domingo, 26 de mayo de 2013

LAS FANTÁSTICAS IMPOSTURAS DE BLANCA CABALLERO



 
Crónica de una sonrisa
Blanca Caballero
Ilustraciones de Yurina Roncourt
Entre Líneas, Miami, 2012, 122 páginas.

    
   Miami es a la vez diáspora y patria. Algo así como la quinta provincia del español, como en su día lo fueron varios países de Latinoamérica  (Argentina, México, Cuba, Chile…) para la lengua gallega. En Miami, en efecto, residen y cultivan el español con textos escritos en los distintos géneros muchos exiliados políticos, económicos o simplemente sentimentales de varios países de América Latina. También de España. Entre ellos, Blanca Caballero (La Habana, 1950), profesora de matemáticas en Estados Unidos y escritora. Con su vocación y actividad literaria confirma, una vez más, la querencia de tantos hombres y mujeres que, desde el mundo profesional de la ciencia, se acercaron y siguen acercando a la creación literaria. Blanca Caballero lo hizo por primera vez en su poemario Las Caras del Amor (1999). Desde entonces sigue estando embrujada por la poesía y en general por la letra escrita.  Prueba manifiesta es su último libro, Crónicas de una sonrisa, que desde el otro lado del mar arribó venturoso  a este Finisterrae atlántico.
   Blanca Caballero nos ofrece un libro misceláneo, aunque no un cajón de sastre. Estructurado en cuatro secciones. En primer lugar el largo relato que rotula la publicación, subdividido a su vez en dos partes. Narrado en primera persona por una anónima protagonista que refiere y nos invita a acompañarla en sus monólogos interiores. La primera parte -pienso que muy alegórica- nos introduce en una sociedad orwelliana, cuyos  dominios son manipulados por  un enano y en los cuales todo el mundo le rinde pleitesía. Con sus títeres y cómplices ha tomado la ciudad. Interrogan vigilan, castigan, llegando incluso a controlar pensamientos e ilusiones. Castigan no por hacer algo malo, sino por hacer algo distinto. Un relato con una clara función distópica que desde un ignorante atrevimiento apostaría que tiene un destino  geográfico: la Cuba natal de la autora. La ironía y un cierto realismo mágico teñido de humor negro, que se dejan sentir, por ejemplo en el nombre de las ciudades  y ministerios (“Lagartos Nuevo”, “Ministerio de las cosas inútiles”), acompañan pertinentemente  esta sumersión  en el territorio de un Torquemada con estatura de enano.
   Incrustada en la fábula alegórica, en la utopía negativa, la autora nos da cabida en sus fantasmas. Así se titula la segunda sección. En una vuelta de tuerca, la protagonista que está a punto de cerrar un trato para realizar una película, nos hace llegar, como digo, al coto de sus fantasmas, a sus ritmos, a sus himnos de alegría y tristeza. Y en analépsis muy oportunas, nos retrotrae a través de los sueños a sus niñez, hasta el punto, por ejemplo, de verse paseando por el Cementerio Colón de La Habana. Los acertados y eficaces epígrafes de Calderón de la Barca, Freud, Carl Jung, Hermann Hesse, Tennysson o Unamuno, entre otros, son un indicio del profundo onirismo de que está teñido el relato.
   Titula Blanca Caballero la tercera parte de su libro con la etiqueta, “Tonterías”. Un título con trampa porque sus “tonterías” son otro modo de decir: el decir poético, esa gran verdad del mundo, libre, en su caso, de ataduras formales, pero no de profundidad y de hondura estética y conceptual. Treinta poemas al margen de academicismos, mas no de una sabia y proverbial manera de ver el mundo. Frescura, emotividad, luminosidad adornan esta guía para ver y caminar por el mundo y por sus infinitas rutas con nombres de animales, colores, nabos y naranjas. Poesía de tono sapiencial para transitar por la vida e incluso engañar a la muerte.
   Finalmente, una breve colectánea de microrrelatos, si exceptuamos el último, “Una madre prolífera”, mucho más extenso. Pequeñas fantásticas imposturas, cuya substancia no está precisamente en ese final inesperado, la recompensa inmediata que nos sorprende por su agudeza, sino en su lograda narratividad. Relatos breves, capaces de aprehender  un momento (una tarde apacible, una despedida sin saber si habrá retorno…) o de transmitirnos una experiencia (el amor, elixir de la vida que me transforma en un animal acorralado (página 112), o un ramillete de sentimientos. Relatos, capaces algunos de ellos, de remover nuestros cimientos y pilares emotivos y hacer surgir mares de fondo y mareas vivas en el ser humano, mediante una correcta simbiosis entre la forma y el fondo.
   Así es la escritura de Blanca Caballero: prosa espontánea, viva y vivencial, poesía sin ataduras formales. Y en ambas el mismo destello: inteligencia e ingenio.

Francisco Martínez Bouzas




Blanca Caballero




Fragmentos

“Hace un tiempo bien largo que los títeres, los cómplices y el enano han tomado por traición a nuestra ciudad, ellos son los que determinan todo lo que hay que hacer. El enano tiene unos pensamientos algo extravagantes, y no cesa de pensar, ahí es donde está la cuestión, siempre buscando algo nuevo que desestabiliza a las personas. Para ocurrírsele cosas, búsquenlo, no los va a desilusionar. Quiero ser más explícita en mi exposición, para ellos voy atraer a colación el caso del muchacho que era tartamudo y trabajaba ayudándole a cargar sus sombreros (…) Bueno, el muchacho comenzaba a tartamudear cada vez que le tenía que dirigir la palabra al enano. Este le amarró una piedra de 10 libras a la lengua, he hizo que hablara con ella en la boca. Bueno, el muchacho ya no tartamudea, se ha quedado mudo, pero ya no desespera al enano.”

…..

“Veo un ojo inmenso delante de mi cama, que no cambia su mirada, me mira con una persistencia petulante, con cada movimiento que hago -que son muchos-, parpadea y frunce el ceño. Se me está haciendo un nudo en la garganta que no me permite tragar…los temblores me tienen exhausta, no me queda un músculo de mi cuerpo que no me duela…tip, tap, tip, tap me he puesto a repetir palabras sin sentido para no pensar nada, ¿salto por la ventana y termino esta agonía? No, mejor espero a mañana y veré qué pasa…”


…..

Poema XXVI

                            “Las mariposas han donado sus alas,
                             para hacer el vestido de la novia.
                             La novia ha regalado su ramo de flores
                             a los muertos tendidos en los rieles 
                                                                del ferrocarril.
                             Los peces se han tragado la carnada,
                             no la pueden expulsar.
                             Con el vestido, los muertos y la carnada
                             podemos ir de excursión.”


(Blanca Caballero, Crónicas de una sonrisa, páginas 15, 45, 100)
                             

4 comentarios:

  1. Este es un libro que adoro, tal vez porque la autora me lleva a un mundo conocido, donde todos los símbolos reviven recuerdos dolorosos, sobre ese dolor se implanta el alma de la diáspora. Blanca lo pinta con audacia de un modo inesperado y sofocante. Ella no lo sabe, pero en la imperfección de sus intentos se desnuda la belleza brutal de la patria enferma, y lo hace con la sabiduría de la inocencia, que es acaso el horizonte donde más cómoda habita la verdad. Es un libro mágico y vigoroso. Me ha gustado mucho la reseña, y la agradezco.
    Nelson Jiménez Vivero
    www.puntoyseguido.us

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  2. Una magnífica presentación.

    Saludos
    Mark de Zabaleta

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  3. Gracias una vez más Mark por tu lectura y comentario. Saludos igualmente

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  4. Nelson tu lectura del libro de Blanca es acertadísima. Efectivamente en sus páginas parece que resuena la voz de la patria, la ptaria de la infancia y de la juventud, esa Cuba vuestra a la vez tan cercana y tan lejana.
    Sí la inocencia es el espacio donde con mayor vigor brota la verdad. Gracias una vez más por tu lectura e inteligente comentario.

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