Jonathan Galassi
Traducción de Jaime Zulaika
Editorial Anagrama, Barcelona, 2016, 233páginas
Jonathan Galassi (Seatle, 1949) editor,
poeta y traductor al inglés de Leopardi y Eugenio Montale, debuta en la
narrativa con Muse (2015), novela que
Anagrama publicó en español el pasado mes de septiembre, con el título de Musa.
Musa es otra prueba de que la
ficción, la novela, lo aprovecha todo. En este caso, las entretelas del
mundillo editorial, un medio que Galassi conoce no de oídas, sino por su
carrera editorial en varias editoras, entre otras, en Random House y en la
actualidad en Farrar, Straus and Giroux, editorial que preside y dirige. La
novela recupera algunas circunstancias de esta editorial fundada y dirigida por
Roger Straus, un editor muy imaginativo, experto en hacer enemigos, mujeriego y
sexista. En la ficción, la editorial se llama Purcel & Stern, y su editor
es Homer Stern, en cuya mesa, como en la de Roger Straus, también hay
duplicidad de teléfonos, uno de ellos reservado a sus amantes. Pero Musa, así lo declara el autor en el
arranque de la novela, es una historia de amor a la palabra impresa de los
viejos tiempos “cuando los hombres eran hombres y las mujeres eran mujeres y los
libros eran libros” (página 9).
En el centro de la novela, una mujer: la
poeta ficticia Ida Perkins, ante la que, haciendo caso omiso de sus escándalos,
se postraron no solo sus amantes, sino media América, entre ellos dos “fieles acolitos”: los editores Sterling
Wainwright, su primer amante y editor, y Homer Stern, un mujeriego muy devoto
“de la carne de caballo femenina”, rival de Sterling que ansía incorporar a Ida
Perkins a su catálogo. Y para ello se sirve de un joven editor, Paul Dukach que
trabaja en la empresa desfilvanada de Homer, editorial pija, pobretona, pero
independiente. Dukach es un admirador idólatra desde la distancia de la poeta.
Una azarosa amistad con Sterling Wainwright, le permite acceder a Ida Perkins,
oportunidad que quiere aprovechar Stern para ficharla para su editorial, pero
otras son las intenciones y propósitos de Ida.
La obsesión y la pugna de los tres
personajes del mundo editorial por Ida Perkins será el núcleo central de la
trama novelesca; la contienda por hacerse con los manuscritos de Ida -la musa-
y así hacer que brille su ego en el catálogo editorial, en un contexto donde
los libros son sobre todo una oportunidad de negocio, y donde los sueños
amorosos y sexuales se solapan bajo el fervor de la fascinación poética.
En Venecia, Paul Dukach tendrá la
oportunidad de ser recibido por la interlocutora de sus sueños más atrevidos,
Ida Perkins. El manuscrito con poemas
inéditos, el último libro de la poeta, será la sorpresa con la que Ida agasaje
a Paul, con el encargo de que lo publique tras su muerte. El poemario explosivo
es un acto de venganza contra su editor de siempre; y esconde un secreto que
será el que hace posible que la trama cobre el interés que hasta ese momento no
tenía, y agilice su ritmo narrativo, al revelar verdades muy ocultas de algunas
vidas.
Musa
es a la vez un buceo, un homenaje y un crudo retrato irónico del mundo
editorial del que nos descubre sus entrañas más encubiertas: el día a día de
una editorial, las caprichosas manías de autores y editores, sus flirts
amorosos y, sobre todo, sexuales. Una verdadera hoguera de las vanidades. La
novela exhala amor por los libros pero también una crítica despiadada y
desmitificadora de ese universo de la edición y cuanto lo rodea. Desde esta
visual, es sumamente ilustrativo el capítulo dedicado a la Feria del Libro de
Frankfurt en la que no se venden libros sino autores y donde se lucen los
aristócratas y los esnobs de la edición europea. Pero así mismo la novela de
Galassi permite percibir los rápidos cambios en el mundo editorial debido a la
revolución de la era digital y a la tendencia monopolista del mercado del libro
y a las ventas por internet. Al mismo tiempo que rinde un merecido homenaje al
“ecosistema” de la edición independiente.
Desde el punto de vista compositivo y
argumental, Musa es una novela
tediosa en su primera parte, en la que prima el relato sobre el funcionamiento
de una casa editora, con demasiados nombres, excesivos personajes secundarios
que se pierden en la memoria lectora. Y una obsesión y constante presencia de
la poeta Ida Perkins. Cobra, sin embargo, interés, a raíz de la entrevista de
Paul Dukach con la poeta, su gran ofuscación. Novela que aglutina ficción y
realidad, ficción y autoficción, y, por lo mismo, novela en clave: personas y
acontecimientos reales aparecen disfrazados de personajes de ficción. El más
notorio, sin duda, es Paul Dukasch, trasunto literario del autor Jonathan
Galassi. Mas también están presentes en la novela, si bien disfrazados con
nombres ficticios, otros personajes reales del mundo del libro, entre ellos los
nababs de la edición europea ¿Quién no reconoce en el editor Jorge Vilas a
Jorge Herralde, fundador y editor de una de las más prominentes editoriales
independientes homenajeadas, como he señalado, en esta novela?
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“Wainwright,
un wasp activo del gremio, oriundo de Ohio, cuya herencia (cojinetes) era diez
veces mayor que la de Stern, consideraba a Homer un grosero y maleducado advenedizo
y oportunista, no un hombre de palabra: la clásica defensa de quien ha sido
derrotado en la lucha sin cuartel de los negocios. Homer se burlaba de Sterling
diciendo que era un playboy que satisfacía sus pretensiones literarias sin
ninguna visión práctica ni sentido común. Lo cual, puesto a pensarlo, era
bastante cómico, teniendo en cuenta los orígenes de Homer. No, los problemas no
eran los que separaban a ambos; era lo mucho que se parecían. Los dos eran
niños mimados, guapos, donjuanes y con el olfato para escritores. Se podría
haber pensado que estaban hechos para ser amigos, pero hubiera sido un craso error.
Se detestaban cordialmente y disfrutaban haciéndolo.
Algo
que los dos tenían en común era su obsesión por la poesía y la persona de Ida
Perkins, posiblemente la poeta norteamericana de la época.”
…..
“Frankfurt
era cualquier cosa menos vida social; era una rebatiña de lo más rapaz,
revestida de un refinado barniz europeo. La ropa elegante, las fiestas, los
puros, la subida de precios de hoteles y restaurantes y la comida
decepcionante estaban cortados por el mismo patrón. Era extenuante, repetitivo
y deprimente, pero nadie en la industria del libro con una pizca de estilo o
sentido común se habría perdido Frankfurt por nada del mundo.
Homer
estaba hecho para esta feria. En ninguna parte se le veía más relajado, más
pródigo en consejos amistosos y en anécdotas chistosas.”
…..
(En
la Feria de Frankfurt) “Se miraban aguda pero discretamente unos a otros
mientras contaban trolas sobre sus últimos descubrimientos, que parecían que
podían ser, pero que casi siempre, rotundamente, no eran las Grandes
Aportaciones a la Literatura Universal por la que pretendían hacerlos pasar.
Los profesionales entre aquellos ladrones de guante blanco se entendían de
maravilla: cuándo terminaba la concordia y cuándo prevalecía el negocio; cuándo
el comercio quedaba relegado y cuándo una larga lealtad imponía su ley. Homer
era muy generoso con su información, ya fuera buena o mala, y un maestro
consumado en difundir rumores que constituían el alma de la feria: que
McTaggart estaba transfiriendo a Hummock
de Gallimard a Actes Sud; que Hummock había despedido a McTaggart para irse con
la Ninfo; que la Ninfo vendía en bloque su agencia a William Morris.”
(Jonathan Galassi, Musa,
páginas 20, 120, 124)
Muy interesante...
ResponderEliminarTema interesante, una parodia a la manipulación de la escritura y particularmente en el mundo que no nos es ajeno. Interesante de hacerle paralelo y una crítica que seguramente este fragil mundo no soporta o pocos argumentan.
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