Mircea Cărtărescu
Traducción de Marian Ochoa de Eribe
Editorial Impedimenta, Madrid 2014, 249 páginas
No obtuvo el Premio Novel 2014 al que era candidato según sus editores, pero sí y con este libro, el Premio
de Narrativa Euskadi de Plata, concedido por una entidad de menos empaque que
la Academia Sueca, aunque no por ello menos informada: el Gremio de Libreros de Guipuzcoa. Me refiero a
Mircea Cărtărescu, (Bucarest, 1956), poeta, narrador y ensayista y, sin ninguna
duda, el escritor rumano más conocido internacionalmente, en especial desde que
se consagró con Nostalgia (1993), Lulu (1994) y Orbitor (1996-2007), una trilogía de tema onírico, posiblemente su
obra más madura. Su última obra en narrativa, Las Bellas Extranjeras, tres relatos publicados en formato
folletín, que aparecieron originalmente en una revista rumana y el tono de los
mismos, basculante entre el humor y la autoironía, la hace distinta de lo
publicado hasta entonces por Mircea Cărtărescu que, en una nota que precede la
edición rumana, avisa a sus compatriotas “de carácter más solemne que utilicen
su tiempo libre de un modo más adecuado” que en la lectura de estas tres
historias, rotuladas con el título de la segunda. El lector también se
enfrenta, -lo avisa expresamente el escritor- con tres relatos que derivan
sutilmente hacia lo cómico, lo burlesco e incluso hacia lo grotesco.
En estos tres relatos Cărtărescu hace gala
de sus dotes de brillante cronista de peripecias surrealistas de las que el
propio escritor es protagonista, testigo o espectador privilegiado. A
Cărtărescu no le importa reírse de si mismo al dar cuenta en sus tres relatos,
rebosantes de humor negro, de tres episodios por él vividos en su condición de
escritor. Porque los tres relatos que le dan cuerpo al volumen, parten de anécdotas o sucesos autobiográficos, aunque
se hallen distorsionadas al hacerlas transitar por los caminos del humor negro
y de la mordacidad.
“Ántrax” es el relato que abre el volumen.
En el mismo, haciendo gala de una gran ironía, Cărtărescu relata como, en plena
paranoia del 11 de Septiembre recibe un sobre sin remitente, aunque enviado
desde Dinamarca, que aparentemente contenía ántrax. Después de arrojar el sobre
a una papelera, lo recoge de nuevo y decide llevarlo a la policía para que
investiguen su contenido y confirmen, sobre todo, si hay presencia de ántrax.
Pero tanto él como su esposa son de inmediato víctimas de peripecias sin
sentido en lucha con la burocracia gubernamental, con un desenlace
absolutamente insólito. Lo cómico y lo demencial se dan cita en este relato.
El segundo relato anuncia ya en su subtítulo
pistas sobre su contenido: “Las Bellas Extranjeras (o Cómo me convertí en un
escritor adocenado”). Es con mucho la pieza principal de este volumen. “Las
Bellas Extranjeras” es el nombre
atribuido a un grupo de doce
escritores rumanos, entre los que se halla el propio Cărtărescu, que son
invitados a realizar un viaje por Francia para dar a conocer el momento
presente de las letras rumanas. El relato es una genial e irónica caricatura de
la vida literaria. Viajes por Francia, descripción sin ningún pudor de las
pugnas y puyazos entre escritores. Así como una visión también mordaz, pero
sobre todo realista del mundo literario francés e incluso de los campesinos del
Pirineo y los simplistas estereotipos que tienen de los rumanos. Una
destornillante colección de tópicos, triquiñuelas y envidias. Pero sobre todo
una disección realista de la figura del escritor, que interpreta con exaltada
dignidad la cultura de su propio país, aunque lo que subyace sea una supina
ignorancia, hábilmente enmascarada.
El libro se cierra con el relato “El viaje
del hambre” Un pequeño diario de autoficción en el que el escritor nos cuenta
de una forma descarnada y cruel un viaje que, en los años ochenta, los años gélidos del
comunismo, realiza a una remota localidad rumana, invitado por un amigo, el
poeta local para una lectura de poemas. Cărtărescu vive una experiencia
absolutamente descarnada y esperpéntica, con una pésima organización, un fiasco
la lectura de poemas, los anfitriones, una banda de descerebrados que no tienen
reparo en incluir, en un periplo que tiene mucho de road movie, la visita a una prostituta
como pago de los honorarios del poeta invitado.
Un libro pues que nos permite descubrir el
envés de Mircea Cărtărescu. El escritor sólido, calificado como posmoderno, que
rechaza explícitamente las técnicas realistas y le da cabida en su obra a lo
poético, a lo surrealista y a lo onírico, abandona en estos tres relatos todo
aquello que le hace ser deudor de Kafka, Musil, Joyce, Borges o Cortázar, para
hacernos llegar, en un tono realista, tres episodios del presente y del pasado
de Rumania, relatados con una desenfadada prosa satírica. Vivencias personales
muy divertidas en cuyo relato el escritor se despoja de todo su pudor y es de
sí mismo el primero del que se ríe.
Francisco
Martínez Bouzas
Mircea Cartarescu |
Fragmentos
“Era
la época de la histeria del ántrax. Unos criminales desconocidos habían
enviado, poco después del desastre del 11 de septiembre, unos sobres con ántrax
a la Casa Blanca, al Pentágono y a otros lugares del mundo. Habían muerto
varias personas -sobre todo trabajadores del servicio de correos- y mientras
tanto los terroristas seguían en el anonimato. En televisión no dejaban de
repetir lo peligroso que era el ántrax, lo fácil que era conseguirlo, de qué
modo se mezclaba con otras sustancias para hacerlo más volátil y así poder
propagarlo con más facilidad…Bastaba con inhalar una sola vez así un sobre así
y…eras hombre muerto. Además la muerte por ántrax no era en absoluto feliz: se
te encharcaban los pulmones y morías por asfixia, lentamente tras varias horas
de agonía.
No
era como para tomárselos en broma. Aquella invitación del estornudo se me
antojaba ahora una alusión de lo más clara. ¿Cuándo estornuda alguien? Cuando
aspira un polvillo, unas partículas…Ya había sucedido en Bucarest algo parecido.
Alguien encontró en una alameda de Cismigiu un polvo blanco y alertaron a la
policía. Se presentó el alcalde en persona, un antiguo oficial de la marina que
se puso a cuatro patas, cogió un poco de polvo con un dedo, se lo llevó a la
lengua y se incorporó decepcionado: «¡Esto es solo harina, hombre!»
…..
“Leí
algunos fragmentos de mis textos. Mury leyó unos poemas, luego siguieron las
preguntas habituales con que nos topamos a lo largo de todo nuestro periplo
francés: «¿Tienen bibliotecas en Rumanía?» «¿Utilizan teléfonos móviles?» «¿Hay editoriales en Rumanía?» «¿Tienen agua
corriente en el baño?» y otras similares. En un determinado momento, Mury no
pudo aguantar más y, orgulloso como uno de los dacios de la columna de Trajano,
se levantó y dijo: «Mais nous ne sommes pas des sauvages, madame!»
…..
“No te muevas. Dime qué esta pasando
aquí. ¿Adónde vamos?
Ciubotaru sitió que la broma había ido
demasiado lejos. Tenía que darme una explicación
-Entrad vosotros, que os seguimos
enseguida -les dijo a los demás mientras nosotros nos retirábamos hacia el
panel de buzones.
El fuego del mechero rugió de nuevo y
vi, junto a mi rostro el bigote
conspirativo del escritor.
-Verás, hombre…Aquí vive una chica muy
guapa, se llama Lili. La conocemos todos porque solía venir al cenáculo…Que
sepas que lee, no es una chica tonta…Y cuando decidimos invitarte…¿qué se nos
ocurrió? El chaval es joven…escribe bien…poemas de amor...esas
cosas…¿entiendes?
Una extraña sospecha se coló en mi alma:
-¿Me habéis traído de putas? -le
pregunté con un tono glacial.
El prosista permaneció en silencio,
tragó en seco y solo un rato después recuperó la voz. En la oscuridad del
portal, alargada temblorosamente por la llama del mechero, nos mirábamos a los
ojos, a la hora de la verdad, como
Dimitri Karamazov y el padre de Zosima.
-Venga, no te lo tomes así…Quédate aquí,
calentito, y nosotros seguimos nuestro camino. Te recogemos mañana al mediodía.
Ya verás tú cómo te apañas con la chica. Si quieres hacer algo, bien, y si no…Estáis
en la cama y os recitáis poemas. Todo está pagado de antemano, ¿sabes?, puedes
hacerlo…
-Mira, yo no me quedo aquí con la tipa
esa.
-Pero ¿por qué hombre? Está todo
arreglado…
-Que no me quedo. Me vuelvo al coche.
Llevadme otra vez a Băcău!
Ciubotaru analizó la situación durante
un instante.
-De acuerdo –dijo-, no te quedes, estás
en tu derecho. Te digo yo que no volverás a estar con una tía así en tu
puñetera vida. Ten en cuenta que lee…me
ha leído incluso a mí…Pero como tú quieras. Entramos solo un poco a calentarnos,
nos tomamos un cafetito…ya verás que maja es Lilica. No tienes que…”
(Mircea Cărtărescu, Las bellas Extranjeras, páginas 15-16, 142, 230-231)
Magnífico resumen....
ResponderEliminarSaludos
Qué bien disecada la obra con unos pocos bisturetazos al meollo del argumento, amigo. Me arruinaré seguramente si acabo adquiriendo todas esta obras que reseñas con tanta garra. Te agradezco mucho la confianza que me regalas de que la literatura se mantiene saludable y en marcha con los tiempos, amén. Un abrazo fuerte.
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