Crónica de una sonrisa
Blanca Caballero
Ilustraciones de Yurina Roncourt
Entre Líneas, Miami, 2012, 122 páginas.
Miami es a la vez diáspora y
patria. Algo así como la quinta provincia del español, como en su día lo fueron
varios países de Latinoamérica
(Argentina, México, Cuba, Chile…) para la lengua gallega. En Miami, en
efecto, residen y cultivan el español con textos escritos en los distintos
géneros muchos exiliados políticos, económicos o simplemente sentimentales de
varios países de América Latina. También de España. Entre ellos, Blanca
Caballero (La Habana, 1950), profesora de matemáticas en Estados Unidos y
escritora. Con su vocación y actividad literaria confirma, una vez más, la
querencia de tantos hombres y mujeres que, desde el mundo profesional de la
ciencia, se acercaron y siguen acercando a la creación literaria. Blanca
Caballero lo hizo por primera vez en su poemario Las Caras del Amor (1999). Desde entonces sigue estando embrujada
por la poesía y en general por la letra escrita. Prueba manifiesta es su último libro, Crónicas de una sonrisa, que desde el
otro lado del mar arribó venturoso a
este Finisterrae atlántico.
Blanca Caballero nos ofrece un libro
misceláneo, aunque no un cajón de sastre. Estructurado en cuatro secciones. En
primer lugar el largo relato que rotula la publicación, subdividido a su vez en
dos partes. Narrado en primera persona por una anónima protagonista que refiere
y nos invita a acompañarla en sus monólogos interiores. La primera parte
-pienso que muy alegórica- nos introduce en una sociedad orwelliana, cuyos dominios son manipulados por un enano y en los cuales todo el mundo le
rinde pleitesía. Con sus títeres y cómplices ha tomado la ciudad. Interrogan
vigilan, castigan, llegando incluso a controlar pensamientos e ilusiones.
Castigan no por hacer algo malo, sino por hacer algo distinto. Un relato con
una clara función distópica que desde un ignorante atrevimiento apostaría que
tiene un destino geográfico: la Cuba
natal de la autora. La ironía y un cierto realismo mágico teñido de humor
negro, que se dejan sentir, por ejemplo en el nombre de las ciudades y ministerios (“Lagartos Nuevo”, “Ministerio
de las cosas inútiles”), acompañan pertinentemente esta sumersión en el territorio de un Torquemada con estatura
de enano.
Incrustada en la fábula alegórica, en la
utopía negativa, la autora nos da cabida en sus fantasmas. Así se titula la
segunda sección. En una vuelta de tuerca, la protagonista que está a punto de
cerrar un trato para realizar una película, nos hace llegar, como digo, al coto
de sus fantasmas, a sus ritmos, a sus himnos de alegría y tristeza. Y en
analépsis muy oportunas, nos retrotrae a través de los sueños a sus niñez,
hasta el punto, por ejemplo, de verse paseando por el Cementerio Colón de La
Habana. Los acertados y eficaces epígrafes de Calderón de la Barca, Freud, Carl
Jung, Hermann Hesse, Tennysson o Unamuno, entre otros, son un indicio del
profundo onirismo de que está teñido el relato.
Titula
Blanca Caballero la tercera parte de su libro con la etiqueta, “Tonterías”. Un
título con trampa porque sus “tonterías” son otro modo de decir: el decir
poético, esa gran verdad del mundo, libre, en su caso, de ataduras formales,
pero no de profundidad y de hondura estética y conceptual. Treinta poemas al
margen de academicismos, mas no de una sabia y proverbial manera de ver el
mundo. Frescura, emotividad, luminosidad adornan esta guía para ver y caminar
por el mundo y por sus infinitas rutas con nombres de animales, colores, nabos
y naranjas. Poesía de tono sapiencial para transitar por la vida e incluso
engañar a la muerte.
Finalmente, una breve colectánea de
microrrelatos, si exceptuamos el último, “Una madre prolífera”, mucho más
extenso. Pequeñas fantásticas imposturas, cuya substancia no está precisamente
en ese final inesperado, la recompensa inmediata que nos sorprende por su
agudeza, sino en su lograda narratividad. Relatos breves, capaces de
aprehender un momento (una tarde
apacible, una despedida sin saber si habrá retorno…) o de transmitirnos una
experiencia (el amor, elixir de la vida que me transforma en un animal
acorralado (página 112), o un ramillete de sentimientos. Relatos, capaces
algunos de ellos, de remover nuestros cimientos y pilares emotivos y hacer
surgir mares de fondo y mareas vivas en el ser humano, mediante una correcta
simbiosis entre la forma y el fondo.
Así es la escritura de Blanca Caballero:
prosa espontánea, viva y vivencial, poesía sin ataduras formales. Y en ambas el
mismo destello: inteligencia e ingenio.
Francisco
Martínez Bouzas
Blanca Caballero |
Fragmentos
“Hace
un tiempo bien largo que los títeres, los cómplices y el enano han tomado por
traición a nuestra ciudad, ellos son los que determinan todo lo que hay que
hacer. El enano tiene unos pensamientos algo extravagantes, y no cesa de
pensar, ahí es donde está la cuestión, siempre buscando algo nuevo que
desestabiliza a las personas. Para ocurrírsele cosas, búsquenlo, no los va a
desilusionar. Quiero ser más explícita en mi exposición, para ellos voy atraer
a colación el caso del muchacho que era tartamudo y trabajaba ayudándole a
cargar sus sombreros (…) Bueno, el muchacho comenzaba a tartamudear cada vez
que le tenía que dirigir la palabra al enano. Este le amarró una piedra de 10 libras a la lengua, he
hizo que hablara con ella en la boca. Bueno, el muchacho ya no tartamudea, se
ha quedado mudo, pero ya no desespera al enano.”
…..
“Veo
un ojo inmenso delante de mi cama, que no cambia su mirada, me mira con una
persistencia petulante, con cada movimiento que hago -que son muchos-, parpadea
y frunce el ceño. Se me está haciendo un nudo en la garganta que no me permite
tragar…los temblores me tienen exhausta, no me queda un músculo de mi cuerpo
que no me duela…tip, tap, tip, tap me he puesto a repetir palabras sin sentido
para no pensar nada, ¿salto por la ventana y termino esta agonía? No, mejor
espero a mañana y veré qué pasa…”
…..
Poema XXVI
para hacer el vestido
de la novia.
La novia ha
regalado su ramo de flores
a los muertos
tendidos en los rieles
del ferrocarril.
Los peces se han
tragado la carnada,
no la pueden
expulsar.
Con el vestido,
los muertos y la carnada
podemos ir de
excursión.”
(Blanca Caballero, Crónicas
de una sonrisa, páginas 15, 45, 100)
Este es un libro que adoro, tal vez porque la autora me lleva a un mundo conocido, donde todos los símbolos reviven recuerdos dolorosos, sobre ese dolor se implanta el alma de la diáspora. Blanca lo pinta con audacia de un modo inesperado y sofocante. Ella no lo sabe, pero en la imperfección de sus intentos se desnuda la belleza brutal de la patria enferma, y lo hace con la sabiduría de la inocencia, que es acaso el horizonte donde más cómoda habita la verdad. Es un libro mágico y vigoroso. Me ha gustado mucho la reseña, y la agradezco.
ResponderEliminarNelson Jiménez Vivero
www.puntoyseguido.us
Una magnífica presentación.
ResponderEliminarSaludos
Mark de Zabaleta
Gracias una vez más Mark por tu lectura y comentario. Saludos igualmente
ResponderEliminarNelson tu lectura del libro de Blanca es acertadísima. Efectivamente en sus páginas parece que resuena la voz de la patria, la ptaria de la infancia y de la juventud, esa Cuba vuestra a la vez tan cercana y tan lejana.
ResponderEliminarSí la inocencia es el espacio donde con mayor vigor brota la verdad. Gracias una vez más por tu lectura e inteligente comentario.