lunes, 9 de agosto de 2021

CON INMENSA DELICADEZA

María y otros relatos

Marisa Madieri

Posfacio de Claudio Magris

Editorial Minúscula, Barcelona, 2021, 193 páginas.

 

     

 

   Tras haber degustado Verde agua, cualquier texto de Marisa Madrieri (1938-1996) es un manjar para los ojos lectores. Y eso acontece con Maria y otros relatos, a pesar de que los dos más extensos, “Maria” y “La caracola”, que son algo así como el centro que sustenta esta colactánea, Marisa Madieri los dejó inconclusos, con un final abierto. Argumentos sencillos, en los que lo decisivo no es la trama, sino la extremada delicadeza con la que la autora borda sus cuentos.

   Historias repletas de nostalgia, sentimientos emotivos y un cierto halo de melancolía que se manifiesta en la felicidad y en la desgracia, en el paso del tiempo, en la vida y en la muerte, en la infancia y en la vejez. Son los pequeños dramas de la vida cotidiana, narrados con originalidad, al margen de tendencias y modas. Relatos que nos atrapan y seducen, nos envuelven con el aire mágico de una escritora que lo hace con extremada delicadeza.

   Cuentos profundamente líricos con los que Marisa Madrieri vuelve a las librerías veintiún años después de Verde agua. Las circunstancias de la creación de estos relatos las explica a la perfección Claudio Magris, esposo de la escritora, en el posfacio.

   El cáncer del que fue víctima no supuso ningún obstáculo en los deseos y en la necesidad de escribir de Marisa Madrieri que, consciente de su estado, siguió escribiendo y dándole forma a las historias que bullían en su mente. Es Claudio Magris quien nos aclara la intrahistoria de los relatos. Los dos más extensos,  “María” y “La caracola”, como ya señalé, los comenzó a escribir Marisa en los postreros meses de su vida. Fue su muerte la que interrumpió el desenlace. De ahí sus abruptos finales, porque Marisa Madieri no entro en una carrera de velocidad con la muerte. Todos los relatos comparten un rasgo común: narran sin grandes sobresaltos los momentos vividos por la protagonista, tematizando sobre la vida, desde la soledad en la mayoría de los casos. Y con un estilo que presta atención a los aparentemente insignificante y una narración detallada del ambiente que rodea a los personajes.

   “María”, uno de los más extensos, reconstruye la historia de una campesina buena e ingenua que, como sirvienta se traslada a trabajar a la ciudad, y recibe a su hermana cuando esta queda embarazada. En “La caracola” habla un anciano aborigen de la isla de Pascua, rememorando su historia y la de la isla, las tradiciones isleñas y el amor que vivió en el pasado. “Abril” es un relato de un viaje en autobús efectuado por una mujer. En ese viaje siente pesar por no haber tenido hijos. El monólogo de un niño alado le da vida al relato “El niño con alas”. Y lo hace todavía sin haber nacido. Otro relato, “Las latas”, está protagonizado por un anciano que vive con su canario Cippo en un tercer piso sin ascensor. En “Ricardo y la sirena” la atora da cuenta de cómo un niño huérfano de madre, descubre la costa, el mar, la pesca y, sobre todo, una sirena. Finalmente en “Noche de verano”, la escritora recupera el ensueño de una anciana antes de quedar dormida.

    

                                       

                                           Marisa Madieri

 

    Y para concluir este comentario-reseña, reproduzco las palabras de Claudio Madrid que con Marisa Madieri discutía y valoraba cada página escrita por ambos pero sin entrar en la trama: “En estos relatos, ilusión y desilusión, fiesta sensual de la vida y atónito misterio de su vaciado coexisten y se entretejen continuamente” (página 169)

 Francisco Martínez Bouzas

 

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