Eva
Yárnoz
Ediciones
Trea, Gijón, 2019,68 páginas.
Por segunda vez y en el breve período de
unos meses, me acerco y degusto la poesía de Eva Yárnoz. Degusto y reflexiono
porque es imposible leer los poemas de la poeta nacida en Pamplona, pero
aclimatada en Madrid, sin que sus versos no nos penetren muy dentro y nos hagan
meditar. Fue primero Filiación
(2017), también una colectánea de poemas con gran carga significativa y
experiencial. Es ahora cauces del que
teje, recientemente editado por Ediciones Trea; un libro que reúne más de
cuarenta poemas y que, como los textos versales de Filiación tampoco transitan por contornos lingüísticos y sobre todo
conceptuales sencillos. ¡Qué diferencia tener ante los ojos la simpleza
poética, casi siempre de signo erótico, que transita por algunas redes sociales
y este entramado de poemas en los que no hay concesiones ni a la galería ni a
golosas sensualidades sensoriales!
Poemas que no buscan agradar sino descorrer
el velo de la realidad. Poemas en los que no se trabaja el efectismo, y están
muy lejos de lo coloquial exteriorista, de aquello que, a primera vista, puede
impulsar al lector, mas privándole de pensar. Por eso si a algo me suena esta
selección de poemas es a poesía meditativa, con ciertos ramalazos de intuición,
con fusiones quizás de lo poético, lo filosófico y lo teórico. Se acostumbra a
calificar este tipo de poesía como esencialismo lírico, pero con una importante
salvaguarda: en los poemas de Eva Yárnoz no hay una deshumanización de los
elementos estéticos y de la literatura. Quizás a veces se trata de una poesía
del conocimiento intelectualizado y con ciertos visos de hermetismo, al que se
vinculan poetas como Jorge Guillén o Paul Valery.
Una poética que promueve la relevancia del
libro de poemas visto como macroestructura unitaria, en detrimento de una posible
intención como colectánea de textos, rebosantes cada uno de distintos mensajes.
En la sinopsis del libro de alguna manera se
alude a todo esto: “(…) evoca un entramado de fuerzas invisibles que ordenan el
universo, un cosmos al que solo podrá accederse transcendiendo el reino de la
mente” Y todo ello desde el no saber socrático, ya presente en las raíces de Filiación. El no saber la realidad para
poder llegar a comprenderla en puridad. Llegando para ello la voz poética a
renunciar a entender intelectualmente lo que la rodea, asumiendo, en
consecuencia, realidades emocionalmente dolorosas.
Así, por ejemplo el poema “prisma” que nos
acerca a los territorios del deseo y a lo que somos incapaces de ver y
comprender cuando deseamos algo. No debe extrañar, por consiguiente, que el
libro se inicie con un breve poema, “espiga sola”, un texto versal en el que el
yo poético prácticamente reitera lo que vengo diciendo: convertirse en espiga
sola mecida por el viento (…) sin apelación de nombres. “nadamos en la
incertidumbre absoluta”. En otros poemas se nos habla de claustros encerrados,
habitar entre las piedras, sin jamás tocar nada (…) “quedamos en el campo
incierto de las costuras”; permitir que los significantes sean solamente eso
(…) “permitir la vida sin nosotros” (…) estar sobre los bosques, “amado terror
entre las hojas muertas”. Estar en la disolución sin nombre para perseguir la
liberación de uno mismo, especialmente del sufrimiento interior.
Habitar en la soledad, un motivo poético que
se reitera en varios poemas. La soledad como una costura rota, de disoluciones
próximas, disolución de los pulmones. Hasta la realidad es inestable porque es un espacio que se
deforma. Ausencia o negación de nombres, o nombres rebosantes o rebosados por
la materia; nombres al sonido que se diluye. Y tras todo ello, la esencia de
todo lo que sufre. Mas siempre hay un intento de asumir esa negatividad y
convertirla en luz difusa que nos permite ver solo los jardines, no la
totalidad de lo que significa vivir y poder seguir procreando, no en lo feo,
sino en lo bello como reza la cita de Diótima.
Poesía tanto en prosa como en verso, alejada
de lo volcánico. La poeta sabe contener la calma furiosa que podría aquejarla.
No hay desenfreno ni desmesuras, pocos operadores poéticos formales. Pero casi
todos los poemas de este libro son gritos que nos interpelan. La poeta alienta
con aciertos la respiración lírica, por dolorosa que sea, usando además con
acierto esas palabras menos afectivas que las de Filiación. Pero ese es su cometido: no inducirnos a gozar
sensorialmente, sino a hacernos pensar. Poesía quizás no de hoy, poco novedosa.
No rebosa cotidianeidad, ni humor y hondura sentimental, amorosa. Rebosa, eso
sí, de incitaciones para hacernos reflexionar.
Francisco
Martínez Bouzas
Eva Yárnoz |
Cuatro poemas de “cauces del
que teje”
espiga sola
“así hago tu
voluntad torpemente, hasta donde puedo.
así me convierto en
la espiga sola mecida por el viento.
así congrego a mis
amigos, sin apelación de nombres, y separo las formas incontables, y las
destruyo.
Estoy en la
apelación con los nombres, y silvo al viento que me circunda, y a las olas que
son una. y a los dedos que nunca tocan.
sin apelación de
nombres, nunca tocamos nada. Nadamos en la incertidumbre absoluta y no decimos
sino amarillos en lo azul perenne que nada significa”
(página 11)
…..
partos
“reposa la mano
ardiente, el deseo agota los términos que preguntan. quedas exhausta con las
manos tendidas, sobre el cuerpo de hielo o sobre el llanto helado. quedas
tendida sin nombres, sobre la masa inerme que anhelabas. todo era todo. todo se disuelve. todo está enhebrado
tiernamente por un orden de la calma, contemplamos sin sombres las auroras, y
si nace un niño, el niño nace en tus ojos quieto. No estamos aquí para
sistematizar los partos.”
(pagina 17)
…..
nieve
“la mente que sabe
en su cubil del pensamiento cuestiona los tapices que cuelgan de sus paredes. y
no sabe qué dicen las voces que gimen ahora en los profundo de la nieve. hay en
la nieve sinfín de ritmos, sin el movimiento dulce y consistente del último que
subyace.
Congelamos los
mimbres. está próxima la hibernación de los organismos unicelulares. hay vida
interestelar en la falda de los volcanes.”
(pagina 28)
…..
baile silencioso
“estoy en un baile
silencioso con las algas y el coral. no espero nada entre las piedras
disgregadas del agua. el agua respira bajo la arena. las aves marinas rezan en
su lengua un saludo al sol o un sin morir ahora. no contamos más segundos. el
universo se deforma en mis pupilas.
mis ojos constriñen
la materia hasta que estalla. como dientes de león expandidos viajan en sus
cuencas con sus miembros. y todo se contrae o se dilata.”
(pagina 32)
Eva
Yárnoz, cauces del que teje)
No hay comentarios:
Publicar un comentario