Doce cuentos iberoamericanos
Varios autores
Edición y prólogo de Jorge Carrión
Epílogo de Juan Villoro
Editorial Candaya, Les Gunyoles-Avinyonet del Penedés,
Barcelona, 2013, 239 páginas.
En el año 1965 el editor
gallego argentino Francisco Porrúa tuvo la primera noticia de Gabriel García
Márquez por boca del escritor chileno estadounidense Luis Harss, autor del
libro Los nuestros, una obra que
presentaba relatos de diez narradores que consideraba representativos de la
nueva literatura latinoamericana. El contacto con aquel libro le permitió a
Francisco Porrúa enterarse de la obra de Gabriel García Márquez y contactar con
el escritor colombiano. Dos años más tarde, la Editorial Sudamericana, cuyo
director literario era Porrúa, editaba por primera vez Cien años de soledad. Así pues, en el inicio de la trayectoria
literaria de García Márquez hubo un cuento.
Este libro que hoy comento y que reúne doce
relatos de otros tantos escritores iberoamericanos, es posible que también le
abra la senda o sea el inicio de la trayectoria literaria de algún gran
escritor que, a su manera, siga los derroteros de Gabo. Por medio de esta
publicación doce escritores comienzan a significar algo para los lectores. Y lo
hacen mediante el género que tienen más a mano. En talleres de creación
literaria, escuelas de escritura o facultades universitarias han velado sus
primeras armas y en esta publicación colectiva recogen los resultados. Emergen,
se hacen visibles mediante variadas estrategias narrativas, todas ellas
ancladas en el minúsculo arenal que es la brevedad. Relatos variados que tocan
múltiples temas y emplean distintas estrategias narrativas, tal como lo hizo la
literatura de siempre y lo reitera la de nuestro tiempo. Emergencias es pues un libro plural en todos los aspectos: sus
autores proceden de diversos países iberoamericanos y sus temas, estrategias y
estilos son igualmente dispares.
La engañosa brevedad de estos cuentos
representa, sin embargo, modos muy personales de crear. Gimnasios naturales,
como hacer notar Jorge Carrión, editor y prologuista de Emergencias. A través de
ellos, en efecto, Antonio Galimany (Rosario, Argentina, 1987), Mónica Ojeda
(Guayaquil, Ecuador, 1988), Ramón Bueno Tizón (Lima, 1973), Mariana Font
(Montevideo, 1977), Carlos Gómez Pérez (Barcelona, 1969), Tomás Sánchez Bellocchio
(Buenos Aires, 1981), Jari Malta (Montevideo, 1985), Eduardo Ruiz Sosa (Culiacán, México, 1983), Carolina
Bruck (La Plata, Argentina), Yannick García (Amposta, España, 1979), Wilmar Cabrera
(Palmira, Colombia, 1970) y Alex Oliva (Barcelona, 1974) nos ofrecen una
muestra de su hacer literario.
Muestras que moldean relatos muy narrativos todos ellos,
pero narraciones de la cotidianidad. No
narran avatares y sucesos excepcionales, sino el acontecer diario de personajes
muy variopintos. Líneas pues de la vida cotidiana con nulos o escasos momentos
de suspenses, con excepción del relato que cierra la antología,”Nuestra casa”
de Alex Oliva. En él el autor nos permite acompañar a una pareja que con
entusiasmos explora su nueva casa. Son los primeros vecinos de una nueva
promoción. Pero muy pronto aparecen problemas en la edificación hasta que la
situación, entre la soledad y la desolación, la quiebra o el silencio de la
promotora, se hace insostenible.
Tematización pues de historias muy variadas
en las que, sin embargo, podemos ver ciertos rasgos comunes, reflejo de un
mundo en crisis, con espacios de precariedad e incertidumbres; roturas de
pareja y de familias, extrañeza y alejamiento frente a las instituciones
tradicionales (familia, matrimonio, estado); presencia agobiante de seres desamparados. Apertura y variedad de
estímulos y referentes, entre ellos la intertextualidad, especialmente con
Vila-Matas, con Roberto Bolaño, Ricardo Piglia o incluso con Diderot.
Un sustancioso epílogo de Juan Villoro sobre
los talleres de escritura de los años setenta y, en concreto, sobre su
experiencia en el de Augusto Monterroso y sus enseñanzas sobre la elaboración
del cuento, recopiladas en un decálogo, pone el ramo y clausura esta muestra
plural -y yo apostaría que representativa-
de la emergente narrativa iberoamericana
ofrecida en formato breve.
Francisco
Martínez Bouzas
Jorge Carrión |
Fragmentos
“En
la segunda fotografía, María Ozawa nos mira desde la lejanía de sus inmenso
poder, el rostro inclinado hacia la derecha. Una mano hunde sus dedos entre su
cabello negro, desordenado intencionalmente. La otra mano cae sobre su muslo
interior, junto a su bajo vientre, ahí donde el Monte de Venus da María Ozawa
se enciende como una mata salvaje y lúbrica. No es el enterizo ajustado de
malla que trae puesto lo que perturba y conmueve al espectador. Tampoco la
turgencia de sus pechos, medianos y preciosos. Lo que sobrecoge es la
naturaleza agreste de su vello pubiano, de una oscuridad arcana, intimidante
pero magnética al mismo tiempo. Como una flor carnívora, hermosa y espeluznante.
O como una tarántula, posada entre las piernas de una hafu.”
(Ramón Bueno Tizón, “María Ozawa”, páginas
50-51)
…..
“Vuelve
andando a su bloque. Pasea por el patio trufado de excrementos de animales. En
el antiguo césped comunitario crecen hierbas que le llegan ala rodilla, al lado
de zonas en las que la tierra ha quedado al descubierto. La piscina está medio
vacía. Dentro solo un metro de residuo oscuro cubierto de hojas muertas entre
las que se adivina el cadáver de un ave bastante grande. Se sienta en el suelo.
El nudo en la garganta le causa un dolor nada metafórico, atroz, de laringe
aplastada. Vuelve a tantear el papel que lleva en el pantalón. Lo saca. Lo
desdobla con cuidado. Lo mira por enésima vez: un dibujo a lápiz, a medio hacer
y tachado. Lo vuelve a doblar con extrema precaución. Con los ojos cerrados
besa ligeramente el papel antes de guardarlo de nuevo en el bolsillo.
Se
le ocurre que, si estuviese quieto el tiempo suficiente, las hierbas lo irían
rodeando, consumiéndole poco a poco.”
(Alex Oliva, “Nuestra casa”, página 219)
REalmente interesante!
ResponderEliminarExcelente! Muchas gracias, Francisco!
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Jeniffer Moore