lunes, 1 de abril de 2019

"LA UNICA HISTORIA". LAS MAREJADAS DEL AMOR


La única historia
Julian Barnes
Traducción de Jaime Zulaika
Editorial Anagrama, Barcelona, 2019, 231 páginas.

   La pericia a la hora de crear tramas, usar las formas y las estructuras narrativas le otorga a Julian Barnes (Leicester, 1946) los suficientes méritos para hacer que su novela The Only Story (La única historia) se haga con el honor de convertirse en el número 1.000 de la colección Panorama de Narrativas de Anagarma. Una novela que en absoluto desentona de su obra creativa anterior. Un tono melancólico modula, como en otras obras, El sentido de una final por ejemplo, la entonación y sus implicaciones morales.
   Barnes sitúa la novela en los años 60, época de múltiples revoluciones sexuales, en la penumbra de la clase media, los que él llama los “habitantes de los intersticios”. Es verdad, como se ha escrito, que Barnes, como Flaubert, se ha propuesto escribir la historia moral de su generación, visibilizar sus pasiones, y a fe que lo está consiguiendo. Por ejemplo, que un adolescente de diecinueve años se enamore y pierda la virginidad con una mujer que roza los cincuenta, con un marido y dos hijas que le igualan en edad.
   La única historia, el título e la versión española hace referencias a que todos, hombres y mujeres, hemos vivido al menos una historia de amor. Pero de entre todas ellas, solamente una alcanza la categoría que la haga merecedora de ser contada, posiblemente debido a las profundas huellas que ha dejado. “Solo hay una que importa, una que a la postre vale la pena contar” (página 13).
   El relato de Julian Barnes contado por Paul, el joven de diecinueve años que se enamora de una mujer de cuarenta y ocho con marido y dos hijas y que  a lo largo de la novela cuenta su historia en forma  de un tríptico, está movida por la voluntad de verdad, y esa es la razón por la que nos va haciendo llegar su romance a trozos, según los dictados de sus memoria.
   Y ya se impone una breve sinopsis de la novela: Paul, el joven de diecinueve años, regresa a principios de los 60 a la casa de sus padres. Allí conoce a Susan MacLeod, casi cincuenta años y dos hijas esposa insatisfecha, el matrimonio con el marido no incluye sexo desde hace veinte años. Paul frecuenta la casa de Susan y se queda a dormir sin que a nadie le extrañe demasiado. Tampoco el hecho de que, llegado un momento, deciden ir a vivir juntos haciéndose pasar por tía y sobrino. Pero muy pronto se inicia el descenso a la hecatombe, el alcoholismo de Susan, su deterioro exterior e interior. Y en Paul surgen ciertas consideraciones morales, especialmente una: ¿tiene alguna viabilidad de futuro un amor transgresor como el suyo con Susan?
   La historia contada por Paul transcurridos más de cincuenta años, está repleta de interrogantes cruciales: ¿cómo se gestiona el amor, cómo se maneja un asunto cuando existe esa diferencia de edad, sobre todo en una sociedad mojigata? Son algunas de las coordenadas por las que transcurre la novela. Los dos amantes son conscientes de vivir inmersos en el centro de una sociedad gazmoña, y sin embargo deciden seguir adelante. La novela presenta muchas otras preguntas. Quizás la más importante es si es viable un amor como el de Paul y Susana.
    

                                        
Julian Barnes


Julián Barnes escribe una historia a la vez dura triste y melancólica. Se ha escrito que Barnes, desde sus comienzos, siempre se enjuagó de los brillos de lo que pudo haber sido y se quedó con el óxido de lo que realmente es. En la novela, poco a poco, va revelando el desgaste de una pasión amorosa que parece indestructible. Es por eso una novela repleta de pesadumbres, porque, frente al inexperto idealismo, se oponen y terminan por vencer la oposición familiar, el infierno del alcohol, las mentiras, la soledad, las carencias de lo imprescindible, el sexo triste.
   Una conclusión que Julian Barnes va anticipando  desde las primeras líneas, cuando su protagonista masculino, a sus diecinueve años, piensa que el amor es incorruptible, a prueba del tiempo y del deterioro.
   En autor no emplea una estructura rompedora. Hace un buen juego de la única voz narrativa que va apareciendo en primera, segunda o tercera persona, aunque el que desgrana la historia es siempre Paul, en correspondencia con las fases de la relación y con la maduración de los sentimientos. Prosa exquisita, alto nivel literario y una tonalidad a la vez trágica y melancólica que de forma devastadora nos hace reflexionar sobre las catástrofes que a los ojos idealistas de los enamorados parece infinitamente alejadas.

Francisco Martínez Bouzas

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