miércoles, 10 de marzo de 2021

POR EL ALTIPLANO BOLIVIANO

Altiplano                

Tumbos y tropiezos

Alain-Paul Mallard

Editorial Minúscula, Barcelona, 2020, 117 páginas.

 

    

 

   Aunque nacido en Ciudad de México en 1970, Alain-Paul Mallard reside desde 1914 en Barcelona. Formado en varias disciplinas (Letras, Historia intelectual europea, Dirección cinematográfica), es además escritor y autor de varios libros y de un álbum ilustrado. También es fotógrafo, dibujante y experto en puesta-en-relato de lo real, es decir: cintas de documentales.

   En este libro nos narra un viaje de cinco semanas a Bolivia, a su pétreo Altiplano salino  con la finalidad de participar, en la medida de lo posible, en el proceso creativo de la fotógrafa holandesa Scarlett Hoooft Graafland, y narrar sus aconteceres y contingencias. Lo hace en el primer cuadro de este pequeño libro que edita Minúscula en su colección Paisajes narrados. Un cuadro que se titula “Calcar el desierto” y ocupa más de la mitad del volumen. Es el relato del viaje al Altiplano en compañía de la fotógrafa holandesa, que hace el recorrido con la intención de crear una obra Land-Art en uno de los espacios más especiales del planeta. Les acompañan varios nativos aymaras, conocedores del alma boliviana.

   La ruta atraviesa de vez en cuando pequeños pueblos sin sombra, caseríos de adobe la mayoría abandonados; el éxodo rural desequilibra cada vez más la población del Altiplano. Llegan al Salar de Uyuní, un desierto de sal, a más de tres mil seiscientos metros sobre el nivel del mar. Y en Uyuní zumba la ventisca y se encuentran con Gastón Ugalde, el artista boliviano de mayor proyección internacional, y ante todo, un hombre libre con “la libertad indolente y gozosa del forajido”.

   Penetran en el desierto de sal, tumba de incautos y desastrados. El Salar es una parábola del futuro: la desertificación que afecta a más del cuarenta por ciento del territorio boliviano. En este primer cuadro se narra igualmente la represión durante el mandato del dictador Hugo Banzer, como el asalto por paramilitares de la Central Obrera Boliviana, con torturados y victimados. Eso es Bolivia, un país que detenta el record latinoamericano de asesinatos y golpes militares.

   Un pueblo de color de lodo seco, Colchani queda al norte y es la verdadera puerta del Salar. Sus habitantes sobreviven miserablemente de la explotación de la sal. Una vida extremadamente  dura, con una paga que nunca será justa, con las hojas de coca como único bálsamo. Mientras tanto, el trabajo creativo de Scarlett sigue progresando y el narrador se impone la tarea de dar cuenta de su contingencia.

   El viaje se prolonga hasta Potosí, otrora el yacimiento de plata más grande del mundo, sangrado durante siglos a costa de millones de vidas indígenas. Y de nuevo, el Salar y la alfombra de colores de Scarlett que transforma el desierto y su costra de sal.

   El relato amalgama la narración subjetiva del proceso de creación de una obra de arte en el Salar, y cuyo objeto es la transformación de la naturaleza en un paisaje, con reflexiones de carácter sociológico, político, antropológico de la Bolivia actual. ¿Qué sensación se general en el lector? Sin duda, una cierta extrañeza debido al contraste entre el arte moderno calcado sobre el desolado paisaje del Salar, y las condiciones sociales y económicas en las que sobreviven los habitantes de Bolivia, tras tantos siglos de explotación injusticia y racismo.

    

                                    

                                   Alain-Paul Mallard

 La publicación se completa con breves historias de cariz anecdótico: el zoo de Oruro con inquilinos melancólicos, la visita a la casa museo del magnate del estaño, el Rockefeller andino, Simón I. Patiño, escaparate de la riqueza obscena, o el viejo poncho de algodón, típico de la región de San Lucas, tieso de mugre y costroso que el protagonista le compra al viejo Timoteo Sora Mamani en Potosí.

   Un libro muy breve, con historias que se pueden interpretar como metáforas de un país explotado, avasallado por quinientos años de agravios e injusticias.

 

Francisco Martínez Bouzas

 

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