lunes, 28 de noviembre de 2011

"UNA NOVELA FRANCESA", LAS REVELACIONES AMNÉSICAS DE FRÉDÉRIC BEIGBEDER

Una novela francesa
Frédéric Beigbeder
Tradución de Francesc Rovira
Editorial Anagrama, 2011, 213 páginas.

Comparte impacto mediático y aura de escritor “maldito”  e irreverente con su prologuista, Michel Houellebecq que define este libro con una sola palabra: honestidad. Otros han dicho de él que es un bocazas, un tipo estúpido, pedante, hijo de papá, impertinente, engreído, deseoso de ser siempre el ombligo, el protagonista, cínico, irónico. Ni él mismo se muerde la lengua y en esta misma novela se autocalifica como “pijo reprimido” y “misógino rencoroso”. Es Frédéric Beigbeder y me atrevería a decir que despierta tantas o más filias y fobias que Houellebecq, quien, por cierto, hace del “ilustre Frédéric Beigbeder” un personaje muy desmedrado y bastante canalla de El mapa y el territorio.  Una novela francesa  es su título más reciente y ha sido traducida al español, como su obra anterior, por Anagrama.
Leo Una novela francesa con una cierta perplejidad lectora que me acompaña desde el prefacio y el prólogo hasta el epílogo final: la duda de no ser capaz de discernir si lo que escribe Beigbeder es en efecto un derroche de honestidad o una soberana forma de pretender epatarnos  con frases talentosas, sonoras ocurrencias y esa forma, llevada  a la máxima expresión, de autorreferencialidad, de autoficción, de novela autobiográfica, de incluirse a uno mismo no solo como personaje, sino como protagonista principal dentro de una novela.
Suscribo lo que afirma Beigbeder: su vida no es más interesante que la nuestra, pero tampoco lo es menos (página 206). Pero ¿es material necesario y suficiente para  una novela? Viene a mi mente una afirmación de Gilles Deleuze en el único documental filmado que de él existe: La abominación de la literatura actual consiste en que todo el mundo cree que para escribir una novela basta con tener una abuela muerta de cáncer o un padre abusivo, cierta memoria. Porque, por no tener, Beigbeder no tiene ni siquiera memoria. Nos quiere contar, y de hecho nos cuenta su infancia y preadolescencia, pero no se cansa de repetirnos el ritornelo de que no se acuerda de nada, de que no tiene una arqueología, de que es un desierto. ¿Qué fuerza le empuja entonces a escribir, a reconstruir  a tientas su infancia?  Una detención que le hizo pasar cuarenta y ocho horas en el calabozo por consumir cocaína sobre el capot de un coche en la vía pública. “Me acababa de enterar de que a mi hermano lo nombraban caballero de la Legión de Honor cuando comenzó mi detención preventiva” (página 17). Y en el calabozo, como no tiene ni un libro ni un somnífero, empieza a escribir esta novela en su mente. El resultado es este libro, “una investigación sobre el tedio, el vacío, un viaje espeleológico al fondo de la normalidad burguesa, un reportaje sobre la banalidad  francesa”(página 23).
Es suficiente la chuleta mnemotécnica en que se convierte el calabozo para que su infancia y su preadolescencia emerjan a la superficie. Y a partir de ahí una incesante letanía sobre el porqué no se acuerda o no se atreve a describir su infancia, cosa que por otro lado hace desde el capítulo 2, convirtiéndose en detective de si mismo, de su pasado, de la genealogía familiar que combina con los episodios de su detención.
Lo curioso es que Beigbeder logra que la mayoría de sus lectores  empaticen con lo que escribe, usando materiales que inspiran nula simpatía, con posicionamientos políticamente incorrectos (no pierda el lector su comentario sobre la esclavitud del feminismo de la página 189 o la discriminación entre el adulterio masculino y el femenino, basándose en una cita de Shopenhauer) y sobre todo con el retrato que hace de si mismo: un pobre niño rico absolutamente pijo, infeliz por el divorcio de sus padres y ahora casi heroico superviviente de los calabozos de la prisión preventiva francesa.
Es posible que sea la disección que hace en caliente de su propio yo y de sus padres, sin camuflajes, desnudándose de verdad, aceptando el paso de los años, la preocupación por el porvenir de su hija y esa infancia indefensa, pero muy sensible en la que recibe lecciones de su abuelo. También su conversión en nómada acompañando los cambios de domicilio al compás de las mudanzas sentimentales de su madre. Quizás todo ello nos haga olvidar esta historia antipática, este personaje pedante y nos muestre otro sensible, humanizado, persuasivo, poseedor de una encomiable talento literario, capaz de convertir su infancia en una novela, en su particular cuento de hadas.

Francisco Martínez Bouzas
 


Frédéric Beigbeder

Fragmentos

“-Usted no comprende los estragos que provoca esta mierda. Yo los veo cada día. La cocaína invade todas las provincias, todas las ciudades, todos los suburbio…¿Qué dirá cuando su propia hija consuma droga en la escuela?
Aquí me pilló; su pregunta me dejó de piedra. Reflexioné bien antes de responder. Probablemente era la primera y última vez que tendría una conversación filosófico-social con un poli que me hubiera detenido. Tenía que aprovecharlo.
-Si a los cuarenta y dos años desobedezco las leyes es porque no desobedecí lo bastante a mi madre cuando era joven. Tengo veinte años de desobediencia por recuperar. A mi hija le explico los peligros que la amenazan, pero nunca me enfado con un niño porque desobedezca, dado que así es como se afirma. Naturalmente riño a mi hija cuando tiene una rabieta, pero me inquietaría mucho más si no tuviera nunca ninguna. Voy a escribir un libro sobre mis orígenes. Puesto que me trata usted como a un niño, intentaré serlo para explicar  a mi hija que el placer es algo muy serio, necesario pero peligroso. ¿No comprende usted que este asunto nos sobrepasa a los dos? Lo que está en cuestión es nuestra forma de vivir. En lugar de castigar a las víctimas, pregúnteles por qué hay tantos jóvenes desesperados, por qué se mueren de aburrimiento, por qué buscan cualquier sensación extrema antes que el siniestro destino del consumidor frustrado, del individuo normalizado, del zombi formateado, del parado programado”
…..

“Este argumento es utilizado a menudo por los hombres para justificar el adulterio masculino. Lo encontramos, por ejemplo, en Schopenhauer: «El adulterio de la mujer, a causa de sus consecuencias y por ser contrario a la Naturaleza, es mucho menos perdonable que el del hombre». Parece ser que este célebre argumento de El mundo como voluntad y representación no terminó de convencer a mi madre en 1972. Yo he intentado rescatarlo con ocasión de mis posteriores disgustos conyugales.
-Cariño, que yo te engañe es menos grave que si lo hicieras tú, puesto que soy un hombre. No lo digo yo: lo dice Arthur Schopenhauer”
…..

“El amor de nuestra madre  era tan posesivo que se volvía doloroso. Era un amor que se disculpaba continuamente por amar. A veces era un amor deprimente, porque daba la impresión de compensar un vacío. Mi hermano y yo nos aprovechamos del fracaso sentimental de nuestra madre y de la esclavitud del feminismo (antes las mujeres criaban a sus hijos, ahora crían a sus hijos y ADEMAS tienen que trabajar)…Fui un niño sometido a un nuevo matriarcado, que idolatraba  a su madre pero con una revancha pendiente  con todas las mujeres. Mi infancia hizo de mi un ser sediento de cuerpos femeninos, presa de un misoginia rencorosa”

(Frédéric Beigbeder, Una novela francesa, páginas 77-78, 181, 189)

jueves, 24 de noviembre de 2011

"DONDE ESTÁS PUERTO LIMÓN": LAS PALABRAS DE MUJER DE ARABELLA SALAVERRY

 Dónde estás Puerto Limón
Arabella Salaverry
EUNED, San José (Costa Rica), 2011, 109 páginas.


Poeta, narradora y actriz, así se define Arabella Salaverry y así la defino sobre todo para el lector español que apenas atraviesa fronteras geográficas y culturales y se ve así privado de los sabores, colores, olores y substancias todas de la poesía centroamericana. Porque Arabella Salaverry es costarricense, con infancia gozada y quizás también sufrida en Puerto Limón, en el Caribe de Costa Rica. Escribir es para ella una necesidad vital. Lo demuestran sus cuatro poemarios anteriores y lo muestra de forma superlativa este Dónde estás Puerto Limón, un libro que también nos llega en sazón, maduro, nostálgico, tenue o claramente combativo cuando el yo poético se enfrenta como mujer y fruto del mestizaje a los grandes retos de todas las latitudes: la situación de los marginados, la discriminación genérica de la mujer a nivel planetario. Pero libro, colmado por una riquísima geografía de energías y vehemencias emocionales, expresadas con palabras de libertad, quebradas, rebeldes con los corsés de los cánones del lenguaje poético, porque solo así son capaces de revelar todas las vivencias del sujeto lírico. Un yo lírico, a veces confesional, biográfico, experiencial; otras, evocador, tomando distancias para descubrir aquellos ritos, instantes, sabores, experiencias, paisajes que quieren ir más allá del intimismo.
En Dónde estás Puerto Limón el yo poético se instala en la soledad como espacio vital para ir destruyendo desde ese topos el tiempo, la memoria, el espacio, requisito para la reconstrucción. Por eso recorrer los poemas de Arabella Salaverry equivale a sumergirnos en la palabra que se mece con el ritmo de las mareas y es transitada por la fulgurante naturaleza caribeña. Pero  es sobre todo palabra de mujer, un libro femenino, sutilmente provocador, escrito desde la vitalidad femenina, capaz de suturar, en el mestizaje de sus versos, preguntas y respuestas, los recuerdos de la infancia, la historia familiar, la mirada sobre los objetos, las tradiciones ancestrales y, sobre todo, una perspectiva vital concreta y una perspectiva femenina general.
Me adentro desde estas premisas en los versos luminosos y contenidamente sensuales de Arabella Salaverry, para encontrarme con una decidida voluntad de ir a los cimientos y reconstruir la memoria. Recuperación de la infancia de ese barco de niebla navegando en las calles y ese viento de pájaro recorriendo las tardes del Puerto Limón natal donde transcurren sus primeros años. Desentierro de la “memoriosa infancia”, en ese Limón “tren detenido / en el terminal del sueño”. Recuperación de rutas, de sueños malabares, los sueños infantiles que brotan inducidos por la imagen de la vieja bicicleta verde. Y junto a la bicicleta, el amor por los trenes, incluso los ausentes, porque amarran el destino del cometa del yo poético al verde del trópico. Mas todo tan lejano, rememorado desde el presente vivido y suavemente nostálgico.
Aunque sin demasiadas concesiones a los localismos -la patria natal convive con herencias de otras geografías e incluso con palabras de otros idiomas-, Puerto Limón aparece necesariamente en el ayer y en el presente: el parque enardecido con ese ilán ilán que “esgrime la desmedida urgencia de su aroma”. Limón que es trópico “lleno de abanicos verdes”. Playa Bonita donde el sol duerme “de tanta arena blanca”.
Y el mar, paisaje familiar, ámbito sin duda íntimamente ligado a la experiencia vital de la poeta que es a la par anatomía local y dimensión abstracta y simbólica, como lo han interpretado todos los grandes líricos. Es el mar que se viste con el color del tiempo (gris de lluvia o azul doméstico), el mar con olor  a Caribe, pero también el mar, substancia marítima abstracta que nos reinventa y que es vaivén de esperanza, pero también temblor visceral que nos acomete ante la sola dimensión de su presencia.
No están ausentes de este poemario la queja y la denuncia. Dos poemas rotulados como “Noticias” nos hacen estremecer con esa nueva flor decapitada, “una niña, una más que muere sus doce años degollada” o con el muchacho y los miles de muchachos que mueren cada día “enredados en miles de silencios”. Es entonces cuando la voz poética abandona el tono mesurado para convertirse en explosión, en denuncia radical de las vilezas del presente.
Internarnos en la poesía de Arabella Salaverry nos confirma que la función poética es quizás algo pequeño en su configuración gráfica, aunque muy hermoso (“Small is beautifull”). Y lo es más relevante: nos permite descubrir las fuerzas mágicas del decir poético, que la poesía es fuerte (Michel Deguy), o como decían los clásicos de mi tierra acudiendo a hechizos verbales igualmente reveladores: que la poesía es el gran milagro del mundo.

Francisco Martínez Bouzas






Arabella Salaverry


Poemas de Dónde estás Puerto Limón

Memoriosa infancia

Recuerdo
un barco de niebla
navegando tus calles
Aquella niña sola juega a la rayuela
Recuerdo
un viento de pájaros
recorriendo tus tardes
La niña canta canciones solitarias
 Recuerdo
una ciudad que fue
                          ahora dibujada
 en la inlúcida trama
                         de los sueños
Tu mano madre
para secar la lágrima
Recuerdo también
garúa
          amor
nostalgia
           llanto
Y las tardes repletas de palmeras
Revivo
lo que la memoriosa infancia
desentierra

Me sabe

Limón me sabe a mango
a coster apple
a haki
Me sabe a infancia
a madrugada a tormenta
Me sabe a muelle
a ilán ilán a baobab
Me sabe a jazmín del cabo
a mediodía y a luz
Limón me sabe a quijongo
es agridulce su voz
Me sabe  a caricia
a abrazo
Limón es curry y canela
nuez moscada
un leve resabio a clavo
anís estrella y rondón
Limón me sabe a…
Limón

Madrugada en el puerto

Emergen a mitad de madrugada
Con sus carcajadas políglotas
despedazan la calma
de las alunadas noches
cuando el calor ensaya
sus últimos asaltos
Son marineros de lenguas forasteras
alemán, holandés o checo
Escupen chistes para coronar
el estruendo de su borrachera
Y en un eco patético
las pobres putas tristes
ensayan también su carcajada

(Arabella Salaverry, Dónde estás Puerto Limón, páginas 5, 31, 55)









martes, 22 de noviembre de 2011

"EL NEGRERO", VIDA NOVELADA DE PEDRO BLANCO FERNÁNDEZ DE TRAVA


El negrero
Lino Novás Calvo
Tusquets Editores, colección Fábula, Barcelona, 2011, 296 páginas.

El Diccionario de literatura española e hispanoamericana dice que a Lino Novás Calvo se le considera uno de los iniciadores del realismo mágico. Pero el escritor gallego es sobre todo el fundador del uso literario del habla cubana y especialmente del habla habanera con muy poca vigencia en la literatura cubana. Nacido en As Grañas do Sor (A Coruña), en 1905, Lino Novás emigró a Cuba con siete años, realizando los más insólitos y variados trabajos. Viajó a Nueva York de donde regresó dominando otro idioma, lo que le permitió traducir a Hemingway, Faulkner, Huxley y Lawrence. Y se hizo escritor de forma autodidacta. Como periodista de un diario cubano, recaló en Madrid en 1931, donde colabora periódicamente  en Revista de Occidente y gana la amistad de Valle Inclán y Unamuno. Fue un hombre de existencia novelesca y en la Biblioteca del Ateneo madrileño recoge abundante documentación sobre la trata de esclavos, que le permitirá publicar en 1933, El negrero. Vida novela de Pedro Blanco Fernández de Trava. Es su única novela, rescatada por Tusquets Editores en 1999 y reeditada ahora en la colección Fábula. No obstante, su gran aportación a la literatura cubana se compone de cuentos que pueden ser considerados obras maestras.
El negrero es una novela de “extraordinarias historias de aventuras verídicas”, vividas casi todas en el mar y en las costas africanas, principalmente en Sierra Leona y en Gallinas (entre Liberia y Sierra Leona), donde funda su gran factoría para el comercio de esclavos.
Su héroe es Pedro Blanco y la novela recrea la historia de la piratería a partir del reprobable contrabando de esclavos negros y las complejas relaciones establecidas entre negreros, marineros, jefes tribales, autoridades coloniales y los hacendados americanos. Pedro Blanco nació en Málaga en 1795. Ingresa en la Escuela Náutica, pero al poco tiempo abandona sus estudios  por desavenencias con su padrastro y debido a un incesto cometido con su hermana, y se mete de polizón en un barco, iniciando su vida de peripecias y aventuras que le llevará del Mediterráneo a Terranova, para enrolarse posteriormente en barcos negreros. Cruzando el Océano se curte en todo tipo de navíos y sobrevive no solo a la dureza del mar, sino también a las epidemias, persecuciones de los cruceros -a comienzos del siglo XIX se habían promulgado las primeras leyes contra la trata de esclavos-, traiciones, motines de los esclavos y actos de piratería. Mas Pedro Blanco aspira a más y en las costas africanas crea  su propia factoría en la que ganó incontables riquezas, entre salvajes guerras tribales, asesinatos, magias e inverosímiles episodios de crueldad, salpicados por algún acto de ternura.
El protagonista de esta vida novelada es un blanco que tiene el alma negra, teñida por el oficio de negrero. Por eso la novela es un cruel libro de aventuras que tiene en el mar su espacio privilegiado. Por consiguiente, el encuentro con piratas, las persecuciones, los motines, la escasez de alimentos, el agua corrompida con gusanos y miasmas, grandes tormentas y calmas chichas son sus temas recurrentes. Pero hay algo más: Pedro Blanco Fernández de Trava (el mongo de Gallinas) es un ser atroz, digno de figurar con otros negreros o dueños de factorías de la trata en esa historia universal de la infamia, cuyos primeros capítulos inició Borges. Los  asesinatos, robos, naufragios, abordajes, violaciones, toda clase de oprobios, episodios de espeluznante verismo como el lanzamiento de cargamentos humanos al mar para rehuir la persecución de la justicia, logran indignar al lector, reivindicando así la rebeldía de los oprimidos, del negro que estalla por medio de la fuga o de la venganza.

Lino Novás Calvo

En El negrero sucede de todo porque su autor analiza agudamente una época en la que se cometen algunas de los episodios más despreciables y aterradores jamás vividos (el comercio de unos hombres por otros). Pero en el fondo Lino Novás muestra el horror de un mundo que continúa siendo el nuestro, porque el racismo sigue estando ahí, protagonizando sucesos vergonzosos. Un escritor pues y un libro para rescatar del olvido.
Lino Novás penetra en la corriente negrista del indigenismo iberoamericano a través de una gran intuición y de una increíble capacidad de síntesis  de la documentación sobre el tráfico de esclavos, fundiendo muchos datos bibliográficos con los hilos y la magia de la ficción. La prosa de Lino Novás, de apariencia desmañada, ansiosa, tirante, de frases cortadas y poca descripción, se mueve en breves ondulaciones adornadas por el deleites sensual de los retratos corporales de la raza negra, especialmente de las mujeres de piel oscura que aparecen en la novela en abigarrados harenes y en su reluciente desnudez del color de la selva.

Francisco Martínez Bouzas




Fragmentos

“Los compradores eran hacendados, con piedras de Minas Gerais y grandes vegueros en la boca, o damas de igual rango. Junto a Pedro y sus compañeros pasó una gran dama con una larga capa roja, sombrero de fieltro sobre un turbante blanco y zapatos bordados. Era la hermana de Pedrâo. Al andar recogía la capa y mostraba la puntilla del refajo. Caminando era como un barco con galeno sobre un mar tranquilo. Aquel porte parecía pesar más que sus años. Había venido a la feria a caballo escoltada por una guardia de negros y mulatos. Se llamaba Modesta y manejaba su hacienda como una amazona. Al acercarse a ella el primer esclavo, brindado por una cigano, Modesta se desprendió de su altivez y comenzó a examinar minuciosamente, tentando sus músculos, llevando a la lengua el dedo impregnado de su sudor -pues en el sabor del sudor se conocía la salud del negro- y llegando hasta lo más secreto. Aquello lo hacía todo comprador. El cigano sonaba el látigo y hacía bailar, hablar, cantar, correr y reír a los cautivos. Al fin de escoger mucho, Modesta se quedó con un hermoso muleque mandingo”

…..


“Las leyes de los negreros prohibían a los marineros fornicar con las negras a bordo. El que lo hiciese perdía su sueldo y corría el riesgo de ser azotado. A los oficiales se les permitía, a veces, según el capitán, y cada uno solía escoger una negra para la travesía. De Buen  ponía leyes severas en esto. Los compradores pedía a veces vírgenes y otras negras por preñar o preñadas con macho elegidos por ellos.
En este viaje era difícil impedirlo. Las negras dormían en cubierta, protegidas por lonas, sobre las tablas o la obra muerta. Los marineros, favorecidos por el ocio, gateaban hacía ellas, por debajo de las lonas. Las negras no gritaban por eso. Los marineros les llevaban escudillas de aguardiente, y ellas se pirraban por los marineros. Al descubrirlo, De Buen buscó a los culpables, pero en vano”

(Lino Novás Calvo, El negrero,  páginas 72-73, 129)

viernes, 18 de noviembre de 2011

LA FIEBRE DE WERTHER O LA FETICHIZACIÓN DEL ARTE


Las penas del joven Werther
Johann Wolfgang Goethe
Traducción de Isabel Hernández
Alba Editorial, Barcelona, 2011, 203 páginas



En su colección “Alba clásica, Alba Editorial  nos ofrece una nueva traducción del libro icono de Romanticismo germánico, la obra que, sin duda, más impactos emocionales provocó, generadora del llamado Werther-Fieber (Fiebre de Werther) y de miles de suicidios mímicos -se habla de unos dos mil-, hasta el punto de que no faltó quien escribiera un final alternativo para la novela. Me estoy refiriendo al título original alemán Die Leiden des jungen Werther que la traductora Isabel Hernández vierte al español bajo el rótulo Las penas del joven Werther. La obra, que fue sin duda el primer gran triunfo de Goethe, vio la luz en 1774. Un año más tarde el libro sería prohibido por inmoral. No obstante siguió editándose con pequeñas correcciones de imprenta y rápidamente la novela se convirtió en el libro más popular de Alemania y un reclamo para medio mundo. La versión definitiva de la novela es obra del mismo Goethe, realizada con motivo de la edición histórico-crítica de 1787 (“edición de Weimar”).En esta edición es en la que se basa la traducción de Isabel Hernández y el volumen de Alba Editorial incluye las ilustraciones que realizó Daniel Nikolaus Chodowiecki para la primera impresión del libro.
La novela le supuso a su autor su primer gran triunfo, transformándolo de un desconocido en un escritor célebre. Libro de cabecera de Napoleón y del mismo Frankestein, atrajo a miles de visitantes, jóvenes deprimidos y enamorados, que acudían en masa a visitar a Goethe, al que solamente conocían por esta obra. Las penas del joven Werther es pues una clara manifestación del fenómeno de la fetichización de la obra de arte, del que hablan Adorno y Lukács y que, en buena medida, reflejan las peculiaridades que se derivan del arte moderno en general.
Las penas del joven Werther es uno de los pilares del movimiento Sturm und Drang en la literatura alemana. Novela epistolar semiautobiográfica y que cuenta con varios eventos paralelos en la vida de un amigo de Goethe, Jerusalem, que al igual que Werther, se suicidó con pistolas prestadas por el amor no correspondido que sentía hacia una mujer casada.
Una breve sinopsis de la trama argumental nos presenta al joven Werther que se recupera en el campo de unas penas amorosas. En un baile conoce a Lotte (Carlotte), hacia la que siente de inmediato una profunda atracción amorosa, especialmente al oírla citar a Klopstock ante el espectáculo de una tormenta. Pero Lotte tiene un prometido que, aunque poco
Johann Wolfgang Goethe
celoso, no da muestras de sensibilidad espiritual. Werther intenta vanamente permanecer lejos de Lotte, pero acaba por volver junto a ella, incluso después de conocer su matrimonio. En una visita le lee su traducción de Ossian y se aproxima demasiado a ella que le rechaza. Werther entonces decide suicidarse con una pistola que le ha pedido prestada al marido ausente.
En esta colección de cartas se hacen palpables los elementos que anuncian el Romanticismo: la sobrevaloración del sentimiento y de la imaginación, el predominio de esta sobre la razón, el gusto por la naturaleza, la celebración como héroes de los hombres corrientes frente a los héroes universales, rechazo del mundo y de la sociedad, de sus convenciones y tiranías, desenlaces trágicos que a menudo concluyen enel suicidio.
¿Qué vigencia puede tener hoy esta histeria de amor imposible? Respondo haciendo míos los juicios de José María Valverde: “Hoy en día no estamos muy seguros de que esta novela pueda seguir conmocionando tanto: a pesar de su flexibilidad en los cambios de nivel estilístico y de su indudable habilidad de montaje -muy apta para el cine-, probablemente incluso los adolescentes de hoy la encuentren un tanto afectada, y, sobre todo, extraña a sus sistema de reacciones de sensibilidad, algo que cambia de época a época, aparte de los valores morales”




Fragmentos

“¡Desdichado! ¿Acaso no eres un necio? ¿Acaso no te engañas a ti mismo? ¿Qué significa toda esa pasión delirante, sin fin? Sólo tengo plegarias para ella; en mi imaginación no aparece otra figura que la suya y todo lo que hay en el mundo lo veo sólo en relación con ella. Y eso me procura unas horas tan felices…¡hasta el momento en que tengo que volver a separarme de ella! Cuando he pasado dos o tres horas sentado a su lado, deleitándome con su figura, y con sus modales, con l expresión celestial de sus palabras y todos mis sentidos, poco a poco, han ido excitándose, y todo se ensombrece ante mis ojos, y no oigo apenas nada, siento como si un asesino me agarrara por el cuello; entonces mi corazón, latiendo violentamente, intenta dar aire a mis oprimidos sentidos aumentando aún más su confusión…”
…..

“Está decidido, Lotte, quiero morir, y te lo comunico sin la menor exaltación novelesca, tranquilo, la mañana del día en que te veré por última vez. Si llegas a leer esto, queridísima, la fría sepultura cubrirá ya los rígidos restos del impaciente, del desdichado que, en los últimos momentos de su vida, no conoce mayor dulzura que hablar contigo. He pasado una noche terrible, pero ¡ay!, una noche que me ha hecho mucho bien. Ella es la que afianzado, la que ha determinado mi decisión: ¡quiero morir!”

(Johan Wolfgang Goethe, Las penas del joven Werther, páginas 91-92, 169)

lunes, 14 de noviembre de 2011

"EL DÍA DE MAÑANA", LA ALTA LITERATURA DE MARTÍNEZ DE PISÓN

El día de mañana
Ignacio Martínez de Pisón
Editorial Seix Barral, Barcelona, 2011, 382 páginas


El próximo día 7 de diciembre sabremos si El día de mañana se alza con el prestigioso galardón Le prix livre européen / Europe Book Prize, del que es finalista. Mientras tanto los lectores amantes de la buena literatura nos deleitamos con este sugestivo viaje por las obscuridades del Tardofranquismo y de la Transición, en un relato con una interesante arquitectura, que gira alrededor de un personaje principal cien por cien enigmático, cuya vida, vilezas y penitencia final van diseccionando por retazos los que le conocieron. Ignacio Martínez de Pisón construye pues un protagonista a partir de relatos homodiegéticos -los narradores pertenecen también a la historia en calidad de personajes- al estilo de Ciudadano Kane, por mencionar el ejemplo más paradigmático de esta forma caleidoscópica de narrar. Varios enfoques, varios testimonios, la deposición de doce testigos ante un juez ausente que intentan, sin conseguirlo del todo, desvelar el misterio de una vida, el porqué de sus decisiones y, a la vez, nos sumergen  en los vericuetos de una de las épocas más complejas y tórridas de la historia contemporánea española. Un desvelamiento, pues, desde diversos ángulos, en la mejor tradición de los escritores cineastas o fotógrafos, aunque no sea el caso de Martínez de Pisón.
La figura central de la novela, ese pobre diablo, Justo Gil, el Rata es un confidente de la policía en la Barcelona de los años 60 y 70. Pero El día de mañana no es  una novela al uso, un relato testimonial de detenidos y torturadores, sino una novela en la que los que hablan son los mismos policías que “compran” a sus confidentes y estos, aunque en este caso por medio de la voz vicaria de los que le conocen.
La sinopsis promocional de Seix Barral resume a la perfección la trama de la novela: Justo Gil es un emigrante recién  instalado en Barcelona, un joven avispado y ambicioso que, llevado por los vaivenes del destino, acaba convirtiéndose en confidente de la Brigada Social, la policía política del régimen. Una docena de memorables personajes nos cuentan cómo conocieron a Justo en algún momento de sus vidas y cómo fue su relación con él. Sus testimonios conforman una visión caleidoscópica de la cambiante realidad los años sesenta y setenta, al tiempo que reconstruyen el relato de la degradación personal de un individuo.
Por mi parte subrayo lo siguiente. La novela es la historia de un perdedor. La historia de un emigrado que comete un error, una estafa para curar a su madre y esa falta le va a perseguir a lo largo de su vida. Aprende a ser listo, a comerciar con la policía, pero terminará siendo utilizado y quemado por esta. La lectura del texto da a entender que al narrador, más que el trabajo abyecto del trepa confidente, le interesa profundizar en su evolución para averiguar cómo llegó a convertirse en delator y en peón que utiliza la policía para los trabajos más sucios. El Rata es pues la antítesis del personaje plano o rectilíneo y un ejemplo modélico del personaje agónico o redondo. Un personaje camaleónico que incluso es consciente del mal que ha hecho con su estafa a la única mujer que amó y que, al final de la novela, intenta redimirse.
La novela es una amalgama de cientos de historias. Cada uno de los personajes secundarios, incluidos los dos más positivos, el policía Mateo Moreno y Carme Román, ven reflejadas en la novela sus propias vivencias en aquellos años. No solo informan sobre el protagonista, sino que aportan sus propias historias. Todas juntas enhebran un gran mural, el retrato urbano de la ciudad y de la sociedad barcelonesa en aquellos años cruciales.
Resalto así mismo el hecho de que esta pieza de alta literatura es capaz de conjugar una narración retrato de un personaje y de una época con buenas dosis de novela negra y de thriller, aunque con un desenlace que el lector presiente porque viene demandado por la misma lógica interna de la ficción de Martínez de Pisón.
Una novela pues sobre los denarios de la vileza y sus consecuencias, articulada en una visión plural, en la que las múltiples perspectivas sirven para ofrecernos una visión completa de la figura del protagonista y dibujan al mismo tiempo un gran friso de una época, especialmente la de la Transición, que no coincide con ese beatífico y optimista discurso oficial tan frecuente en nuestros días.

Ignacio Martínez de Pisón

Fragmento

 “- Llama al Rata y dile que quiero hablar con él, vamos ver si tiene algo interesante para mi…
Y yo hablaba con Justo y le poníamos en bandeja alguna detención, y lo que ahora me jodía era su manera de llamarle Rata. Sí, ya se que  entre nosotros era más prudente no usar su verdadero nombre, pero me parecía que en su manera de decir Rata había una repugnancia y un desprecio que el bueno de Justo no se merecía. Al fin y al cabo, muchos de sus éxitos se los debía a él, a Justo. El mayor de esos éxitos fue el de la Asamblea de Cataluña. Llevábamos más de dos años detrás de ellos, y al final los cogimos. Ciento trece nada menos (…) Y si la cosa salió bien fue gracias a Justo, que se había hecho medio amigo del organizador, un tipo de PSUC al que llamaban el Fantasma. De hecho salió todo tan bien que no tuvimos que pegar un tiro, aunque íbamos preparados para lo que hiciera falta. Justo me había anunciado punto por punto cómo iban a ser las cosas. A la hora de la misa entrarían mezclándose con los feligreses, después se reunirían en uno de los locales parroquiales (…) Todo se cumplió tal como Justo me había dicho. Conocíamos hasta la contraseña. Tenían que decir: Venimos a celebrar el décimo aniversario de “Paz en la Tierra”. O de “Pacem in Terris”, ya no me acuerdo si lo decían en latín o en castellano o en catalán…Los muy cándidos creían que no los teníamos controlados, porque habían conseguido pinchar nuestras ondas de radio. Pero Justo ya nos lo había advertido y nosotros habíamos cambiado de frecuencia. ¡Ya lo creo que los teníamos controlados! Los dejamos entrar y luego, ¡pag!, los cazamos como a ratones. Sería a eso de las diez y media cuando recibimos la orden. Los de la policía armada llevaban metralletas, nosotros íbamos con pistolas. Uno de los que estaban en la mesa nos vio y, como si estuvieran esperándonos, grito:
- Ja son aquí!”

(Ignacio Martínez de Pisón, El día de mañana, páginas 206-207)

jueves, 10 de noviembre de 2011

"TIEMPOS DE FUGA": NARRATIVA DE SABOR FATALISTA


Tiempos de fuga
Ramón Caride
Traducción: Xoán Fuentes Castro
Editorial Almadía, Oaxaca (México), 250 páginas.


Con una cuidada traducción del gallego, obra de Xoán Fuentes Castro, la mexicana Editorial Almadía pone a disposición de los lectores en español, Tiempos de fuga de Ramón Caride. Sería suficiente un título como este para hacer de su autor  un escritor de culto. Pero la novela es algo más: ante todo, una prolongación y un reencuentro con ese macrotexto que Ramón Caride lleva escribiendo desde siempre, de forma especial en sus últimas obras, en esas historias profundas y dolientes en las que alientan sus grandes obsesiones: la contingencia de la felicidad, la incerteza de los paraísos, la imposibilidad de encerrar en el determinismo  de leyes y de teorías el mundo de sus héroes y personajes. Porque el azar, que todo lo gobierna con mano implacable, es quien en última palabra decide en nuestra vida.
No actuaré de spoiler de la trama novelesca de Tiempos de fuga, pero no me resisto a no cavilar, en la arena de la reflexión pública, sobre alguna de las grandes ideas que, en mi opinión, actúan como vigas maestras de esta excelente novela. Una novela de dolores metafísicos como las del mejor Paul Auster, el escritor por excelencia del azar, uno de los que mejor han sabido novelar las casualidades que gobiernan las existencias humanas.
Ya en el punto de arranque de las historias que en Tiempos de fuga  corren paralelas hasta la confluencia final, hallamos el sabor fatalista que engullirá con tentáculos herméticos a los protagonistas. Los vientos fatalistas soplan, e efecto, ya en la primera página: “A fin de cuentas, nadie puede huir de su destino, ni siquiera de su pasado”. A partir de aquí, todo será un encadenamiento de casualidades. Por puro azar, uno de los protagonistas presencia una persecución automovilística y, también por circunstancias azarosas, decide esconder en su bolsillo la llave metálica que pierde uno de los automóviles. Lo hace sin saber muy bien por qué: “En ese instante ignoraba que aquel sencillo acto de agacharme, apretar el llavín y llevarlo conmigo iba a cambiar para siempre mi vida” (página 23).
También para Natalia, el personaje femenino que comienza a viajar a la deriva para engañar y entretener su soledad suicida, todo tiene el mismo valor: cero. La única valía es la de la casualidad, lo aleatorio, la fugacidad del tiempo que deja apenas mínimos instantes de placer o de asco. Nada más. Incluso el mismo itinerario que elige, estará determinado por el azar; como todos los viajes de esta novela de rememoraciones y de huidas interiores en las que participan seres humanos con la misma conciencia de estar en manos del azar.
Y a la par de todo esto, otra idea recurrente en la narrativa de Ramón  Caride: la contingencia y la precariedad de los paraísos. Ninguno es eterno. Todos son precarios e inciertos.
Tiempos de fuga es una novela rebosante de trama, de argumento, de verdaderas historias. Un núcleo diegético fuerte que no se deja devorar por los aspectos formales, sin duda novedosos, de la narración. Una historia que mantiene siempre la primacía, el interés, la verosimilitud y nos obliga a reflexionar sobre el sentido de nuestras vidas y sus azarosas contingencias.
Novela de carreteras, -road novel, sin duda-, de peregrinaciones, de huidas de uno mismo, de identidades cambiantes, también de pesadillas, relámpagos y frialdades. Con dosis selectas de erotismo, de onirismo, de cabalística, de querencias por la ciencia ficción tan arraigada en la narrativa de Ramón Caride.
Ramón Caride
Atendiendo a la arquitectura y configuración formal, Tiempos de fuga es un verdadero reto para el lector. El autor escribe esta novela con la lengua y con el estilo de siempre: un realismo iluminado con flashes de fantasía. La gran novedad reside en aquellas características que tienen que ver con la arquitectura interior de la obra, congruentes con las técnicas literarias de vanguardia más actuales. Un cóctel de voces narrativas, rupturas y dislocaciones temporales y distintos hilos argumentales articulados en el mismo discurso ficcional. Varios niveles semánticos, una cierta tendencia al fragmentarismo y  a la experimentación que le permiten a cada lector inventar su propia lectura. Todos estos lances y riesgos arquitectónicos convierten Tiempos de fuga en un producto literario interesante, muy alejado de esas golosinas que alimentan a aquellos que se dan por satisfechos con una narrativa cimentada en la levedad y en la intrascendencia.

domingo, 6 de noviembre de 2011

A TUNISIAN GIRL: UNA REVOLUCIÓN CON BYTES COMO ARMAS

La revolución de la dignidad
Lina Ben Mhenni
Ediciones Destino, Barcelona, 2011, 63 páginas.




Se autodefine como un “electrón libre”. Es Lina ben Mhenni, la bloguera tunecina que, en enero de este año, prendió la mecha de la marea árabe. O quizás, para ser más exactos, mantuvo vivo el fuego en el que, a finales de 2010, se había inmolado Mohamed Bouazizi, que se quemó a lo bonzo para protestar por las condiciones de vida y contra la corrupción, el nepotismo y la represión del régimen del dictador Ben Alí.
Lina Ben Mhenni alentó desde su blog (http://atunisiangirl.blogspot.com/), la revolución popular que surgió a raíz de ese dramático acto de protesta, iniciando esa revolución cibernética que prescindió de las pistolas y usó como armas disuasorias los bytes. Ellos y ellas, en efecto, los ciberactivistas fueron los grandes protagonistas de la revuelta tunecina.
Hija de una familia de militantes opuestos a la dictadura, Lina  Ben Mhenni pudo completar una buena educación que le permitió trabajar en Estados Unidos como profesora. Aunque su pasión por la blogsfera era anterior, fue allí donde inició su ciberactivismo con la denuncia de la situación de la población minera de Gafsa en 2008. En la actualidad es profesora de inglés en la Universidad de Túnez.
Esta protagonista en primera línea de la primavera árabe ofrece en este pequeño volumen, que para España edita Destino, la crónica viva de lo acaecido durante esos meses. Su relato en primera persona nos permite conocer los canales informativos y de ayuda mutua que las redes sociales fueron capaces de tejer en aquellos meses a pesar de ese mensaje de”Error 404 Not Found” con el que la dictadura pretendió camuflar la censura.

Lina Ben Mhenni

Crónica apasionada de un romance, en palabras de Maruja Torres, que inician en prólogo; un romance que surge entre una frágil joven tunecina y el pueblo  al que pertenece, alimentado con buenas dosis de idealismo pero también de sentido común. Un romance revolucionario que se inició como un minúsculo grano de arena y terminó congregando multitudes que hicieron que el país tunecino y otras naciones árabes comenzaran a respirar soplos de libertad y de legitimidad.
Lina, como ya señalé, se siente y quiere ser un “electrón libre”. En la dictadura y en la democracia quiere seguir estando disociada del poder, de los partidos políticos, de las reglas, de los protocolos y límites. Sus únicas armas fueron los teclados, los blogs, las redes sociales. Con ellos alimentaron una revolución ella y sus compañeros e incluso los ciberpiratas internacionales  que les hicieron el bonito regalo el 2 de enero de 2011 al atacar y hundir los sitios web gubernamentales.
En este pequeño libro, con un lenguaje directo, coloquial, sumamente expresivo, da testimonio de todo ello, escribe la cónica y la cronología de la revolución de la dignidad, de los pasos de un pueblo hacia la libertad. Mas con la conciencia de que aún está por decirse la última palabra, porque como afirma Lina Ben Mhenni, “el papel de un bloguero no se acaba nunca”

                                        
Fragmentos

“Los usuarios de Internet tunecinos conocen muy bien el mensaje de error 404 Not Found, hasta el punto de inventarse un personaje virtual al que han llamado Ammar 404, armado con las tijeras de la censura. Si estás en Túnez, intenta abrir YouTube o Dailymotion: ¡enseguida recibirás el mensaje de error! Si quieres seguir las noticias de Al Jazeera o de Al Arabiya, la Agencia tunecina de Internet lamenta no poder proporcionarle ese servicio. Si quieres conocer mejor la vida cotidiana y los problemas de los tunecinos, a través de sus escritos en páginas como Tunisian News, aafaq.org o nawaat.org, de nuevo lamentamos no poder proporcionarle ese privilegio. Si eres un extranjero en Túnez y un amigo te ha pasado el enlace de su blog para echarle un vistazo, lo lamentamos, es imposible. Las noticias respecto a la censura interna en Túnez se propagan ahora en el mundo entero, especialmente después de la censura de la red social Facebook. [...] Mi blog no es el único censurado en Túnez. La lista es larga. Pocos son los días en los que el sol se levanta sin que descubramos la censura de uno o dos blogs: Astrubal, Mochageb, enne9ed, Samsoum, For Gafsa, Against Censorship, Free World, Fre Race, etc. […] Pero el problema es que la opresión no se limita a la censura. Va mucho más allá, llega hasta el arresto, la detención y el encarcelamiento de los internautas. […]”

(Lina Ben Mhenni, La revolución de la dignidad, páginas 19-20)

jueves, 3 de noviembre de 2011

"VENTE CONMIGO", UN GRITO CONTRA LA MÁQUINA DEL FANGO

Vente conmigo
Roberto Saviano
Traducción de Francisco J. Ramos Mena
Editorial Anagrama, Barcelona, 2011, 214 páginas.



En el epílogo de agradecimientos de este libro, Roberto Saviano le da las gracias a los catorce hombres de su escolta que aceptan pasar buena parte de su tiempo lejos de sus casas, apoyando su trabajo con gran disciplina y  siempre con una sonrisa en los labios. ¿Quién es entonces Roberto Saviano? ¿Un político o un magistrado comprometido, en lucha contra la mafia, contra la corrupción, contra la “Ndrangheta” calabresa? No, Roberto Saviano (Nápoles, 1979), aunque es autor del best seller internacional Gomorra, es sobre todo un periodista, creador y presentador del programa de la RAI-3, “Vieni via con me”, el gran acontecimiento televisivo en Italia durante el pasado año. Ahora, editado por Feltrinelli este mismo año y traducido hace menos de un mes por Anagrama, aquellas historias televisivas se han convertido en libro. Perderemos el idilio entre voces y signos, el tono de su voz, los aspectos paralingüísticos, pero podemos disfrutar de la lectura de unos textos anclados a veces en la tensión, a veces mucho más distendidos, que nos empapan por igual de la fuerza y de la necesidad interior de retratar la  Italia de hoy, de ahondar en las heridas que desde hace muchos años lacran al país transalpino.
Precisamente por su rebeldía, porque no acepta la realidad fáctica, porque es un personaje-símbolo de la Italia honesta, le quieren matar. Porque Roberto Saviano defiende la ética como principio rector de la vida pública y  de los negocios privados en una Italia, que en efecto no es presa de totalitarismos fascistas, pero está embutida  de mecanismos censores insidiosos, no reconocibles de inmediato, que difícilmente toleran que se hable de la máquina del fango, de la ósmosis de la mafia en la política, de la compra de votos, de las mentiras sobre el terremoto de L’Aquila, de los negocios a cuenta de los residuos.
El libro, así como el programa televisivo, está dirigido a aquella parte del país, la inmensa mayoría, que ansía rediseñar el “clima nacional”, afirmar que no todos los italianos son iguales, que su diversidad “reside en saber equivocarnos sin ser corruptos” (página 13). Para ellos, para un público que ante todo se siente ciudadano habló y escribe Saviano intentando explicar en primer lugar cómo funciona la máquina del fango, ese mecanismo que escupe contra todo aquel al que el gobierno considera un enemigo, equiparándolo todo para poder afirmar que todos estamos sucios, que así funciona el mundo, que no hay esperanzas. Para explicar el Norte de Italia como un territorio cada día más controlado  por la “Ndrangheta” y todas las mafias del Sur. Reglas atávicas, inamovibles, económicas pero sobre todo culturales, asumidas como formas de estar en el mundo, pero desafiadas por el magistrado Falcone hasta que lo asesinaron. Y también por la historia de amor de Piergiorgio y Mina Welby o por la lucha por una muerte digna de Beppino Englaro, que transformaron sus cuerpos en dramáticos campos de batalla en defensa de los derechos humanos.
También escribe Saviano para la mayoría de los napolitanos que desahogan sus rabias ante una ciudad tapizada con las inmundicias de los residuos, conscientes de que la mayoría de las veces no se desenmascarará ese gran bluff mientras las mafias sigan ganando.
Y así, con un discurso incómodo y en voz alta nos enfrenta con el último monólogo: una defensa de la Constitución italiana, antídoto legal contra todo lo horrendo que está ocurriendo en Italia, porque son las leyes de todos los italianos, no las leyes de unos pocos.
Palabras de un rebelde, con alternancias de narración y reflexión, escritas directamente para la sociedad italiana pero que nos conciernen a todos, porque en todos los países suelen prosperar los mediocres, los que agachan la cabeza, miran hacia otro lado y hacen oídos sordos a aquel principio kantiano de la universalidad de las normas éticas: “Actúa de tal modo que puedas desear que la pauta de tus acciones se haga universal”. En todas las sociedades, estados y naciones, valores tan fundamentales como la ética, la moralidad, el respeto a aquellas leyes que mantienen viva no sólo la libertad, sino el mismo aires que respiramos, suelen estar enfermos, acosados de reiteradas y profundas fragilidades.
                                    

Fragmentos

“De un tiempo a esta parte vivo como una especie de obsesión, una obsesión que concierne a la máquina del fango, el mecanismo con el que es posible difamar a cualquier persona. Y tengo esta obsesión porque nací en una tierra en la que cualquiera que haya decidido obstaculizar al crimen organizado ha sufrido siempre esa clase de deslegitimación total. Incluso los que son asesinados, los que han muerto y caído por enfrentarse a las mafias, son difamados. Y por lo tanto soy sensible, tengo los nervios a flor de piel frente a ese mecanismo”

…..

“En realidad frente a la máquina de fango no hay que responder diciendo: «Nosotros somos mejores». Hay que decir: «Nosotros somos distintos». Hay que subrayar la diferencia, no meterlo todo en el mismo saco. Señalar, por ejemplo, que la privacidad es sagrada y uno de los pilares de la democracia: poder declarar el propio amor a la persona a la que se ama sin que nadie lo escuche” (…)
“¿Qué sucede en Italia cuando se molesta a quien manda? Se activa una máquina hecha de dossieres, de periodistas conniventes, de políticos intrigantes que tratan a través de medios de comunicación y chantajes de deslegitimar a sus rivales. Podría contaros muchas cosas. La historia de la casa de Montecarlo del presidente de la Cámara Gianfranco Fini, surgida cuando empezó a disentir de algunas de las posiciones de su partido. Pero ¿dónde estaba el delito? Era un gesto inelegante, inoportuno. Mas no había delito. Podría contaros la historia de Dino Boffo, el director del diario católico Avvenire que había empezado a criticar tímidamente la conducta de Berlusconi. La maquina de fango dio a entender que estaba en posesión de un documento de naturaleza judicial que rezaba: «Conocido homosexual, ya objeto de atención de la policía.» Pero  ¿cuál era el delito?, ¿la homosexualidad? Podría contaros que la presunta homosexualidad de Stefano Caldoro se convirtió en el arma utilizada por un colega suyo de partido, Nicola Cosentino, para arrebatarle el puesto de candidato a gobernador de Campania”

(Roberto Saviano, Vente conmigo, paginas 41, 43-45)