miércoles, 24 de marzo de 2021

TRES NOVEDADES DE DEVENIR

   Devenir no es una editorial al uso ni forma parte de ningún megagrupo que hoy, exceptuadas raras excepciones de editores independientes, edita productos de gran calidad. Con cuarenta años de existencia, y treinta y cinco años de de la colección Devenir de poesía que nace de la mano de Juan Pastor, otro “mohicano” de la edición, así definida por su creadores: “Son treinta y cinco años de una colección de poesía a la que nosotros no le hemos puesto adjetivos; pero que siempre hemos intentado mantener su vuelo a buen ritmo y, sobre todo, con una dosis muy alta de coherencia y dignidad. Un equilibro casi perfecto y muy difícil de soportar, cuando, además, no se vocifera la independencia. Sino que se ejerce y se vive en ella.”. Numerosos poetas y más de trescientos títulos dan fe de una labor a favor de la lírica que difícilmente tiene parangón. Nombres conocidos, aunque para mi criterio basta que en Devenir poesía haya publicado Ángela  Álvarez Sáez, una de las poetas de mayor proyección y calidad en el panorama lírico en español, a pesar de su juventud.

  Fundación Devenir lleva cuarenta años funcionando. Desde el mismo día de la muerte de Josep Terradellas huyen sus creadores y gestores de los funcionarios de la cultura y se presentan como defensores de la verdadera cultura frente al posicionamiento de los supermercados del libro o de la literatura de masas.

   Pero Devenir no solamente publica poesía. Hace incursiones en el ensayo, especialmente sobre temáticas poéticas. Y en “Devenir el otro, se atreven y arriesgan con el teatro más innovador.

   Por cortesía de Devenir presento hoy con uan finalidad meramente informativa, tres de sus últimas obras: Lluvia de silencios de María Bonet en Devenir poesía; “Rampas  que incluye en el mismo volumen La carcajada, ambas piezas teatrales de Gonzalo Zona. Y Manuel Álvares Ortega. Traducción poética, lucidez, crítica social y denuncia cuto editor es Juan de Dios Torralbo Caballero y que Devenir presenta en su colección de ensayo.

 

Francisco Martínez Bouzas



 Lluvia de silencios

María Bonet

Fundación Devenir, colección: Poesía

Torrejón de la Calzada (Madrid), 2020, 57 páginas.

 

   “Lluvia de silencios es el primer libro de poemas de su autora,María Bonet. Con su lenguaje metafórico delmar, ha conseguido unir: naturaleza interior, un azul de fuerzas y calma entrelazada. El mar mediterráneo con su inmensidad de vida. Y fonde el silencio que nos acompaña invita a la reflexión y sensaciones vitales. Como en cualquier texto musical o partitura, en este libro, también caben infinitas interpretaciones. Una ventana abierta a nuevos paisajes y sensaciones”

 

                                   

 

Rampas seguido de La Carcajada

Gonzalo Zona

Fundación Devenir, colección: el otro

Torrejón de la calzada (Madrid ), 2020, 130 páginas.

 

   Un libro singular, amalgama de teatro y textos ensayísticos y poéticos. La carcajada, en cambio que el autor define como anti-tragedia, es un texto teatral, con largas intervenciones de los distintos personajes. Monólogos dichos ante un auditorio ausente.

 

                                


Manuel  Álvarez Ortega. Traducción poética, lucidez, crítica social y denuncia.

Edición de Juan de Dios Torralbo Caballero+

Fundación Devenir, colección: ensayo

Torrejón de la Calzada (Madrid), 2020, 155 páginas.

 

   La obra reúne cinco trabajos de Jacques Ancet, Jaime Siles, Jordi Doce, José María Micó u Laurence Breysse-Chanet. Y ofrece una aproximación pionera a las traducciones de Manuel Álvarez Ortega, así comk un enmarque contextualizado y razonado de su obra. En torno a las versiones y a la poesía de Manuel Álvarez Ortega, este grupo de poetas-traductores contemporáneo, ha tenido la ocasión y la amabilidad de reflexionar sobre su oficio en voz alta, poniéndolo por escrito en este ramillete de capítulos que, publicados en Devenir, son una valiosa aportación al mundo literario, cultural y académico”

 

domingo, 21 de marzo de 2021

LA BELLEZA DE LO PEQUEÑO

Las flores del tilo

María Pérez Miñones

Ilustraciones de Clara Pérez Miñones

Medulia Editorial, A Coruña, 2020, 40 páginas.

 

   

 

   Lo pequeño es hermosos (“Small is beautiful”) fue la frase que acuño en 1973 el economista alemán Ernest Friedrich Schumacher y que nada tiene que ver con la literatura, pero a veces nos sirve de guía. Y la magia de lo híbrido, dos afirmaciones que, a mi entender y en buena medida, definen el debut poético de la coruñesa María Pérez Miñones. Veinticuatro  poemas, desplegados en treinta y nueve páginas le dan forma a la belleza de lo breve y pequeño. Y el sortilegio de lo híbrido porque, si bien predominan los poemas escritos en español, tanto el prólogo de Marité Prieto como en los tres últimos poemas, María Pérez Miñones rinde un homenaje a su lengua materna, al gallego,  “á lingua de noso”.

   Poesía la de este librito, ilustrado por cierto de forma clara y expresiva por la hermana de la autora, Clara Pérez Miñones, que admite distintas lecturas.. Pero que yo resumiría con una palabra que puede abarcar muchas vertientes y orillas: poesía sensitiva en la que acontece el fluir vivencial que se baliza en la memoria del yo poético, en las geografías en las que tiene lugar su fluir vivencial. La poeta no solamente canta a las cosas que la rodean: las flores del tilo, la luz, el océano, la noche, el amanecer…, sino que exalta sentimientos y revela su ser vivencial, y nos hace además sentir su modo de sentir, de pensar o de hacer.

  Buceo en los registros líricos de este pequeño poemario y descubro que en él el hacer poético de la autora halla la sensualidad del mundo. La poesía de María Pérez Miñones me permite citar a José Hierro: “(La poesía) hace vibrar árboles  ropas, abraza espigas, hojas secas”.

   Poesía por lo tanto figurativa, de la experiencia. Intimismo ya que las palabras y las figuras literarias no tienen sentido por sí mismas. Late en ella la naturaleza (el tilo, el prumus, el cerezo silvestre que transmiten serenidad; el océano que devuelve el barco corporal a la orilla). Canta a las nubes que insisten de mañana, al petirrojo, al peñasco marinero “mascallás”. Poesía por lo mismo existencial, mas también amorosa y a veces fúnebre, con corazones latiendo con fuerza, la muerte acercándose con sus tijeras gigantes, y el yo poético con sus alaridos apagados y la certeza de que no hay regreso, como en sus día sentenció Avilés de Taramancos. Los recuerdos de la infancia, el temblor del cuerpo ante la noche que llega.

   Poesía así mismo necesaria frente la urgencia de vivir para hacer visibles emociones, para resistir el dolor, para llorar lágrimas secas y escuchar el lamento del mundo.

   Siendo como es María Pérez Miñones una poeta debutante, al menos en cuanto a publicaciones, observo en los poemas libres -alguno incluso en prosa-, un lenguaje sencillo, si bien con algunas metáforas afortunadas, y un retornar al sentido clásico: un equilibrio entre el cuidados de la forma y su contenido esencialmente  vivencial, que huye de la retórica y de la grandilocuencia. Poesía pues con forma, que se evade de la pedantería y busca la claridad expresiva. Todo ello configura un valioso debut en el decir poético de María Pérez Miñones.

 

Francisco Martínez Bouzas

Brújulas y Espirales

 

 

             

 María Pérez Miñones
 

 

 

Tres poemas de Las Flores del tilo

 

Las flores del tilo

 

“Mi mundo era pequeño, cabía entre la palma de mis manos. Podía encogerse o ensancharse a mi antojo. En él había libros, música y un jardín.

En el jardín planté un tilo, un prunus y un cerezo silvestre. El tilo tenía tres troncos, era grande y frondoso. Sus raíces sobresalían de la tierra extendiéndose en todas direcciones. Podía acariciar el musgo que las cubría. El tilo me transmitía serenidad en los momentos difíciles. Me acercaba a él, observaba sus hojas verde claro de bordes aserrados en forma de corazón y sentía que nada malo podría pasarme mientras permaneciésemos juntos”

(pagina 9)

 

…..

 

Renacer

 

“Regresaré a los antiguos manantiales de mi sangre.

Mi corazón latirá con fuerza

entregado a mi boca sedienta.

Cada latido marcará mis pasos

y volveré a nacer entre flores de cerezo.

El pasado dejará de importarme.

Borraré las siluetas de mis recuerdos,

borraré  los gritos, los insultos, las amenazas, los delirios.

Lo borraré todo.

Cuando ese todo desaparezca

y el dolor se vaya con las olas del mar

te esperaré en el horizonte

en el único lugar donde nuestro amor es posible.”

(pagina 16)

 

…..

 

Loucura

 

“Un presentimento de loucura visitándome

os meus brazos erguéndose

querendo atrapar a cordura.

A maiña dor tornándose en ondas

prais de area fina

nun murmurio de paxaros que espertan de noite.

O meu corpo abancado por correntes silandeiras

buscando refuxio mos peiraos das túas mans.”

(página 37)

 

martes, 16 de marzo de 2021

DEL YOGA A LA KETAMINA

Yoga

Emmanuel Carrère

Traducción de Jaime Zulaika

Editorial Anagrama, Barcelona, 2021, 320 páginas

 

    

 

En este libro, y quizás más que en ningún otro, Emmanuel Carrère riza el rizo de la ficción, dejando en la distancia el corsé de los géneros en los que suele suturar un sinfín de reportajes, crónicas y biografía. Ya lo había experimentado con El adversario, De vidas ajenas o Limónov. Libros de no ficción, pero que no dejan de ser novelas. Pero en Yoga avanza un paso más y, al igual que en Una novela rusa, se explora a sí mismo. Por consiguiente, lo que nos ofrece es autoficción, la de su existencia durante tres años (2015-2018).

   Lo que en un principio iba a ser un libro condescendiente, y hasta simpático, sobre el yoga, terminó convirtiéndose en una crónica personalísima de una depresión, con un divorcio e internamiento en un hospital psiquiátrico, con un diagnóstico preciso: bipolaridad con alternancia entre estados de euforia y otros de profunda depresión..

   Yoga es pues un híbrido, un Frankenstein, según reconoce el autor con un cinco a un diez por ciento de ficción. El resultado es una especie de monstruo que refleja los que el escritor fue en esa tríada de años. Y sobre todo, un libro de una honestidad sin filtros, el narcisismo de la sinceridad. Emmanuel Carrère escribe no ficción, y por consiguiente se enfrenta a lo real, en el que el eje principal es su propia existencia y las relaciones con personajes con los que ha interactuado.

   Anoto ya de entrada que esta no es la versión original del libro. La ex mujer de Emmanuel Carrère, la periodista Hélène Devynck le obligó, debido a un contrato firmado, a eliminar del texto toda referencia a ella y al matrimonio común.

   La novela se inicia con el relato autobiográfico sobre la relación del escritor con el yoga y con la confesión de su ego molesto, despótico, “cuyo poderío aspiraba a reducir”. Con conferencias que le parecen un lavado de cerebro hasta el punto de que imagina estar en Corea del Norte. Un inicio más bien tedioso. Pero pronto  comienza a hablar de sus amigos, por ejemplo de Emmanuel B Guilhen, lector asiduo de Charlie Hebdo y de los relatos fantásticos que leía en la adolescencia. Todo ello junto con los comentarios sobre el yoga y el taichí. Hasta que comprende que tiene que sondear en el interior de sí mismo para alcanzar la realidad. Y comienza a pensar como Van Gogh que “la tristeza durará siempre” y a desear estar un poco menos lastrado por su ego.

   El relato da un giro radical cuando se entera del atentado de Charlie Hbdo y que entre las víctimas está su amigo Bernard  Maris. El lector entra acto seguido en la parte más interesante de esta autoficción: “Hostoria de mi locura”. Es el abismo del hueco de la vida de Carrère, que lleva por nombre depresión y trastorno bipolar. Todo comienza con una relación secreta con una mujer de la que no conoce nada. Es el inicio del desastre. En el resto del libro, aborda directamente las consecuencias psíquico y psiquiátricas de su crisis, de su desastre, de su tendencia hacia la autodestrucción, de su trastorno bipolar. Y repasa su vida como un documento clínico, incluidos sus libros.

    

                                      

                                        Emmanuel Carrère

 Una hospitalización de cuatro meses en un centro psiquiátrico, tratamiento con antidepresivos que le colocan en una situación semejante al  a las near deth experiences, hasta que llega la fase más dura con petición de la eutanasia. Electrochooks con anestesia general, la artillería pesada, hoy llamada TEC, terapia anticonvulsiva. La alternativa era la muerte.

  Una novela que partiendo de una amplio análisis del yoga y su experiencia, que a veces se convierte en intranscendente, desemboca en una historia en la que Emmanuel Carrère da cuenta de lo peor que hay en él. Dramatismo y dolor en muchas secuencias y episodios, que revelan, sin embargo, que a Emmanuel Carrère se le da mejor escribir no ficción sobre otros personajes que arriesgarse en la autoficción y hacernos llegar su combate interior contra la depresión. Todo ello partiendo de esa religión laica que es el yoga, y usando la narrativa -así lo reconoce- para recubrir diligentemente las cosas como son, en lugar donde no se miente. El estilo claro y envolvente hace más llevadero la lectura de ciertas secuencias de este libro que, además del yoga y la depresión, contiene otros ejes de interés: el terrorismo yihadista, el peregrinaje de los emigrantes que llevan años llegando a Europa o muriendo en el Mediterráneo.

 

Francisco Martínez Bouzas

 

miércoles, 10 de marzo de 2021

POR EL ALTIPLANO BOLIVIANO

Altiplano                

Tumbos y tropiezos

Alain-Paul Mallard

Editorial Minúscula, Barcelona, 2020, 117 páginas.

 

    

 

   Aunque nacido en Ciudad de México en 1970, Alain-Paul Mallard reside desde 1914 en Barcelona. Formado en varias disciplinas (Letras, Historia intelectual europea, Dirección cinematográfica), es además escritor y autor de varios libros y de un álbum ilustrado. También es fotógrafo, dibujante y experto en puesta-en-relato de lo real, es decir: cintas de documentales.

   En este libro nos narra un viaje de cinco semanas a Bolivia, a su pétreo Altiplano salino  con la finalidad de participar, en la medida de lo posible, en el proceso creativo de la fotógrafa holandesa Scarlett Hoooft Graafland, y narrar sus aconteceres y contingencias. Lo hace en el primer cuadro de este pequeño libro que edita Minúscula en su colección Paisajes narrados. Un cuadro que se titula “Calcar el desierto” y ocupa más de la mitad del volumen. Es el relato del viaje al Altiplano en compañía de la fotógrafa holandesa, que hace el recorrido con la intención de crear una obra Land-Art en uno de los espacios más especiales del planeta. Les acompañan varios nativos aymaras, conocedores del alma boliviana.

   La ruta atraviesa de vez en cuando pequeños pueblos sin sombra, caseríos de adobe la mayoría abandonados; el éxodo rural desequilibra cada vez más la población del Altiplano. Llegan al Salar de Uyuní, un desierto de sal, a más de tres mil seiscientos metros sobre el nivel del mar. Y en Uyuní zumba la ventisca y se encuentran con Gastón Ugalde, el artista boliviano de mayor proyección internacional, y ante todo, un hombre libre con “la libertad indolente y gozosa del forajido”.

   Penetran en el desierto de sal, tumba de incautos y desastrados. El Salar es una parábola del futuro: la desertificación que afecta a más del cuarenta por ciento del territorio boliviano. En este primer cuadro se narra igualmente la represión durante el mandato del dictador Hugo Banzer, como el asalto por paramilitares de la Central Obrera Boliviana, con torturados y victimados. Eso es Bolivia, un país que detenta el record latinoamericano de asesinatos y golpes militares.

   Un pueblo de color de lodo seco, Colchani queda al norte y es la verdadera puerta del Salar. Sus habitantes sobreviven miserablemente de la explotación de la sal. Una vida extremadamente  dura, con una paga que nunca será justa, con las hojas de coca como único bálsamo. Mientras tanto, el trabajo creativo de Scarlett sigue progresando y el narrador se impone la tarea de dar cuenta de su contingencia.

   El viaje se prolonga hasta Potosí, otrora el yacimiento de plata más grande del mundo, sangrado durante siglos a costa de millones de vidas indígenas. Y de nuevo, el Salar y la alfombra de colores de Scarlett que transforma el desierto y su costra de sal.

   El relato amalgama la narración subjetiva del proceso de creación de una obra de arte en el Salar, y cuyo objeto es la transformación de la naturaleza en un paisaje, con reflexiones de carácter sociológico, político, antropológico de la Bolivia actual. ¿Qué sensación se general en el lector? Sin duda, una cierta extrañeza debido al contraste entre el arte moderno calcado sobre el desolado paisaje del Salar, y las condiciones sociales y económicas en las que sobreviven los habitantes de Bolivia, tras tantos siglos de explotación injusticia y racismo.

    

                                    

                                   Alain-Paul Mallard

 La publicación se completa con breves historias de cariz anecdótico: el zoo de Oruro con inquilinos melancólicos, la visita a la casa museo del magnate del estaño, el Rockefeller andino, Simón I. Patiño, escaparate de la riqueza obscena, o el viejo poncho de algodón, típico de la región de San Lucas, tieso de mugre y costroso que el protagonista le compra al viejo Timoteo Sora Mamani en Potosí.

   Un libro muy breve, con historias que se pueden interpretar como metáforas de un país explotado, avasallado por quinientos años de agravios e injusticias.

 

Francisco Martínez Bouzas