Bertold Brecht
Alianza Editorial, Madrid, 2009, 216 páginas
(Libros de fondo)
En un momento de la historia del género humano
en el que estamos presenciado el creciente surgimiento de nacionalismos
excluyentes de matiz neoliberal y claros partidos fascistas que pueden hacerse
con el poder en la vieja Europa, no parece descabellado ni irreverente volver a
leer a Bertold Brecht, especialmente alguna de sus parábolas teatrales como La evitable ascensión de Arturo Ui. Y
actuar, en vez de tanto hablar, porque como Brecht dejo escrito en el Epílogo
de esta pieza teatral: ese monstruo puede llegar y dirigir el mundo porque el
seno de donde emergió sigue siendo muy fecundo.
Bertold Brecht (Augsburg, 1898 – Berlín oriental, 1956) es
una figura mítica de la dramaturgia moderna. Hoy olvidado, olvidado
intencionadamente en la últimas décadas y de forma feroz a partir de los
“desastres oscuros”, del surgimiento del pensamiento plano de la posmodernidad.
Bertold Brecht es autor de uno de los grandes relatos del pasado siglo, de
tremendas parábolas teatrales que no alegorizan asuntos efímeros y caducos,
sino la siempre posible continuación de
los negocios del gran capital, quizás con otros medios.
Bertold Brecht fue un traidor a su clase. Un
adolescente al que no le agradaba la gente de su clase, ni mandar ni recibir
servicios ni servidumbres y que, al crecer, se juntó con gente modesta y se
hizo comunista. También, al hacerse adulto, eligió escribir un teatro que
amalgama con gran habilidad didactismo, jergas del cabaret literario berlinés,
estilo periodístico y textos e imitaciones de los grandes textos culturales y
religiosos. Esas síntesis transforman la obra de Bertold Brecht en un teatro
muy poco teatral, en el que se deja percibir una misma estética que el escritor
aplica a toda su obra: la del efecto de extrañamiento o distanciamiento. El
dramaturgo quiere que el espectador tome parte en los acontecimientos y hechos
representados para hallar mediante la reflexión -no por medio de la emoción-
una posible solución al problema presentado. El punto de partida de Brecht es
por consiguiente “antilírico” y “antitrágico”, y rechaza cualquier clase de
identificación emocional según la técnica de Stanislavski. Marx sería sin duda
la personificación del espectador ideal de sus obras.
La parábola sobre el ascenso de Arturo Ui,
pieza escrita en Filandia en 1941, en el periodo en el que el autor compuso sus mejores obras,
realiza la mayor parte de las características que definen este teatro. Un
teatro más épico que dramático, en el que no se pretende que se suponga que las
cosas están aconteciendo allí mismo, en el escenario, sino que se narran y
explican ciertas suposiciones ejemplificadoras de determinados problemas.
Parábola teatral, tal como fue definida por el mismo Brecht esta modalidad de
teatro.
En el presente caso, La evitable ascensión de Arturo Ui transfiere el ascenso del
nazismo de la Alemania de los años treinta a una parábola de lucha de gánsteres
en Chicago. A través del simulacro escénico, cobran vida y circulan los grandes
acontecimientos germanos y los
personajes que están en la génesis y asentamiento del nazismo. De poco sirve
que, en la representación, el negocio sea el de la coliflor y que los
personajes se apoden Giri, Roma, Givola, Deullefeet o Arturo Ui. El
espectador-lector no se equivocará e identificará en Arturo Ui a aquel Pintor de Brocha Gorda,
tal como Brecht le llamaba a Hiltler. Y en trust
de la coliflor percibirá a los junkers
prusianos e industriales alemanes. Y en los gánsteres de Chicago, el
partido y el ejército privado de Hitler.
La parábola, La evitable ascensión de Arturo Ui cumple con el propósito que el
autor pretendió, si el espectador es capaz de destruir el habitual y peligroso
respeto por los grandes asesinos, y los gritos de Betty Dulfeet -el personaje
que representa a la mujer de Dollfuss: “Os tenéis que rebelar. Es preciso
aniquilar esta peste negra”- son considerados como peldaños de una lucha jamás
finalizada, porque el seno de donde emergió el monstruo está siempre fecundo.
Bertold Brecht escribió esta obra en 1941 y
en aquel momento el diagnóstico de su Epílogo (“ahora los pueblos pudieron
domar al monstruo”) no encaja con la realidad histórica. El poderío de Ui, el
gánster de todos los gánsteres, se hallaba en aquellas fechas en su máxima
grandeza. Así pues, la aniquilación de
Ui es un deseo avalado en una ilusión. El único error de esta parábola sobre el
nazismo.
Francisco Martínez Bouzas
Ciertamente "ese monstruo puede llegar y dirigir el mundo porque el seno de donde emergió sigue siendo muy fecundo"...
ResponderEliminarSaludos