Vacaciones en el Cáucaso
María
Iordanidu
Traducción
de Selma Ancira
Acantilado
(Cuaderns Crema), Barcelona, 2020, 196
páginas.
Regresa la autora de Loxandra, una de las figuras de Constantinopla más mediáticas entre
las orillas del Mediterráneo, y que proyectó a su autora, María Iordanidu como
escritora de gran prestigio. En la novela se hace presente Ana, la nieta de Loxandra que se va al
Cáucaso en julio del años 1914, después de la muerte de su abuela. Pretende
pasar unos meses en Stávropol. Pero, nada más iniciar el viaje, surgen los
problemas. Pierde a su tía y ella sola recorrerá montes, llanuras, ciudades;
transitará por andenes de ferrocarril. Todo un mundo por descubrir por ella
sola, mientras medio orbe se embarca en la Primera Guerra Mundial.
El libro semeja las memorias de la autora,
María Iordanidu (1897-1989), pero es ficción, y como tal es preciso leerlo. Lo
cierto es que lo que, en un principio, iban a ser unas vacaciones, acabó
convirtiéndose, debido a los avatares bélicos, en una estancia de cinco años
deambulando por Rusia.
El
motivo del viaje de Ana iba a ser, como he dicho, unas vacaciones. Recibe la
invitación de sus tíos (Aikos y Claude) para pasar el mes vacacional en el
Cáucaso. Pero la fecha en que tal invitación se produjo, lo alteró todo. El
archiduque Francisco Fernando, heredero del trono autrohúngaro acaba de ser
asesinado en Sarajevo. Y la maquinaria bélica se pone en marcha en Europa. El
Cáucaso se convierte por lo tanto e una zona en ebullición. En este ambiente,
Ana inicia el viaje, pero muy pronto pierde el contacto con sus tíos y comienza
un periplo sin rumbo por media Rusia. Un viaje, pues, que la Primera Guerra
Mundial, la Revolución Rusa de 1917 y la
posterior Guerra Civil prolongarán hasta 1919.
María Iordanidu estructura la novela en tres
partes diferenciadas por la temática y la misma tonalidad de lo que escribe.
Las tres relacionadas con el proceso de maduración de la protagonista. La
primera parte corresponde a los primeros meses de Ana en Rusia, una etapa en la
que se halla perdida debido al desconocimiento del idioma y que le da al relato
una tonalidad entre trágica y cómica, repleta de humor sutil. Los hechos
históricos son para Ana un eco lejano.
En la segunda parte contemplamos a la
adolescente integrada en la vida y cultura rusas, empapada en el “alma rusa”.
Pesimista y melancólica. En esta etapa se suceden escenas de corte
costumbrista, y los hechos históricos van dejando en Ana su influencia. En la
parte final (Revolución de 1917 hasta el retorno en plena contienda),
desaparece todo atisbo de humor, y el libro releja las penalidades que sufre la
población, si bien la vida sigue su curso.
El libro refleja, sobre todo, la evolución
del personaje central, su paso de la adolescencia a la juventud, incluso con el
surgimiento del amor. Cuando la historia se remansa, finaliza igualmente la
novela.
En el fondo estamos ante una novela de
formación, con un trasfondo histórico que irrumpe en la narración y hace que
los acontecimientos ya no dependan de las decisiones personales de los
personajes, sino de un destino ciego, estocástico. Es decir del azar. Por eso
los personajes de la novela se confunden con la la historia que otros hacen u
ordenan hacer. Ellos son las víctimas.
La autora emplea diferentes registros: el
drama, el humor, la crudeza…En cuanto al ritmo, la ficción se acomoda con las
tres partes del libro. Estilo fresco y delicado, sobre todo cuando la
protagonista relata, al inicio, el mundo por el que va transitando y que
percibe con los ojos de muchacha inocente que abandona el calor familiar de su
hogar, y que evolucionará hasta
convertirse en una joven que ha crecido y madurado, quizás de forma
acelerada y prematura por culpa de los acontecimientos históricos que le cocó
vivir.
Una novela
pulcra y delicada basada en las experiencias de María Iordanidu durante los
años de la Gran Guerra y la Revolución Rusa.
Francisco
Martínez Bouzas
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