Twelve
Nick McDonell
Traducción de Gemma Rovira
Editorial Anagrama, Barcelona, 247 páginas
(LIBROS DE FONDO)
Con diecisiete años Nick McDonell
(Nueva York, 1984), rico, atractivo, atlético y deportista talentoso, hijo de
una famoso editor deportivo se convirtió en un nuevo “enfant prodige” de la literatura americana al ver publicado el año
2002 su primera novela, Twelve, un
verdadero éxito de público y de la crítica en los Estados Unidos y traducida,
al poco tiempo, a los principales idiomas, entre ellos, al español. Un caso
indudable de precocidad en el terreno de la escritura hasta el punto de que se
habló de Nick McDonell como el heredero de Brett Easton Ellis que con su novela
Less than Zero (1985) fue un mito de
la narrativa juvenil en las décadas de los ochenta y noventa, al dibujar a los
jóvenes millonarios o aburridos de Hollywood.
Pero no es el único caso de precocidad literaria.
Scott Fitzgerald escribió The side of
Paradise con veintiún años. Y a los pocos meses de concluir la Primera
Guerra Mundial, un libro titulado The
Young Visiters fue editado en Inglaterra y vendió más de trescientos mil
ejemplares. Su autor: Daisy Ashford de ocho años.
Twelve
es el fruto de una vocación literaria alimentada desde la infancia. Nick McDonell creció literalmente en el mundo de
las revistas y de los editores, frecuentó colegios en los que se les concede
gran importancia a la literatura y al ejercicio de la escritura. Y cimentó su “vocación”
de escritor en buenas lecturas, en relatos publicados en revistas escolares.
Con la edad de dieciséis años permaneció inmovilizado en su casa, con una
pierna rota y, como no podía jugar al basket, comenzó a escribir una novela,
sin que siquiera sus padres supieran nada porque no quería dejarse influencia. El resultado,
una novela “sintomática” que se constituye en un hito y goza de la intensidad
de narrar lo que se está viendo y viviendo.
Twelve
es un retrato del vacío y de la abundancia en que viven los adolescentes de
Manhattan, los chicos y chicas del Upper East Side que nada en los placeres de
una vida regalada, lo poseen todo y lo disfrutan sin perder el tiempo. Retrato
de toda una generación. Cantidades de droga, sexo y más droga. Toneladas de
coca, heroína y pastillas. Incluso les sobra educación. Son tíos cultos, sofisticados,
criados en una plétora de conocimientos, con padres y madres que están
demasiado ocupados para prestarles atención y ocuparse de ellos.
La novela refleja a la perfección la hipersofisticación
y la hipereducación y se centra en un protagonista, White Mike que no fuma ni
bebe pero es un consumado traficante de drogas, en especial de una sustancia
llamada “Twelve”. Y a su lado, adolescentes que intercambian sexo por
estupefacientes y pequeños pordioseros que se jactan de conocer la lengua de la calle al mismo
nivel que la prosa de Albert Camus. La novela, en efecto se asienta en múltiples
citas literarias, pero no de autores transgresores o de literatura juvenil,
sino en textos como La peste de Camus,
Cuento de Navidad de Charles Dickens,
El viejo y el mar de Hemingway.
Reclamo, sin duda alguna, de una cultura exquisita.
El éxito de Twelve y el interés despertado en su día en el mundo editorial
puede convertirse en un triunfo peligroso en un mundo donde las promesas brotan
y mueren como fuegos de artificio. Precedentes no faltan: Scott Fitzgerald al
que el éxito lo sumió en una ruina moral de la que nunca se recuperó. Y Brett
Eaton Ellis al que el triunfo, en vez de favorecer su carrera literaria, lo
convirtió en un autor frívolo y
encadenado a la moda.
Francisco
Martínez Bouzas
Nick McDonell |
Fragmentos
“White
Mike se queda dormido con la luz encendida y con La peste sobre el pecho.
Sueña
con rascacielos. Sueña que está en el terrado de uno de ellos y que hay una
tormenta eléctrica. Las vigas oscilan bajos sus pies y se mecen por la fuerza
del viento, y los rayos rasgan el cielo de la ciudad, y luego los truenos
explotan en sus oídos. La ciudad se ilumina y se llena de estruendo, pero él
está solo en lo alto de ese edificio que se tambalea, y cuando empieza a llover
va caminando hasta el borde del edificio para ver mejor el resto de la ciudad y
cómo caen los rayos, y hay un enorme destello blanco y comprende que el rayo ha
caído en su edificio, y nota que sale despedido por encima de la barandilla, y
cae al vacío.”
…..
“Cuando
se despierta, Chris decide que será mejor que vaya a comprar condones. Por si
esta noche acaba acostándose con alguna chica. Por si pierde la virginidad. Por
si moja. Por si folla a alguna tía. Por si la mete hasta el fondo. Por si la
mata a polvos. Por si la tira por detrás.
Pero
no hay ningún monstruo más atroz que el hombre que hay detrás del mostrador.
Chris entra en el drugstore aparentando tranquilidad. Es un drugstore grande, y
los condones están al fondo, detrás de la caja registradora de la farmacia.
Coge un cesto de plástico y se pasea por el pasillo, mira los desodorantes,
elige uno. Coge también un champú y una maquinilla de afeitar. Luego coge una
botella de agua oxigenada y la pone en el cesto. Finalmente, con aire decidido,
va hacia el fondo de la tienda y hacia el expositor de condones que hay detrás del
mostrador. Cuando está a punto de pagar exclama:
-¡Oh!
-y chasquea los dedos-. ¿Me da un paquete de Trojans, por favor?
-¿De
cuales? –El individuo pasa un dedo por el expositor de preservativos.
Pues…
- Decídete. Deprisa-. Normales. -Por
favor, Dios mío, que los haya
normales.”
(Nic McDonell, Twelve, paginas 105, 199)
Una excelente presentación de la novela y de su autor...
ResponderEliminarSaludos
Mark de Zabaleta