Mo Yan
Traducción de Anne-Hélène Suárez Girad
Editorial Seix Barral, Barcelona, 2012, 127 páginas.
Un libro peculiar, que se puede encuadrar
entre la novela, las memorias y la autobiografía. No es ninguno de estos
subgéneros por separado, pero, sin duda, es todos ellos juntos. También, una
mirada a los cambios operados en China desde la llegada de Mao. De hecho Mo
Yan, escribió este libro en 2010, por encargo de una editorial india y para una
colección titulada “¿Qué es el comunismo?”. Son las coordenadas editoriales en
las que se mueve Cambios, seguramente
la obra más personal del último Premio Nobel de literatura y quizás el más
apropiado para introducirnos en la producción literaria de un escritor conocido
en España gracias a su novela Sorgo rojo,
sobre todo en su versión cinematográfica realizada por el director Zhuang
Yimou.
Pero para comprender cabalmente el fondo de
la novela y los rasgos del escritor Mo Xie, alter ego de Mo Yan y protagonista
principal de Cambios, considero que
es conveniente conocer algunos jalones de la vida del Premio Nobel. Mo Yan, que
significa irónicamente “No hables”, es el heterónimo de Guan Moye, nacido en
1955 en el seno e una humilde familia rural. A los doce años abandona el
colegio -su alter ego Mo Xie es expulsado- y,
a partir de este momento, comienza la connivencia con el régimen
comunista. Debido a su extracción social, “campesino medio”, tiene acceso a las
Fuerzas Armadas. Se alistó por consiguiente en el Ejército popular y empezó a
estudiar literatura y a escribir. Para el régimen comunista Mo Yan es el primer
escritor chino que ha conseguido el Nobel, puesto que le niega esa misma
condición a Gao Xingjian que fue premiado por la Academia Sueca en el año 2000.
Sin embargo, la disidencia interna y externa china ha puesto en tela de juicio
al Nobel del año 2012, debido precisamente a su complicidad con el régimen. No
obstante, Mo Yan sigue viviendo y escribiendo en China y en Cambios censura y pone en tela de juicio
muchos de los avatares soportados por sus compañeros durante la Revolución
Cultural, si bien su enfoque es desdramatizador y en cierta medida está
dulcificado por la impregnación de un fino humor.
Cambio
es el relato de los últimos cuarenta años de la historia china, reflejados
en la percepción de un chico, Mo Xie, que alcanza la edad adulta en un ambiente
demasiado estrecho. Y como el protagonista es el alter ego del autor, con lo que
se va a encontrar el lector es, en definitiva, con la vida y peripecias
existencias del escritor, en sus itinerarios vitales y profesionales:
estudiante, obrero, militar y escritor. En este libro, autorreferencial aunque
sea de forma vicaria, tienen así mismo un papel relevante las personas
corrientes que le acompañaron desde su niñez: sus profesores, especialmente Lin
el Bocazas, el descarado compañero He Zhiwu, que se substrae a cualquier
principio de autoridad y que regresa en la conclusión del texto para hacer un
minucioso relato de sus vida y peregrinas proezas; Lu Wenli, la hermosa
compañera que acaba contrayendo matrimonio con el profesor del colegio al que
todos odian. Incluso forma parte del repertorio de personajes el camión Gaz 51
de fabricación soviética, que conducía el padre de la bella Lu Wenli y que en
la novela aparece como un actante más, plenamente humanizado.
Mo Yan enhebra en su relato la historia
cotidiana de un país en permanente cambio, usando el pasado para describir el
presente y esforzándose para que su escritura sea un fiel reflejo de la
sociedad china, una sociedad que, a
pesar del desarrollo y del progreso alcanzados en la últimas décadas, sigue
conservando sus costumbres ancestrales: la consistencia de las jerarquías
sociales, la costumbre de los regalos, esos sobres con dinero, verdaderos
sobornos a posteriori, la obsesión por la riqueza, mucho más importante que el
amor a la hora de concertar matrimonios o relaciones sentimentales.
A lo largo del relato, el autor sigue la
trayectoria de sus personajes y con ese rastreo intenta reflejar las
transformaciones acontecidas en China en las últimas décadas, que justifican el
título del libro. El tono de la escritura de Mo Yan no transmite, sin embargo,
una perspectiva de la vida negativa. Predominan las modulaciones maliciosas,
sarcásticas, sobre todo cuando de una forma sutilmente corrosiva critica las tropelías y desmanes que
tuvieron lugar durante la Revolución Cultural. Añádase a todo esto una prosa
con un gran poder descriptivo y narrativo, la creación de verdaderos universos
satíricos, conjugados con excelentes ráfagas de lirismo. Y buenas dosis de
magia, aprendida o heredada de escritores como Faulkner, García Márquez o Italo
Calvino y que alimenta las raíces de una estética que ha sido bautizada como “realismo
alucinatorio”, que justifica el dictamen de la Academia Sueca cuando le concedió
el Nobel: “una fusión de realismo visionario, cuentos populares, historia y
contemporaneidad”.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“Yo
era muy poca cosa, un desgraciado desde la infancia, especialista en pasarme de
listo para acabar metiendo la pata en todo. A menudo, cuando trataba claramente de hacer la pelota a algún profesor,
éste creía que en realidad estaba intentando comprometerlo o meterlo en apuros.
Cuántas veces exclamó mi madre: «¡Hijo mío, eres como un búho anunciando una
buena nueva: por mucho que te esfuerces, a nadie alegra!», y era verdad. A
nadie se le ocurría nunca relacionarme con una buena acción; en cambio, todo lo
malo era culpa mía.”
…..
“Era
Un Gaz soviético desechado en el 53, tras la Guerra de Resistencia a la Agresión
Norteamericana y de Ayuda a Corea. Dicho de otro modo, era un camión histórico
y de méritos gloriosos. En los años de violencia desatada, había desafiado
lluvias de balas avanzando siempre heroicamente. En los de paz, seguía
corriendo sin parar, dejando tras de sí una nube de polvo en la carretera.
Cuando el camión pasaba delante de nosotros, veíamos a través de la ventanilla
el aspecto ufano que mostraba el padre de Lu Wenli. Unas veces iba con gafas de
sol, otras no. Unas veces llevaba guantes blancos, otras no. A mi lo que más me
gustaba era cuando llevaba los guantes blancos y las gafas de sol. Porque habíamos
visto una película en la que un heroico agente de nuestro ejército en misión
secreta de reconocimiento llevaba guantes inmaculados y gafas oscuras, disfrazado
de oficial enemigo para inspeccionar las posiciones de artillería del ejército
opuesto.”
…..
“Lo
primero que hicimos fue ir a la plaza Tia’anmen, donde hicimos cola para
fotografiarnos, luego otra cola para visitar el mausoleo del presidente Mao y
rendir homenaje a sus restos mortales. Mientras contemplaba al presidente
tendido en el sarcófago de cristal, recordé la sensación de cataclismo que había
tenido dos años antes al oír la noticia
de su fallecimiento; el desengaño al descubrir que en el mundo no había dioses.
Ni en sueños habríamos creído que el presidente Mao moriría un día, pero murió.
Creíamos que si moría el presidente Mao, sería el fin de China. Pero llevaba
dos años muerto, y el país no sólo no había llegado a su fin, sino que iba
mejorando paulatinamente.”
(Mo Yan, Cambios,
páginas 9-10, 20-21, 59-60)
Una novela que parece francamente interesante.
ResponderEliminarGracias
Mark de Zabaleta