Antonio Scurati
Traducción de Xavier González
Libros del Asteroide, Barcelona, 233 páginas.
Antonio Scurati (Nápoles, 1969) está
convencido, con el protagonista de El
padre infiel, que la actual es la primera generación que vive una profunda
transformación en múltiples aspectos: entre ellos, en el rol paterno y en la
naturaleza y funcionalidad de la pareja en el día de hoy: “Cuando la pareja
alcanza su punto álgido, desaparece. Muere. Ya no existe. Da lugar a la familia.” Ese punto álgido puede ser el
nacimiento de un hijo. Y la novela, El
padre infiel, pretende dar cuenta de ese proceso a través de un
protagonista, Glauco Ravelli, que cuenta su historia desde el principio, remontándose
a sus inicios en la edad adulta, a sus prolegómenos como padre y esposo,
extraído todo del álbum de los recuerdos. Todo al inicio de un nuevo milenio
rebosante de promesas de felicidad, tras un interminable siglo XX repleto de
banalidades del mal.
A pesar de que para el protagonista la
familia es una fantasmagoría consumista, decide dar inicio a su vida adulta
desprendiéndose de la nobleza arrogante de la misantropía -la heroicidad de su
juventud- y formar una familia. Lo hará con Giulia, un amor que germinó y
creció a pesar de su misoginia; si bien la razón última de tal paso no fue el
enamoramiento sino el aburrimiento. Después de una velada en el más grande
festival del mundo dedicado a los quesos, decide, no con el corazón sino con la
cabeza, que se enamoraría de Giulia. Y, en efecto, se enamora sin ficciones,
sin tropos. Lo que sigue es la historia de una derrota; su primer eslabón es el
conocimiento de que va a ser padre; y su final lo anticipa el autor mediante
una prolepsis, en una confesión entre sollozos de la esposa:”Quizás no me
gustan los hombres”. Pero no es que Giulia hubiera decidido salir del armario
del lesbianismo; no, es una confesión de derrota, que no puede más, que no
soporta vivir con ese hombre con el que comparte su vida.
Había
transcurrido ocho años desde que se habían conocido, cuatro desde el matrimonio
y tres desde el nacimiento de la hija, pero Glauco Ravelli, licenciado en
filosofía, cocinero de oficio, es un varón ontológicamente infiel, si bien la novela es parca en
infidelidades carnales. Es infiel a la genitalidad. Después de descubrir e
ilusionarse con la paternidad como
experiencia maravillosa, sus cuarenta años, el proceso depresivo de la esposa
tras el parto y su rechazo del sexo, hacen que se sienta extraño, alejado y no
preparado para el papel de padre; un desempeño que le exige enfrentarse a problemas -la tiranía
infantil, entre otros-, y realizar tareas poco satisfactorias relacionadas con
la paternidad. Es el anti-clímax que pone en peligro las relaciones,
especialmente las pasionales, con la compañera y que, a la postre, desembocara
en la crisis familiar.
El
padre infiel es un crudo retrato de la crisis de la paternidad en las
sociedades avanzadas en los inicios del siglo XXI, en el contexto de una sociedad
que ha transformado la paternidad y la maternidad en una experiencia
obligatoria, en un debe, que hace abstracción, sin embargo, de las exigencias
que las mismas implican; y que provocan la infidelidad, no a la esposa, sino a
la hija y a las tareas del día a día que impone el hecho de ser padre.
Antonio Scurati nos ofrece una novela que
amalgama ficción y ensayo con no pocas veleidades filosóficas. Se percibe en
sus páginas, entre multitud de anécdotas y reflexiones, una crítica sobre el
modelo familiar y el rol de la paternidad especialmente en el mundo actual. El
autor sabe, no obstante, mantener el equilibrio entre el relato y la reflexión ensayística. Los personajes,
fundamentalmente el del padre cocinero, están bien diseñados. Glauco Ravelli no
es un actante plano; evoluciona a lo largo de la novela. Menos elaborada es la
figura de Giulia, la esposa. Scurati se fija en su físico atractivo y hermoso,
pero no indaga en sus aspiraciones. El tercer personaje, la hija, no dice nada,
mas su silencio es elocuente, y permite leer en el mismo lo que quiere de sus
padres. El estilo de la lengua no es intranscendente en este libro: la frialdad quirúrgica de la narración, ajena a cualquier
grandilocuencia, se vuelve menos gélida cuando describe la atmósfera familiar.
Libro escrito con una tonalidad confesional
que nos invita, e incluso nos obliga, a reflexionar sobre nuestra propia
existencia cotidiana, sobre hechos teóricamente tan habituales como la
convivencia familiar, la crianza de los
hijos, y especialmente sobre el papel de los hombres en la crianza de los
mismos. La confesión del protagonista es a la vez feroz y consoladora,
luciferina y candorosa, mas no carente de situaciones que nos divierten.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“Más
tarde descubrirás que el mito de la familia y la fantasmagoría consumista son
dos caras de la misma moneda. Un día lejano descubrirás que ninguna de las dos
será nunca tu cara. Tendrán, sin embargo que pasar muchos años, por ahora solo tienes
un vago presentimiento. Sí, porque en el fondo ya intuyes que, si en el XIX el
conde Tolstói escribió que todas las familias felices se parecen, pero que cada
familia infeliz lo es a su manera, hoy, a principios del XXI, la única familia
feliz es la de las galletas cubiertas de azúcar granulado.”
…..
“Dejé
la búsqueda del sentido de la vida. Y de repente comprendí: éramos unos viejos.
Éramos una veintena de hombres y mujeres próximos a tener nuestro primer hijo
y, sin embargo, aparte de los de Comunicación y Liberación, de la chica magrebí
y tal vez de un par más entre nosotros, teníamos todos edad para ser abuelos.
Nos sentábamos con las piernas cruzadas en el suelo desde hacía menos de veinte
minutos y las articulaciones de las rodillas, la unión entre el muslo y la
ingle ya se habían anquilosado. A nosotros, los hombres, salvo raras
excepciones, ya nos escaseaba el pelo o estábamos calvos; y nuestras mujeres,
incluso antes de amamantar, tenían ya casi todas los pechos caídos.
Ahora
me quedaba clara la nota discordante que
había captado en nuestra heroica patrulla desde el momento en el que me senté:
era un problema de edad pura y simplemente. Éramos por partida de nacimiento incongruentes
con la primera paternidad y la primera maternidad.”
…..
“Sentía
en efecto -sería injusto negarlo- una gran
pena por esa mujer nominalmente fuerte, derrumbada psíquicamente en el preciso instante en que había parido a su
primer hijo; pero también sentía -sería inútil esconderlo- una intensa rabia centrífuga
respecto a esa impredecible derrota suya.
Conservamos
muchas fotografías de esos días, pero si alguien nos hubiese retratado anteriormente
como pareja, en el centro de la imagen se vería a un hombre que vuelve su mirada
hacia la parte superior derecha, en busca de una imposible línea de fuga, y la nuca delgada de una mujer con
un corte de pelo masculino. Eso era lo que quedaba de nosotros desde que rompió
aguas; dejamos de ser una pareja un instante después de habernos convertido en una
familia.”
(Antonio Scurati, El
padre infiel, páginas 26, 62-63, 122-123)
Muy interesante...
ResponderEliminarMe parece muy interesante cómo desarrolla el tema de la pareja y la familia Antonio Scurati. Creo que algunas, se verán reflejadas en algunos de los sentimientos y pensamientos que expresa. Es un estudio profundo pero basado, fundamentalmente, en el tipo de sociedad en la que vivimos y en la desaparición de valores y principios que antes, eran aceptados y le daban un valor ahora carente de motivación. Muestra una vez más, la complejidad de las relaciones familiares y de los afectos. Me parece una perspectiva muy válida que invita a la reflexión. Gracias por tu reseña, Francisco. Saludos
ResponderEliminarUna interesante entrega, amigo. Me adhiero al comentario anterior. Gracias por este gran aporte. Un abrazo.
ResponderEliminarQué buena reseña Francisco, siempre despertando el interés por la obra que nos describes.
ResponderEliminarMe parece muy interesante el tema, el modo de rever todo ese majestuoso concepto como es el de "familia" en las sociedades contemporáneas, la forma de exponerlo del escritor es casi audaz y al menos, osado. A mi entender deduzco cuatro o más ejes que atraviesan el contenido: como punto de partida observo al protagonista descubriendo su frustración como componente en su propia pareja.Otro eje es su mujer que se sabe o se descubre como lesbiana. Cuenta también el hecho de considerarse infiel como padre,una forma airosa y original para describir y dar vida a un padre de los de hoy día, en que falta a sus deberes la mayoría de las veces empujado por cumplir con una vida social aparente, ya sea por trabajo, o por una imagen equivocada que quiere mostrar al mundo en el que se desenvuelve. Y otro aporte lo da la cruel sociedad que lleva a la formación de la familia, como posibles "clientes programados" o consumistas.
Habría además que tener en cuenta la misoginia del protagonista desde donde pueden exhibirse estos espejos, que a lo mejor tienen mucho de cristales fragmentados unidos por el desprecio, la falta de capacidad, y el embate psicológico de la infelicidad del propio protagonista.
No tengo todo el tiempo que quisiera para leer tus reseñas más seguido, estimado Francisco, pero cada vez que lo hago me colmas de dudas ante nuevos temas. ¡Me encantó realmente!
Saludos.