lunes, 25 de septiembre de 2017

DIÁLOGO ENTRE POESÍA Y PINTURA

Aprehenderse
Montserrat Villar González / Juan Sebastián González
Prólogos de Dante Medina y José María Larrondo
Amargord Ediciones, Colmenar Viejo (Madrid), 2017, 65 páginas.

   Según confiesa Montserrat Villar en las palabras previas de este libro, una de las obsesiones que últimamente le persiguen, es traducir a palabras, a sus propias palabras, la realidad y la interpretación que otros hacen de la realidad en otros lenguajes y en otros idiomas…traducir el alma del otro en mi propio idioma. Es así como nació este proyecto con el pintor Juan Sebastián González. Una colaboración, un diálogo personal entre poesía y pintura, partiendo del concepto que expresa el término aprehenderse. Captar lo que el otro está expresando mediante los colores o la palabra y darle forma con los instrumentos expresivos que en cada cual habitan.
   Once pinturas de Juan Sebastián González fueron absorbidas de forma tan personal como original por los ojos de la mente y del corazón de Montserrat Villar que tradujo la experiencia del goce estético en once poemas. Una reinterpretación del otro que es al mismo tiempo reinterpretación de uno mismo. Esa experiencia le da forma y contenido a la primera parte de este libro: “De la paleta a la palabra”. En la segunda parte, “De la palabra a la paleta”, el artista plástico aprehende  once poemas de Montserrat González y con ellos pinta once cuadros. Versos que el pintor siente y que son transformados en trazos y colores a través de los pinceles. Atrapar cada verso, cada estrofa, cada poema en pinturas. Para hacerlo, el pintor escogió al azar una palabra de cada verso, proyectando sobre ellos los colores de su paleta.
   Eso es este libro: una poetización de pinturas que el sello editorial reproduce, y una pintura de poemas. Es indudable que, al menos la primera parte, “De la paleta a la palabra”, se asienta sobre el concepto clásico de écfrasis, el ejercicio literario que consiste en interpretar un objeto de arte. Ya en las retóricas clásicas se reconocía con el nombre de écfrasis a la figura equiparable a la hipotiposis, una descripción vívida capaz de materializar visualmente la realidad representada. Será, sin embargo, a partir del siglo XVIII, cuando el término restringe su significado, sin perder esa marca de sugestión visual ante una pieza artística de naturaleza plástica, remitiendo para ello al tópico de Horacio considerado canónico: “ut pintura poisis”. Un trabajo de Leo Spitzer representa el momento definitivo en el que se acota el término  y se comienza a indagar en la mímesis  desde el texto ecfrático. Una representación de una representación, priorizándose además a la poesía como arquigénero ecfrático privilegiado.
   Los poemas de Montserrat Villar funcionan por consiguiente como constructos verbales, ontológicamente equivalentes a la obra plástica plasmada en las pinturas de Sebastián González. Pero añaden algo más: no solo analizan o traducen las pinturas sino que las aprehenden, las interiorizan, las sienten, para expresarlas acto seguido en la magia del poema. Dos magias -la pintura también lo es- que se retroalimentan entre sí.
   La poeta lo expresa ya en la contemplación de la primera pintura de Juan Sebastián González: “observamos la realidad que nos respira / Llegamos a distinguir colores que antes eran sorpresa” y surge “la emoción de la caricia (página 21). Y lo reitera en sentidos poemas que la atan a la vida, Poemas de tonalidad expresionista, como casi todos los suyos, que exploran la dimensión existencial (“Abrazarse a la nada / esperando que las sombras /arañen luz”, página 44; La vida / es esta corta pausa que nos deja soñar / con una libertad inalcanzable / que danza cada noche en el infierno, página 60) y que la paleta pictórica intenta plasmar con trazos y colores.
   Poemas ásperos y duros en algunos momentos que surgen “sin desaliños vacuos” (Dante Medina). Que nunca se descoyuntan, que aprehenden o son aprehendidos por la paleta pictórica. El fruto es un libro hermoso, valioso, que amalgama, en un diálogo desde el pensamiento y el sentimiento, el lenguaje pictórico y el lenguaje poético.

Francisco Martínez Bouzas



 Montserrat Villar González

Juan Sebastián González


Selección de poemas

Lo que en mi mente permanece

“Se disgregan las razones
de contar toda y cada una
de mis pulsiones para respirar.

Se olvida el tiempo
de aprehender cada uno
de los latidos que me sobreviven.

No renuncio a las palabras,
a las caricias, a los deseos.
No renuncio al silencio
escogido entre las sombras
y convertido en camisa de fuerza
que me protege de la desidia.

Gotea cada no-sonido
en la memoria que se comba
 y forma charcos,
cristalinas playas
en que nadie marcará sus huellas.”
(pagina 29)

…..

No consigues alejarte de mí

“Quise ser piedra para
soportar  la lluvia estoicamente,
el frio del invierno impasible,
el rozar de un escuálido animalito.

Quise ser piedra
y me convertí en roca
a orillas de un mar que se bate
contra sí mismo, cada día,
intentando alcanzar el mundo que lo observa.

Quise ser piedra
y el mar me convirtió en la arena
que siempre me he sentido,
aún húmeda, cubierta de algas y espuma,
pero mañana, brisa seca
que vuela sobre las cabezas que me ignoran.”
(página 33)

…..


A veces, asombro ante la naturaleza

“Hoy las horas pasarán más lentamente,
inverso de un solsticio de soleado alimento.

Hoy las horas anidan en el cabello grisáceo
de los árboles que su verde inmolan.

El silencio se precipita en una escueta tarde
con largos meses de abrigadas mantas.

Hoy las horas pasarán más lentamente
mientras la noche,
ahora sí,
exige su presencia.”
(página 37)

…..


Pictosilabario

“Volatizar el miedo
ensartar con rayos de luz
los huesos.

Aprehender la palabra,
despegarse las escamas,
alienar los círculos concéntricos.

Transformar el pálido aire,
mezclar invisibles pátinas,
enderezar los cabellos,
fustigar el denso aire
en la intemperie.

Asumir los espectros que
niegan la visibilidad del tiempo.
Abrazarse a la nada
esperando que las sombras
arañen luz.”
(página 44)   

…..

Sobre la tumba del poema

“Escribir con las uñas sobre ladrillos
hasta que sangre el poema.

Gritar con rabia encendida
hasta que el alma
se rompa en piezas.

Vendar las llagas con ansias
para que escueza todo el dolor que encierra.

Cortar los muñones inútiles
hasta sentir
que las cicatrices atrapan los miedos.

Sobre la tumba del poma
hacer brincar a las palabras
que alimentarán a los cadáveres
ausentes del cementerio.”

(página 50)

4 comentarios:

  1. Son preciosos los poemas, de gran calidad poética, pero me hubiera gustado ver la obra de Juan Sebastián González, para poder ver con la mirada poética de Montserrat Villar González, pero bueno, excelente reseña como siempre y de antemano, quedo enamorada de sus poemas. Un abrazo.

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  3. hubiera gustado ver las pinturas como contrapunto.

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