Volver a Shangri-La
Jorge Eduardo Benavides
Alianza Editorial, Madrid, 2022, 266 páginas.
Jorge Eduardo Benavides (Arequipa, Perú,
1964) cultiva la novela realista de larga tradición latinoamericana, si
excluimos a los autores del Boom. Sus preferencias ficcionales se centran en la
novela realista, la que se interesa y profundiza en las relaciones sociales y
políticas. Es uno de los motivos, aunque viva en España, que le convierten en
uno de los escritores peruanos más leídos y prestigiosos de su generación, la generación
que se ha consolidado entre dos siglos. Alianza Editorial edita en España su
última novela, Volver a Shangri-La. Una
novela en la que el autor crea una trama que se interna y explora “la
complejidad de las relaciones familiares, particularmente las que se dan entre
una madre y su hija”. Esa complejidad actúa como un manantial del que brotan
las relaciones familiares y se rescata un pasado que se consideraba olvidado.
En el inicio de la novela, una madre, Mariana, le muestra a su hija, las fotos familiares, fotos cuyos gestos y poses considera engañosos y fingidos ya que tienen como destinatario el flash inmediato de la fotografía. De inmediato esas imágenes fotográficas reviven los conflictos larvados entre la madre y la hija y sus progenitores. Van apareciendo otras fotos como las del tío Pedro cuando se graduó en la Universidad, con una sonrisa que había resistido el paso del tiempo. Mas la sobrina disfrutó intensamente de su compañía. Y siente un júbilo inmenso cuando la memoria le devuelve intacto su figura y sus acciones. La hija, principal protagonista -madre en el final de la novela-, comprende que el trabajo compartido no une a sus padres como pareja sino que los empieza a alejar sin darse cuenta, aunque de vez en cuando se produzca entre ellos una tregua pactada.
Otra fotografía del colegio, le trae, al arca de sus recuerdos, a sus antiguas amigas, a Miss Mary, antigua profesora, y también los temores de colegiala. Y buena parte de la vida del colegio fluye en su mente, sin que estén ausentes el dolor y las lágrimas, las muertes de seres queridos y los sufrimientos que no dejaban indemne a la familia. Las viejas fotos también le aportan recuerdos de sus años adolescentes, con furores hoscos y enfermizos.
Una época en la que, mirando hacia atrás, a la hija le parece un cenagal que terminará por descomponer definitivamente el hogar familiar de sus progenitores, resquebrajado definitivamente por las infidelidades del padre.
Jorge Eduardo Benavides
Pero Mariana nunca le había hablado así a su hija de su propio padre, hasta que una foto se convierte en la ocasión propicia para ponerla al corriente. Las charlas aparentemente intranscendentes con un profesor de una pequeña universidad donde ejercía como secretaria, derivaban en amor, en una boda y en un embarazo. Mas ella es reacia a convertirse en una mujer cuyo horizonte es el hogar y la intendencia. Y la desafección va tomando cuerpo poco a poco en la pareja, con ambigüedades y claudicaciones. Hasta que nace la hija, la verdadera y tangible razón de lo que es y será. La relación termina por resquebrajarse definitivamente por aburrimiento. Y, poco a poco, la niña se convierte en una jovencita a la que su madre ilustra con fotos de su propia existencia y de la de sus familiares, amigos, y sobre todo de la del padre, una dolorosa mutilación.
No cabe duda de que Volver a Sgangri-La es un libro complejo, fuerte, pero muy bien armado. Unas fotos rescatan un pasado, fotos que no mienten, aunque la mentira cabe en quienes las interpretan y en quienes reconstruyen el pasado a través de ellas. Jorge Eduardo Benavides goza de la destreza de hacer de esas fotos una radiografía, quizás un poco desdibujada, de la intimidad más recóndita de los que en las mismas muestran su rostro. Pero en mi opinión, el gran mérito de esta novela es la perspicacia del autor de ponerse en lugar de varias mujeres, especialmente de Mariana, e interpretar sus sentimientos, sus ilusiones, sus miedos, sus fantasmas. La novela refleja además los peores años de la deriva del país, Perú, en una niebla de desolación compartida por la gran mayoría de sus habitantes. Un Perú convulso política y socialmente, pero sólidamente estructurado en el que el marido se encargaba de la manutención y la esposa de la intendencia. En ese ambiente crece la principal protagonista, entre una vaga noción de feminismo reivindicativo y moderno y el lastre de su educación de catequesis, remordimientos y reparos morales.
Francisco Martínez Bouzas
No hay comentarios:
Publicar un comentario