escrito nunca. Nunca”), el protagonista y narrador despierta de la anestesia tras una operación que parece que había ido bien. Y lo primero que hace, de forma involuntaria, es llevarse la mano a la polla, y revelar que no cree en Dios. Y en su mente delirante, surge la figura de la Rubia con la que había roto dos años antes. En la convalecencia se siente  plenamente solo. Únicamente recibe el sonido del eco. Y así, en un continuado monólogo interior, el protagonista recorre, en una suerte de trance alucinado, momentos desoladores de su infancia: sus siete años “la guadaña de mi miedo” (página 50), con el terror a la reprobación  por parte del padre, a su trampa; sus catorce años y una vez más el padre que sigue siendo controlador, y con la zarpa del reproche cayendo  sobre alguno de los hermanos; veintiún años y huye de la mirada de papá, de sus “excreciones de araña” (página 53). Y lo mismo ocurre a los veintiséis años. Y tras la ruptura con la Rubia todo se le viene encima, precipitándolo en un derrumbe que no solo era dolor físico, sino  conceptual, “una patada en el orgullo” (página 58).

   Sin necesidad de olerlo, sabe que hay algo podrido en su infancia infeliz, hecho del que es consciente; y siente un terror infinito ante la sola silueta del padre, al que es incapaz de entender, especialmente su rabia contra sus hijos. Menos afilada y más amable es la relación con la madre. Finalmente le planta cara al padre. Y desde el Himalaya, tan presente en esta novela como eufemismo o abstracción, recorre las secuencias desoladoras de su infancia y descubre un secreto.

    

                                   

                                       Carlos Frontera

   Una novela que, en su brevedad esconde una amplia sustancia temática: ante todo el afán  de escapar del aislamiento, de las esquinas puntiagudas de la realidad, personificadas, sobre todo en la figura paterna. Novela igualmente sobre derrumbes, pero también sobre el deseo de sobrevivir, de escapar del encierro al que el protagonista le somete el mismo derrumbe, y cuyo eco constituye la quintaesencia de la novela.

   Muy presente en el texto la ascensión al Himalaya, cuya idea le surge al protagonista en plena convalecencia. Novela sobre la tristeza, pero hasta para ella hay manuales. También un libro sobre la mentira, o mejor dicho, sobre la automentira, porque el personaje narrador ha aprendido a mentirse a sí mismo. Y evocación de un viaje a la cumbre más alta del Himalaya, con el impacto que deja traslucir el hecho de ser una aventura no terminada. Todo ello escrito a la vez con un humor espinoso, en un estilo de prosa tan torrencial como poética en este libro que se suma con dignidad al catálogo tan selecto de Candaya.

 

Francisco Martínez Bouzas

 

martes, 15 de diciembre de 2020

MEMORIAS DE ADRIANO

Memorias de Adriano

Marguerite Yourcenar

Traducción de Julio Cortázar

Edhasa, Barcelona, 2005, 376 páginas.

(Libros de siempre)

 

   

 

 “Bajé esta mañana a la casa de mi médico Hermógenes…”  Estas son las palabras introductorias de una obra clásica de la literatura del siglo XX; un verdadero paradigma de esa novela histórica que pretende ser mucho más de los que habitualmente se entiende, o se entendía en el siglo XIX, por novela histórica; es decir textos melodramáticos o folletines de capa y espada. Para Marguerite Yourcenar la novela histórica debe sumergirse en un determinado tiempo recuperado y tomar posesión de un mundo interior. Es esta una de las razones del éxito de estas Memorias de Adriano.

   La gestación de esta autobiografía apócrifa constituye por sí misma una verdadera aventura, un acto de creación, entendido como lucha interminable en la que la autora empleó docenas de años, desde 1924 a 1951. Fue una frase de Flaubert, leída repetidas veces la que encendió la llama y la pasión por el acto creador: “Cuando los dioses ya no existían y Cristo todavía no había aparecido, hubo desde Cicerón hasta Marco Aurelio un momento histórico único en el qie solamente estuvo el hombre”. Marguerite Yourcenar -lo confiesa ella misma- pasará la mayor parte de su vida seducida por la necesidad de definir y después retratar a ese hombre solo y sin embargo emparentado a todo el mundo exterior de su tiempo. Y fue en la figura de un hombre, no en la de una mujer, en la que Yourcenar condensa sus obsesiones, porque la vida de las mujeres es para la autora más limitada, demasiado secreta. Una mujer no puede hablar de sí y, si lo hace, se le echa en cara que no es  mujer.

   En esta excepcional novela histórica, por clasificarla en algún subgénero, un hombre en efecto habla de sí mismo. De ahí que Memorias de Adriano sea algo así como el fotograma de toda una vida. Escrita en primera persona para evitar cualquier mediación, incluida la de la propia autora, Adriano habla de sí mismo y de su vida con más firmeza y sutileza de lo que nadie lo podría hacer. Es por eso que más que novela histórica Memorias de Adriano es el descubrimiento de la identidad y del interior de un ser humano que divisa la vida desde la situación del mejor cuidador de enfermos terminales, pero con la muerte llamando a su puerta. Es entonces cuando le concede audiencia a sus recuerdos para recuperar, por ejemplo, los olores de las carnes asadas, el ruido de las ollas al ser sustraídas en las celebraciones del ejército.

   Recuperamos pues la memoria de un emperador que solamente muy tarde se dio cuenta de que era divino y que pensaba que el amor es una gloria, un misterio y también un juego, el único juego que amenaza anular el alma, y el jugador se abandona necesariamente al delirio del cuerpo.

   Novelar la vida de un hombre que llegó a ser emperador sin acto de adopción, sin nacer en Roma en contra de la tradición oficial, simbiosis del ascetismo y del hedonismo, que posee una imagen del mundo basada en la humildad, en la felicidad y en la libertad, y que se considera superior a la mayoría de los humanos solamente en una cosa: en el hecho de sentirse  al mismo tiempo más libre y más sumiso que nadie.

                                     

                                 Marguerite Yourcenar
                                     

 

 Y como paño de fondo, Roma, crisol pero también hoguera, la prueba visible de los cambios y reinicios de la historia, el lugar del universo donde la humanidad vivió de forma más tumultuosa. Como final de una obra maestra, una frase ciertamente redonda en forma de deseo y testamento: entrar en la muerte con los ojos abiertos.

   Leer Memorias de Adriano, escrita por Yourcenar con una escritura diáfana que avanza sin resistencias y sin sobresaltos, y es capaz de detallarnos, sobre todo la aventura interior de un hombre solo y sin embargo vinculado a todo, sigue siendo todavía hoy un privilegio y un orgullo imposibles de cuantificar.

 

Francisco Martínez Bouzas