miércoles, 4 de septiembre de 2013

"LIRIO Y SERPIENTE": UN CANTO AL AMOR QUE SALVA Y CONDENA



Lirio y serpiente

Nikos Kazantzakis

Traducción de Pedro Olalla

Acantilado, Barcelona, 2013, 67 páginas.



 

    La barcelonesa Editorial Acantilado ha rescatado este año para los lectores en español un texto singular del poeta y narrador griego Nikos Kazantzakis (1885-1957). Un autor que es quizás la excepción que confirma el general desconocimiento que en ámbitos hispanoamericanos tenemos de la literatura griega de los últimos siglos, si dejamos al margen la poesía de Kaváfis y Palamás. Nikos Kazantzakis alcanzó gran popularidad después de la Segunda Guerra Mundial sobre todo por las adaptaciones cinematográficas de algunas de sus novelas de tono expresionista y agitada y confusa espiritualidad (Alexis Zorbas, 1946, Cristo de nuevo crucificado, 1948, La última tentación de Cristo, 1951 o Examen de conciencia ante el Greco (1961).

   Sin embargo su temprano debut literario y el inicio de su carrera como escritor se produjo con la publicación de un texto, Lirio y serpiente (Atenas, 1906) cuya gestación y circunstancias paraliterarias es conveniente conocer para entender cabalmente el contenido y los valores de esta obra, tan caótica como apasionada y atormentada.

   Este arrebatado poema en prosa fue escrito cuando su autor contaba apenas veintidós años, apareció publicado bajo el seudónimo de Karma Nirvani, y fue inspirado por la joven profesora irlandesa Katheen Forde de la cual Kazantzakis se enamoró loca y obsesivamente cuando de ella recibía clases de inglés y escuchaba los poemas de Byron y Keats que le recitaba al oído. Ambos consumaron muy pronto su amor. Tras fugarse al monte Psiloritis, se unieron carnalmente en el suelo de la ermita de la Santa Cruz, bajo las miradas de los iconos de Cristo y la Virgen.

   El texto de Kazantzakis, escrito en forma de impetuoso y obsesivo diario, le atormentó durante toda su vida hasta el punto de que en 1953, el propio autor destruyó en el fuego los ejemplares del libro que le quedaban porque los consideraba fruto de un arrebato juvenil, alocado y pecaminoso. Sin embargo nunca acabó por rechazarlo del todo, pues lo incluyó en la relación de sus obras, presentada  cuando en 1945 optó a la Academia de Atenas y al año siguiente, al Nobel de Literatura.

   Nikos Kazantzakis elude en su texto hacernos partícipes de esta impetuosa aventura amorosa. Lirio y serpiente se desliza ante el pasmo de nuestros ojos bajo el artificio de un “diario del corazón” de un desgraciado amigo, un gran artista, escrito, como él mismo confiesa de forma caótica sobre unas hojas sueltas, con letra descuidada y febril (página 66).

   Es un texto impregnado de erotismo y de sentimientos amorosos apasionados, que a la vez exaltan y desgarran tanto la carne como el espíritu. Un canto al amor que salva, glorifica, eleva el cuerpo y el espíritu con el fuego de su incandescente hoguera. Pero que también condena con sus letargos, “fantasmas de la noche del pensamiento”. Un amor tan espiritual, sublime y redentor, como carnal, animal, conflictivo, satánico y posesivo. (“Las flores de mi alma son todas crisantemos, grandes, satánicas…”, página 45). Y esa lucha entre los dos polos se condensa en las dos palabras que rotulan el libro: lirio y serpiente. Dos palabras de indudable filiación simbólica que remiten a una sensibilidad arrebatada tardorromántica: la belleza, el deseo, el erotismo, la locura, la muerte.

   Un texto que, si le hacemos caso a Palamás, es a la vez historia y poema. La historia se desarrolla a través del arrebatado monólogo del protagonista. La poesía lo impregna todo, porque estas breves prosas poéticas, pese a la juventud de su autor, están escritas con el poder y el dolor de las palabras eternas que suelen brotar como dardos incendiarios cuando el amor se convierte en el gran monoteísmo del alma humana.



Francisco Martínez Bouzas







Nikos Kazantzakis



Fragmentos



“Ante mi Te veo alzarte como exótica flor de una hermosa florescencia carnal. Sabe tu cuerpo grácil el secreto que saben las hiedras trepadoras. Y cuando caminas, y cuando Te reclinas sobre mí, y cuando abres los labios y cierras los ojos, y cuanto Te entregas, son canto y son música. Tus líneas enlazadas. En Tu abrazo se ocultan los secretos de los Deseos eternos y en Tus ojos navega el enigma de los mares.

De Tus labios gotea, gotea el Veneno de los grandes besos. Salta sobre Ti y en Tu cuerpo se vierte el deseo misterioso de los Imanes.

Te veo ante mí, en el desierto de mi vida, elevarte como una palmera criada al calor de mis deseos.

Eres bella. Bella como el pecado, como la Muerte bella. Viste Tu blanco cuello y baja por Tus pechos y se aferra a Tus caderas y aprisiona Tus muslos y desciende por Tus piernas hasta abajo, ¡oh, Amor Desvestidor!, mi Deseo.”



…..



“Quiero apurarme a disfrutarte toda. Uno a uno los blancos misterios de Tu desnudez  que aguardan dormidos. Quiero apurarme, porque tal vez alcance a exprimir Tus labios y Tu carne toda y cuantos estremecimientos acechan en la profundidad de tus senos. Que no haya un solo beso que te robe la Muerte. Que sea yo quien te los robe todos. Quiero apurarme porque siento que nos vamos muriendo, que algo se escurre bajos nuestros pies, que las agujas de un reloj avanzan allá arriba y que llega la noche. Un imán nos arrastra desde las entrañas de la tierra. ¿No lo sientes, Amor? Nos arrastra impasible, mientras nosotros, para seguir en pie, nos agarramos a las flores del camino. Y las flores se arrancan, mueren en nuestras manos, y nosotros seguimos arrastrados.”



…..



“Ahora Te abrazo con el doble de amor y de convencimiento. La ola de Tu cuerpo no escapará nunca a mi abrazo. Permanecerás eternamente fiel a mí. Permaneceremos abrazados los dos, indiferentes a todo lo demás, no haremos caso a nada, y pasarán sobre nosotros los siglos del mal y los odios de los hombres y el fragor de la vida. Será horrendo el abrazo allá abajo, lo sé; pero será eterno. Estarás para siempre junto a mí sin poder alejarte, y cuando a medianoche se levanten los muertos, Tú no podrás hacerlo, porque Tus nidos estarán en mis nidos, y no habrá nadie que sea consciente del amor y del horror que allá abajo se estarán celebrando.”



(Nikos Kazantzakis, Lirio y serpiente, páginas 13, 33, 60)

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