viernes, 19 de julio de 2019

LECTURA CÓMICA DE UN PERÍODO TRÁGICO


Una comedia ligera
Eduardo Mendoza
Edición e introducción de Javier Aparicio Maydeu
Epílogo de Eduardo Méndoza
Ediciones Cátedra, Madrid, 647 páginas.

   


   Con una extensa introducción de más de cien páginas, Javier Aparicio Maydeu ofrece en Ediciones Cátedra la edición crítica de Una comedia ligera de Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943), perteneciente a una fértil generación de escritores, tanto de autores que escriben en español, como en otros idiomas. Adscrito al realismo, pero con huellas de vanguardirmo, porque, como señaló el crítico Ignacio Echeverría ejerce “la tradición” -y la convención- en un sentido no radical. Reverencia a la tradición sin someterse a ella.
   Eduardo Mendoza es uno de esos escritores que dejan huella en la literatura española y no solamente por  La verdad del caso Savolta, su novela más conocida, sino por el conjunto de su producción que aglutina las tendencias estéticas y “los latidos anímicos” del momento que le tocó vivir. Es pues un emblema de su generación. Un autor que fundamentalmente suena  a Eduardo Mendoza, aunque son muchos los libros cuyo influjo se deja sentir en su obra. Mestizaje literario ya que no es posible la creación “ex nihlo”.
   La trama de Una comedia ligera se desarrolla en una pequeña localidad de la costa catalana, y en su mayor parte en Barcelona. Una Barcelona de finales de los años cuarenta, con todas las connotaciones negativas de aquellos años: clases sin protección social, miseria económica, corrupción, estraperlo entre las clases burguesas, altanería de los personajes que ejercen el poder, escrupulosidades en las relaciones amorosas, especialmente por parte femenina, un libre y despreocupado desparpajo entre el lumpen que sobrevive como puede en el barrio chino o en sus alrededores. Y sobre todo una tristeza tan pegajosa como la niebla o el calor húmedo de la ciudad. La acción si sitúa una década tras el final de la Guerra Civil, solamente recordada como una presencia fantasmal. Y da cuenta de los efectos de una vida dura y llena de privaciones, pero desde la perspectiva amable de la vida regalada de la burguesía.
   Un renombrado comediógrafo, Carlos Prullas, cuyas piezas teatrales empiezan a sonar a viejo, a algo pasado de moda, prepara su último estreno: una comedia de enredo. Carlos Prullas es un superviviente de la Guerra, un hombre sin voluntad y ajeno a cualquier compromiso. Pero posee la habilidad de sortear la crudeza de la Postguerra. Adúltero, promiscuo, machista y con bastantes galones de crápula. La comedia cómica ideada por Prullas se titulará ¡Arrivederci pollo!  Es un enredo vodevilesco y carente de sustancia. A la vez que ensaya la obra, Prullas, sin pretenderlo se ve sumergido hasta el cuello en una verdadera comedia muy semejante a la que él pretende estrenar, pero, en vez del teatro, ahora los que está presente es la realidad. Y en un triángulo amoroso con una joven actriz,  un empresario se le presenta y, tras una larga noche de juerga, y el empresario resulta asesinado. Prullas será el primer sospechoso para la policía.
   

                                           
Eduardo Mendoza
 
   Eduardo Mendoza construye esta novela con personajes que llevan su papel al extremo. Todos giran alrededor del protagonista, especialmente los principales: Lorenzo Verdugones, un cargo policial franquista hasta el tuétano que ya ha decidido que Prullas es culpable; el director de la obra, Pepe Gandet, la primera actriz Mariquita Pons, una vecina de la localidad de veraneo de la familia; Marichuli Mercadell, con la que al autor teatral tiene un encuentro extramatrimonial; Martita, su esposa, hija única de un rico empresario y que para que no interfiera en sus infidelidades matrimoniales, la tiene veraneando en Masnou. Y junto a ellos una amplia nómina de secundarios. La historia finaliza como cualquier comedia de teatro costumbrista: Con todo más o menos arreglado, tras haber sorteado muchos avatares.
   No es sin duda Una comedia ligera  la mejor obra de Eduardo Mendoza, pero sí una buena novela, entretenida y salpicada de guiños cómicos y cierta crítica al franquismo, a la burguesía catalana, a la curia, pero dicho todo con comicidad elegante. Lenguaje claro, sencillo y fluido; estilo libre indirecto, con el que Eduardo Mendoza traslada a la Barcelona de finales de los años cuarenta, reproduciendo con fidelidad e ironía, las costumbres de sus habitantes. Y lo mejor y más reseñable, la edición crítica de esta novela, “lectura cómica de un período trágico” sobre un texto base elegido junto con el autor de la última edición de 1916.

Francisco Martínez Bouzas

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