Montserrat Villar González / Juan Sebastián González
Prólogos de Dante Medina y José María Larrondo
Amargord Ediciones, Colmenar Viejo (Madrid), 2017, 65
páginas.
Según confiesa Montserrat Villar en las palabras
previas de este libro, una de las obsesiones que últimamente le persiguen, es
traducir a palabras, a sus propias palabras, la realidad y la interpretación
que otros hacen de la realidad en otros lenguajes y en otros idiomas…traducir
el alma del otro en mi propio idioma. Es así como nació este proyecto con el
pintor Juan Sebastián González. Una colaboración, un diálogo personal entre
poesía y pintura, partiendo del concepto que expresa el término aprehenderse. Captar lo que el otro está
expresando mediante los colores o la palabra y darle forma con los instrumentos
expresivos que en cada cual habitan.
Once pinturas de Juan Sebastián González
fueron absorbidas de forma tan personal como original por los ojos de la mente
y del corazón de Montserrat Villar que tradujo la experiencia del goce estético
en once poemas. Una reinterpretación del otro que es al mismo tiempo
reinterpretación de uno mismo. Esa experiencia le da forma y contenido a la
primera parte de este libro: “De la paleta a la palabra”. En la segunda parte,
“De la palabra a la paleta”, el artista plástico aprehende once poemas de Montserrat González y con
ellos pinta once cuadros. Versos que el pintor siente y que son transformados en
trazos y colores a través de los pinceles. Atrapar cada verso, cada estrofa,
cada poema en pinturas. Para hacerlo, el pintor escogió al azar una palabra de
cada verso, proyectando sobre ellos los colores de su paleta.
Eso es este libro: una poetización de
pinturas que el sello editorial reproduce, y una pintura de poemas. Es
indudable que, al menos la primera parte, “De la paleta a la palabra”, se
asienta sobre el concepto clásico de écfrasis, el ejercicio literario que
consiste en interpretar un objeto de arte. Ya en las retóricas clásicas se
reconocía con el nombre de écfrasis a la figura equiparable a la hipotiposis,
una descripción vívida capaz de materializar visualmente la realidad
representada. Será, sin embargo, a partir del siglo XVIII, cuando el término
restringe su significado, sin perder esa marca de sugestión visual ante una
pieza artística de naturaleza plástica, remitiendo para ello al tópico de
Horacio considerado canónico: “ut pintura
poisis”. Un trabajo de Leo Spitzer representa el momento definitivo en el
que se acota el término y se comienza a indagar
en la mímesis desde el texto ecfrático.
Una representación de una representación, priorizándose además a la poesía como
arquigénero ecfrático privilegiado.
Los poemas de Montserrat Villar funcionan
por consiguiente como constructos verbales, ontológicamente equivalentes a la
obra plástica plasmada en las pinturas de Sebastián González. Pero añaden algo
más: no solo analizan o traducen las pinturas sino que las aprehenden, las
interiorizan, las sienten, para expresarlas acto seguido en la magia del poema.
Dos magias -la pintura también lo es- que se retroalimentan entre sí.
La poeta lo expresa ya en la contemplación
de la primera pintura de Juan Sebastián González: “observamos la realidad que nos respira / Llegamos a distinguir colores
que antes eran sorpresa” y surge “la
emoción de la caricia (página 21). Y lo reitera en sentidos poemas que la
atan a la vida, Poemas de tonalidad expresionista, como casi todos los suyos,
que exploran la dimensión existencial (“Abrazarse
a la nada / esperando que las sombras /arañen luz”, página 44; La vida / es esta corta pausa que nos deja
soñar / con una libertad inalcanzable / que danza cada noche en el infierno,
página 60) y que la paleta pictórica intenta plasmar con trazos y colores.
Poemas ásperos y duros en algunos momentos
que surgen “sin desaliños vacuos” (Dante Medina). Que nunca se descoyuntan, que
aprehenden o son aprehendidos por la paleta pictórica. El fruto es un libro
hermoso, valioso, que amalgama, en un diálogo desde el pensamiento y el sentimiento,
el lenguaje pictórico y el lenguaje poético.
Francisco
Martínez Bouzas
Montserrat Villar González
Juan Sebastián González |
Selección de
poemas
Lo que en mi mente permanece
“Se disgregan
las razones
de contar
toda y cada una
de mis
pulsiones para respirar.
Se olvida el
tiempo
de aprehender
cada uno
de los
latidos que me sobreviven.
No renuncio a
las palabras,
a las
caricias, a los deseos.
No renuncio
al silencio
escogido
entre las sombras
y convertido
en camisa de fuerza
que me
protege de la desidia.
Gotea cada
no-sonido
en la memoria
que se comba
y forma charcos,
cristalinas
playas
en que nadie
marcará sus huellas.”
(pagina 29)
…..
No consigues alejarte de mí
“Quise ser
piedra para
soportar la lluvia estoicamente,
el frio del
invierno impasible,
el rozar de
un escuálido animalito.
Quise ser
piedra
y me convertí
en roca
a orillas de
un mar que se bate
contra sí
mismo, cada día,
intentando
alcanzar el mundo que lo observa.
Quise ser
piedra
y el mar me
convirtió en la arena
que siempre
me he sentido,
aún húmeda,
cubierta de algas y espuma,
pero mañana,
brisa seca
que vuela
sobre las cabezas que me ignoran.”
(página 33)
…..
A veces, asombro ante la naturaleza
“Hoy las
horas pasarán más lentamente,
inverso de un
solsticio de soleado alimento.
Hoy las horas
anidan en el cabello grisáceo
de los
árboles que su verde inmolan.
El silencio
se precipita en una escueta tarde
con largos
meses de abrigadas mantas.
Hoy las horas
pasarán más lentamente
mientras la
noche,
ahora sí,
exige su
presencia.”
(página 37)
…..
Pictosilabario
“Volatizar el
miedo
ensartar con
rayos de luz
los huesos.
Aprehender la
palabra,
despegarse
las escamas,
alienar los
círculos concéntricos.
Transformar
el pálido aire,
mezclar
invisibles pátinas,
enderezar los
cabellos,
fustigar el
denso aire
en la
intemperie.
Asumir los
espectros que
niegan la
visibilidad del tiempo.
Abrazarse a
la nada
esperando que
las sombras
arañen luz.”
(página 44)
…..
Sobre la tumba del poema
“Escribir con
las uñas sobre ladrillos
hasta que
sangre el poema.
Gritar con
rabia encendida
hasta que el
alma
se rompa en
piezas.
Vendar las
llagas con ansias
para que
escueza todo el dolor que encierra.
Cortar los
muñones inútiles
hasta sentir
que las cicatrices
atrapan los miedos.
Sobre la tumba
del poma
hacer brincar
a las palabras
que alimentarán
a los cadáveres
ausentes del cementerio.”
(página 50)
Ciertamente bueno ...
ResponderEliminarSon preciosos los poemas, de gran calidad poética, pero me hubiera gustado ver la obra de Juan Sebastián González, para poder ver con la mirada poética de Montserrat Villar González, pero bueno, excelente reseña como siempre y de antemano, quedo enamorada de sus poemas. Un abrazo.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarhubiera gustado ver las pinturas como contrapunto.
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