Sascha Arango
Traducción de Carlos Andreu
Editorial Seix Barral, Barcelona, 2014, 309 páginas
La verdad y otras mentiras
supuso el debut literario de Sascha Arango, uno de los más conocidos y exitosos
guionistas de la televisión alemana. El autor, de padre colombiano, nació en
Berlín en 1969. Y en el presente año publicó en Alemania esta su primera novela
que se convirtió de inmediato en un éxito editorial, con ventas de derechos a
más de veinte países. Es posible que todo ello sea debido al hecho de que
estamos ante una novela que parte de una idea muy original, y su protagonista
es un experto en el arte de mentir y en el manejo, a su capricho, del mundo
circundante, cabalgando exitosamente sobre las personas que se hallan a su
lado. Pero ocurre una vez más lo que suele ser habitual en estas lides: nada es
lo que parece y la exitosa vida del protagonista se yergue sobre una inmensa
farsa que proviene ya de tiempos pretéritos y que terminará por desmoronarse.
La
verdad y otras mentiras es una peculiar novela negra erguida sobre los
moldes de un guión televisivo, y con un personaje central alrededor del que
gira toda la pieza novelesca. Es Henry Hayden, un consumado maestro del engaño.
A sus cuarenta y dos años se ha convertido en un escritor de fama internacional
sin haber escrito una sola línea. Felizmente casado desde hace más de una
década, comparte a su esposa Martha con una amante, Betty, su editora,
responsable en buena parte de sus éxitos editoriales. Sin embargo, poco a poco
la novela nos va desvelando que la verdadera responsable de esos éxitos es su
mujer, que es la que escribe sus novelas. No obstante, su adorable panorama de
contratos millonarios e idolatría por parte de las mujeres se tuerce de forma
imprevista cuando su amante y editora le confiesa que está embarazada. A partir
de aquí, el sobresalto inicial da lugar a un carrusel de mentiras con una sola
verdad: Henry Hayden, en un acto de liberación, sopesa contarle la verdad a su
mujer o quitarse de en medio a su amante. Pero Henry comete un error fatal que
cambiará todos sus planes y la vida de quienes le rodea: empieza a mentir y las
mentiras no tienen vuelta atrás, se acumulan y agrandan como bolas de nieve.
Piensa Sascha Arango que la mentira es la
cuna de la ficción y ese pensamiento explica en buena medida la trama de su
novela. El personaje central no es un protagonista en el sentido creativo -lo
es su esposa- , lo es sin embargo de la mentira. Mentiras que se expanden por
sus peripecias que Sascha Arango recoge en forma de original amalgama de
comedia y novela policiaca, con crímenes, estafas, sobornos y peligros
inesperados por medio.
La novela termina finalmente por convertirse
en una confusa trama de enredo, en una gran farsa que es a la vez un triángulo
amoroso, literario y criminal, con buenas dosis de humor negro, de género
policiaco, confusiones, tretas, trucos efectistas destinados a despistar al
lector, aunque se ven venir y solamente a un papanatas le harían perder la pista.
Cabe resaltar, seguramente como lo más
meritorio de la ficción de Sascha Arango, la creación del personaje principal,
ese protagonista que llega a hacerse un consumado experto en el arte de mentir,
aunque al final sus falsedades no le conduzcan a ninguna parte. Sascha Arango
supo crear un buen personaje en la figura de Henry. Un heterodoxo protagonista arropado por una hipnótica y arrolladora
personalidad que el lector percibe por mucho que desapruebe el comportamiento
de este mentiroso compulsivo, egoísta y asesino. Al contrario de los otros
miembros de su trío -Martha y Betty- que
son personajes planos, Henry evoluciona y llegará incluso a impactar al lector
con comportamientos generosos que ni él mismo es capaz de explicar. La
personalidad arrolladora de un verdadero encantador de serpientes, capaz de
esconder un oculto fondo oscuro y un turbio pasado de gran farsante y canalla.
No resulta descabellado pensar que Sascha
Arango le ha vuelto a dar vida en su ficción a uno de los personajes más
fascinantes que ha engendrado la literatura contemporánea: Tom Ripley de
Patricia Highsmith. Esta versión remozada de Mr. Ripley es sin duda el mayor
acierto de una novela no exenta de un gran sentido del humor negro, escrita con
una prosa que se deja leer fácilmente. Comedia negra de enredo, a veces
divertida, cuyo mayor mérito puede ser el hecho de que sintamos un ápice de
simpatía por un ser absolutamente amoral. Y en su debe, un final que demandaría
un mayor esfuerzo y eficacia compositiva. Una novela pues que, como tantas
otras, no pasará a la historia de la literatura, pero que puede ser un antídoto
contra el aburrimiento y una buena manera de pasar el rato cuando uno decide
dejar al margen otros objetivos estéticos.
Francisco
Martínez Bouzas
Sascha Arango |
Fragmentos
“Fatídico.
Bastó una simple mirada a aquella imagen para que los negros presentimientos de
los últimos meses tomaran cuerpo. El embrión estaba encogido como un batracio y
lo miraba fijamente con un ojo. ¿Y qué era eso que se insinuaba encima de la
cola del dragón? ¿Un brazo o un tentáculo?
Los
momentos de certeza absoluta a lo largo de una vida son escasos, pero en aquel
preciso instante Henry vio el futuro. Aquel batracio crecería y se convertiría
en persona. Tendría derechos, exigiría cosas, haría preguntas, y antes o después
lo sabría todo y se convertiría en un individuo.
La
ecografía tenía el tamaño de una postal. Había una escala de grises a la
derecha del embrión, varias letras a la mano izquierda, y el nombre de la madre
y de la doctora en la parte superior. A Henry no le cabía ninguna duda deque
era auténtica.
Betty,
que fumaba sentada al volante, junto a él, vio cómo le brotaban lágrimas de los
ojos. Le acarició la mejilla, creyendo que eran lágrimas de felicidad. Pero en
realidad Henry pensaba en Martha, su mujer. ¿Por qué no podía quedarse
embarazada de él?¿Por qué tenía que estar sentado en el coche con aquella otra
mujer?”
…..
“Todo
volvía a estar como al principio. Nadie sospechaba de él, nadie quería
arrestarlo, no iba a necesitar ni el
cepillo de dientes ni el libro, e iba a regresar a su casa como un hombre
libre. La luz artificial del techo de la sala de autopsias iluminaba el cuerpo
diseccionado de la mujer como un rayo de sol que se filtrara entre las nubes
tras una tormenta. De pronto, Henry sintió una profunda compasión por la
fallecida. ¿Por qué había acabado la pobre en el agua? ¿Estaría cansada de
vivir? ¿Tendría una enfermedad terminal? ¿Habría dejado hijos? ¿Quién la estaría
esperando en vano?
Más
tarde se descubriría que la muerta era una funcionaria prejubilada que se había
caído de un puente mientras intentaba fotografiar una gaviota.”
(Sascha Arango, La
verdad y otras mentiras, páginas 11-12, 158)
Fascinante, amigo, me ha atrapado esa trama, ese lenguaje que economiza medios y va al grano. Lo anoto, pues más tarde o temprano trataré de obtenerlo. Un abrazo y gracias.
ResponderEliminarUna magnífica presentación.
ResponderEliminarSabe "enganchar"...
Saludos