Martina Cole
Traducción de F. G.Corugedo
Alianza Editorial, Madrid, 2016, 506 páginas.
Martina Cole es hoy en día la
escritora inglesa más famosa y que más vende después de J.K. Rowling. Con millones
de ejemplares vendidos en todo el mundo, ha hecho su entrada en el selecto club
de los novelistas han superado los cincuenta millones de libras. Y aunque
resulte difícil de creer, no falta quien ha visto en las creaciones novelescas
de Martina Cole un aire de Dickens, hasta el punto, afirman, que para conocer
la Inglaterra de hoy y la del próximo futuro, es preciso leer las novelas de
esta escritora de ascendencia irlandesa, pero criada en Essex. Traducidas sus
obras a más de veintinueve lenguas, sus historias son frecuentemente adaptadas
a la televisión. Se dice que sus libros son los más robados en las librerías y
los más requisados en las prisiones.
Uno de los secretos de su éxito reside en el
hecho de que escribe desde el punto de vista del delincuente y del criminal. Y
lo hace tal como lo piensa y como acontece en la calle. Es una de las razones
que explican que sus libros hablen de crímenes, violencia, drogas, incestos,
violaciones o prostitución. Y reflejan todo ese sórdido mundo con gran realismo,
porque Martina Cole lo conoce, vivió en sus entrañas. Tuvo una etapa punk,
callejera y un novio criminal. Creció en el mundo del hampa del East End
londinense. De la calle, de la negrura de las cloacas humanas, extrajo muchos
perfiles y modos de actuar de sus personajes. Y sobre todo conoció el submundo
del crimen, de la droga, de la prostitución.
No suele recibir los halagos de la crítica,
ni los galardones de los grandes premios literarios. Pero no le importa. Sus
premios son los miles de lectores. “El Booker, escribe, no me daría para
tabaco, este país es clasista en todo, en la literatura también hay clases y a
mí no me admiten en todos los sitios”. Un rechazo que ella achaca al hecho de
que sus novelas reflejan una sociedad que no gusta.
Mala vida,
su última novela traducida al español es, como todas las suyas, una pieza
narrativa que retrata el mundo del hampa. Para leerla es preciso estar
preparado: no solo para poder penetrar en el día a día de una familia de los más bajos
extractos sociales de finales de los años 70, sino también para ser capaces de
convivir sin excesivas náuseas con el inframundo del crimen, de la droga o del
meretricio.
En este caso, se trata de la familia Bailey:
sus inicios en el mundo del hampa del East End que dominarán los hermanos Peter
y Daniel Bailey. Hijos de distintos padres, sus caracteres son antitéticos. A
pesar de que ambos delinquen sin remordimientos, uno, Daniel, es brutal e
impulsivo. Peter, en cambio, sabe administrar la violencia de forma mucho más reflexiva.
La familia se halla sumida en el frenesí de la violencia; después de eliminar a
un rival con un golpe certero, se enriquecen con el dinero negro, los negocios
oscuros, la extorsión. E inmersos en la mala vida crecen sus hijos. Hasta que
Daniel comete un error, un acto indignante demasiado grave que puede suponer el
fin del imperio familiar, porque incluso en el hampa rige un cierto código de
honor que prohíbe, por ejemplo, dispararle y asesinar a un niño inocente.
La novela se hace eco así mismo de los
profundos lazos familiares que cohesionan el mundo del hampa. Toda la filosofía
de la familia Bailey se basa en la familia y en ese cimiento familiar reside
sus verdadera fuerza. Eso explica el protagonismo de las mujeres en el clan
familiar. Desde la matriarca Theresa hasta las esposas de sus hijos, Ria y
Lena, y las de sus nietos. Pese a sus distintos puntos de vista, coinciden, sin
embargo en el motivo que los aglutina: ganar dinero como sea.
Martina Cole demuestra un profundo
conocimiento de los ambientes donde impera el hampa y en el que se mueven sus
personajes. La novela está contada en tercera persona por un narrador que nos
revela de forma panorámica las vicisitudes de la familia, y al mismo tiempo,
desde la perspectiva de cada uno de los personajes. La autora escribe con un
estilo crudo y desnudo, echando mano del lenguaje de la calle y con una
escritura plana. Una novela ajena por lo tanto a la calidad literaria, con
escenas perfectamente prescindibles que solamente elevan la violencia, intriga,
suspense… de forma exponencial. Una violencia que ni siquiera se detiene en la
narración de un parricidio (Peter mata a uno de sus hijos ahogándolo con sus
propias manos con el agua de Támesis). Martina Cole es fiel a los dictados y servidumbres de de los
superventas. Por eso mismo prescinde de los premios literarios. El Booker, como
ya quedó dicho, no le importa, porque no le daría ni siquiera para tabaco. En
cambio, libros como La mala vida le
aportan beneficios económicos a raudales. Es lo bueno y lo malo de los best
sellers.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“Alfie
Clarke seguía últimamente una rutina. Cada mañana sentaba a su hijito junto a
él en el asiento delantero de su Mercedes y juntos iban a visitar sus diversos
negocios. Le gustaba presumir delante de él, le encantaba que la gente se
fijara en su chico, en lo guapo y lo fuerte que era ya. Cada elogio que le
hacían a Alfie Junior también era un cumplido para él. Todo el mundo se hacía
lenguas de su dedicación al muchacho, y ya se habían convertido en un elemento
del paisaje urbano que Alfie dominaba.
Cuando
se paró delante del café que frecuentaba en la calle mayor de Ilford, se sentía
muy feliz. Allí bebían algo y se tomaban un tentempié cada día. Desabrochó el
cinturón de su hijo, lo tomó en brazos y en el momento en que iba a abrir la
puerta del coche sintió el primer pellizco del miedo.
Un
coche de color oscuro se detuvo junto a él y todos sus instintos le dijeron que
algo no iba bien, que había un problema. Se volvió a mirar quién era el
conductor y vio a Daniel Bailey sonriéndole.
Cuando
Alfie comprendió por fin lo que sucedía, intentó proteger a su hijo con el
cuerpo, pero, en lo más profundo de su corazón, ya sabía que era demasiado
tarde.
Todo
se acabó en cosa de minutos…Alfie Clark y su hijo estaban muertos. Ocho balas
de Daniel Bailey les habían dejado secos.”
…..
“-
¿Todo bien papá?- preguntó Jack con una sonrisa nerviosa.
-Sí
-asintió Peter Bailey. Sí, estoy bien, hijo. -Se volvió hacia Petey y Liam, que
lo miraban atentamente… ¿Habéis hecho
que os pedí?
Petey
hizo un gesto en dirección al lateral del almacen.
-Sí,
está todo aquí.
Peter
levantó de la silla a su hijo menor
agarrándolo con fuerza del cogote y, arrastrando tras él al chico, que no
paraba de protestar, le forzó para llevarlo hasta una gran tina de agua.
Luego
ahogó a su hijo con la misma facilidad que a una camada de gatitos recién
nacidos.
Una
vez hubo terminado el procedimiento, se secó las manos y se dirigió a los otros
chicos.
-Os
asegurasteis bien de que esta agua fuera del Támesis, ¿verdad?
Petey
asintió con la cabeza.
-Cuando
encuentren el cuerpo flotando en el Támesis ha de quedar bien claro que el agua
que contengan sus pulmones sea del río. Tiene que parecer un trágico accidente.
Petey
se apresuró a tranquilizar a su padre y asegurar que todo se había hecho como
se debía.
-No
te preocupes, papá, nos hemos ocupado de todo.
Peter
Bailey suspiró.”
(Martina Cole, La
mala vida, páginas 111, 274)
Tema interesante...
ResponderEliminarPor un lado al leer tu reseña me siento de acuerdo en todo lo que dices y expones. Yo creo que es cierto, que hay escritores que escriben para hacer dinero, pero es lo lógico, es una profesión, una habilidad, o un oficio, como solía decir uno de mis antiguos profesores.
ResponderEliminarLo importante tal vez reside, a mi entender, al tocar estos temas que hoy son la piel de cualquier lugar en el mundo, es no hacerlo con golpes bajos, buscar la manera o el estilo literario que aporte algo más que crueldad, crimen, perturbación, perversidad, etc. He leído mucho a Dickens y se puede conocer su tiempo casi a la perfección con un estilo literario muy especial, sin maltratar a su lector. La dureza debería estar en el contenido de un texto, no, en su forma de decirlo, porque como lectora ya vivo en una sociedad hostil y maltratadora, por lo que busco enterarme de estos temas que llueven en la realidad del hoy, pero no quiero espantarme, y eso está en la forma de narrarlo.
Pero, por otro lado si tiene tantísimos lectores, a lo mejor tiene razón la autora en escribirlo como lo hace, porque así es como ella lo siente. Y así es como la sigue su propio lector.
Tenemos entre otros cientos un caso que se destaca actualmente en Argentina, que fue llevado a una serie televisiva y a una película, los crímenes cometidos por una familia de clase media alta venida a menos en los '70 u '8o, una historia real llamada El Clan, la película malísima todo dicho, todo expuesto, la serie un poco mejor pero tan cruelmente realizada y mostrados los hechos que nunca pude terminar de verla. En las pantallas pasa lo mismo que con los best sellers, si no hay arte en el modo de mostrarlo, no es para todo el público.
Volviendo a la escritora, todos querríamos que nos leyeran y si son muchos, mejor, tal vez ella se siente bien así y también hay que pensar que vivimos otros tiempos que los de Dickens y otros ejemplos de excelentes escritores, y quizá hoy haya otra manera de transmitir hechos violentos para otra sociedad, que la que hemos vivido muchos de nosotros.
Todo cambia dice la canción.¿Por qué no, la Literatura?
Muchas gracias por esta excelente reseña.
Una reseña brillante, como todas las que nos compartes. Creo que escribir es un don, una virtud del alma que se llega a ver redituada con el número de lectores que leen determinada obra literaria. El dinero puede o no llegar al escritor, pero la riqueza de aceptación, esa, nadie se la regala. me interesó mucho leer a la autora, Dickens es de mis autores favoritos, así que si ella tiene un aire a él al escribir, tendrá sin duda algo que me atrape. Un abrazo y gracias.
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