viernes, 28 de noviembre de 2014

"FESTINA LENTE": INTRIGAS, LIBROS PROHIBIDOS EN UN GRAN FRESCO DE COMPOSTELA EN EL SIGLO XVII



Festina Lente
Marcos Calveiro
Traducción de Moisés Barcia
Pulp Books (un sello de Rinoceronte Editora), Cangas do Morrazo, 2014, 247 páginas.

   Festina Lente, editada originariamente en gallego en el año 2008, es la primera novela que Marcos Calveiro publicó en una colección destinada en principio para lectores adultos, aunque, hemos de reconocer que por su contenido podría ser leída igualmente por un público juvenil. Una novela que el escritor encuadra en el subgénero de la novela histórica y que pretende ser un gran fresco histórico-ficcional de la ciudad de Santiago de Compostela en la época en la que los primeros impresores se asentaron de forma definitiva en la ciudad. El título del libro (Festina lente) es un homenaje al humanista e impresor veneciano Aldo Manucio ( 1449-1515), que rotulaba sus libros con esa frase latina, cuya traducción al español viene a decir. “Corre despacio”. Con ese mismo lema, homenajea Marcos Calveiro a aquellos primeros peones de la cultura editorial gallega: constructores de libros, tipógrafos, encuadernadores, libreros que en el último cuarto del siglo XVI y en los primeros años del XVII cobran vida en los cuadernos de Ambrosio Cavaleiro, la figura protagónica de la novela.
   Una incursión pues en una época fascinante, poco conocida no obstante en la historia de Galicia, y en la que ciertos personajes jugaban literalmente su vida por imprimir o vender un libro prohibido.
   La novela aparentemente trata de imprentas, de libros y refleja el proceso de creación de un libro en un contexto de intrigas, denuncias, libros prohibidos, actuación del Santo Oficio, quema de brujas, en una ciudad pequeña, cerrada pero a la vez gran centro de poder. En este ambiente sitúa Marcos Calveiro la trama del libro. Trama que gira en torno a la figura de Ambrosio Cavaleiro, desde su adolescencia como aprendiz en un taller de encuadernación hasta su muerte.
   Un narrador en tercera persona reconstruye la historia de este adolescente, al que su padre pone en manos de Ubaldo Lauaces, encuadernador y dorador para que en seis años le adiestre en el arte de la impresión de libros. La narración prosigue con el relato de la vida de este personaje sumamente complejo y de difícil encaje en la época: un homosexual, descreído, misántropo que reniega de la vida en sociedad y se mantiene encerrado en su mundo libresco, en una ciudad doblemente amurallada como era Santiago de Compostela en aquellos años: rodeada de murallas que cuando se cerraban, la aislaban del resto del mundo, y controlada desde el punto de vista ideológico y doctrinal por la Inquisición. Una ciudad ciertamente claustrofóbica, amenazadas por pestes bubónicas, pasto de la suciedad, enfermedades, malos olores, pero sobre todo, amedrentada por los círculos opresivos del Santo Oficio. Y un submundo al que el narrador  añade su pizca de intriga, con asesinatos, circulación clandestina de libros prohibidos y la  búsqueda un oculto códice de la misteriosa cofradía de los lavancos.
   La narración de Marcos Calveiro se halla enriquecida por otros muchos elementos contextuales: la descripción de las cofradías gremiales, la lista casi  infinita de las reliquias compostelanas, regidores, notarios, arzobispos, la correlación dialéctica entre la religión y el libre albedrío, el eramismo, los luteranos, la hechicería con la quema de una bruja portuguesa, la sombra de un presunto lobishome, la esclavitud, las reatas de fanáticos perseguidores de fuegos eternos.
   Personajes reales, personajes inventados, un alto grado de veromilitud, con el empleo de un leguaje reflejo de la época -el de los “arxinas” (el idioma de los canteros). Mas todo ello en un libro de ficción histórica, no de historia, que discurre, no obstante, por sendas muy distintas de las generadas por los grandes best sellers  de la psudo narrativa histórica de los últimos tiempos, donde imposibles fantasías suplantan el trasfondo histórico. El ejercicio literario de Marcos Calveiro se aleja de esta pseudo literatura de consumo masivo y está escrita con un aliento cuyo norte es la verosmilitud en su viaje por el mundo de los libros y del conocimiento en una época de gran intolerancia.
   No cabe duda de que en la novela hay carencias, sobre todo genéricas. El papel de la mujer no traspasa los tópicos: prostitutas, barraganas, brujas o monjas licenciosas. Sin duda que en la Compostela del siglo XVII hubo no pocos personajes femeninos, ricos y complejos, que no se acomodan a esos tópicos, pero carecieron de visibilidad, de proyección pública para poder llegar a configurar la visión de una ciudad cerrada y con muchos claroscuros. Esa ciudad doblemente tapiada es en el fondo la verdadera protagonista de este ejercicio narrativo.

Francisco Martínez Bouzas


Marcos Calveiro

Fragmentos

“El día veintisiete de abril del ano de Nuestro Señor 1578 con la última luz del atardecer, Ambrosio el aprendiz, después de una larga y polvorienta jornada por caminos y veredas, llega unos pasos por detrás de su maestro a las viejas murallas de Santiago que, construidas antaño por el excomulgado obispo Cresconio, de la poderosa familia de los Traba, parecen hundirse en la tierra seca como las raíces de un árbol milenario. Cansado, y con sus pies llenos de ampollas por aquellos zapatos nuevos comprados por su padre antes de partir de la villa de los Andrade, el muchacho queda asombrado con el espectáculo que se le presenta ante los ojos abiertos de par en par. Ante todo aquel nuevo y sorprendente bullicio que lo  rodea, no sabe dónde posar su curiosidad, que se apresura saltarina de un rincón a otro como un perrillo espoleado por su dueño en busca de la presa huidiza que se esconde en el matorral.”

…..

“Al atardecer, la ciudad permanece cerrada con sus nueve puertas y postigos bien atrancados, pero esta vez el aroma del laurel y del romero quemado para contrarrestar los aires perniciosos no invade sus calles pestilentes. Una epidemia peor que el mal de bubas y nacidas ha anidado en los corazones de los habitantes de Compostela y no hay ungüento, pócima o cuarentena para remediarlo. Una peste silenciosa recorre los mercados, los soportales, los pazos y las mancebías: el miedo. Nadie habla de su causa, mas todos saben que fuera de la cerca cerrada a cal y canto, en las laderas ásperas y sombrías de las colinas, está su origen y los vecinos tiemblan horrorizados cuando oyen a lo lejos los aullidos del anochecer.”

…..

“A comienzos del año de gracia 1600, los vecinos de Compostela aún miraban desconfiados y recelosos a los esclavos negros y mulatos traídos de tierras brasileiras, a donde habían llegado sus ancestros en los barcos negreros de los portugueses desde las cosas de África para cortar la dulce caña de azúcar. Se decía que incluso el singular obispo Fonseca había tenido dos a su servicio en el palacio epicopal, uno parduzco, de nombre cristiano Francisco, y otro mulato llamado Pedro, cuyas acrobáticas hazañas en los jergones de hoja de maíz son legendarias en las calles y aún recordadas por las lumias de las mancebías en los melancólicos y  ociosos días de la Semana Santa, cuando sus habituales y viciosos clientes se ponen el hábito y la capucha de su cofradía para acarrear los pasos o sostener la cera en las procesiones nocturnas, procurando provisoria penitencia para sus libidinosos y diarios pecados.”

(Marcos Calveiro, Festina Lente, páginas 23, 95, 107)

miércoles, 26 de noviembre de 2014

"LAS BELLAS EXTRANJERAS": UNA MORDAZ DISECCIÓN DEL MUNDO LITERARIO



Las Bellas Extranjeras
Mircea Cărtărescu
Traducción de Marian Ochoa de Eribe
Editorial Impedimenta, Madrid 2014, 249 páginas

   No obtuvo el Premio Novel 2014 al que era candidato según sus editores, pero sí y con este libro, el Premio de Narrativa Euskadi de Plata, concedido por una entidad de menos empaque que la Academia Sueca, aunque no por ello menos informada: el  Gremio de Libreros de Guipuzcoa. Me refiero a Mircea Cărtărescu, (Bucarest, 1956), poeta, narrador y ensayista y, sin ninguna duda, el escritor rumano más conocido internacionalmente, en especial desde que se consagró con Nostalgia (1993), Lulu (1994) y Orbitor (1996-2007), una trilogía de tema onírico, posiblemente su obra más madura. Su última obra en narrativa, Las Bellas Extranjeras, tres relatos publicados en formato folletín, que aparecieron originalmente en una revista rumana y el tono de los mismos, basculante entre el humor y la autoironía, la hace distinta de lo publicado hasta entonces por Mircea Cărtărescu que, en una nota que precede la edición rumana, avisa a sus compatriotas “de carácter más solemne que utilicen su tiempo libre de un modo más adecuado” que en la lectura de estas tres historias, rotuladas con el título de la segunda. El lector también se enfrenta, -lo avisa expresamente el escritor- con tres relatos que derivan sutilmente hacia lo cómico, lo burlesco e incluso hacia lo grotesco.
   En estos tres relatos Cărtărescu hace gala de sus dotes de brillante cronista de peripecias surrealistas de las que el propio escritor es protagonista, testigo o espectador privilegiado. A Cărtărescu no le importa reírse de si mismo al dar cuenta en sus tres relatos, rebosantes de humor negro, de tres episodios por él vividos en su condición de escritor. Porque los tres relatos que le dan cuerpo al volumen, parten  de anécdotas o sucesos autobiográficos, aunque se hallen distorsionadas al hacerlas transitar por los caminos del humor negro y de la mordacidad.
   “Ántrax” es el relato que abre el volumen. En el mismo, haciendo gala de una gran ironía, Cărtărescu relata como, en plena paranoia del 11 de Septiembre recibe un sobre sin remitente, aunque enviado desde Dinamarca, que aparentemente contenía ántrax. Después de arrojar el sobre a una papelera, lo recoge de nuevo y decide llevarlo a la policía para que investiguen su contenido y confirmen, sobre todo, si hay presencia de ántrax. Pero tanto él como su esposa son de inmediato víctimas de peripecias sin sentido en lucha con la burocracia gubernamental, con un desenlace absolutamente insólito. Lo cómico y lo demencial se dan cita en este relato.
   El segundo relato anuncia ya en su subtítulo pistas sobre su contenido: “Las Bellas Extranjeras (o Cómo me convertí en un escritor adocenado”). Es con mucho la pieza principal de este volumen. “Las Bellas Extranjeras” es el nombre  atribuido  a un grupo de doce escritores rumanos, entre los que se halla el propio Cărtărescu, que son invitados a realizar un viaje por Francia para dar a conocer el momento presente de las letras rumanas. El relato es una genial e irónica caricatura de la vida literaria. Viajes por Francia, descripción sin ningún pudor de las pugnas y puyazos entre escritores. Así como una visión también mordaz, pero sobre todo realista del mundo literario francés e incluso de los campesinos del Pirineo y los simplistas estereotipos que tienen de los rumanos. Una destornillante colección de tópicos, triquiñuelas y envidias. Pero sobre todo una disección realista de la figura del escritor, que interpreta con exaltada dignidad la cultura de su propio país, aunque lo que subyace sea una supina ignorancia, hábilmente enmascarada.
   El libro se cierra con el relato “El viaje del hambre” Un pequeño diario de autoficción en el que el escritor nos cuenta de una forma descarnada y cruel un viaje  que, en los años ochenta, los años gélidos del comunismo, realiza a una remota localidad rumana, invitado por un amigo, el poeta local para una lectura de poemas. Cărtărescu vive una experiencia absolutamente descarnada y esperpéntica, con una pésima organización, un fiasco la lectura de poemas, los anfitriones, una banda de descerebrados que no tienen reparo  en  incluir, en un periplo que tiene mucho de road movie, la visita a una prostituta como pago de los honorarios del poeta invitado.
   Un libro pues que nos permite descubrir el envés de Mircea Cărtărescu. El escritor sólido, calificado como posmoderno, que rechaza explícitamente las técnicas realistas y le da cabida en su obra a lo poético, a lo surrealista y a lo onírico, abandona en estos tres relatos todo aquello que le hace ser deudor de Kafka, Musil, Joyce, Borges o Cortázar, para hacernos llegar, en un tono realista, tres episodios del presente y del pasado de Rumania, relatados con una desenfadada prosa satírica. Vivencias personales muy divertidas en cuyo relato el escritor se despoja de todo su pudor y es de sí mismo el primero del que se ríe.

Francisco Martínez Bouzas


Mircea Cartarescu

Fragmentos

Era la época de la histeria del ántrax. Unos criminales desconocidos habían enviado, poco después del desastre del 11 de septiembre, unos sobres con ántrax a la Casa Blanca, al Pentágono y a otros lugares del mundo. Habían muerto varias personas -sobre todo trabajadores del servicio de correos- y mientras tanto los terroristas seguían en el anonimato. En televisión no dejaban de repetir lo peligroso que era el ántrax, lo fácil que era conseguirlo, de qué modo se mezclaba con otras sustancias para hacerlo más volátil y así poder propagarlo con más facilidad…Bastaba con inhalar una sola vez así un sobre así y…eras hombre muerto. Además la muerte por ántrax no era en absoluto feliz: se te encharcaban los pulmones y morías por asfixia, lentamente tras varias horas de agonía.
No era como para tomárselos en broma. Aquella invitación del estornudo se me antojaba ahora una alusión de lo más clara. ¿Cuándo estornuda alguien? Cuando aspira un polvillo, unas partículas…Ya había sucedido en Bucarest algo parecido. Alguien encontró en una alameda de Cismigiu un polvo blanco y alertaron a la policía. Se presentó el alcalde en persona, un antiguo oficial de la marina que se puso a cuatro patas, cogió un poco de polvo con un dedo, se lo llevó a la lengua y se incorporó decepcionado: «¡Esto es solo harina, hombre!»

…..

“Leí algunos fragmentos de mis textos. Mury leyó unos poemas, luego siguieron las preguntas habituales con que nos topamos a lo largo de todo nuestro periplo francés: «¿Tienen bibliotecas en Rumanía?» «¿Utilizan teléfonos móviles?»  «¿Hay editoriales en Rumanía?» «¿Tienen agua corriente en el baño?» y otras similares. En un determinado momento, Mury no pudo aguantar más y, orgulloso como uno de los dacios de la columna de Trajano, se levantó y dijo: «Mais nous ne sommes pas des sauvages, madame!»

…..

“No te muevas. Dime qué esta pasando aquí. ¿Adónde vamos?
Ciubotaru sitió que la broma había ido demasiado lejos. Tenía que darme una explicación
-Entrad vosotros, que os seguimos enseguida -les dijo a los demás mientras nosotros nos retirábamos hacia el panel de buzones.
El fuego del mechero rugió de nuevo y vi, junto  a mi rostro el bigote conspirativo del escritor.
-Verás, hombre…Aquí vive una chica muy guapa, se llama Lili. La conocemos todos porque solía venir al cenáculo…Que sepas que lee, no es una chica tonta…Y cuando decidimos invitarte…¿qué se nos ocurrió? El chaval es joven…escribe bien…poemas de amor...esas cosas…¿entiendes?
Una extraña sospecha se coló en mi alma:
-¿Me habéis traído de putas? -le pregunté con un tono glacial.
El prosista permaneció en silencio, tragó en seco y solo un rato después recuperó la voz. En la oscuridad del portal, alargada temblorosamente por la llama del mechero, nos mirábamos a los ojos, a la hora de la verdad,  como Dimitri Karamazov y el padre de Zosima.
-Venga, no te lo tomes así…Quédate aquí, calentito, y nosotros seguimos nuestro camino. Te recogemos mañana al mediodía. Ya verás tú cómo te apañas con la chica. Si quieres hacer algo, bien, y si no…Estáis en la cama y os recitáis poemas. Todo está pagado de antemano, ¿sabes?, puedes hacerlo…
-Mira, yo no me quedo aquí con la tipa esa.
-Pero ¿por qué hombre? Está todo arreglado…
-Que no me quedo. Me vuelvo al coche. Llevadme otra vez a Băcău!
Ciubotaru analizó la situación durante un instante.
-De acuerdo –dijo-, no te quedes, estás en tu derecho. Te digo yo que no volverás a estar con una tía así en tu puñetera  vida. Ten en cuenta que lee…me ha leído incluso a mí…Pero como tú quieras. Entramos solo un poco a calentarnos, nos tomamos un cafetito…ya verás que maja es Lilica. No tienes que…”

(Mircea Cărtărescu, Las bellas Extranjeras, páginas 15-16, 142, 230-231)

lunes, 24 de noviembre de 2014

"FELICES LOS FELICES", CARTOGRAFÍA DE LA DESOLACIÓN HUMANA



Felices los felices
Yasmina Reza
Traducción de Javier Albiñana
Editorial Anagrama, Barcelona, 2014, 190 páginas

   Bajo la apariencia de inocentes comedias burguesas (Arte, Un Dios Salvaje), Yasmina Reza ha sabido darles voz a sus grandes obsesiones  existenciales. El pasado año ha vuelto a hacerlo, pero emigrando de género: en la narrativa, a través de una  novela: Hereux les hereux, Premio Le Monde 2013, que Javier Albiñana ha traducido al pie de la letra -me refiero al título de la novela-  para Anagrama, Felices los felices, una pieza de ficción en la que dieciocho  personajes ponen al descubierto  sus virtudes y miserias, las dudas y embarazos que la vida va poniendo a nuestro paso; y también los regocijos que ésta  a veces non concede, aunque haya existencias humanas que  consuman su felicidad pudiendo prescindir del amor, como insinúa la frase de Borges (“Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor. Felices los felices”) que rotula el pórtico del libro. Es precisamente eso lo que la novela de Yasmina Reza intenta poner de manifiesto a través de los relatos entrelazados de las vidas de sus personajes. Porque amar y felicidad, confiesa la autora, no son nociones colindantes. Por eso mismo Yasmina Reza declara abiertamente que no cree en la pareja, ni en los vínculos afectivos -algo que no pasa de ser una reflexión optimista-, porque la felicidad es una predisposición que no depende de ninguna circunstancia concreta.
   Y llega hasta tal punto su convencimiento de la insuficiencia estructural de la pareja como plataforma para el amor que no duda en afirmar que el adulterio es algo clave en el matrimonio, necesario muchas veces para que una relación de pareja funcione.
   Partiendo de esas premisas, la conclusión lógica que se impone es que  Felices los felices es una novela perturbadora, desconcertante. Una pieza coral estructurada en capítulos breves e independientes en apariencia y en los cuales la autora irá diseccionando las llamadas relaciones amorosas  mostrando simplemente la realidad a través de esos dieciocho personajes que nos muestran una inclemente radiografía de sus vidas, y que aparentemente no tienen relaciones entre ellos. Sin embargo la autora irá poco a poco trabando sus vidas hasta que aparecen ocultos y sorprendentes lazos. La arquitectura de la novela la conforman veintiuna escenas, rubricadas con el nombre de su protagonista principal, que volverá a aparecer en otros capítulos como personaje secundario, o simplemente como aludido.
   Todos ellos tienen en común: las relaciones de pareja y las relaciones familiares. Parejas de toda guisa. Parejas recientes, futuras, matrimonios jóvenes, otros ya afianzados a través de los  años, parejas corroídas por el enmohecimiento del paso del tiempo y sobre todo por la herrumbre del desamor. De todo ellos se deriva lo ineludible: el engaño, amores frustrados, adulterios que apenas dejan huella, soledades compartidas o sin compartir, discusiones ridículas que se eternizan, relaciones pasajeras.
   Yasmina Reza da muestras de una perfecta percepción de los enmarañados y complejos engranajes de las relaciones humanas y de las emociones que éstas suelen provocar. Y sus personajes son humanos, imperfectos como  el más común de los mortales.
   En resumen, dieciocho personas relatando pedazos de su propia vida. Lo que piensan, lo que dialogan, cómo interactúan con los que los rodean dando lugar a una gran telaraña narrativa que a través de un finísimo hilo conductor, cada sección se comunica con las demás. De este modo, lo que en una primera visual podrían semejar relatos independientes, son en realidad fragmentos de la misma gran historia: la de los hombres y mujeres que habitan este planeta.
   No cabe dudar de la cáustica rotundidad de Yasmina Reza. Ha sido acusada de machista, feminista, misógina… a lo que ella responde que los detractores de esos bandos tienen su parte de razón, porque de hecho ambos sexos salen malparados. Pues, con independencia de que sean hombres o mujeres, se pelean por caprichosas ridiculeces en los supermercados, hablan con su padre muerto, son el retrato risible de la figura donjuanesca, se engañan mutuamente, algunos tienen un hijo que se cree Céline Dion… Un crudo fresco del aburrimiento de vivir, del hastío, de las cansinas rutinas matrimoniales. Un realista bestiario que compone la moderna comedia humana, erguida sobre un cúmulo de miserias, soledades, egoísmos, mezquindades, pequeñas tragedias, lágrimas patéticas. Y todo aderezado con un estilo incisivo, burlón, elaborado con frases cortas, despojadas de todo lo accesorio para lograr el impacto perseguido. Un estilo que choca de lleno contra las incontables aristas humanas. Sin un ápice de concesión al romanticismo, y muchos menos cuando de sexualidad se trata. “Cuando has visto de cerca como copulan los cerdos, escribió Yasmina Reza en El Trineo de Shopenhauer, ya no te puedes hacer ilusiones sobre el sexo”. Una cartografía, acertada o que admite reparos, del lado más negativo de la existencia de hombres y mujeres, de la desolación humana como se ha escrito.

Francisco Martínez Bouzas

 
Yasmina Reza (foto Pascal Victor)

Fragmentos

“La complejidad humana no se reduce a ningún principio de causalidad. Puede que de no ser por esos años de silencio me habría atrevido a afrontar el abismo de una relación que aunara sexo y amor. ¿Quién puede decirlo? Por lo general, pago después. Casi siempre, el otro tiene que confiar en mí como una prueba de amistad. Al egipcio de pagué antes. Una casualidad. No se metió el billete en el bolsillo, lo conservó en la mano. El billete se hallaba en mi campo visual mientras se la chupaba. Me lo metió en la boca. Chupé la polla y el dinero. Me introdujo el billete en la boca y me cubrió la cara con la mano. Un juramento sin futuro que nadie sabrá nunca. De niño podría darle a mi madre un guijarro o una castaña que me hubiera encontrado en el suelo. Le cantaba también pequeñas canciones. Ofrendas inútiles e inmortales a la par. A veces he convencido a alguno de mis enfermos de la única realidad del presente. El muchacho egipcio me metió el billete en la boca y me cubrió la cara con la mano. Acepté cuanto me dio, su pene, el dinero, el goce, la pena.”
  
…..

Un hombre es un hombre. No hay hombres casados, ni hombres prohibidos. Nada de eso existe (es lo que le expliqué al doctor Lorrain cuando me internaron). Cuando se conoce  a alguien, tanto da su estado civil. Y su condición sentimental. Los sentimientos son cambiantes y mortales. Como todas las cosas de este mundo. Los animales mueren. Las plantas. De uno a otro año, los ríos no son los mismos. Nada dura. La gente quiere creer lo contrario. Se pasan la vida recomponiendo los pedazos y a eso le llaman matrimonio, felicidad o yo qué sé. A mi me traen sin cuidado esas tonterías. Pruebo suerte con quien me da la gana. No me da miedo salir trasquilada. De todas formas no tengo nada que perder. No seré guapa toda la vida. El espejo ya se muestra cada vez menos amistoso. Un día, la mujer de Jacques Ecoupaud, el ministro, mi amante, me llamó para que nos viéramos. Yo estaba aturullada. Probablemente había hurgado en las cosas de Jacques y había descubierto un intercambio de correos entre los dos. Al finalizar la conversación dijo antes de colgar: «Espero que no le diga nada. Quiero que esto quede entre nosotras.» Inmediatamente llamé a Jacques y le dije, el miércoles he quedado con tu mujer. Jacques parecía estar ya al corriente. Suspiró. El suspiro del cobarde, que significaba, qué remedio, ya que hay que pasar por eso. Las parejas me repugnan. Su hipocresía. Su suficiencia.”

(Yasmina Reza, Felices los felices, páginas 78-79, 115-116)

viernes, 21 de noviembre de 2014

"LA VERDAD Y OTRAS MENTIRAS": LA NOVELA DE UN MAESTRO DEL ENGAÑO



La verdad y otras mentiras
Sascha Arango
Traducción de Carlos Andreu
Editorial Seix Barral, Barcelona, 2014, 309 páginas

   La verdad y otras mentiras supuso el debut literario de Sascha Arango, uno de los más conocidos y exitosos guionistas de la televisión alemana. El autor, de padre colombiano, nació en Berlín en 1969. Y en el presente año publicó en Alemania esta su primera novela que se convirtió de inmediato en un éxito editorial, con ventas de derechos a más de veinte países. Es posible que todo ello sea debido al hecho de que estamos ante una novela que parte de una idea muy original, y su protagonista es un experto en el arte de mentir y en el manejo, a su capricho, del mundo circundante, cabalgando exitosamente sobre las personas que se hallan a su lado. Pero ocurre una vez más lo que suele ser habitual en estas lides: nada es lo que parece y la exitosa vida del protagonista se yergue sobre una inmensa farsa que proviene ya de tiempos pretéritos y que terminará por desmoronarse.
   La verdad y otras mentiras es una peculiar novela negra erguida sobre los moldes de un guión televisivo, y con un personaje central alrededor del que gira toda la pieza novelesca. Es Henry Hayden, un consumado maestro del engaño. A sus cuarenta y dos años se ha convertido en un escritor de fama internacional sin haber escrito una sola línea. Felizmente casado desde hace más de una década, comparte a su esposa Martha con una amante, Betty, su editora, responsable en buena parte de sus éxitos editoriales. Sin embargo, poco a poco la novela nos va desvelando que la verdadera responsable de esos éxitos es su mujer, que es la que escribe sus novelas. No obstante, su adorable panorama de contratos millonarios e idolatría por parte de las mujeres se tuerce de forma imprevista cuando su amante y editora le confiesa que está embarazada. A partir de aquí, el sobresalto inicial da lugar a un carrusel de mentiras con una sola verdad: Henry Hayden, en un acto de liberación, sopesa contarle la verdad a su mujer o quitarse de en medio a su amante. Pero Henry comete un error fatal que cambiará todos sus planes y la vida de quienes le rodea: empieza a mentir y las mentiras no tienen vuelta atrás, se acumulan y agrandan  como bolas de nieve.
   Piensa Sascha Arango que la mentira es la cuna de la ficción y ese pensamiento explica en buena medida la trama de su novela. El personaje central no es un protagonista en el sentido creativo -lo es su esposa- , lo es sin embargo de la mentira. Mentiras que se expanden por sus peripecias que Sascha Arango recoge en forma de original amalgama de comedia y novela policiaca, con crímenes, estafas, sobornos y peligros inesperados por medio.
   La novela termina finalmente por convertirse en una confusa trama de enredo, en una gran farsa que es a la vez un triángulo amoroso, literario y criminal, con buenas dosis de humor negro, de género policiaco, confusiones, tretas, trucos efectistas destinados a despistar al lector, aunque se ven venir y solamente a un papanatas le harían perder la pista.
   Cabe resaltar, seguramente como lo más meritorio de la ficción de Sascha Arango, la creación del personaje principal, ese protagonista que llega a hacerse un consumado experto en el arte de mentir, aunque al final sus falsedades no le conduzcan a ninguna parte. Sascha Arango supo crear un buen personaje en la figura de Henry. Un heterodoxo protagonista   arropado por una hipnótica y arrolladora personalidad que el lector percibe por mucho que desapruebe el comportamiento de este mentiroso compulsivo, egoísta y asesino. Al contrario de los otros miembros de su trío -Martha y Betty-  que son personajes planos, Henry evoluciona y llegará incluso a impactar al lector con comportamientos generosos que ni él mismo es capaz de explicar. La personalidad arrolladora de un verdadero encantador de serpientes, capaz de esconder un oculto fondo oscuro y un turbio pasado de gran farsante y canalla.
   No resulta descabellado pensar que Sascha Arango le ha vuelto a dar vida en su ficción a uno de los personajes más fascinantes que ha engendrado la literatura contemporánea: Tom Ripley de Patricia Highsmith. Esta versión remozada de Mr. Ripley es sin duda el mayor acierto de una novela no exenta de un gran sentido del humor negro, escrita con una prosa que se deja leer fácilmente. Comedia negra de enredo, a veces divertida, cuyo mayor mérito puede ser el hecho de que sintamos un ápice de simpatía por un ser absolutamente amoral. Y en su debe, un final que demandaría un mayor esfuerzo y eficacia compositiva. Una novela pues que, como tantas otras, no pasará a la historia de la literatura, pero que puede ser un antídoto contra el aburrimiento y una buena manera de pasar el rato cuando uno decide dejar al margen otros objetivos estéticos.

Francisco Martínez Bouzas


Sascha Arango

Fragmentos

“Fatídico. Bastó una simple mirada a aquella imagen para que los negros presentimientos de los últimos meses tomaran cuerpo. El embrión estaba encogido como un batracio y lo miraba fijamente con un ojo. ¿Y qué era eso que se insinuaba encima de la cola del dragón? ¿Un brazo o un tentáculo?
Los momentos de certeza absoluta a lo largo de una vida son escasos, pero en aquel preciso instante Henry vio el futuro. Aquel batracio crecería y se convertiría en persona. Tendría derechos, exigiría cosas, haría preguntas, y antes o después lo sabría todo y se convertiría en un individuo.
La ecografía tenía el tamaño de una postal. Había una escala de grises a la derecha del embrión, varias letras a la mano izquierda, y el nombre de la madre y de la doctora en la parte superior. A Henry no le cabía ninguna duda deque era auténtica.
Betty, que fumaba sentada al volante, junto a él, vio cómo le brotaban lágrimas de los ojos. Le acarició la mejilla, creyendo que eran lágrimas de felicidad. Pero en realidad Henry pensaba en Martha, su mujer. ¿Por qué no podía quedarse embarazada de él?¿Por qué tenía que estar sentado en el coche con aquella otra mujer?”

…..

“Todo volvía a estar como al principio. Nadie sospechaba de él, nadie quería arrestarlo, no iba  a necesitar ni el cepillo de dientes ni el libro, e iba a regresar a su casa como un hombre libre. La luz artificial del techo de la sala de autopsias iluminaba el cuerpo diseccionado de la mujer como un rayo de sol que se filtrara entre las nubes tras una tormenta. De pronto, Henry sintió una profunda compasión por la fallecida. ¿Por qué había acabado la pobre en el agua? ¿Estaría cansada de vivir? ¿Tendría una enfermedad terminal? ¿Habría dejado hijos? ¿Quién la estaría esperando en vano?
Más tarde se descubriría que la muerta era una funcionaria prejubilada que se había caído de un puente mientras intentaba fotografiar una gaviota.”

(Sascha Arango, La verdad y otras mentiras, páginas 11-12, 158)

miércoles, 19 de noviembre de 2014

"LA MIRADA DE LA MUÑECA HINCHABLE": UNA SITUACIÓN DRAMÁTICA PROLONGADA



La mirada de la muñeca hinchable

Javier Tomeo

Editorial Anagrama, Barcelona, 162 páginas

(LIBROS DE FONDO)



   Alejado del realismo que caracterizaba sus primeras novelas “serias”-sabido es que Tomeo escribió, bajo pseudónimo, en los años cincuenta literatura popular e incluso algunas novelas del oeste-, y en la misma línea de ese cambio “consciente” hacia algo diferente y difícil de publicar que iniciara en Cuentos perversos (2002), el escritor aragonés, Javier Tomeo (Quicena, Huesca, 1932-Barcelona, 2013), publicó en Anagrama en el año 2003 una de sus numerosas novelas que, en sentido estricto y riguroso del término, está huérfana de argumento. No obstante el mismo escritor describió la trama de La mirada de la muñeca hinchable como “una situación dramática prolongada”. Y en efecto, de verdadera situación dramática que se prorroga sin fin, puede definirse lo que le acontece al antihéroe de la fabulación de Javier Tomeo.

   Difícilmente se puede hallar mayor dramatismo que en la figura de un hombre solitario al que en su casa le hace compañía una muñeca inchable (Dorotea le llama), con la que vive amancebado. Una situación a la vez desoladora, patética y cómica. Una visión esperpéntica y deformada de la realidad que el autor reconoce que se reedita en todas sus obras.

   El protagonista de la novela es un ser solitario e inadaptado que, cuando se encuentra en su casa, enciende el televisor y comenta sus contenidos, “horrorosos y manipuladores”, con sus compañera, la muñeca, que no lo contradice en lo más mínimo ni responde a sus caricias y palabras lisonjeras. Otras veces da largos paseos por una ciudad en compañía de otro hombre. Torcuato, una suerte de alter ego del protagonista. Y entre los dos presencian situaciones esperpénticas, estrafalarias y contactan con personajes asimétricos.

   La novela esta ausente de indicio de estructura canónica. Y la acción podría prolongarse de forma indefinida. El mismo Javier Tomeo es consciente de la falta de un argumento convencional, aunque matiza que éste no existe en el sentido de que no se producen situaciones que se podrían hallar en un novelón. Mas Javier Tomeo cuenta una historia y en las páginas de su fabulación, hacen acto de presencia todas las querencias y fobias de su narrativa. Su relato, página tras página, nos conduce hasta la perturbación. El orbe estético de Javier Tomeo no está trabajado como lo podría hacer un aparato escritural de funcionamiento sencillo y fácil. Sus personajes, obsesionados y torturados, incapaces de hallar acomodo en la realidad, son con frecuencia auténticos trastornados. Sus novelas, de elevada densidad y desarrolladas a traveseé de espacios y escenografías atemporales, universales y humorísticas, la concisión de su prosa,  ciertamente cartesiana, hacen de Javier Tomeo un escritor raro y difícil de encuadrar en las clasificaciones o tipificaciones generacionales de la literatura española.

   Mas sus textos, ya irrepetibles a no ser que se hallen más inéditos como el de El hombre bicolor, poseen una “luz interior” una economía lingüística y ese estilo tan austero y límpido que los hacen parecer de fácil lectura. Es esa luz interior la que nos permite ver en Javier Tomeo un escritor de dimensiones universales que pervivirán más allá de la muerte, capaces de alcanzar y desconcertar las periferias del alma compleja de nuestro tiempo.



Francisco Martínez Bouzas





Javier Tomeo (Foto de Marce-Lí  Sáenz)

Fragmentos



“Me acerco a la ventana y contemplo la puesta de sol. Las chimeneas empiezan a enrojecer, pero los vecinos del noveno segunda continúan insultándose. A esa gente le importa un pimiento el color del cielo. Falta media hora para que empiece el telediario. Doy un par de puñetazos en la pared, pero continúan gritando.

-Tú y yo, por lo menos, no discutimos -le digo a la muñeca.

Dorotea continúa con la mirada puesta en el fondo del pasillo. No cambia nunca de expresión, pero desde que le pinté las pestañas parece que me vea.

Los vecinos discuten ahora de gastronomía. Cualquier tema es bueno para demostrar que no están de acuerdo. El marido dice que en la fabada no se echan tacos de ternera y ella responde que su madre los echaba. El hombre suelta una carcajada. Tal vez esté fingiendo, pero su risotada resulta convincente. Se ríe, además, con la letra o, con lo que sus carcajadas resultan todavía más brutales y humillantes.”



…..



“Llego a casa y me frío un par de huevos con chorizo y la casa se llena de humo, pero Dorotea no protesta. Me siento a cenar a su lado, pincho el chorizo con el tenedor y se lo acerco a un centímetro de la boca, pero la mantiene cerrada. No quiere reconocer que se está muriendo de hambre.

-Vamos, vamos, abre la boquita -la animo.

No tengo más remedio que admitir que es más fuerte que yo. Está por encima de mis debilidades y servidumbres. No necesita comer, no necesita amar. Cuando liquido el chorizo me limpio los labios con la servilleta y le doy la oportunidad de que me bese.

-Adelante, soy todo tuyo, -la animo.

Cierro los ojos y espero, pero no mueve ni una pestaña. Debe de suponer que estoy borracho y la verdad es que no se equivoca demasiado.

-Ámame -le pido.

No dice ni mu. Continúa ignorando que estoy a su lado.

-Vamos, dime algo -insisto, acariciándole la mano.

Lo mejor que puedo hacer es librarme definitivamente de esa ingrata. Lo decido de pronto. No soporto más humillaciones. Ni siquiera le concedo el derecho a disculparse. La arrastro por un brazo hasta la ventana y sin pensármelo dos veces la arrojo al vacío en el preciso instante en el que el vecino del noveno quinta insiste con El trino del diablo.”



(Javier Tomeo, La mirada de la muñeca inchable, páginas 27-28, 124-125)

lunes, 17 de noviembre de 2014

"MAL ENCUENTRO A LA LUZ DE LA LUNA": UNA HAZAÑA BÉLICA CON EL MARCHAMO DE UN CUENTO DE HADAS



Mal encuentro a la luz de la luna
W. Stanley Moss
Prólogo y epílogo de Iain Moncreiffe
Post scriptum de Patrick Leigh Fermor
Traducción de Dolores Payá
Acantilado, Barcelona, 2014, 245 páginas

   Mal encuentro a la luz de la luna es el título con el que Acantilado edita en español este libro escrito por William  Stanley Moss, y publicado originariamente  en 1950 bajo el rótulo Ill Met by Moonlight. El subtítulo de la publicación es suficientemente explícito sobre su contenido: “El secuestro del general Kreipe en Creta durante la Segunda Guerra Mundial”. Y le augura así mismo al lector un gran relato de aventuras. Su autor, William Stanley Moss (Japón, 1921-Jamaica, 1965) fue un héroe británico de la Segunda Guerra Mundial que, al concluir ésta, se convertiría en un renombrado escritor. Después de la contienda, formó parte de la Expedición Británica al Polo Sur, navegó por las islas del Pacífico y finalmente se instaló en Kingston (Jamaica) donde falleció. En unión de Patrick Leigh Fermor realizó arriesgadas misiones en los cuerpos de la inteligencia británica.
   La que se narra en este libro, fue la más notable y la que mayor resonancia alcanzó, hasta el punto de que dio lugar a versiones cinematográficas: Emboscada en la noche o Emboscada nocturna (1957), el título con el que fue comercializada en España. De la aventura relatada en el libro, el secuestro del general Heinrich Kreipe, comandante de la 22 Infanterie-Division que ocupó Creta, se ha dicho lo siguiente: “De todas las historias generadas por la guerra, ésta es la que los escolares de todas partes recordarán mejor”. El secuestro del general alemán fue comandada por, W. Stanley Moss (Billy Moss) y por Patrick Leigh Fermor (Padyy), que había participado en la retirada de los ejércitos  británicos de Grecia y Creta. Sin embargo, al poco tiempo, regresó a Creta como agente secreto. Disfrazado de pastor, con su estación de radio mantuvo encendida desde las montañas la antorcha de la libertad. En el otoño de 1943 regresó a El Cairo y allí conoció a W. Stanley Moss, y poco después, bajo la luz de las estrellas, los dos decidieron llevar a cabo la hazaña (“una tremenda burla”) que se narra en las páginas de este volumen.
    Con la excepción de las primeras páginas, W. Stanley Moss, escribió este libro  en forma de diario. Cada entrada ocupa varias páginas, lo que fue posible, como explica en el prefacio el autor, porque en Creta, hacíamos de nuestras noches días, igual que si viviéramos en un eterno Ramadán, y por lo tanto disponíamos de mucho tiempo durante las horas que pasábamos escondidos (páginas 7-8).
   A parte del prefacio, del prólogo y del epílogo, escritos por Iain Moncreiffe y de un amplio Post scriptum de la autoria de Patrick Leigh Fermor, el libro estructura los diversos episodios y peripecias en cinco secciones: “La llegada”, “La operación”, “En marcha”, “Seguimos en marcha” y “La partida”. A lo largo de estas cinco partes se describen los pasos que el grupo comandado por Stanley Moss, en compañía de los griegos George Tirakis y Manoli Paterikis (El Hombre Jueves y el Hombre Viernes)  y un grupo formado por cretenses, entre los que había incluso algún asesino convicto, habrá de seguir tras su desembarco nocturno para encontrase con Leigh Fermor, disponer los preparativos, recorrer largas caminatas nocturnas, los refugios diurnos en las cuevas de la isla, el contacto con la población local, que nunca dejó de apoyarles…hasta realizar la misión: el secuestro del general Kreipe, sucesor del implacable general Müller, comandante de las tropas alemanas que ocupaban Creta. Y posteriormente, eludir con mucha fortuna durante casi tres semanas, los puestos de control y las patrullas alemanas y alcanzar, en el punto de encuentro, el barco que los transportaría a El Cairo.
   La increíble hazaña reúne en el minucioso relato de Stanley Moss todos los ingredientes de un gran relato de aventuras: intriga, épica, heroismo, grandes dosis de buena suerte se dan cita en la narración de Stanley Moss que cuenta con gran amenidad, buen pulso y sin ahorrarse detalles los momentos cruciales de la aventura, pero también las horas tediosas y el difícil recorrido por las escarpadas montañas cretenses.
   Así pues, relato de una aventura tan increíble y arriesgada que se lee como una novela. No conviene olvidar, no obstante, que muchas veces la realidad supera a la ficción, y el secuestro y traslado a El Cairo del jefe del ejército alemán que ocupaba Creta, es uno de esos momentos, en los que una aventura real adquiere tal calado que parece dispersarse por caminos ficcionales. Casi como en un cuento de hadas.

Francisco Martínez Bouzas

 
Stanley Moss, el general Kreipe y Leigh Fermor
Fragmentos

“Salimos de la cuneta a todo correr y nos plantamos en medio de la carretera. Paddy encendió su lámpara roja y yo sostuve en alto una señal de tráfico. Ambos nos quedamos plantados en mitad del cruce.
En cuestión de segundos -mucho antes de lo que esperábamos- la luz de los potentes faros del coche del general asomó por la curva, siguió avanzando y pronto nos iluminó de pleno. Al acercarse al cruce, el chofer frenó.
Paddy gritó:
-Halt! [Alto!]
El coche se detuvo. Nos acercamos a él con lentitud, y una vez hubimos pasado frente al haz de luz de los faros, sacamos las pistolas -ya amartilladas- que teníamos escondidas en la espalda y preparamos las cachiporras.
Cuando llegamos a la altura del coche, Paddy preguntó:
-Ist dies das General’s Wagen? [ ¿Es este  el coche del general?]
Del interior del coche llegó un «Ja, ja»amortiguado.
Luego las cosas sucedieron con gran rapidez. Hubo mucha precipitación por todas partes. Abrimos las dos portezuelas de un tirón y nuestras linternas iluminaron el interior del coche: la cara perpleja del general, los ojos aterrorizados del chófer y los asientos traseros vacíos. El chófer trató de alcanzar su automática con la mano derecha, pero le di un golpe en la cabeza con mi porra y cayó hacia delante. George, que estaba a mi espalda, lo sacó del asiento del conductor y lo tiró en la carretera. Yo salté dentro del coche y me puse al frente del volante y en ese mismo momento vi cómo Paddy y Manoli sacaban a rastras al general por la otra portezuela. El viejo se defendía con furia, les golpeaba y les daba patadas. Obviamente pensó que íbamos a matarlo y se puso a gritar como un poseso. Maldecía a grito pelado.”

…..

“Recuerdo que solté un woods  cuando el centinela nos hizo una señal deparar. Yo había propuesto que frenáramos, como en las anteriores ocasiones, y aceleráramos en cuanto llegáramos a su altura, pero esta vez era imposible, porque el centinela no se desplazó un milímetro, y a la luz de los faros vimos a varios soldados alemanes de pie tras él. No me quedó más remedio que reducir la velocidad y conducir a paso de caracol. Previamente habíamos acordado que si se daba el caso de que nos preguntaran cualquier cosa la respuesta sería un escueto «General’s Wagen!» [El coche del general!], acompañado de un saludo amistoso. Si se nos pedía más conversación la charla correría a cargo de Paddy.
George, Manoli y Stratis tenía los fusiles listos y se había hundido en los asientos todo lo que el espacio permitía. El general estaba a sus pies en el suelo. Paddy y yo amartillamos las pistolas y las pusimos sobre nuestros respectivos regazos.
El centinela se aproximó al coche por el lado de Paddy. Antes de que se acercara demasiado, Paddy gritó que viajábamos en el coche del general –algo que, después de todo, no era más que la pura verdad -, y sin esperar a que el guardia abriera la boca y respondiera yo pisé el acelerador y proseguimos la marcha, gritando un «Gute Nacht!» [Buenas noches!] mientras nos alejábamos. Todos nos saludaron.”

(W. Stanley Moss, Mal encuentro a la luz de la luna, páginas 107-108, 117-118)

jueves, 13 de noviembre de 2014

NOVEDADES DE MENOSCUARTO EDICIONES



  La palentina Menoscuarto Ediciones, un sello de ediciones Cálamo, es otra casa editora independiente que nació con la intención de hallar y proveernos de buena literatura en los tres géneros en los que edita: novela, ensayo y poesía. Para ello ha creado diversas colecciones: “Reloj de arena” dedicado a la narrativa breve; “Entretanto” que edita obras singulares actuales en pequeño formato; “Cristal de cuarzo” para libros de ensayo; “Cuadrante nueve” que pone  a disposición de los lectores novelas de contrastada calidad de autores tanto españoles como extranjeros. Títulos inéditos como otros ya publicados, merecedores de una nueva y cuidada edición. Es su forma de luchar contra la crisis y el dominio del libro único.
   La calidad de la literatura que nos está ofreciendo Menoscuarto Ediciones, es una inexcusable exigencia para acercarnos, en una primera visual, solamente informativa y elaborada primordialmente a base de las presentaciones editoriales, a estas tres novedades de la colección “Cuadrante nueve” que nos ofrece el sello editor palentino. Más tarde volveré a estos títulos con una verdadera valoración  crítica.

Solitarios
José Manuel de la Huerga
Menoscuarto Ediciones, Palencia, 2013, 218 páginas.

   El autor, José Manuel de la Huerga (Aundanzas del Valle, León, 1967), no es ajeno a este Cuarderno de crítica literaria. En su día valoré en estás páginas virtuales, su cuarta novela, Apuntes de medicina interna. José Manuel de la Huerga está levantando un territorio narrativo propio poblado por varios géneros: lírica, narrativa breve, novela. Varios premios de indudable prestigio honran ya su curriculum  de escritor de literatura.
   En Solitarios el autor nos propone un juego literario que se hace presente ya en su mismo título, Solitarios”, un díptico de dos novelas breves emparentadas: Ultramarinos El pez de Oro y Naipe de señoritas. En ambas historias, sus personajes buscan la felicidad a través del azar, recorren incansables las calles de Barrio de Piedra, viajan a Lisboa…Son solitarios, mas en sus vidas tiene cabida un hueco generoso para la ternura y el humor. “El juego del falso palíndromo del título -explica el autor- se relaciona con la cartomancia y la sorpresa del solitario de cartas felizmente concluido: es difícil cuadrarlo, pero cuando se concluye, sin hacerse trampas, se le pone al jugador la sonrisa secreta de la auténtica victoria”.

La oscuridad
Ignacio Ferrando
Menoscuarto Ediciones, Palencia, 2014, 307 páginas

   Ignacio Ferrando (Trubia, Asturias, 1972) es escritor e ingeniero. En Madrid, donde reside, ejerce la docencia en la Universidad Politécnica y en la Escuela de Escritores. Con su primera novela, Un centímetro de mar (2011) obtuvo el Premio Ojo Crítico  y el Premio Ciudad de Irún. Ha cultivado la narrativa breve en la que ha logrado el Premio Setenil al mejor libro de cuentos publicado en España (La piel de los extraños). Varios de sus relatos están traducidos al inglés y al alemán.
   En una breve sinopsis, cabe decir que La oscuridad trata precisamente de la oscuridad. Una densa oscuridad se cierne en el invierno ártico sobre Storborg, una pequeña población donde habita Endre Solberg, u director de cine experimental que acaba de perder a su mujer en un aparente suicidio. Sin embargo, al volver a casa tras el velatorio, la encuentra viva en el salón, como si nada hubiera sucedido. Desde ese instante, el lector asiste a una creciente intriga, reflejo de la que atenaza a Endre, inquieto por saber quién es esa misteriosa mujer: si se  trata de un fantasma o de una impostora, del reflejo de su propia culpabilidad, o si Liv, actriz frustrada, preparó todo para una última “gran representación”.

La peluca de Franklin
María José Codes
Menoscuarto Ediciones, Palencia, 2014, 300 páginas.

   La autora, María José Codes es escritora y fotógrafa. Imparte clases en Escritura Creativa en la Escuela de Escritores y en Hotel Kafka de Madrid.. Ha publicado dos novelas: Control remoto (Premio Río Manzanares, 2008) y La azotea (premio Cáceres de Novela Corta, 2009). Fue así mismo finalista del permio de novela Tusquets en el año 2010 y del Nadal en el presente año. Así mismo ha publicado un libro de ensayo, Intriga y suspense. El gaucho invisible (2013).
Sinopsis de La peluca de Franklin: Filadelfia, 1776. Un bergantín de doble mástil, el  Reprisal, parte directamente camino de Nantes. A bordo viaja Benjamín Franklin con una misión diplomática secreta: obtener la ayuda de Francia y España para las colonias rebeldes americanas. Franklin arroja su peluca al océano, un gesto muy diferente de lo que la historia ha transformado en un acto simbólico.
   Madrid, 2014. Vilán recibe varias y sorprendentes  ofertas por su casa, pero no está dispuesto a marcharse debido a la atracción que siente por su vecina Floria, a la que observa de forma clandestina, y a la extraña relación que mantiene con Malvaré, a quien escribe la historia de su antepasado, Jaime Gardoqui, espía de Franklin durante su viaje a Europa. Dos relatos perfectamente trenzados, sobre la pasividad culpable del ser humano y su aislamiento actual.

Francisco Martínez Bouzas