miércoles, 29 de mayo de 2013

LA LITERATURA, ESA AMANTE EXCLUYENTE



El móvil
Javier Cercas
Tusquets Editores, Barcelona, 110 páginas
(LIBROS DE FONDO)
 

    El móvil (1987) es la primera obra narrativa de Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962), escrita y publicada a sus veinticinco años, mientras era profesor de la Universidad de Illinois. Al rebufo del éxito de Soldados de Salamina (2001) que transformó al autor en un escritor de masas, Tusquets Editores la recuperó en el año 2003. Con posterioridad a Soldados de Salamina, Javier Cercas ha publicado otras novelas, entre ellas La velocidad de la luz (2005), Anatomía de un instante (2009) o Las leyes de la frontera (2012). Javier Cercas, traducido a más de veinte idiomas, saltó a la fama también en el año 2011, por motivos extraliterarios, aunque relacionados con el papel de la ficción, al reivindicar el derecho a “una verdad irónica y emancipada de la tiranía de lo literal” y al afirmar que el periodismo es un ensayo de comprensión imaginativa del presente. Contra tales afirmaciones polemizó Arcadi Espada que fabricó una verdad moral  a partir de una mentira fáctica, manteniendo en un periódico que Cercas había sido detenido en una operación contra la “explotación sexual”.
   Mas El móvil es una novela corta muy anterior a estas polémicas y al éxito de Cercas como escritor. Es uno de esos libros que, por no lograr en su día el mínimo reconocimiento del mundo de las letras, provocaron que su autor postergara sus aspiraciones literarias para volver resignado a sus  trabajos precedentes: la docencia y el periodismo. Cuando Tusquets Editores rescató el texto de Cercas, muchos lectores, como afirma el académico Francisco Rico en la “Nota de un lector” que pone el punto final a la edición, engolosinados por Soldados de Salamina, se volcaron  sobre esta nouvelle provocando que las reediciones se sucediesen una tras otra.
   En Soldados de Salamina, Javier Cercas que defiende, con indudable acierto, el derecho a utilizar la ficción en la narración de hechos reales, introduce en la trama de su relato a muchos personajes reales, entre ellos a Roberto Bolaño que, con naturalidad y convicción, hace un elogio de El móvil. Bolaño realiza en dos líneas una perfecta sinopsis de El móvil: “…creo que había un cuento muy bueno sobre un hijo de puta que induce a un pobre hombre a cometer un crimen  para poder terminar su novela”.
   Tanto En Soldados de Salamina como en El móvil, el autor y sus protagonistas tienen las mismas  obsesiones: articular libros que posean como eje central la escritura del propio relato  que se está leyendo. Narraciones, pues, centradas  en el mismo proceso que lleva a redactarlas. Profusa metaliteratura recorriendo los relatos ficcionales de las dos novelas de Cercas.  En El móvil, Álvaro, el protagonista subordina su vida a la literatura y, tal como se nos dice al inicio y al final de la nouvelle, tomaba muy en serio su trabajo porque consideraba que la literatura es una amante excluyente, que demanda entrega y devoción absoluta y no se la puede dejar en manos de simples aficionados. Se decide por la novela y no por ningún otro género, al descubrir que ningún instrumento podía captar con mayor precisión y riqueza de matices la prolija complejidad de lo real. Su obsesión por escribir la obra definitiva, su convencimiento de que en toda obra de ficción solamente hay un uno por ciento de inspiración (el resto es transpiración) y su afán perfeccionista de representar con absoluta verosimilitud  los conflictos de ficción, le empujan a provocarlos.
   Busca por consiguiente “modelos reales” a los que incluso se les sugiere comportamientos que reflejen la trama novelesca que crean en su imaginación. Pero el escritor protagonista no se da cuenta de que, a pesar de sus esfuerzos y maquinaciones, la realidad humana jamás es tan gobernable como una pieza de ficción. Y en eso precisamente consiste el triunfo de la literatura, perfilado en esta pequeña pieza primeriza de Javier Cercas, pero dotada de una perfección y de un virtuosismo que con Francisco Rico y los deseos del propio autor, no dudo en compararla a una perfecta pieza de relojería. He aquí pues una de las razones que me mueven a rescatar a esta novela del fondo del armario y presentarla a los lectores de hoy.

Francisco Martínez Bouzas




Javier Cercas



Fragmentos

“Álvaro (…) Juzgaba que la literatura es una amante excluyente. O la servía con entrega y devoción absolutas o ella lo abandonaría a su suerte. Tertium non datur. Como todas las otras artes, la literatura es una cuestión de tiempo y trabajo, se decía. Recordando la célebre sentencia que sobre el amor había dictado un severo moralista francés, Álvaro pensaba que la inspiración es como los fantasmas: todo el mundo habla de ella, pero nadie la ha visto. Por eso aceptaba que toda creación consta de un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de transpiración. Lo contrario era abandonarla en manos del aficionado, del escritor de fin de semana; lo contrario era la improvisación y el caos, la más detestable falta de rigor.”

…..

“Al llegar a su casa, Álvaro estaba convencido de que el anciano del último piso era el modelo ideal para el anciano de su novela. Su silencio lleno de aristas, su decrepitud levemente humillante, su aspecto físico: todo concordaba con los rasgos que reclamaba su personaje. Pensó: «Esto facilitará las cosas». Resultaba evidente que, al reflejar en su obra un modelo real, sería mucho más sencillo dotar de una carnadura verosímil y eficaz al personaje ficticio; bastaría con apoyarse en los rasgos y actitudes del individuo elegido, sorteando de este modo el riesgo de un salto mortal de la imaginación en el vacío, que sólo prometía resultados dudosos.”

(Javier Cercas, El móvil, páginas 16, 27-28)

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