El dolor
Marguerite Duras
Traducción y Posdata de Clara Janés
AlianzaEditorial, Madrid, 2022, 220 páginas.
Con gran clarividencia cita Clara Janés, en la Posdata de esta edición de El dolor, a Heidgger: “El artista es el origen de la obra. La obra es el origen del artista”. La obra, en efecto, las actividades que llevó a cabo en su vida (novelista, cineasta, autora teatral) retratan lo que fue Margurite Duras (Gia Dinh, Saigón, 1914). Pero en el caso de la novela La douleur también es preciso valernos de la primera parte de la sentencia heideggeriana: el artista es el origen de la obra. En efecto, un diario que supuestamente la autora escribió en 1945, en los días previos y siguientes a la llegada de su marido, Robert Antelme del campo de concentración de Dachau, alimentó la obra que Marguerite Duras publicó en 1985. La autora de El amante se había casado en 1939 con Robert Antelme. Ambos participaron n la Resistencia francesa. El grupo de Marguerite cayó en una emboscada, si bien logró escapar gracias a la ayuda de Jacques Morland, nombre de guerra de François Mitterrand. Pero Robert fue apresado y enviado a un campo de concentración en 1944. Regresa con la derrota del Tercer Reich en 1945, pero en 1942 Marguerite se había enamorado de Dionys Mascalo. Sin embargo, pes a sus deseos de divorciarse, al ver las deplorables condiciones en que Robert Antelme regresó de Dachau, se quedó junto a él para cuidarle. Y este hecho es lo que relata en buena parte de El dolor, escrita cuando Marguerite está en la cumbre de la fama.
El libro es una antología que recoge diversos textos que la autora discrimina en una introducción previa, indicando si deben ser leídos como ficción o como testimonio. Pero todos ellos están imbuidos del deseo de “no olvidar” en qué puede convertirse un hombre, lo que puede hacerle soportar.
El dolor, haya sido escrito en 1945 o en 1985, es una obra descarnada, tan descarnada que en el prólogo que la autora antepone a la obra, la misma Marguerite confiesa que se asusta cuando lo relee. Marguerite Duras nos ofrece en su libro una historia íntima, un conjunto de fuertes emociones surgidas de algunos hechos difíciles de narrar, justamente porque en ellos bucea en las entretelas del alma humana. Por eso mismo el estilo de este libro no ofrece cabida a lo melifluo ni a la ansiada experiencia del olvido. Todo es dolor y el dolor lo alberga y rellena todo. Algo muy semejante, si no lo supera, a lo que uno se encuentra con las experiencias límites, cuando el miedo anula la capacidad para calmar nuestro espíritu.
En el fondo lo que hace Marguerite Duras en los seis textos que nos ofrece, es hurgar en los más profundo del sufrimiento humano.
El primer relato titulado “El dolor”, arranca con la duda de si Robert regresaría del campo de concentración. Cree dormir a su lado en la cuneta oscura, junto a él ya cadáver. Un amor aparentemente sincero, pero Marguerite ya llevaba varios años enamorada de D (Dionys Mascalo), pero precisa saber si Robert está muerto. El segundo relato es igualmente una historia verdadera, incluidos los detalles advierte la autora: “El señor X, aquí llamado Pierre Rabier”, que tampoco es su verdadero nombre. Es el oficial de la Gestapo que arrestó a su marido. Encuentros clandestinos, pero muy peligrosos y sin ningún futuro ya que el supuesto Rabier tendrá que escaparse de Francia para sobrevivir tras la derrota.
“Ter el miliciano” es igualmente un relato verdad. Una tal Thérèse desea hacer el amor con el miliciano y lo tortura con todas sus fuerzas porque se rumorea que es un chivato que pasa información a la Gestapo. Pero detrás del nombre de Thérèse se esconde Marguerite. Ella se va a ocupar de este chivato, dirigiendo el ritmo y la intensidad de la tortura, mientras el chivato se aferra a la vida.
Marguerite Duras
Los dos últimos relatos, “La ortiga rota” y “Aurélia Paris” son fruto de la inventiva de la autora, sin base real por consiguiente. Son literatura. Puro amor fou por la niña judía abandonada.
Lo más relevante de este libro es la forma como Marguerite Duras describe el dolor humano, un dolor que ella experimentó en carne propia. Pero el conjunto de los relatos no solamente son terror y negrura. En ellos laten historias de superación, de esperanza, descritas con un estilo a la vez desgarrado y brillante.
Francisco Martínez Bouzas
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