Luis
Fayad
Edición
y prólogo de José Manuel Camacho Delgado
Ediciones
Cátedra, Madrid 2019, 383 páginas.
En un prolijo prólogo del editor, José Manuel
Camacho Delgado del que tomo muchas ideas en esta reseña, se argumenta que fue
tal el prestigio del realismo mágico a partir de la publicación de Cien años de soledad, que toda la
literatura colombiana y de otros países quedó ligada a Macondo. Solamente
algunos seguidores y amigos de García Márquez como Álvaro Cepeda o Álvaro Mutis
quedaron incluidos en el canon narrativo de García Márquez. El resto de los
escritores estaban apegados al costumbrismo o a la literatura terrígena. Los
narradores nacidos en las décadas de los años cuarenta y cincuenta quedaron
anclados entre estas dos corrientes.
La exclaustración del macondismo se inicia y
progresa a partir de la publicación de Los
parientes de Ester, en 1978 de Luis Fayad, nacido en esa Bogotá “remota y
lúgubre donde estaba cayendo una llovizna desde principios del siglo XVI” tal
como lo describe Gabo. Mas, frente a esa
imagen, Bogotá fue, desde los años cincuenta, una ciudad muy dinámica,
poseedora de un gran potencial literario y artístico. Nuevos nombres cincelaron
los diferentes rumbos del país andino. Luis Fayad se interesó desde el primer
momento por la literatura existencialista, por Kafka y por los grandes
escritores norteamericanos: Hemingway, Fulkner o John Dos Pasos, junto a
Cortázar o Juan Rulfo. De ellos bebe y en ellos se inspira.
Múltiples relatos de su autoría describen
esta Bogotá inhóspita y violenta. Viaja a Europa y en Berlín escribe los
cuatrocientos folios que originalmente tenía
Los parientes de Ester. Una novela elaborada artesanalmente. Tanto Los parientes de Ester como otras novelas posteriores suyas es
preciso contextualizarlas en la fase que va desde 1950 a 1980, época en la que
se producen los peores momentos de la violencia, en connivencia con los clanes
de la droga, así como con el crecimiento urbanístico.
Los parientes de
Ester fue una obra publicada a contracorriente de
modas y de tendencias narrativas. Y es la primera novela de un autor
prácticamente desconocido en Colombia, autor únicamente de libros de relatos.
Publicada por Alfaguara, y con múltiples ediciones, fue presentada como la gran
renovación de la narrativa hispanoamericana. Recibida con el aplauso de la
crítica: la mejor novela de la época para Ricardo Cano Gaviria. Será Carmen
Martín Gaite quien en 1979 deje marcadas las grandes claves de la novela. Por
mi parte me parece una temeridad escribir una sola línea más allá de los que en
su día hizo la narradora española, cuya crítica publicada en Diario 16 en 1979,
reproduzco porque ella nos ofrece una adecuada sinopsis y las grandes claves de
la novela:
“A la
muerte de su mujer, Gregorio Camero, oficinista irresoluto, mediocre y débil de
carácter se va dejando atrapar insensiblemente por los tentáculos familiares
que desde el mismo día del velatorio, empiezan a tenderle los parientes de la
muerta, empecinados en hacerle ceder a su acoso creciente e impecable y en
atraerle a su círculo infernal de influjos, emulaciones, consejos y normas,
abortando así la expectativa de independencia que él y sus hijos pudieran
abrigar, anexionándolos y disolviéndolos como individuos en la uniforme marca
corrosiva de la institución familiar.
Alrededor de este tema central, bifurcados
en bloques narrativos independientes que refluyen luego al caudal común, el
colombiano Luis Fayad en su primera novela (…) ha elaborado, con un pulso
narrativo poco común en un escritor novel, una crítica agudísima de las
relaciones de parentesco. La novela que se inicia en la casa de Gregorio Camero
el día del velatorio, nos va asomando luego, con una técnica de perceptibles
enlaces, a las vidas, casas y lugares de trabajo de los demás parientes, cuya
intrincada jerarquía acaba erigiéndose en protagonista principal, a costa de
desdibujar y anular los perfiles individuales (…) Y así desfilan por las
páginas del libro, desintegrándose progresivamente, los parientes políticos de
Gregorio Camero como buitres alertados y congregados al menor tufo de calamidad
en torno a las enfermedades y desgracias, oficiosos, mezquinos, emulativos,
enredosos, presos en la maligna tela de araña que sustituye su verdadera
identidad. Los hombres débiles anulados bajo el sutil yugo del imperio
doméstico, las mujeres fiscalizadoras, viviendo por delegación los apuros y
frustraciones de los hombres a quienes en todo momento se consideran en la
obligación de amparar. Gentes que se ignoran, se entorpecen y odian mutuamente,
pero que, en nombre de una simbiosis fatal basada en la economía, se ven
obligados a vivir unos a la sombra de otros, a sentir la asfixia de la
presencia ajena, a implicarse en alianzas y bandos que nada tienen que ver con
sus sueños de escapatoria, sustituyendo irremisiblemente estos sueños por la
gris movilidad de la resignación.”
El perfil psicológico de los personajes es
posiblemente más importante que la acción narrativa. Por eso se ha escrito que
es una novela de ambiente; una ficción urbana que genera una atmósfera escorada
hacia el pesimismo y hacia la desesperación. En la novela hallamos una
topografía de Bogotá, con sus calles, plazas, edificios y barrios que muestran
a la vez una capital pujante y un espacio urbano en deterioro. Quizás lo que
más destaca en la escritura de Luis Fayad son sus pequeños dramas, sus
conflictos vecinales o parentales, sus engaños y sus contratos. Todo en la
novela es mérito de sus personajes; hay un protagonista, Gregorio Camero. El resto
tiene razón de ser debido a las historias particulares que los involucran.
Como contrapunto al realismo mágico, Luis
Fayad escribe una novela de forma fragmentaria, atendiendo a los detalles, a veces
esperpénticos -es el caso del velatorio de Ester-. Con espacios para la picaresca,
aunque sin estar encuadrada en este subgénero.
Los parientes de Ester es un regalo
oculto de la narrativa colombiana, referencia obligada de la novela colombiana contemporánea,
capaz de crear una nueva visión de la capital colombiana y de sus habitantes.
Francisco Martínez
Bouzas
Una reseña bien estructurada, amena y reveladora, como es norma en tus delicados y bellos escritos sobre obras de autores la mayoría de las veces desconocidos para mí. Logras que interese la adquisición y lectura del libro. Un agradecido abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias por la lectura y por la valoración. Con relación a los autores latinoamericanos conocemos a los escritores del boom pero apenas nada más. Este libro es una excepción.
ResponderEliminarSoy de Bogotá y no conocía a este autor, buscaré el libro y gracias por la reseña.
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