Gabi Martínez
Editorial Seix Barral, Barcelona, 2017, 494 páginas.
Detrás de esta novela de Gabi Martínez se
oculta una increíble historia real: la de un neurólogo que se volvió loco. Una
historia que de forma casual cayó en las
manos del escritor un día de San Jordi hace tres años, cuando el neurólogo
Domingo Escudero se acercó a la mesa donde el escritor había firmado ejemplares
de su último libro y le ofreció una historia para que Gabi Martínez la cocinase
a su gusto, y que literalmente el visitante resumió así: “yo soy neurólogo,
hubo un tiempo en el que enloquecí, no había diagnóstico por aquel entonces
para mi enfermedad y me encerraron en un psiquiátrico. De allí salí y aquí me
tienes, parezco normal”.
La odisea personal, en efecto, de este
neurólogo en el Hospital Germans Trias i Pujol (Can Ruti) se inició en 2006.
Enfermo por causas desconocidas, fue diagnosticado de esquizofrenia atípica y
sus mismos compañeros le encerraron en un psiquiátrico barcelonés. Pero, a
pesar de que la luz se había apagado de golpe, Domingo Escudero fue capaz de
redactar su propio diagnóstico. Erróneo en un primer momento (encefalitis por
picadura de garrapata), y acertado en 2009 porque en el año 2007 el doctor
Josep Dalmau había descubierto la encefalitis autoinmune. Es la enfermedad que
padece Domingo Ecudero, un caso entre tres mil millones, entre ellos el de
Regan, la niña de la película El
exorciata: el sistema inmune, en lugar de atacar una infección externa, se
dirige contra el propio cerebro, alterando la conducta y la memoria.
Lo que en Las defensas nos relata Gabi Martínez está, por consiguiente,
basado en hechos reales -la narrativa actual tiene predilección por este género
de historias-, pero fantaseados por el narrador aunque sin alterar la verdad.
La proporción de realidad y de fantasía, en la elaboración de este plato
literario, es un secreto del chef según pactaron el novelista y Domingo
Escudero, hoy asistente de investigación en el Hospital Clinic de Barcelona,
colaborando con el equipo que descubrió la enfermedad.
El primer elemento fantástico es el nombre
con el que la novela camufla a Domingo Escudero, el protagonista de la novela:
Camilo Escobedo. Y lo mismo ocurre con el resto de los personajes, a excepción
de los doctores Josep Dalmau y Francesc Graus y con el mismo hospital donde
ejerce de neurólogo Domingo Escudero:
Can Ruti que en la novela se transforma en Can Petri. Igual sucede con la
estrategia narrativa del resto de la novela: no se acota a los hechos tal y
como acontecieron, pero lo hace de forma creíble y acepta el pacto narrativo
que ya había verbalizado Rulfo: la mentira que es la literatura dice la verdad.
Sin reflejar los acontecimientos tal y como sucedieron, la pericia del escritor
hace que el lector considere que su exposición es verosímil.
Narrada en primera persona por Camilo
Escobedo, Las defensas nos acercan a
su propia historia. Con alternancia de secuencias que son verdaderas analepsis,
en la que se recupera el pasado, con otras en las que el discurso se ciñe al
presente de enfermo internado en un psiquiátrico-balneario, para recuperarse
del trastorno bipolar que le han diagnosticado, y cuyo detonante ha sido el
estrés y el mobbing al que sometió al
protagonista el jefe del servicio de neurología en Can Petri. Rememora, en
efecto, su vida pasada para explicarse a si mismo cómo ha acabado allí. Cuál es
la razón de su extrema deriva: su obsesión por la neurología ya de estudiante
de medicina y especialmente por las enfermedades autoinmunes, una adolescencia
castrada por la rigidez religiosa de su familia, un matrimonio al que llega con
muchas dudas, una paternidad de tres hijas por inercia, que representó la losa
definitiva de sus ambiciones, el pluriempleo, el acoso y el arrinconamiento en
su trabajo, el paulatino desmoronamiento de su relación con Sol, su mujer, a la
que hace pasar un calvario porque la empatía sexual no siempre lleva consigo el
amor, alguna infidelidad, una automedicación excesiva (un cóctel de
antidepresivos y ansiolíticos), el alcohol …con lo que está pulverizando a
conciencia sus sistema inmune.
Pronto sobreviene el primer brote de la
deriva esquizofrénica: reducido por sus compañeros, atado, internado en el
psiquiátrico, medicalizado de forma errónea, cosa que él sabe, candidato a una
sesión de electroshock de la que lo salva la cardiopatía que padece. Pero supera este primer extravío
y forma pareja con una joven neuróloga con la que tiene su cuarta hija. Pronto
sobreviene el segundo brote, un brote brutal: en el plazo de muy pocos días
había agredido a las tres mujeres que más amaba. Y un infarto que está a punto
de llevarlo a la tumba. Mas antes había asistido a un simposio en el que
participaba el doctor Josep Dalmau que había descubierto el anticuerpo que
atacaba al receptor NMDA del cerebro, cuyo origen suelen ser causas
medioambientales, entre ellas el estrés. Una enfermedad diagnosticada de mil
maneras, todas ellas equivocadas: desde autismo a posesión diabólica. Pero su
origen es más simple: el cuerpo sometido al ataque del propio cuerpo. Es el
desenlace, el encanto de lo autoinmune, la lotería de los anticuerpos NMDA.
Eso es la novela: un neurólogo enfermo de
una dolencia que le ha obsesionado durante toda su vida; casi la
autodiagnosticó antes de que la descubrieran. La enfermedad que le “ha
concedido” padecerla, como se dice en la última página.
Un libro multigenérico, sustentado en una
historia muy potente, en el que la pasión se sutura con el odio. Una narración
en buena medida coral; de personajes dibujados con gran pericia, en el que las
mujeres juegan un papel fundamental en el pulso existencial del protagonista,
especialmente Sol, su esposa, a la que maltrató verbalmente, su madre en la que
vuelca complejos y frustraciones, Diana, una compañera neuróloga que nunca le
falló, de la que estuvo enamorado pero con la que rompe porque añora la
libertad. Seguirá, no obstante, siendo su consejera literaria.
Gabi Martínez se documentó profundamente, en
especial en temas de neurología, para transmitirnos de forma creíble las
estaciones de la “pasión” del protagonista que un día se volvió loco. A la par
con las derivas del neurólogo “loco”, traza un verídico retrato de España desde
la Transición hasta nuestros días, sobre todo de su sistema sanitario,
anquilosado y gobernado por castas jerárquicas de prepotentes. Codicia de las
industrias farmacéuticas, falta de recursos para la investigación, presencia
agobiante de la crisis (quiebras, recortes salariales, despidos, burbujas
inmobiliarias, hipotecas subprime, rapacidad de los bancos…). Estigmatización
social de la locura: “Una familia de Sarià no puede permitirse un loco en la
familia” (página 139). Y si los médicos son perturbados mentales, el sistema
revienta.
La novela nos hace ver cómo la sociedad,
cuyas formas de vida son cuestionadas, se transforma así mismo en un sistema
inmunitario en el que las defensas se vuelven contra el propio sujeto de forma
semejante a como el anticuerpo de la enfermedad de Escobedo se rebela contra el sistema que se supone debe
proteger. No está ausente el sexo, “el bastón señalizador que tenemos los
hombres entre las piernas” (página 328) le habla al protagonista de sus
equilibrios o desajustes mentales. Resulta ser pues una clave indiscutible de
salud.
Las
defensas está escrita con una tonalidad que roza lo épico, y con un halo de
misterio que la convierte prácticamente en un thriller médico. Perfecta
dosificación del ritmo narrativo que se acelera hasta convertirse en frenético
a partir del momento en el que se inicia la lapidación, el ninguneo y el
arrinconamiento de Escobedo y de sus apoyo, su amiga Diana. Un ejercicio
literario encomiable por su contenido que nos obliga a cuestionarnos sobre lo
que somos, sobre ciertas obsesiones en el trabajo que con frecuencia se ponen
por delante de casi todo. Y por un estilo de prosa exento de florituras, pero
al mismo tiempo contundente. No es la primera vez ni será la última en la que la narrativa
contemporánea se deleite en convertir a personas reales en personajes de
ficción. Gabi Martínez transforma al neurólogo Domingo Escudero, un ser real,
en “dramatis personae” de una historia tan perturbadora como adictiva.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“Días
más tarde, vuelvo. Alguien ha reparado la gotera. Esta noche dormiré en mi
desangelada y terrorífica casa. Debo comprar comida pero me cuesta bajar a
comprar sólo para mí. ¿Para mí? O para quien sea. Ni siquiera me considero yo.
Pero bajo. Tiene sentido ir a la farmacia a por remedios. Compro empanadillas y
fármacos. Al meterme en la cama, no puedo dormir. Doy vueltas en el colchón
rascándome las piernas por el picor que me provocan las medicinas que me
recetan. Sé que son erróneas. También que aún estoy loco y que debo fiarme de
los doctores. Al menos me han rebajado el litio, señal de que el ánimo se
estabiliza. Cuando consigo dormir, enseguida amanece. Como no cerré las
persianas, me desvela el sol.”
…..
-Por
qué me interesa tanto la autoinmunidad?
Alcé
los ojos de la sartén.
-Me
alegra que me hagas esa pregunta -dije impostando la voz-. De verdad. Me
alegra. A ver. Piensa que en tu organismo entra un elemento indeseable y que,
para defenderse, tu propio sistema inmunológico crea un anticuerpo. Pero
resulta que ese anticuerpo generado por ti actúa como un patógeno que hubiera
entrado de forma extraña en tu organismo. Y, en un momento dado, tu propao
creación se transforma en un agresivo agente biológico que empieza a destruir
tejidos saludables. Algunos de ellos como el cerebro. Tienes un monstruo dentro
de ti completamente inmune a tus defensas. ¿Cómo lo neutralizas si tú misma lo
creaste para neutralizar?
-Suena
a peli de ciencia ficción -dijo Leire, que escuchaba desde la puerta.
-Contado
así -dijo Marta- , hasta a mí me dan ganas de investigar.”
…..
“-¡Me
alegro mucho de que estés aquí! –dije con los ojos totalmente abiertos e
inexpresivos. De inmediato me volví hacia una enfermera y grite -:¡Vaya tetas!
¿No te meterías en la cama conmigo?
Sol
pensó que no sabía quién era, pero sabía que quería follar. No le sorprendió
demasiado. A fin de cuentas asistía auna representación hiperbólica, y tampoco
tanto, de algunas situaciones que ella misma había vivido conmigo. Bueno,
siendo justa, quizá sí que estaba un poco más pasado de vueltas de lo normal,
pero en el fondo mis trastorno preservaba las claves elementales de la
violencia y el sexo que contribuyeron a arruinar nuestro matrimonio. La
diferencia radicaba en que ahora se me veía definitivamente desquiciado y fuera
de control. Si en numerosos instantes pasados Sol llegó a pensar que no sabía a
quién tenía delante, ahora ni siquiera lo sabía yo. ¿Cómo se llegaba hasta
allí? ¿Cómo sería perderse, perderse a uno mismo? Si un hombre ha perdido el
yo, no puede saberlo porque no está allí para saberlo, había escrito
alguien lúcido, así que Sol, Diana y
Marta y todos, incluido yo, yo en primero, por una vez indudablemente a la cabeza del pelotón, nos adentrábamos en un
territorio cuya naturaleza resultaba de momento inexplicable.”
…..
“El
receptor NMDA es una proteína que actúa como receptor de un neurotransmisor llamado
glutamato -dice Dalmau en el auditorio del Palau de la Música Catalana. Las palabras
se escuchan tan perfectas que parecen grandes-. Su papel en la transmisión de señales
eléctricas entre neuronas resulta clave para
el comportamiento y la cognición y por eso el ataque contra él altera la memoria
y el comportamiento del enfermo y llega a causarle psicosis. En definitiva, el NMDA
está en el origen de un tipo de encefalitis autoinmune que hasta la fecha no se
había diagnosticado.
Se
me ponen los pelos de punta. Eso es emoción.
Dalmau
describe la encefalitis autoinmune. Se trata de una enfermedad cuyos primeros síntomas seriados pasan por una sensación de resfriado
con dolores de cabeza. Semanas después, aumenta la agitación del enfermo, que suele
padecer insomnio a la vez que se desintegra el lenguaje y provoca la alteración
del habla. La caída es progresiva, existe hipoventilación, y en algunos casos se
alcanza el coma.”
(Gabi Martínez, Las defensas, páginas 181-182, 255, 358-359, 436-437)
Ciertamente interesante...
ResponderEliminarLa vida un misterio... la mente otro misterio... la muerte la respuesta de los misterios.
ResponderEliminarEloy Peña.
Como de costumbre tus reseñas atrapan y saldría ya mismo a comprar esta historia de cuyo tema suelo huir, por resultar muy doloroso. Pero cuando viene de tu pluma un registro como éste, creo que hasta se aprende algo que tiene que ver con la medicina y con el consumo de drogas en la automedicación, aunque aquí por lo que nos cuentas también trata de los errores médicos al recetarlas.
ResponderEliminar"...traza un verídico retrato de España desde la Transición hasta nuestros días, sobre todo de su sistema sanitario, anquilosado y gobernado por castas jerárquicas de prepotentes. Codicia de las industrias farmacéuticas, falta de recursos para la investigación, presencia agobiante de la crisis (quiebras, recortes salariales, despidos, burbujas inmobiliarias, hipotecas subprime, rapacidad de los bancos…). Estigmatización social de la locura: “Una familia de Sarià no puede permitirse un loco en la familia” (página 139). Y si los médicos son perturbados mentales, el sistema revienta." Este párrafo tuyo es imperdible, me suena conocido, nos parecemos tanto en tantas cosas en mi país con el tuyo... Debe ser normal parecerse a los viejos progenitores como colonizadores que han sido, (porque ahora ya son otros quienes irrumpen en nuestro colectivo) todo lo que dices tiene que ver con nosotros también.
Así que por lo que expones parece una novela sumamente interesante y con una visión e intención pedagógica aunque muy ágil, según dejas entrever.
Muchas gracias por tus reseñas, eres el hacedor de nuestro interés.
Un saludo afectuoso.