Eva Moreda
Pulp Books (sello de Rinoceronte Editora), Cangas do
Morrazo, 2013, 128 páginas.
La canguesa editorial Pulp
Books edita en español una novela breve de Eva Moreda (A Veiga, Asturias, 1981),
que en el año 2010 se hizo merecedora de la IX edición del Premio Terra de
Melide. Publicada originalmente en gallego en abril de 2011, aparece ahora en
español, en traducción de Iolanda Mato.
La autora que conoce cabalmente el mundo de la emigración en el Reino Unido
-ella misma ejerce labores docentes en el departamento de Música de la
Universidad de Glagow- nos acerca ficcionalmente, no a la actual y difícil
diáspora de miles de jóvenes emigrantes en Inglaterra, sino al recorrido vital
de una comunidad de emigrantes gallego en los años 60. Y lo hace echando mano
de dos protagonistas prototípicos, así como de las vivencias de otros
personajes secundarios que, a pesar de su rudimentario inglés intuitivo, se las
ingenian para ganarse la vida limpiando oficinas siempre de noche o ejerciendo
de camareras y ayudantes de cocina en restaurantes y hoteles. Y eran fieles a ciertos
hábitos como visitar Portobello Road los domingos. Todo en Londres, ese mayúsculo
animal que cambia constantemente, aunque para mucha gente siga siendo su aldea.
Los dos protagonistas, Gelo de A Beiga y
Elisa de los Barreses se encuentran precisamente en Portobello Road y con el
encuentro revive el ardor de los sentimientos, la antigua relación, la desidia
y la sorpresa. Pero también allí nace el miedo. Así se abre esta novela de Eva
Moreda sobre la emigración gallega en Londres. Una pieza literaria de escasas páginas,
pero de indudable calidad. Los dos protagonistas de la historia narrada se habían
aventurado en la emigración londinense en la década de los 60. Muchos de los
que en aquella época o en años posteriores intentamos la misma aventura, sin
ninguna otra garantía que la que poseen los que en nuestro tiempo pretenden
llegar a las costas de Europa en pateras, nos sentimos necesariamente
retratados en esta novela sobre la emigración en ese microcosmos complejo que
es la ciudad de Londres. Por eso mismo, y es mérito de la autora, los gallegos
y gallegas que emigraron a la capital del Reino Unido en las décadas de los 60
y 70, dejan su huella ficcional en las páginas de este libro. Se sentirán, por
lo mismo retratados en los recorridos vitales diferentes e los dos
protagonistas y también en las existencias de otros emigrantes económicos,
personajes secundarios que asentaron su existencia en la capital británica. Allí
trabajaron, ganaron el pan y reaccionaron de forma compleja y desigual frente
al nuevo entorno.
Lejos, case a una distancia infinita queda
el lugar natal de los protagonistas, esa A Veiga, metáfora de todas las aldeas
gallegas que nutrieron durante aquellos años la emigración, porque, cuando uno
marchaba “tan lejos” era marchar de verdad y A Veiga queda congelada, como ese “tiempo
distinto” que con tanta elocuencia rotula el libro.
Los dos protagonistas diseñados por la
escritora, actantes de la acción narrativa que articula la historia contada,
son, como ya quedó reflejado, Gelo y Elisa. Dos personas de A Veiga que compartieron
sentimientos tiempo atrás. Perdida la relación, se encuentran años después en
la emigración londinense. Y allí con su inglés incipiente y ejerciendo los
trabajos prototípicos de la emigración gallega en Londres (limpiadoras
nocturnas de oficinas, camareros/as, cocineros/as), renace entre ellos aquel
espacio íntimo que los había unido. Pero cada uno sigue un camino vital
diferente y su relación se ve sometida a altibajos.
Sin embargo, ni Gelo ni Elisa son personajes
planos. La narradora sabe moldearlos con acierto, extrayendo de los mismo toda
la complejidad de un ser real, por lo que
a veces parecen contradictorios y sorprendentes, especialmente la
protagonista femenina. Y en ese animal londinense que cambia constantemente, un
hormiguero en transformación, algo insólito en aquellos tiempos en la Galicia
de la que provenían, interactúan perfectamente. Descubren el sindicalismo, la
organización de los trabajadores, el movimiento de liberación de la mujer, los
anticonceptivos, las actions delante
del Parlamento. Mas también se dan cuenta de que, después de los años
transcurridos en Londres, son extranjeros en su lugar natal, y seguramente lo
siguen siendo en la capital británica. De ahí las coherentes palabras que
Elisa, la verdadera heroína de esta novela, en las que afirma con rotundidad, antes
de entrar en la prisión de Holloway, que ella es de todas las partes del mundo donde
hay mujeres, donde existen limpiadoras, extranjeros, donde hay gente que sufre y
llora.
Eva Moreda presenta una novela original, con el
empleo de una técnica narrativa cuidada y eficaz. Su relato se asienta en una voz
-la de Gelo- que habla en primera
persona. A través de sus ojos y de su monólogo descubrimos a Elisa de los
Barreses y al resto de los personajes secundarios que forman el grupo de los
emigrantes gallegos en Londres. No obstante, la voz del protagonista masculino
desvela eficazmente las características de la emigración gallega y su interacción
social, contadas desde una perpectiva femenina, porque es Elisa la que renace
constantemente, la que es sensible al cambio social, la que interactúa
respondiendo a los apremios novedosos del hormiguero londinense. Una prosa
elegante, ágil, bien articulada, pero sin arrebatos líricos -repugnarían con el
tema-, un gallego cuidado hacen de esta novela de Eva Moreda un producto
narrativo maduro que ahora pueden disfrutar también los lectores españoles.
Francisco
Martínez Bouzas
Eva Moreda |
Fragmentos
“Al
día siguiente, Tino le escribió a su patrón. Una semana después, recibió la
respuesta de su jefe, Mister Stobart. Estaría encantado, decía, delighted, de emplear a Mister Martínez como
camarero, con una jornada de cuarenta horas semanales repartida en seis turnos
y un salario de quince libras por semana. Casi fue Tino el más ilusionado de
los dos; yo andaba demasiado ocupado yendo por las mañanas de la policía al médico
y del médico al ayuntamiento y escuchando a mi amigo por las tardes: sus fábulas
hablaban de lluvia y mala comida y autobuses rojos de dos pisos y metro y jefes
benevolentes y clientes excéntricos y, sobre todo, inglesitas que se dejaban
hacer de todo sin poner objeción alguna. Y del verdadero motivo de su estancia
en la ciudad, que no me lo desveló hasta que me tuvo seguro en su barca.”
…..
“Londres
es una ciudad difícil de explicar a quien no la conoce. Desperdigada sin razón
al norte y al sur del río, y creciendo sin control por todos los extremos, ni
los que nacieron aquí saben muchas veces dónde empieza y dónde acaba. Los
Stobart dicen que Croydon no es Londres. A mí, en cambio, Tino me cautivó desde
el principio para que viniese a
Londres, y en Londres estoy, aunque aquí le llamen Croydon. Londres es el único
lugar que conozco de Inglaterra, y quizás por eso, cuando pienso en Londres, no
puedo evitar también en Brighton -el único otro lugar que conozco de
Inglaterra, porque la Isla de Wight está ya mar por medio y no parece el mismo
país- como parte de la misma ciudad, como la playa de Londres. Quizá Londres,
la misma ciudad que pareció tragarte durante las últimas semanas, llega siempre
hasta donde uno quiere que llegue. Y esto, por el sur, puede ser Croydon, o
Brighton. Y a veces, cuando pienso en Londres -y últimamente pensé mucho, mucho,
pensé en todas sus partes y en cuál pudo haber sido el sitio donde Londres te
engulló- el límite de la ciudad por el sur puede estar en Miou.”
(Eva Moreda, Veiga es como un tiempo distinto, páginas 15-16, 97)
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