miércoles, 22 de junio de 2022

LA LITERATURA DEL SILENCIO DE MANUEL LONGARES

Las cuatro esquinas

Manuel Longares

Edición e introducción de Ángeles Encinar

Ediciones Cátedra, Madrid, 2022, 234 páginas.

 

    

 

 

   Manuel Longares, periodista, redactor de suplementos literarios, articulista y narrador de amplio recorrido, con no pocas novelas y relatos en su haber, como  Romanticismo (2011), Nuestra epopeya (2006), Soldados de Pavía (1984 ) o Los ingenuos (2013. Es también el autor de Las cuatro esquinas (2011, Premio Francisco Umbral al libro del año). El libro es una colectánea  de cuatro amplios relatos o novelas cortas que este año reeditó Ediciones Cátedra en su colección Letras Hispánicas.

   Son pues cuatro novelas cortas las que le dan forma y vida a Cuatro esquinas, a pesar de ser independientes entre sí. Nos retrotraen desde la ficción setenta años en la vida de este país, centrándose en cuatro décadas: los cuarenta, los sesenta, los ochenta hasta el años 2008. En edición de Ángeles Encinar, autora así mismo de una amplia y profunda introducción, las cuatro novelas cortas recuperan desde la ficción una buena parte de la historia contemporánea de España, casi a la manera de los episodios nacionales galdosianos.

   La primera de ellas El príncipe  de Eguílaz, nos devuelve a los años cuarenta y en ella chocamos de frente, a la vez que nos deleitamos, con episodios de la posguerra: la visiones sobrenaturales de una criada colisionan de frente con  el ambiente del momento dominado por la España azul, los falangistas y la miseria encubierta a la que nos arrojó la Dictadura. Un fiel retrato, desde la ficción de la España que “empieza a amanecer” como cantaba el último verso del himno falangista. Contemplamos escenas con mendigos abofeteados por mirar a una dama que acompaña a un falangista, bravucones, fanfarrones, señoritos que pueden prolongar la jarana en tablados flamencos, caraduras y pobres de solemnidad. Una España partida en dos, con estampas cotidianas, infundios y la intimidación de los uniformes falangistas y  reos que entran en capilla.

   El silencio elocuente rotula la segunda novela corta. Su marco de acción tiene lugar en un ambiente mucho más elitista de la facultad de Derecho de la Universidad Complutense, con un pueblo que concibe esperanzas de un incipiente desarrollo económico que permita superar los años de plomo, piedra y hambre de la autarquía franquista. Son los años sesenta, con empujones de bedeles a los estudiantes antifranquistas. Es solo una somera muestra de lo que urdían y soportaban los universitarios de aquellos años llenos de contradicciones  e incertidumbres. Desde un presente posterior se reconstruye toda una década, una generación. Con un hecho que la  marcó: estudiantes que parodiaban a las autoridades académicas. Ellos, conmocionados por la ejecución, tras una brutal tortura, de Julian Grimau, al que arrojaron por una ventana de la Dirección General de Seguridad.

   La tercera historia de Las cuatro esquinas la titula Manuel Longares, Delicado. Y en ella podemos presenciar en letra impresa la persistente y esforzada persecución de un policía, un secreta, aun joven católico. El escenario es, en este caso, la facultad de Filosofía y Letras de la Complutense. Estamos en los años setenta, en los estertores de la Dictadura, y en los primeros años de la nacida democracia. El policía de la secreta averigua los itinerarios de su perseguido, sus entradas y salidas. El relato nos transmite una atmósfera de implacable acoso. En este joven estudiante está representada la generación de los universitarios de los años setenta. Y también los secretas, sus vigilantes, defensores del poder establecido. En este relato volvemos a recuperar un pasado histórico, que poco a poco está quedando sepultado en el olvido.

   

                                      

                                          Manuel Longares

 

  La última novela corta es Terminal. El autor recoge acontecimientos que suceden en nuestros días: muere un compositor y su fallecimiento hace recapacitar a sus compañeros de tertulia sobre el tema de la transcendencia y los sueños incumplidos.

   Estamos anta la llama literatura del silencio, porque Manuel Longares siempre ha huido del consumo fácil de modas, promociones y tinglados editoriales. Su literatura se justifica por sí misma, por su valor y autenticidad. No por recorrer medio país con presentaciones. Por eso, a pesar de su calidad y de la indudable maestría de un gran narrador, Manuel Longares no es un escritor del que se hable con frecuencia. Escribir, para el autor de estas cuatro novelas cortas es encontrar un estilo y a fe que Manuel Longares lo ha hallado. Y se manifiesta en las cuatro novelas cortas de este libro: con personajes diferentes, puntos de vista divergentes, distintos narradores (dos de ellos omniscientes (primera y cuarta y en primera persona la segunda y la tercera). Un libro pues que los amantes de la buena literatura no deberían perderse.

 

Francisco Martínez Bouzas

 

viernes, 17 de junio de 2022

EL ASOMBRO Y LA EMOCIÓN EN UNA HUMILDE CARTONERA

 

Comarca mínima

María Ángeles Pérez López

Lustraciones de Patricio Hidalgo

Nota introductoria de Lola Nieto

Libros de la Cartonera del Escorpión Azul, Madrid 2022, 49 páginas.

 

     

 

   Hoy me siento honrado por poder presentar, en las modestas líneas de esta bitácora, un libro cartonero de la Cartonera del Escorpión Azul, Comarca mínima de la profesora de Literatura Española e Hispanoamericana en la Universidad de Salamanca, excelente poeta y cultivadora además de ese género oriental que es el haikus, aunque su autora, María Ángeles Pérez López prefiere escribir haikús. Comarca íntima es un librito modesto, una cartonera que nos regala verso mínimos, pero que tienen la capacidad de atraparnos en la retinas de ojos, corazón y mente en un instante intenso, “una fibra de luz”, como escribe con relación otro libro de haikús,  Diecisiete alfiles, la misma autora.

   Los haikús de esta Cartonera se reparten en doce secciones, y cada una de ellas se explaya en composiciones que pueden ser seis u ocho. Rotuladas todas ellas por el nombre de un lugar, de un fenómeno o realidad natural, espacios, climáticos u objetos dotados por la poeta de una gran fuerza emocional: “Haikús de la isla de San Simón”, “Haikús del viento”, “Haikús de Tegucigalpa”, “Haikús del mar”, “Haikús de la escritora sobre la Alhambra”, “Haikús del perenquén”, “Haikús de la (gran) manzana”, “Haikús de niebla”, “Haikús de Ciudad Juárez”, “Haikús del sur”, “Haikús de Santa Cruz” y “Haikús del viajero”.

   Mas los haikús de María Ángeles Pérez López son “desobedientes”. Sin tablero ortodoxo ni jaque mate, como ella misma escribió en otro momento. Por eso son haikús, no haikus. No se acomodan de forma rígida a las estructuras japonesas, ya que forman parte de otros tiempos y de otros lugares, de tradiciones  distintas. Escritos pues al margen de la ortodoxia canónica; actualizados y acomodados a la tradición hispana. Con estructuras de tres versos de entre cinco, siete y cinco sílabas que la actora se permite rimar el primero y el tercero.

   Porque fui testigo de cómo la poeta atrapó, en una contemplación quizás sin palabras o con escasez de ellas, me referiré al “Haikús de la isla de San Simón”. Recién llegada de la Meseta, María Ángeles Pérez López se vio apresada anímicamente por la Ría de Vigo, y en ella por la Isla de San Simón. Una mínima isla, pero rebosante de historia, de poesía y de tragedia. Preside con su estructura bipartita, junto con la Isla de San Antón, unidas por un pequeño puente, la ensenada de San Simón. Centro monástico cantado por la lírica galaicoportuguesa medieval (Mendinho, Johan de Cangas, Martín Codax). Habitada en los siglos XII y XIII por los templarios y más tarde por los excomulgados pascualinos de San Simón; saqueada por Drake y su escuadra (Batalla de Rande). Poblada y abandonada, se convierte en el siglo XIX en lazareto. Y Finalmente en trágico campo de concentración y de exterminio de los presos políticos contrarios a la dictadura franquista. Hoy, con la recuperación de la Memoria Histórica es Isla del pensamiento y de actividades culturales.

   Su hermosa situación geográfica, su centenario paseo de buxos por ejemplo, junto con su historia, me atrevo a decir que fue el instante persuasivo que forzó  a la poeta a atraparla de forma muy breve, en una estructura no muy lejana a la forma oriental pero acomodada a la tradición hispana. El asombro ante el instante traducido en brevedad.

 

Francisco Martínez Bouzas


 


                                      María Ángeles Pérez López



Haikús de la isla de San Simón


Cantiga rota

En su lenguaje de agua

rompen las olas.

 

 

Recuento raudo:

son las penas de amores

este naufragio.

 

 

Morir, cercada,

por las ondas más crueles.

Su espuma aciaga.

 

 

Orografía

que levanta la tierra

y la castiga.

 

 

Boj y silencio.

En la madera mansa,

golpea el tiempo.

 

 

Morir, cercados,

por el miedo a la lepra

o a los soldados.

 

 

Sintaxis de algas

que se abrochan carnales,

sobre la espalda”

 

(María Ángeles Pérez López, Comarca mínima, páginas 15-16)

 

martes, 14 de junio de 2022

DOS NOVELAS DE INTRIGA Y TERROR DE JOYCE CAROL OATES

El legado de Maude Donegal

El hijo superviviente

Joyce Carol Oates

Traducción de Susana de la Higuera Glynne-Jones

Ediciones Siruela, Madrid, 2022, 279 páginas.

 

     

 

   Joyce Carol Oates (Lockport, Nueva York, 1938 es una no-nobel norteamericana que, como Philip Roth y tantos otros nos dejaron sin recibir el prestigioso galardón. Miembro de la Academia Estadounidense de las Artes, y galardonada con los más prestigiosos premios literarios internacionales, entre ellos el Pulitzer del que fue finalista.  Su último gran éxito literario es  Violación. Una historia de amor (1913, recientemente traducida al español. Es, en definitiva, la Gran Novelista Americana viva. En el volumen que nos ofrece Ediciones Siruela confluyen dos novelas de misterio: El legado de Maude Donegal y El hijo superviviente.

   En el primer relato, El legado de Maude Donegal, la escritora se aproxima al género gótico, pero reinterpretado bajo su personal prisma literario. Clare Seidel acaba de recibir una inesperada llamada telefónica de parte de su abogado. Le hace saber que es la heredera de un legado de su abuela paterna biológica, consistente en una propiedad en la abrupta costa del Maine. Clare desconocía la existencia de la misteriosa legataria. Nunca antes había tenido noticias de la misma. Acude a donde le indica su letrado. Y allí se encuentra entre dos peculiares personajes: dos hermanos de su abuela fallecida que le imprimirán un rumbo radical a su existencia, hasta el punto  de que ahora desea no haber contestado jamás al teléfono, porque un pasado de pesadillas la cerca, zarandea e intimida hasta límites insospechados: el borde de un precipicio, con un cuchillo cerca de su caja torácica, debajo del corazón. Y con los familiares de la difunta -las tías abuelas- que la devorarían viva.

   En El hijo superviviente late una tragedia del pasado, con asesinatos y suicidios. Ese hijo superviviente es Stefan que consigue salvarse cuando su madre, una poeta muy admirada, mató a su hermana y posteriormente se suicidó. Esa tragedia se cierne sobre Elizabeth, la nueva esposa de su marido, que permanecía viudo desde que su conyugue hubiera asesinado a su hija, al que sigue su propio suicidio, aunque dejando vivo a Stefan. Mas las pesadillas abaten a la joven esposa: misteriosas voces en el viento, un pozo y un ciego; y una fuerza magnética que la arrastra hacia el mismo lugar en el que, en su día, se extinguieron ambas vidas.

    

 

                                            

                                        Joyce Carol Oates

 

  

   Todo concluye con un desenlace estremecedor, si bien en su huida del peligro, el gélido viento del Atlántico va despejando el aire envenenado.

   Un volumen bipartito que, sin duda, no es lo mejor de la producción de Joyce Carol Oates. Sin embargo, los grandes resortes de la literatura de la escritora norteamericana, no se hallan ausentes de estos dos relatos. La autora delinea con gran habilidad marcos y ambientes literarios -ambientes inquietantes en estos relatos-. Penetra así mismo con certero criterio en los dramas familiares y en la psicología de los personajes. El ritmo es el apropiado y hace que el lector, sin darse cuenta, se involucre en la trama, deseando llegar con presteza al desenlace. Prosa pulida, certera que contribuye a que en ambos relatos quedemos atrapados sin escapatoria.

 

Francisco Martínez Bouzas

 

viernes, 10 de junio de 2022

UNA AMPLIA SINGLADURA EN LA MINIFICCIÓN

Al brillar un relámpago escribimos

Manuel Fernández Labrada

Ediciones Trea, Gijón,2022, 138 páginas

 

    

 

 

   Una singular e irrepetible singladura en esa magia emboscada que es la minificción. Mas de doscientos microcuentos nos ofrece Manuel Fernández Labrada en esta colactánea a la que le da nombre el verso de Bécquer: “Al brilla un relámpago escribimos”. El autor, doctor en Filología Hispánica, con diversos trabajos de investigación sobre la literatura española del Siglo de Oro, con incursiones en la narrativa, nos ofrece ahora este mosaico híbrido de microhistorias de temática muy variada, distinta textura, pero cimentados a una verdadera estética. Y divididos en cinco secciones.

   Las citas iniciales de Bécquer y Amado Nervo (“De pronto la luz de un relámpago, vi una cosa que me hizo estremecer”) nos coloca en la pista de nubes de tormenta, preñadas de relámpagos, que sin embargo se fundamentan en elementos biográficos y en sucesos vitales que, de una forma u otra, llegaron al autor, y que él plasma con concisas cuchilladas, esencia de la minificción.

   El libro, como digo, está dividido en cinco secciones: “Tipos de cuentos”, “La feria de los machistas”,”Colgados del pentagrama”, “Heridos de tiza” y “El peor amigo del perro”. Y en ellas hallamos temas muy diversos, relatados en muy escasas líneas. Desde el libro al que nadie presta atención hasta el hecho bochornoso de que todos los ejemplares fueron secuestrados y quemados por orden del dictador. O los pensamientos de Rosseau sobre su perro al que asimila por naturaleza con la bondad del hombre.

   Incursiones pues muy diversificadas en géneros desprestigiados, con apelación al juez en el entramado de las redes sociales, un cauce muy propicio para la falsedad; presentaciones imaginarias de libros que inspiran a los asistentes a comprar el libro o lo que sea.

   “Una experiencia temprana” se inicia con un evento de Sacher-Masoch, acariciando, por imposición de su padre la piel de leonas y tigresas adormecidas para fortalecer su valor, o viajar solo en los vagones del tren del miedo.

   Y como esta muchas otras minificciones en las que el terror está presente. Así como escenas de circo, con fantasías femeninas y masculinas. Y atavismos micromachistas. Otras con mucho humor negro en sus breves entrañas.

 

                                         

                                    Manuel Fernández Labrada

 

 “Colgados del pentagrama” es, como su mismo título indica, una incursión en el mundo de la música clásica, con el reconocimiento estético de los aspirantes, dado el éxito de los artistas, músicos clásicos. Con ensayos en los que el director sustituye la batuta por una fusta; con sueños en los intermedios o en los mismos conciertos, o interpretaciones musicales, con retorno al inframundo. “Heridos de tiza” con minificciones que son una crítica a la moderna pedagogía, con ocurrencias profesionales que bien podrían formar parte de la antología del disparate.   “En el peor amigo del perro” los microcuentos se centran en ese enemigo cotidiano y habitual que es el ser humano, muchos de los cuales precisan bozal de pitbull.

   Minificciones preñadas de ingenio, de ironía, de imaginación torrencial. Plausibles todas ellas porque el autor demuestra que domina a la perfección la dinámica del microrrelato. Narraciones que se inician, y muchas veces prosiguen, como pequeños relatos que a veces semejan intranscendentes, pero que de pronto, en su conclusión salta la sorpresa con el tajo del desgarramiento cruel o la anécdota fantástica. Conclusión: Manuel Fernández Labrada, aunque este sea su primer texto de microcuentos publicado, es una verdadero experto en la minificción.

 

Francisco Martínez Bouzas