La Muerte Es Otra Cosa
María del Pilar Álvarez Novalvos
Opera Prima, Madrid, 2013, 171 páginas.
María del Pilar Álvarez Novalvos es una
escritora vocacional. Desde aquella noche de febrero en que sus ojos vieron la
luz, sabía, como ella mismo reconoce, que sus células “habían venido al mundo
para imaginar otros”. Y cuando uno imagina mundos, suele sentir el arrebato de
plasmarlos en el exterior de la propia conciencia como materia estética. En su
caso, con la pluma, dados sus estudios y profesión de filóloga. Autora de
relatos publicados en antologías colectivas, revistas literarias y páginas
webs, esa barrera, frecuentemente impenetrable, del mundo de la edición no le
había ofrecido demasiadas oportunidades para publicar en solitario.
Pero finalmente, y nunca mejor dicho, la
voluntad de poder de María del Pilar Álvarez Novalvos venció obstáculos y estos
días, con humildad y al mismo tiempo con gran riqueza y agudeza literaria, nos
brinda su primer libro en solitario: La Muerte Es Otra Cosa, un gozoso océano
de relatos -microrrelatos en su mayoría-
con los que su palabra sabia, lozana y preñada de imaginación, sale al
encuentro de los lectores.
La autora articula esta su opera prima en
solitario, setenta relatos y/o microrrelatos de recompensa inmediata, en nueve
secciones, que bajo distintos rótulos y con dispares disfraces, giran todos
ellos en torno a la vida y sus mil caminos, huellas, vicios, pecados capitales,
inverosímiles milagros, cefalópodos predilectos y su llanto invertebrado,
dolores y desalmadas afrentas, deseos y silencios que preceden a la desgracia,
los escalofríos que duran tres infiernos, las aleatorias fatalidades
existenciales, sus fugaces o permanentes paranoias y mil avatares más con sus
cotidianidades, contradicciones o
fulgores, convertidos en materia diegética. Y finalmente, ese final del río de
la existencia: la muerte y la premuerte. La muerte amada y la muerte envidiosa
de los grandes amantes. Sí, esa muerte sometida también ella a la rueda del
tiempo (“bucle del tiempo”, escribe la autora) que le hace generar vida.
Con humor y fina ironía muchas veces, o con
disimulada o indisimulada rabia otras, la escritora teje estos cuentos
entrelazando el relato hiperbreve con otros de mayor densidad y amplitud. Todos
ellos, sin embargo, de premio inmediato. La condensación o la frase genial que
nos sorprende no son frutos de ese albur, de ese momento de talento que puede
tener incluso un mal escritor.
En una valoración de conjunto de esta
narrativa breve de María del Pilar Álvares Novalvos, yo diría que la autora nos
acerca a la vida, a su rica y proteica variedad, interpretadas desde la mirada
irónica, a veces risueña y compasiva y gobernada en su plasmación escrita por
las exigentes leyes de la ficción breve: argumentos definidos o implícitos que
el lector completará sin dificultad; relatos muy narrativos, incluso aquellos
en los que la condensación es máxima. Prosas preñadas pues de carga diegética,
de mundos ficticios o reales que constituyen la historia narrada. En su mayoría
se yerguen sobre estructuras proteicas y participan, por consiguiente, de una
gama de géneros o subgéneros (la poesía, el cuento tradicional, la fábula,
materiales seguramente biográficos…). Aquellos, en los que la concentración es máxima,
son bellos como teoremas, sorprendentes, mortíferos, con finales fulminantes y
una última frase cortada como un diamante, exacta, helada. La elisión en estado
puro.
La hechura lingüística, en aquellos en los
que no condensan su estructura narrativa,
nos revela una prosa grácil, tendente con frecuencia al barroquismo. Prosa torrencial
que se recrea en la búsqueda de la palabra exacta o en sutiles matizaciones.
Prosas densas que se suturan a veces con
otro tipo de escrituras más sensuales, lúbricas, capaces de seducirnos y que,
sin embargo, no disfrazan el momento epifánico de la historia. En conclusión,
una gran hondura y calidad de texto para un afortunado debut.
Francisco
Martínez Bouzas
María del Pilar Álvarez Novalvos |
Fragmentos
Cambio de imagen
“-Por favor, sea breve -dijo-, y corte
lo máximo posible.
-No se preocupe -respondió el peluquero.
El cliente cerró los ojos.
Cuando los abrió, su imagen ya no estaba
en el espejo.”
…..
Lluvia
“Llueve. Las gotas recorren el callejón
como lanzas y se vuelven torrente, olas sin espuma y sin vaivén. Desde la
oscuridad, una farola rota vigila los pasos de los que llegan huyendo de la
luz. No hay más testigos que la piedra y el viento, que aúlla sin cesar. El
agua lame los peldaños y murmura palabras como gritos débiles de mujer.
A
contraluz, dos siluetas son engullidas por aquel pozo. La de menor estatura
llora confusa porque aquella tarde parecía como todas. La sombra más alta no
habla, la empuja hasta el fondo y la sujeta contra el poste. Ella pregunta
porqué me has traído hasta aquí, teníamos que ir directamente a casa…De un tirón,
el gigante le arranca la mochila y arroja el paraguas a aquel mar que no
refleja. Qué vas a hacer, dice al sentir que una mano le levanta la falda
mientras la otra se desbrocha el cinturón. Déjame y te prometo que no diré nada…,
intenta de nuevo. Pero una lengua le oprime los labios y dos manos amasan sus
pechos. Golpea y golpea contra el muro de carne. Unos pantalones se desploman y
ella reprime un grito cuando algo caliente la rasga…Se olvida de dónde está. De
quién es. De quién es él.
Ha
dejado de llover. La noche es más oscura.
Recoge
el paraguas, la mochila, el dolor y deja allí su memoria, bajo la farola rota.
Y se prohíbe para siempre recordar que antes de que se marchara preguntó a
aquella sombra y cuando llegue a casa qué voy a decirle a mamá.”
…..
Regalo
“-¿Ya has terminado?
-Sí. Debo acabar este libro para el
lunes, tengo examen.
-No has limpiado el mueble del comedor;
todavía hay polvo.
-Javi puede terminarlo. Tiene dos manos.
-¡Venga, mujer!, que él hoy ha jugado
partido y está cansado…
-¿Sabes que voy a pediros para mi
cumpleaños?
-¿…?
- Un pene.”
…..
Lógica negra
“-Merezco clemencia… -se defendió el Diablo.
Dios soltó una carcajada:
-¿Por qué?
-Porque tu Luz no existiría sin mis Tinieblas”
(María del Pilar Álvarez Novalvos, La Muerte Es Otra Cosa, páginas 27,
29-30, 69, 88)
Muchísimas gracias por tus palabras, inmensamente generosas, por tu lectura tan atenta, por tu análisis profundo y minucioso.
ResponderEliminarEs un gran honor que mi libro haya sido leído y reseñado por un lector tan avezado, tan exigente y tan respetuoso como tú.
Un gran y cálido abrazo azul