Catherine Pozzi
Traducción de Manuel Arranz
Editorial Periférica, Cáceres, 2014, 62 páginas.
Pocas veces como en este
relato, Agnès, su escritura está tan
ligada a la biografía de su autora, Catherine Pozzi, una escritora cuya
sensibilidad la convierte en el prototipo femenino de la “letraherida”. Por eso
mismo es de agradecer la amplia Nota en la que los editores nos informan de las
vicisitudes existenciales de Catherine Pozzi (París 1882-1934) en un excelente
resumen biográfico, y del origen, del porqué y del periplo editorial de Agnès, publicado en 1927 de forma
anónima, firmado únicamente con las iniciales C.K . Solo en 1931, Catherine
Pozzi, aquejada por un agravamiento de la tuberculosis, redacta un testamento
con un autorretrato en el que Agnès
aparece como introducción al diario que escribió desde 1913 hasta su muerte.
Catherine Pozzi, nació en un hogar acomodado
e ilustrado. Su padre, Samuel Pozzi fue un prestigioso cirujano, médico de la
alta burguesía parisina y de grandes creadores como Marcel Proust. Su
reputación como médico corría paralela a su fama como hombre mundano, con
numerosas amantes, entre ellas, Sarah Bernhardt. Murió asesinado por un
paciente descontento con la operación de testículos (varicocele) que le había
efectuado. El contrapunto que marcó la infancia y juventud de Catherine,
provenía de su parte materna: una madre y una abuela, ricas, practicantes de un
rígido catolicismo, hecho que originará en la escritora profundas agitaciones
religiosas. En 1909 Catherine contrajo matrimonio con el dramaturgo Eduard
Bourdet. Un matrimonio desafortunado desde la misma noche de bodas, según
parece intuirse en el enigmático Epílogo que Catherine añadió a Agnès poco antes de su muerte. Al año
siguiente de su boda nació su hijo Claude Bourdet y la madre contrajo la
tuberculosis que la acompañará el resto de su vida. En 1920, y con su
matrimonio hecho trizas, conoce al poeta Paul Valery. Se suceden años de pasión clandestina, violenta, exacerbada
porque en el frío y cerebral Valery, cree haber hallado Catherine al Amante con
mayúsculas, incluso al mismísimo Dios, cuando ya no creía en el cristianismo de
su infancia.
Dos años más tarde del inicio de su relación
con Paul Valery, y ya divorciada de su marido,
inicia Catherine la escritura de Agnès,
relato que será publicado en 1927, con un éxito inmediato y dando lugar a
múltiples rumores en los cenáculos literarios con relación a su autoría. A
pesar del éxito de este breve relato, Catherine Pozzi apenas publicó otros
textos literarios. Consagró su vida a la redacción de su Diario. En 1935 se
editaron póstumamente seis poemas de la autora (Ave, Vale, Scolopamine, Nova, Maya y Nyx)
de gran perfección formal que han merecido ser antologados en las grandes
colectáneas de la poesía francesa del siglo XX.
Agnès,
el relato que nos ocupa, ha dado lugar a múltiples investigaciones. Inspirado
sin duda en la novela Los cuadernos de Malte
Laurids Brigge de Rainer Maria
Rilke, amigo y corresponsal de Catherine, y sobre todo en la figura de Paul
Valery en el que Pozzi cree haber descubierto al hombre de su vida (amalgama de
gran inteligencia y ternura, igualmente profunda). Pero la pasión se convirtió
pronto en decepción y en dolor y esto es precisamente lo que denotan los
diversos períodos en los que la obra está escrita.
Agnès nos
presenta
a una joven soñadora y profundamente apasionada, pero que en
realidad se sentía trágicamente sola como ha escrito Ph. Lejeune. Es el texto
de una mujer en plena crisis de fe que transita desde un descreimiento
religioso a otro amoroso, donde la soledad es su único refugio. Escritura pues
del yo que camina entre el relato confesional y el diario, aunque desprovisto
de cualquiera anotación cronológica. La tonalidad de esta pequeña obra nos
remite a la escritura de los místicos, con una profunda pugna interior entre la
realidad y los deseos, entre la ciencia y la fe. Y en el centro de todo, el
objeto del delirio amoroso: la figura del amante, un Dios que dota de sentido la
existencia de Agnès.
El relato de Catherine Pozzi es una
explosión de lirismo; escrito con un tono que nos puede parecer hoy en día
plagado de afectación y cursilería. No obstante, el lector puede acercarse a
esta brevísima obra viendo en ella el reflejo, no solo de una época, sino la
expresión de los tormentos de una mujer que cree ciegamente en el amor absoluto
y que al final la cruda realidad la hace explotar.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“Todo
ese amor que nadie recoge, ¿Quién sabe adónde va? Yo en cambio te fuerzo a ser
antes de tiempo, comprendes, te tengo ya. Cuando llegue la hora, cuando esté
lista, con el vestido y el corazón -cuando diga «Ahora, ahora» y tú no vengas
(como tantas otras veces en que no has venido)- no dejaré que lo mejor que
tengo se disipe en la otra punta del mundo.
Me
siento, te escribo, amor, y te lo envío.”
…..
“Amo, amo cuerpos que no he visto jamás.
¿De
dónde vienen?
¿Es
eso el pecado original?
¿Dónde
están? ¿En lo más profundo de mi memoria? ¿Pero qué memoria?
¿Están
en el fondo de mi cuerpo. Es como si tuviera unos cuerpos que han amado mi
cuerpo en el fondo de mi cuerpo. Todo lo que es grato los empuja contra mí, el
viento, la primavera…Me hace sonreír…y esperar…y desesperar.
Amo…amo…No
he hecho nada malo. Cuando un hombre guago me mira, yo miro hacia otra parte y
se va.
Ay,
que se vaya, que se vaya. Hay besos en mis manos y en mi corazón. Que no me
toque, soy portadora de Dios. Me doy la vuelta, el hombre se va, adopto una expresión
orgullosa.”
(Catherine Pozzi, Agnès,
páginas 21-22, 53-54)
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