miércoles, 14 de diciembre de 2016

"BASADA EN HECHOS REALES": UN PROCESO DE VAMPIRIZACIÓN TÓXICA



Basada en hechos reales
Delphine de Vigan
Traducción de Javier Albiñana
Editorial Anagrama, Barcelona, 2016, 342 páginas.

   La autora de Basada en hechos reales, Delphine de Vigan (Boulogne-Billancourt, 1966) está marcada como escritora y como persona por un hecho que la catapultó al olimpo de las letras francesas: la escritura de un libro, Nada se opone a la noche del que vendió un millón de ejemplares  y fue publicado por una veintena de editoriales extranjeras, pero que, al mismo tiempo, significó para ella un trauma profundo. En esa novela narraba el suicidio de su madre bipolar, y reconstruía su peripecia vital con la misma precisión con que la que lo haría un biógrafo o un investigador detectivesco. Abrir la caja negra de ese suicidio y revelar buena parte de la historia familiar la sumió en un estado de shock, en una angustia permanente, convencida de que el libro sobre su madre podría ser el último, de no ser capaz de escribir más. Todo eso se tradujo en tardar cuatro años en concluir  su siguiente novela, Basada en hechos reales. Una suerte de parálisis vinculada a la naturaleza compleja de este libro y a la del anterior en el que, de forma dolorosa, desvelaba interioridades de la vida familiar. Si bien al contrario de Delphine, la protagonista de la novela, nunca tuvo que luchar contra el vértigo de la página en blanco.
   La novela que ahora nos ofrece en español Anagrama, está así mismo marcada por la irrupción sin cortapisas de la realidad en la ficción, irrupción que en buena medida está ampliando el concepto de novela, hasta desembocar en la novela-verdad. Si tenemos en cuenta algunas de las novelas de Emmanuel Carrère, Annie Ernaux y de la misma Delphine de Vigan, hoy  en Francia decir novela no quiere decir exclusivamente ficción. Y en efecto, el texto de este nuevo libro de Delphine de Vigan está basado en hechos reales, ya que asume la realidad como materia prima, y al lector le corresponde el papel de diferenciar la realidad de la ficción, puesto que la propuesta narrativa ofrece claramente un ejercicio competitivo entre ambas. Aunque la autora, a diferencia de Nada se opone a la noche, disfraza inteligentemente los detalles personales y familiares más íntimos.
   El personaje central, aunque no probablemente la auténtica protagonista, es Delphine que comparte con la autora nombre, biografía, la escritura como oficio e incluso el compañero sentimental. Ella es la narradora, un doble quizás de la autora con la que comparte una similar crisis de creatividad tras el éxito de su anterior novela.
   La protagonista Delphine confiesa, en las páginas introductorias, que después del éxito de su última novela, dejó de escribir. Se veía incapaz de redactar una sola línea. Finalmente comprende que la única razón de su impotencia es L. Y así da comienzo una historia de manipulación y vampirismo de una persona sobre otra. La voz confesional de la protagonista reconoce que L. entró en su vida y la manipula por efracción, para anexionarse su territorio. L. se sumerge en la vida de Delphine que, poco a poco, la admira, llegando incluso a convertirse en objeto de deseos de la protagonista que tardará en darse cuenta de que L. volvía de lejos, de un territorio obscuro y fangoso. Llega un momento en que L. le muestra su juego. De repente, un día, le pregunta “¡Qué vas a escribir ahora?”(página 74). Previamente L. le había revelado cuál era su ocupación: redactaba libros para otros, memorias de famosos sobre todo. Una negra literaria, una circunstancia no baladí como se revela en el desenlace. La amiga atenta y perfecta se opone a que Delphine vuelva a la ficción, escriba una novela ficcional sobre la telerrealidad. Porque los lectores, le arguye, esperan lo Verdadero, quieren que les cuenten la vida, están hartos de historias. Y, poco a poco, L. se va haciendo dueña de la situación: llega un momento en el que Delphine es incapaz de escribir nada. El territorio de su escritura velado a los visitantes, ahora estaba mudo, asaltado por las dudas que L. le provocaba porque había sido capaz de entrar en él. Y Delphine se siente sola, aislada, incapaz de alienar más de tres palabras (página 171), con el pánico apoderándose de su ser. Su dependencia de L. es absoluta. Ella es la única persona que podía sacarla del agujero y del laberinto de mentiras en el que se pierde. La vampirización llega a extremos difícilmente imaginables, rayanos a la locura: L. se hace pasar por Delphine en una charla con alumnos de un liceo. Una verdadera mascarada.
   Revelar la continuación, los detalles y sobre todo el desenlace vulneraría lo aconsejable en una sinopsis, especialmente cuando se escribe como crítica literaria. Pero es imposible que el lector no se sienta irremediablemente atraído  por esta paulatina pero absorbente dominación que una mujer llega a ejercer sobre otra, aprovechándose de la personalidad insegura y de la depresión de esta última. Y no hay disculpas porque el convencimiento que alberga Delphine de que estaba siendo víctima de una violencia invisible, tortuosa, que alteraba profundamente su manera de ser, tiene su origen no en la realidad, sino en la absoluta capacidad vampirizadora de L. incluso con la biblioteca de su amiga.
   Basada en hechos reales es claramente un thriller psicológico. Una novela de suspense, terror y horror psicológicos que, llegado un momento, desemboca en una amenaza y en una consternación no solo mentales, sino físicas. Esta es una de las vigas maestras más claramente perceptibles y cautivadora además de la atención de los lectores. Pero hay otras igualmente seductoras que tienen que ver especialmente con aspectos metaliterarios. La novela, en efecto, incide con frecuencia en agudas reflexiones sobre ficción y realidad, tan presentes en los inicios del siglo XXI con la invasión de la telerrealidad en nuestro vivir cotidiano. Los directores de cine o de televisión quieren adaptar historias reales porque “lo real es lo único real, lo único que funciona” (página 252). Lo verídico para que la gente pueda identificarse, sentir empatía. La escritura de novelas que reflejen la realidad es la exigencia de la dominadora tóxica. Pero Delphine, la protagonista llega un momento en el que se interroga si no se habría producido una mutación profunda en nuestra manera de pensar, de ver y de leer; de tal modo que la gente no quiere historias interesantes que le emocionen o apasionen. Quiere lo Verdadero, precisa historias basadas en hechos reales, porque, como le escucha un día a unos adolescentes al salir del cine, “la realidad tiene los cojones de ir mucho más lejos”. Así pues, una apasionante novela sobre la esencia de la ficción que disloca quizás el pacto narrativo mediante el cual los lectores aceptan determinadas normas a la hora de leer una novela, por ejemplo la ficcionalidad de lo que les están contando. ¿Y qué es la pura ficción? El interrogante ronda con frecuencia la cabeza de Delphine: ¿no habrá siempre en la ficción una parte de nosotros mismos, de nuestra memoria, de nuestra intimidad? De ahí la congruencia del título de la novela, Basada en hechos reales.
   Finalmente otro pilar fundamental de la novela es el tema del doble, una gran línea literaria. Bien está que la autora vista de relato una ficción. Pero ¿qué relaciones existen entre ella y su personaje? Ya se ha señalado que Delphine de Vigan comparte con su personaje central biografía, la escritura de una novela-verdad, la misma parálisis virtual, dos hijos gemelos, etc. Cabe pues preguntarse: ¿Delphine la protagonista no es el doble, el alter ego de Delphine de Vigan, la autora? ¿O simplemente esta acaba por identificarse con su protagonista? En la entrevistas, Delphine de Vigan se muestra ambigua en sus respuestas. Se escabulle manifestando que todo forma parte del juego.
   Las tres secciones de la arquitectura novelesca (Seducción, Depresión, Traición) se abren con citas de Misery y La mitad oscura de Stephen King. Un homenaje al maestro de la narrativa de terror que además ha cultivado frecuentemente el tema del doble. Hay otro hecho que homenajea a la autora: Roman Polanski, precursor del thriller psicológico e intensamente admirado por Delphine de Vigan en sus adolescencia, ya está rodando una película cuyo  guión está extraído de Basada en hechos reales.
   Así pues, una historia perturbadora, con frecuencia angustiante, pero dotada de una gran fuerza, con una diabólica mezcla de ficción y realidad; escrita de una forma muy inteligente y lúcida, con un ritmo frenético sobre todo en la segunda y tercera parte. Y tan absorbente como el personaje vampirizador.

Francisco Martínez Bouzas

                                                  
Delphine de Vigan, foto de Héric Had

Fragmentos

“Y fue así como se instaló L. en mi vida, con mi consentimiento, merced a una suerte de hechizo progresivo.
Cuántas veces me pregunté qué fisura me había vuelto tan vulnerable. Tan permeable.
Recibía cartas anónimas cada vez más violentas.
Mis hijos se habían ido de casa y habían comenzado a construir, fuera de allí, una vida que sería la suya propia.
El hombre al que amaba andaba ocupado con su trabajo, sus viajes y los mil proyectos que yo le animaba a aceptar. Habíamos elegido ese modo de vida que dejaba espacio para otras obsesiones, otros entusiasmos. Por ingenuidad o por exceso de confianza, nos habíamos creído preservados de cualquier tentativa de conquista.
En la edad adulta, la amistad se construye sobre una forma de reconocimiento, de convivencia: un territorio común. Pero creo también que buscamos en el otro algo que no existe en nosotros mismo sino de una forma menor, embrionaria o reprimida. Por ello tendemos a trabar amistad con aquellos que han sabido desarrollar una manera de ser hacia la que tendemos sin éxito.”

…..

“En ocasiones, sí, se me pasaba por la cabeza que L. pudiera tener que ver de cerca o de lejos con aquel estado.
Aparentemente, se ocupaba de mí, me apoyaba, me protegía. Pero en realidad absorbía mi energía. Captaba mi estado de ánimo, mi tensión y ese gusto por la fantasía que a pesar de todo nunca me había faltado.
Mientras frente a ella yo me vaciaba de toda sustancia, L. trabajaba durante horas, entraba y salía, tomaba el metro, preparaba la comida. Cuando la observaba, a veces me daba la impresión de verme  a mí mismo, o más bien a un doble de mí misma, reinventado, más fuerte, más potente, cargado de electricidad positiva.
Y pronto sólo quedaría de mí una piel muerta, seca, una funda vacía.”

…..

“Otra noche, me desperté sobresaltada, convencida de que había alguien en mi habitación. Me senté en la cama, con todos los sentidos alerta, escudriñé la oscuridad, intentando descifrar la forma negra, totalmente inmóvil, que se hallaba ante mí. Oía palpitar mi corazón a toda velocidad en el pecho, lo sentía latir en las sienes, un zumbido aterrador que me impedía desentrañar el silencio. El aire de la habitación me parecía denso, saturado, como si otra persona hubiera consumido todo el oxígeno. Allí había alguien, estaba segura, alguien me vigilaba. Hubieron de transcurrir unos minutos para que me atreviera a encender la luz y comprobara que la forma no era más que una prenda que había colgado de una percha y suspendido en el estante la noche anterior. Y unos minutos más para que la sangre volviera a circular normalmente bajo mi piel helada.”

…..

“Ya entrada la noche, desvelada por una confusa intuición, me quedé en la biblioteca leyendo en voz alta, como hacía L., los títulos de mis libros, apretados unos contra otros. Todos. Estante por estante.
Cuando me acosté, tumbada boca arriba, incapaz de conciliar el sueño, pendiente del menor ruido, lo comprendí: todo cuanto L. me había contado de su vida, cada anécdota, cada historia, cada pormenor, procedía de un libro de mi biblioteca (…)
L. había ido recogiendo de todas partes, sin predilección por ningún género, de novelas francesas y extranjeras. Los textos que la habían inspirado tenían en común que habían sido escritos por autores contemporáneos. La escena de la muerte de su madre procedía sin lugar a dudas de una novela de Véronique Ovaldé.  La descripción de la personalidad de su padre se inspiraba ampliamente en una novela de Gillian Flynn. Encontré, casi palabra por palabra, la terrible visita de un vecino en la primera novela de Alicia Erian. El relato de la mañana en que se levantó con la garganta seca, incapaz de proferir un sonido, y de la recuperación de su voz se asemejaba hasta el punto de confundirse con los mismos fenómenos descritos en una novela de Jennifer Johnston. En cuanto al encuentro con su marido, una noche de huelga de transportes, procedía directamente de un libro de Emmanuèle Bernhein.
A lo largo de las semanas siguientes, seguí descubriendo los vínculos  que ligaban los diferentes relatos de L. con mi biblioteca.”

(Delphine de Vigan, Basada en hechos reales, páginas 184, 229, 291, 334-335)

2 comentarios:

  1. Por lo que intuyo, un tema bastante escabrozo, temerario y contradictorio. Una se pregunta cuántas veces nos hemos topado con personas así, algunas se prolongan en la vida del otro y pueden realmente absorberle toda su sangre, su vitalidad, adueñarse de su voluntad. Pero los hay también momentáneos, seres que pasan sólo un momento por alguna vida y basta ese tiempo corto para transformar su presente en pesadillas intermitentes, que luego serán parte del presente y del futuro, así, apareciendo a hurtadillas, como fantasmas que muelen destinos de otros, produciendo enormes agujeros en sus peores recuerdos.
    Me parece una reseña muy esclarecedora.
    Gracias, como siempre.

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