Diego
Ameixeiras
Editorial
Akal, Serie Negra, Madrid, 2018, 136 páginas
Si Bajo mínimos (2004) supuso
la presentación literaria para los lectores gallegos de Diego Ameixeiras, y
también la del detective Horacio Dopico, protagonista de varias novelas del
escritor nacido en Lausanne - existe otro detective, Alberte Cudeiro que
investiga en su novela Asasinato no
Consello Nacional (2010)-, La
crueldad de abril, su más reciente novela tanto en gallego como en
castellano, profundiza en el tema del mal, un subgénero relacionado con la
novela negra, aunque bajo otro punto de vista: el mal gravitando en todos los
tejidos y estratos de la sociedad. Es la tenebrosidad que forma parte de la
realidad actual, que genera historias sobre la marginalidad y sobre la doblez
que los seres humanos solemos llevar dentro. Así pues una novela, sobre la
crueldad, como ya se advierte en el rótulo del libro, y que supera sobradamente
a la literatura detectivesca o de resolución de enigmas.
La novela, estructurada en tres partes (El
amor, la venganza, El odio), se inicia con la presentación de los que no tienen
techo y con una breve referencia a sus existencias pasadas: Elvira, Fara, el Cata, el Negro. Seres cuyo mundo es un
bosque en las tinieblas, asombrados por el peso de sus nostalgias, que
consideran que son una anomalía, paseadores de tristezas y con un cartón de
vino como único consuelo. Es destacable, sobre todo, el retrato de del
personaje femenino, la mujer de veinte años, cuyo deseo de morir le viene de
antiguo.
Todos ellos duermen, o amparan su
desconsuelo en el Casino, una casa abandonada. De repente las llamas
incendiarias arrasan con la vivienda, debido a la codicia depredadora. Dos
cadáveres calcinados, el de una mujer y el de un hombre.
Un salto en el tiempo de varios años, y un
hermano de Elvira se pone a investigar el incendio y sus causas, ya que da la
impresión que no concuerdan con la versión oficial. Al contrario, parece ser la
venganza que pretende descubrir, especialmente quién era el hombre invisible de
los tres que molieron a palos a los que se refugiaban en la casa abandonada y
provocaron su incendio y que se consumiese entre las llamas: Y por qué lo
hicieron, por qué montaron la cacería de los sin techo cuya muerte no había conmovido
a nadie. Esas son las preguntas que guían su investigación.
A pesar de que Diego Ameixeiras no abandona
querencias detectivescas -en este caso, no obstante, el investigador no es un
profesional-, el enfoque y el punto de vista son otros: retratar lo que somos,
el mal, la perversidad humana, poner al día la demencia cruel que forma parte
de nuestra especie; el principio y el horizonte del desvarío furioso de la
especie, la irrupción del desorden, la ubris,
que diría Edgar Morin, el desenfreno criminal y depredador que en cada momento
de la historia se sabe adaptar a sus circunstancias. De forma superlativa en
las sociedades contemporáneas.
Y a la par, un recorrido por los caminos de
aquellas vidas heridas, estragadas, derrumbadas, las del mundo marginal y las
de aquellos que en él habitan, hartos y cansados de vivir.
He aquí pues la razón de que esta novela
breve entre con justicia en la nómina, no de la novela-enigma, sino de la
novela negra, que tiene como objetivo principal el retrato crítico de la
sociedad. La estructura narrativa que emplea Diego Ameixeiras se basa en
capítulos cortos que reavivan el ritmo narrativo, y la voluntad así mismo de nos
hacer hacer llegar un lenguaje coloquial, urbano, repleto de fraseología y
giros del habla corriente. Con saltos en el tiempo, que no suponen ninguna dificultad
lectora, espacios vacíos para que el lector pueda construir su versión de esta historia
del mal y del amor consumido por el fuego. Poesía de la crueldad, como se ha escrito,
cruda poesía de la desesperanza, de la indefensión y de la derrota. Por todo ello, La crueldad de abril, a pesar de su brevedad,
es, en mi opinión la mejor pieza narrativa entre todas las que Diego Ameixeiras
ha escrito hasta el momento.
Francisco Martínez
Bouzas
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