Marquesa Colombi
Contraseña Editorial, Zaragoza, 2019,165 páginas.
En el
caso de este libro, no está de más un breve apunte sobre su autora. Marquesa
Colombi no fue un miembro de la aristocracia
italiana, sino el pseudónimo de María Antonia Antonia Torriani (Novara,
1840). A los veinte años se instaló en Milán donde comenzó a colaborar en
revistas. Fue así mismo, la primera mujer que escribió en el Il Corriere de la Sera, periódico
fundado por quien fuera su marido, Eugenio Torelli. Como escritora fue bastante
prolífica (novelas, relatos ensayos, obras de teatro, libros de literatura
infantil). Su obra más conocida es sin duda Un
matrimonio en provincias. Tanto en
esa novela como en esta que comento, hizo de la sencillez un movimiento
literario: sencillez en cuanto a cronología de la trama y disposición de su
escritura, franqueza directa del estilo; personajes bien perfilados y sin
dobleces en una historia sobre cómo salir adelante sin renunciar a las
ilusiones dentro de una existencia modesta, pero aportando toda la fuerza y
sacrificio, a pesar de que las cosas se tuerzan.
El libro, escrito en 1878, está cronológicamente
muy alejado, del novecentismo italiano surgido en la posguerra de la Primera
Guerra Mundial. Sin embargo, con ese movimiento comparte el objetivo de mostrar
las condiciones sociales más auténticas y humanas, alejándose del estilo
grandilocuente que había impuesto el fascismo.
En el arrozal se anticipa además al
neorrealismo al descubrir las situaciones reales muy duras con un cierto tono
de alegría en medio de las adversidades y en el retrato de la espontaneidad
natural de la gente humilde.
La
novela, ambientada en los arrozales de las llanuras del norte de Italia, nos da
cuenta del difícil aprendizaje, de la realidad y de la dureza de la vida de
Nanna, una joven hermosa, hija de campesinos, sencilla y con valores asentados
en la tradición. Entre sus proyectos, cumplida la edad para buscar novio, se ve
en la necesidad de ponerse a trabajar, dejando de lado el cuidado de las ocas
de su infancia, - eso solo puede tolerarse en la edad de la inocencia, le dice
su madre- así como el trabajo en el huerto. Como joven casadera, precisa
comprar los alfileres de plata para la cabeza. Sin ellos, no se le acercará
ningún joven. “Esa fría aureola metálica es la armadura de la que se revisten
las muchachas de nuestros campos para entrar en la liza amorosa” (página 16).
Pensaba en los alfileres de plata sobre todo por Gaudencio, un joven carretero.
La
solución fue ir a trabajar al arrozal junto con su hermano Pietro. Las labores
de “mondina” en los arrozales, termina, sin embargo por consumir su físico, su
salud y es víctima de las fiebres tercianas. Nanna resiste el primer año a
pesar de la fatiga, aligerada por los cantos, y sobre todo por la esperanza de
una vida mejor.
La autora
en la descripción de este primer año en el arrozal, refleja fielmente las
costumbres y tradiciones de la zona y las exigencias del duro trabajo. Pero la
situación de la protagonista da
un giro radical durante el segundo año a causa de
unas fiebres mal curadas. Además de perder la salud -se queda completamente
calva-, ve esfumarse la posibilidad de matrimonio. Se siente traicionada por la
vida al no verse aceptada como mujer.
El libro
es una clara denuncia de las penosas condiciones laborales en las que tienen
que trabajar las “mondine”. Y de las férreas imposiciones de la tradición,
sobre todo con relación a las mujeres a mediados del siglo XIX en la Italia
rural. Y de la explotación que los hombres hacen de ellas con la excusa de que si
no las cumplen, no contraerán matrimonio a tiempo.
La autora,
profundamente feminista, expone con cierta atenuación, soluciones vitales
injustas. Es su forma de poder plantear la denuncia. La narración, intensamente
sugerente, e incluso hipnótica, se cierra mostrándonos un personaje que ha evolucionado
a base de las duras experiencias vividas.
El libro
se lee fácilmente; un estilo sencillo refleja en su justa medida el mundo del
campesinado, con páginas que retratan las costumbres y tradiciones típicas de
los arrozales, y con una atención especial al mundo femenino y a las duras,
precarias e injustas condiciones de vida a las que se ven sometidas las
mujeres. Una novela que no envejeció, que denuncia la sumisión absoluta en la en
el siglo XIX y buena parte del XX viven las mujeres del campo.
Francisco Martínez Bouzas
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