domingo, 21 de marzo de 2021

LA BELLEZA DE LO PEQUEÑO

Las flores del tilo

María Pérez Miñones

Ilustraciones de Clara Pérez Miñones

Medulia Editorial, A Coruña, 2020, 40 páginas.

 

   

 

   Lo pequeño es hermosos (“Small is beautiful”) fue la frase que acuño en 1973 el economista alemán Ernest Friedrich Schumacher y que nada tiene que ver con la literatura, pero a veces nos sirve de guía. Y la magia de lo híbrido, dos afirmaciones que, a mi entender y en buena medida, definen el debut poético de la coruñesa María Pérez Miñones. Veinticuatro  poemas, desplegados en treinta y nueve páginas le dan forma a la belleza de lo breve y pequeño. Y el sortilegio de lo híbrido porque, si bien predominan los poemas escritos en español, tanto el prólogo de Marité Prieto como en los tres últimos poemas, María Pérez Miñones rinde un homenaje a su lengua materna, al gallego,  “á lingua de noso”.

   Poesía la de este librito, ilustrado por cierto de forma clara y expresiva por la hermana de la autora, Clara Pérez Miñones, que admite distintas lecturas.. Pero que yo resumiría con una palabra que puede abarcar muchas vertientes y orillas: poesía sensitiva en la que acontece el fluir vivencial que se baliza en la memoria del yo poético, en las geografías en las que tiene lugar su fluir vivencial. La poeta no solamente canta a las cosas que la rodean: las flores del tilo, la luz, el océano, la noche, el amanecer…, sino que exalta sentimientos y revela su ser vivencial, y nos hace además sentir su modo de sentir, de pensar o de hacer.

  Buceo en los registros líricos de este pequeño poemario y descubro que en él el hacer poético de la autora halla la sensualidad del mundo. La poesía de María Pérez Miñones me permite citar a José Hierro: “(La poesía) hace vibrar árboles  ropas, abraza espigas, hojas secas”.

   Poesía por lo tanto figurativa, de la experiencia. Intimismo ya que las palabras y las figuras literarias no tienen sentido por sí mismas. Late en ella la naturaleza (el tilo, el prumus, el cerezo silvestre que transmiten serenidad; el océano que devuelve el barco corporal a la orilla). Canta a las nubes que insisten de mañana, al petirrojo, al peñasco marinero “mascallás”. Poesía por lo mismo existencial, mas también amorosa y a veces fúnebre, con corazones latiendo con fuerza, la muerte acercándose con sus tijeras gigantes, y el yo poético con sus alaridos apagados y la certeza de que no hay regreso, como en sus día sentenció Avilés de Taramancos. Los recuerdos de la infancia, el temblor del cuerpo ante la noche que llega.

   Poesía así mismo necesaria frente la urgencia de vivir para hacer visibles emociones, para resistir el dolor, para llorar lágrimas secas y escuchar el lamento del mundo.

   Siendo como es María Pérez Miñones una poeta debutante, al menos en cuanto a publicaciones, observo en los poemas libres -alguno incluso en prosa-, un lenguaje sencillo, si bien con algunas metáforas afortunadas, y un retornar al sentido clásico: un equilibrio entre el cuidados de la forma y su contenido esencialmente  vivencial, que huye de la retórica y de la grandilocuencia. Poesía pues con forma, que se evade de la pedantería y busca la claridad expresiva. Todo ello configura un valioso debut en el decir poético de María Pérez Miñones.

 

Francisco Martínez Bouzas

Brújulas y Espirales

 

 

             

 María Pérez Miñones
 

 

 

Tres poemas de Las Flores del tilo

 

Las flores del tilo

 

“Mi mundo era pequeño, cabía entre la palma de mis manos. Podía encogerse o ensancharse a mi antojo. En él había libros, música y un jardín.

En el jardín planté un tilo, un prunus y un cerezo silvestre. El tilo tenía tres troncos, era grande y frondoso. Sus raíces sobresalían de la tierra extendiéndose en todas direcciones. Podía acariciar el musgo que las cubría. El tilo me transmitía serenidad en los momentos difíciles. Me acercaba a él, observaba sus hojas verde claro de bordes aserrados en forma de corazón y sentía que nada malo podría pasarme mientras permaneciésemos juntos”

(pagina 9)

 

…..

 

Renacer

 

“Regresaré a los antiguos manantiales de mi sangre.

Mi corazón latirá con fuerza

entregado a mi boca sedienta.

Cada latido marcará mis pasos

y volveré a nacer entre flores de cerezo.

El pasado dejará de importarme.

Borraré las siluetas de mis recuerdos,

borraré  los gritos, los insultos, las amenazas, los delirios.

Lo borraré todo.

Cuando ese todo desaparezca

y el dolor se vaya con las olas del mar

te esperaré en el horizonte

en el único lugar donde nuestro amor es posible.”

(pagina 16)

 

…..

 

Loucura

 

“Un presentimento de loucura visitándome

os meus brazos erguéndose

querendo atrapar a cordura.

A maiña dor tornándose en ondas

prais de area fina

nun murmurio de paxaros que espertan de noite.

O meu corpo abancado por correntes silandeiras

buscando refuxio mos peiraos das túas mans.”

(página 37)

 

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