viernes, 2 de agosto de 2013

"JULIO JURENITO", ENTRE EL ESPERPENTO Y LA PROVOCACIÓN



Julio Jurenito

Ilya Ehrenburg

Tradución de Lina Buzarra Hermosilla

Capitán Swing Libros, Madrid, 2013, 368 páxinas



  

   De forma oportuna, reedita Capitán Swing Libros un terxto publicado por primera vez en 1922, Julio Jurenito, considerado la mejor novela de Ilya Ehrenburg (Kiev, 1891 – Moscú, 1967). Julio Jurenito que puede presumir de ir rotulada con uno de los títulos más largos de la narrativa de todos los tiempos que, por curiosidad, reproduzco aquí (“Las extraordinarias aventuras de Julio Jurenito y sus discípulos Monsieur Delet, Karl Schmidt, míster Cool, Alexei Tishin, Ercole Bambucci, Ylya Ehrenburg y el negro Aisha. En días de paz y guerra y revolución, en París, en México, en Roma, en Senegal, en Kinieshma, en Moscú, y en otros lugares, y también las distintas opiniones del Maestro. Sobre el arte de fumar en pipa, sobre la muerte, sobre el amor, sobre la libertad, sobre el juego de ajedrez, sobre la raza hebrea, sobre la construcción y otras muchas cosas”), es un libro poco conocido, pero que en las manos lectoras se convierte en una verdadera joya literaria, disparatada y genial en igual proporción. Tan soviética como antisoviética, tan occidental como antioccidental. Novela de humor extremo y rayando el absurdo, que lo satiriza todo: el viejo continente europeo, tan alienado o esquizofrénico que se precipitó, casi sin darse cuenta, en la carnicería de la Primera Guerra Mundial; la utopía de la Revolución bolchevique; la religión y casi todas la convenciones y hábitos sociales. “En Jurenito, escribe el mismo Ehrenburg, estigmaticé toda suerte de racismos y nacionalismos, denuncié la guerra, la crueldad, codicia e hipocresía de los hombres que la provocaron”.

   Pero ¿quién es esta mente autorial que escribe no para las élites, élites actuales de inútiles y perdidos, sino para los pueblos venideros, para que no caigan en los mismos errores del pasado? Considerado el corresponsal de guerra más popular de toda la prensa soviética (Vasili Grossman), Ehrenburg fue un escritor y periodista soviético, de ascendencia judía, que cubrió la mayoría de las guerras. Tras su participación en las revueltas estudiantiles en la Universidad de Moscú de 1905, emigró a París donde inició su carrera como escritor bajo la influencia de Verlaine. En la capital francesa trabó así mismo amistad con Picasso, Apollinaire y Fernand Léger. Corresponsal en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial, en 1917 retornó a su país. Aunque simpatizaba con la revolución bolchevique, no se sentía a gusto en la Unión Soviética, y en 1921 volvió a autoexiliarse. Ese mismo año escribió Julio Jurenito. Corresponsal más tarde en la Guerra Civil española, escribió varias obras que lo reconciliarían con el régimen soviético. A partir de 1950 se convirtió en una destacada personalidad, sobre todo cultural, de la URSS.

   La acertada combinación de humor, sentido del absurdo y agudas sátiras sociales convierten a Julio Jurenito en una novela tan original como actual. En la misma Ehrenburg crea la ficción del Maestro mexicano Julio Jurenito, un personaje que amalgama en su figura la sabiduría, la ironía y un acusado sentido de lo pintoresco. Personaje sin principios, a pesar de que los defiende apasionadamente, se rodea de una “selecta” tropa  de discípulos que, más que personajes de lo más variopinto, son  estereotipos  de sus propias nacionalidades y de los que se sirve para revelar y satirizar, deformándolos hasta el esperpento, los defectos de las mismas. La denuncia de este profeta de artistas excéntricos, banqueros, filósofos y parias, delineada con un toque bastante iconoclasta, no resulta por ello menos contundente.

   En treinta y cinco capítulos Ehrenburg, escribiendo con un ritmo ágil, nos sirve en bandeja y a través de una lupa deformadora los avatares surrealistas del Maestro mexicano y de su troupe de estrafalarios discípulos entre los que se incluye a sí mismo, pues Ehrenburg ejerce a de autor, narrador y personaje representante de los judíos, a los que satiriza  con la misma intensidad con la que retrata al resto de nacionalidades.

   Novela esperpento pero muy coherente con la realidad que capta y plasma, de la que es fiel reflejo, y que no ha perdido actualidad porque las condiciones en las que fue escrito Jurenito en 1922 son en esencia las mismas de nuestros días, aunque las designemos eufemísticamente con otros nombres: la guerra sigue instalada en el corazón de los pueblos, muchos países siguen siendo colonizados por el subdesarrollo y la explotación, navegamos, quizás más que nunca, por mares y océanos de crisis, inseguridades y falsedad, se sigue discriminando a los pobres y continúa habiendo sociedades que son al mismo tiempo socialistas y nacionalistas. Y el fascismo no ha muerto, porque, incrustado en el corazón de muchas personas, pocas veces se le hace frente de la misma forma que refleja este breve texto de Ilya Ehrenburg: “En la Europa de los años treinta, inquieta y humillada, era difícil respirar. El fascismo avanzaba, y avanzaba impunemente. (…) Pero hubo de pronto un pueblo que aceptó el reto. No se salvó a sí mismo ni salvó a Europa, pero si para la gente de mi generación queda algún sentido de las palabras «dignidad humana» es gracias a España.”



Francisco Martínez Bouzas





Ilya Ehrenburg


Fragmentos



“Julio Jurenito también nos contó cómo había organizado en México una «Agrupación de Prostitutas para la ayuda a las damas de sociedad». Las prostitutas, al ver con qué envidia las observaban en el café las «damas virtuosas», y a fin de corresponder a las distintas empresas filantrópicas de las mundanas señoras, se dirigieron a ellas patrocinadas por Jurenito con el siguiente llamamiento: «Queridas colegas, nuestro análogo trabajo es igualmente duro y exige solidaridad. Si nosotras sufrimos a causa de la variedad, entregadas al eterno disfrute de vuestros maridos, que con frecuencia os resultan repulsivos, realizáis un trabajo no menos duro. Por eso hemos decidido acudir en vuestra ayuda. Aquella de vosotras que guste de las caricias de su marido puede hacer la correspondiente declaración en nuestra «Sección de defensa del matrimonio». Limitaremos el derecho de asistencia a nuestros establecimientos de dichos maridos a una sola vez al mes, obligándoles además, mediante un recibo formal, a dedicarse a sus esposas no menos de treinta y seis noches al año. Pero existen otras entre vosotras que ansían en vano las alegrías del sexo. Nosotras, entre miles, a veces encontramos uno, dos, tres, un pianista, un chulo, un huésped ocasional, pero estas pobres se ven condenadas a los tormentos de la prisión. Organizaremos para ellas unos «martes» especiales, prometiéndoles guardar el secreto, y una inspección por parte de la Agrupación de los más dotados de nuestros huéspedes». Jurenito nos dijo que «el grupito» gozó de un éxito sin precedentes, pero que medio año después, fue descubierto por la policía y arrestaron a su presidenta.”



…..



“En el mitin de las prostitutas Alexei Spiridonovich se despachó a discreción recordando entre sus citas a Soniechka Marmeladova y a santa María Egipciaca. Pidió a todos perdón y, por su parte, también perdonó a todos; luego contó su vida, y finalmente propuso a las allí reunidas que se «lavaran» en las aguas del Jordán revolucionario y luego se dedicaran a coser los calzones «de los valientes defensores de la libertad y de la patria». Muchas lloraron. Después algunas ciudadanas exigieron el alza de tarifas. Alexei Spiridonovich intentó hablar de nuevo, pero rompió a llorar de emoción, y fue consolado por una compasiva María Egipciaca que murmuraba: «¡Camarada caballero, es usted terriblemente atractivo!» El mitin de los ministros se caracterizó por su parte por la extraordinaria afluencia de personas, ya que asistieron a él todos los antiguos, actuales y futuros ministros de numerosos gobiernos. Por entonces la gente no permanecía mucho tiempo en el cargo de ministro, y cualquiera podía esperar convertirse, de un día para otro, en ministro de algo. Al circo llegaron, en efecto, no menos de dos mil personas. El Consejo debió ser aplazado por tan funesto motivo, y todos los ministros, incluso los futuros, se arrepintieron y prometieron que aunque fueran ministros nunca iban a serlo en realidad. Nos hablaron entonces muy poéticamente, sobre el mar, el ocaso, las herrumbrosas cadenas y llaves que abren corazones. En general yo temo a los ministros, pero estos no parecen en absoluto temibles.”



(Ilya Ehrenburg, Julio Jurenito, páginas 78-79, 245-246)

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