A.G.
Porta
Acantilado,
Barcelona, 2019, 72 páginas.
No sé si en una más de las tantas frases publicitarias que sobre tantos
libros, con convencida certeza o por cumplir con el encargo, Enrique Vila-Matas
escribe en la faja de este minúsculo libro de A.G. Porta, en la que afirma
que las páginas de este librito
minúsculo explicarían mejor que cien ensayos lo que él escribe. Y no me queda
duda porque A.G. Porta, pseudónimo de Antoni García Portas, “autor levemente de
culto” y sobradamente conocido por haber escrito a cuatro manos, con Roberto
Bolaño, Consejos de un discípulo de
Morrison a un fanático de Jpyce, experiencia que repetiría más tarde con
Gregorio Casamayor en Otra vida en la
maleta.
En un libro dialogado -diría hasta el
paroxismo- el texto de A.G. Portas lo primero que provoca en el lector es la
impenetrable inutilidad de descifrar lo que hay de real o de parodia en el
mismo. El libro es la negación del principio de identidad: nada es verdad y
todo lo puede ser al mismo tiempo.
¿Sinopsis? No es fácil hallarla en este
pequeño volumen de apenas setenta páginas. Unos diálogos entre A.G.Portas y
Vila-Matas cuyo detonador es la búsqueda de una neoyorkina que iba a participar
en ciertas obras de teatro, en concreto en Buscando
a Allison, quizás un bucle infinito. Y a partir de aquí, un verdadero
despiece, hecho con frases dialogadas muy cortas sobre el universo de
Vila-Matas, en el que entra todo, sus obras, sus experiencias vitales, muchas
de ellas ficticias, juicios sobre otros escritores, tanto de narrativa como de
cine. Y una prolongada conversación, sabiendo de antemano que no conduce a
ninguna parte que no sea el territorio del absurdo. Y sí, este libro explica
mejor que cien ensayos lo que escribe Vila-Matas porque casi todo es
paradójico.
Y así contemplamos a Vila-Matas, no como
escritor, sino como prologuista, teniendo como temática su propia obra. Lo cual
no es sencillo porque Vila-Matas parece estar discurriendo, en un laberinto
infinito, sobre los límites de la literatura. Y lo que Vila Matas ha hecho con
tanto escritor (definirlos), ahora lo intenta hacer consigo mismo.
Un verdadero diálogo de sordos o de besugos,
como se ha escrito, que pretende acercar al lector al intransferible mundo de
Vila-Matas. Algún apunte sobre alguna de sus obras; y al menos sabemos que
calza deportivas blancas!
Por los diálogos se cuelan varios
escritores: Paul Auster, Salinger, Ionesco, Beckett…Pero lo que prima es una
cierta sensación de desvaríos a través de una larga conversación disparatada.
Eso sí, con gran presencia de la metaliteratura (…piensa que escribe que una
vez escribió que pensaba escribir…)
Lo más positivo es sin duda reconocer la
grandeza de la ficción que lo permite todo. Puede ser lo uno y lo otro. También
una original definición del escritor y de la existencia. Ser escritor es tener una
visión distorsionada del mundo, y vivir es construir ficciones.
El absurdo funcionó en la literatura y funciona
cuando actúa a modo de metáfora. Por ejemplo, como una visión de la vida. Ahora
bien, dos personajes enfrascados en un diálogo -lo positivo es que no es extenso-
sobre una pieza de teatro que por haber desaparecido el alma del proyecto, Allison,
acabe plasmado en un texto, es como mínimo
un dislate. Obra paródica como la concibió el autor y que solamente de refilón nos
explica quién es Vila-Matas
Francisco Martínez
Bouzas
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