martes, 23 de abril de 2019

RECETAS PARA EL VIAJE AL MÁS ALLÁ


Muertos a la carta

Pablo Cazaux

Menoscuarto Ediciones, Palencia, 2018, 180 páginas



    


   Un curioso e inédito  chef que trabaja en el restaurante Le Rêve es el encargado de recibir a las almas vivas de los muertos que aún no son conscientes de su condición. Partiendo de este hecho, el escritor argentino Pablo Cazaux (Avellaneda, Buenos Aires, 1967)  presenta esta novela que se hizo merecedora del IX Premio Tristana de novela Fantástica. El autor es un escritor con una amplia obra narrativa (novelas y cuentos), en la que, desde distintas perspectivas, enfoca el problema de la identidad y de la violencia.

   En Muertos a la carta, el chef propone a sus comensales los platos más idóneos, dada su condición, y les transmite lo que ninguno de ellos quiso escuchar. Los cual no es de extrañar porque los muertos son muy difíciles y sus gustos, muy especiales: beber, charlar, los juegos de azar, y su humor es tan cambiante como volátil.

   La novela se halla comprimida en dos semanas. En esos pocos días, el chef M contará su trabajo y las sutilezas que se verá obligado a emplear para que sus clientes le cuenten sus vidas y comprendan que finalmente ya no son  de este mundo.

   Cuando llega un nuevo comensal -por lo general llegan en pareja-, el chef, antes de recomendarles ningún plato, les hace saber que tanto él como ellos deben saber algo sobre sí mismos. Solo entonces les ayuda a tomar la decisión, inspirándose en lo que cuentan.

   El primero que se le presenta es un sicario. Y mañana va a matar a un hombre. Tres años de intentos y todos fallidos. Acto seguido, una mujer con planes de divorcio. Una mujer, con amante oculto, que trata fatalmente a su marido, que ni siquiera le había reprochado lo del amante. Una lasaña de mejillas de ternera es el delicado menú que les prepara. El miércoles llega un hombre muerto que no sabe  de su condición. Le gusta la charla porque al tener problemas por resolver, siempre vuelve a contar sus historias. Tal es el caso de una mujer mayor acompañada por un pequeño monstruo, un enano de unos cincuenta centímetros, que anotaba números de forma compulsiva. Ninguno de los dos se sacian de comer ni de hacer de la venganza el motivo de sus vidas.

   Durante los catorce días, el chef M cuenta su trabajo y sus estrategias para que los clientes le revelen sus vidas y comprendan que están muertos y, al mismo tiempo, que nos entretiene o aterra con las situaciones que viven sus muertos vivientes, casi siempre relacionadas con aquellas almas que nunca llegan a buen fin.

  Pablo Cazaux diseña un protagonista perfectamente logrado para la función que realiza: entre cínico  y compasivo, capaz de entablar con los vivientes muertos -o muertos vivientes- jugosos diálogos rebosantes de sutil humor negro. Además el autor sabe otorgarle a la acción y a la situación que nutre cada día y cada menú, cierto aire inquisitivo y misterioso. Habla además de la muerte con una amalgama de ternura y humor negro. Y sobre todo logra que sus comensales le cuenten sus historias para llegar a comprenderse a sí mismos.

   Encontramos historias truculentas, siniestras, trágicas, trágico-cómicas y especialmente humanas. Algo tan íntimo y personal solo lo logra el chef mediante una buena conversación y el gusto. Un buen plato suele abrir las pertas de las emociones.

  

                                            
Pablo Cazaux


 La novela y sus capítulos están bien estructurados, permitiendo su escritura que se combinen en armonía la explicación que en sus recetas hace el chef M con sus reflexiones sobre la condición humana y con las explicaciones que, en los encuentros con los comensales,  estos le dan o reciben para que se atrevan a dar el paso final: el viaje al más allá porque a la mayoría lo que les duele por dentro (la vergüenza por no haber cumplido hasta el final el papel de sicario, por ejemplo), les incapacita en sus actual condición.

   Novela fantástica, pero cimentada en la realidad de la vida con un punto de partida basado en un humor inteligente, mezclado con correctas y agudas proyecciones en el diálogo, acción, inventiva y recetas reales que el autor reconoce que han sido aportadas por un chef real.

En resumen, una novela que en el humor negro halla la modalidad con la que el autor la modula hasta lograr desdramatizar las historias del último y definitivo viaje.



Francisco Martínez Bouzas


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