En
tiempos de luz menguante
Novela
de una familia
Eugen Ruge
Traducción de Richard Gross
Editorial Anagrama, Barcelona, 2013, 394
páginas.
Eugen Ruge (Sosva, Urales, 1954), un
matemático y físico formado en la República Democrática Alemana (RDA), que
desde 1989 se dedica con exclusividad al
teatro y a la radiotelevisión, debuta en la narrativa con esta su ópera prima, In Zeiten des abnehmenden Lichts,
traducida al español en el pasado mes de marzo por Editorial Anagrama. Cerca de
cuatrocientas páginas para narrar las interioridades de una saga familiar en
los últimos cincuenta años en la RDA y a
través de cuatro generaciones.
La novela, en efecto, echa a andar con la
fundación de la RDA y concluye con los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Sus grandes protagonistas: el linaje de los Umnitzer y el declive de la utopía
política comunista tal como fue consumada en los países en los que funcionó
como sistema político. Porque, si algo aparece meridianamente claro en la
novela de Eugen Ruge es cómo cada generación de los Umnitzer se aleja más y más
de la fe y de las certezas fundamentales del estado naciente y del partido, con
el cual se identificaba. Eugen Ruge lo refleja a través de esas cuatro
generaciones, cada una de ellas anclada en una posición muy diferente frente al
régimen comunista: desde los patriarcas, genuinos comunistas convencidos de la
causa, hasta los últimos vástagos, representados por el hijo del personaje
vertebrador de esta novela, Alexander Umnitzer , descreídos y que ven el pasado
con vergüenza, como apunta el mismo Ruge.
Para contar esta historia de una familia
comunista y su decadencia, el autor echa mano de su propia experiencia
familiar. Ruge, en efecto, se sirve de la historia de sus abuelos comunistas de
las primeras hornadas, la generación comunista estalinista que aceptó por
disciplina de partido cualquier discrepancia; la de sus padres que mantienen
hacia el sistema una relación menos dogmática y más matizada. Y la suya propia,
la tercera generación, completamente crítica y disconforme con esa utopía
política jamás realizada. En la novela vemos representadas a estas generaciones
por los Powileit-Umnitzer.
Aunque el relato arranca en el año 2001, se
interna mediante oportunas analépsis en
el pasado de esta saga de los Powileit-Umnitzer en los años cincuenta, sesenta
y setenta y centra su foco de atención, de forma especial, en el día 1 de
octubre de 1989, fecha en la que el patriarca Wilhelm Powileit celebra su
noventa cumpleaños, una fecha que el narrador describe desde distintos y
divergentes puntos de vista: la del homenajeado, incombustible defensor del
estalinismo; la de su esposa, tan oportunista como amargada; la de su hijo,
historiador del régimen, pero inconformista; la de su esposa rusa, marginada en
la RDA, marginación que ahoga en alcohol; la de la madre de esta, la anciana Irina que
vive en el mundo de los recuerdos su propio analfabetismo. Y por último, la del
último representante de la saga, el biznieto Markus , un joven desconectado del
contexto familiar y completamente despolitizado.
Este procedimiento narrativo, construido con
pericia y oficio, se repite a lo largo de todo el libro, con una arquitectura
narrativa que alterna capítulos que reproducen el cumpleaños del patriarca, con
otros que narran el viaje a México de su
nieto Alexander en 2001, y otras secuencias que representan incursiones
narrativas en fechas comprendidas entre 1952 y 1995. Presenciamos en este friso
temporal, lleno de avances, retrocesos y determinadas calas, el devenir de la
segunda mitad del siglo XX, lo que le permite al autor penetrar en la
mentalidad de tres generaciones -la del biznieto apenas cuenta-, mostrando la
complejidad de los momentos y circunstancias de forma convincente y nunca maniquea,
relatada a través de pequeñas anécdotas de la vida cotidiana, con las, sin
embargo, logra perfilar la gran novela de la Alemania Oriental, iluminando un
período histórico de luz menguante, sin que el autor se cebe con los errores
del pasado, sin que pontifique verdades. Simplemente pone ante los ojos del
lector varias versiones de los hechos que constituyen la pequeña y la gran
historia del pueblo alemán en la segunda mitad del siglo XX.
Francisco
Martínez Bouzas
Eugen Ruge |
Fragmento
“Abrió
los ojos un breve momento: Kurt, ¡quién iba ser! Para Chov, tú mismo, pensó
Wilhelm. Derrotista. ¡Toda la familia! Excepto Irina, que al menos había estado
en la guerra. ¿Pero Kurt? Mientras duró la guerra, estuvo metido en el campo.
Tuvo que trabajar, ¡qué horror!, con esas manos que ni siquiera servían para
abrir un tarro de pepinos. Otros, pensó, arriesgaron el pellejo. Otros, pensó,
la palmaron luchando por la causa, y tenía ganas de levantarse y hablar de los
que habían palmado luchando por la causa. Hubiera hablado de Clara, que le
salvó la vida: de Willi, que se cagó en los pantalones de miedo. De Sepp,
torturado hasta la muerte en algún sótano de la Gestapo porque se habían
quedado cortos a la hora de eliminar a los traidores. Así fue, profesor sabelotodo,
incapaz de abrir un tarro de pepinos. Así fue entonces y así seguía siendo hoy
día. Tenía ganas de decirlo. Y tenía ganas de decir también otra cosa: sobre el
entonces y el hoy. Y sobre los traidores. Y sobre lo que había que hacer ahora.
Y sobre dónde estaba el problema. Tenía ganas de decir todo eso, pero tenía la
lengua demasiado espesa y su cabeza era demasiado vieja para transformar en
palabras lo que sabía. Cerró los ojos y se reclinó en su sillón de orejas. Ya
no oía las voces. Sólo oía el ronroneo en su cabeza, igual al del agua de la
bañera por la mañana. Y de entre el ronroneo salía una melodía. Y de la
melodía, palabras. Ahí estaban, de repente, las palabras que buscaba: sencillas
y tristes y claras, y tan obvias que en el mismo instante olvidaba que las
había olvidado.
Cantó
en voz baja, para sí, acentuando cada sílaba. A un compás ligeramente
arrastrado, como bien se dio cuenta. Con un trémolo no intencionado:
La verdad del partido es siempre la
verdad
de eso, camaradas, jamás debéis dudar,
porque aquel que lucha por la igualdad,
tendrá siempre de su lado la verdad.
Frente a la explotación y la mentira,
frente al que atropelle a la vida,
frente al que obra con maldad o necedad
aquel que defiende a la Humanidad,
tendrá siempre la verdad de su lado.
Por el espíritu de Lenin fue creado
y por la mano de Stalin unido,
el Partido, el Partido, el Partido.”
(Eugen Ruge, En tiempos de luz menguante, páginas 195-196)
Excelente resumen !
ResponderEliminarMark de Zabaleta