Sergio González Rodríguez, Editorial Anagrama,
Barcelona, 335 páginas.
En la mañana de ayer, 3 de abril, fallecía
en Ciudad de México Sergio González Rodríguez a causa de un infarto. Autor de
catorce libros entre novelas, crónicas y recopilaciones, su obra ha pasado a la
posteridad sobre todo por sus trabajos de investigación de los feminicidios en
Ciudad Juárez, en la década de los noventa, que dio origen a su libro Huesos en el desierto (2002), una mezcla
de reportaje, crónica y ensayo, anclada en una reflexión muy profunda. Es autor
de otros dos libros: El hombre sin cabeza
y Campos de Guerra, ensayo este
último sobre los vínculos del narcotráfico y los políticos y la pérdida de
soberanía de México ante Estados Unidos. Un ensayo que ganaría en Premio
Anagrama de Ensayo en el año 2014. La obra escritural de Sergio González
recibió numerosos galardones, -e incluye
así mismo guiones para la televisión- y por sí misma le inmortalizarán para
siempre.
Pero además de sus propios textos y libros
Sergio González sería inmortalizado para siempre como parte del dramatis personae de la novela 2666 de Roberto Bolaño. En la parte
cuarta de esta monumental novela (“La parte de los crímenes”), Roberto Bolaño
presenta a Sergio González, un periodista de las páginas de cultura del
periódico La Razón de DF, enviado en
julio de 1993, porque acababa de divorciarse y precisaba ganar dinero, para
investigar los feminicidios y sacrilegios de iglesias en Santa Teresa (Ciudad
Juárez). En varias páginas, 470 y siguientes, la narración de Roberto Bolaño
permite observar a Sergio González investigando los crímenes y las sacrílegas
profanaciones de iglesias en la ciudad norteña, lindante con Norteamérica. Precisamente
su decisión y coraje en la investigación de las matanzas de mujeres para Huesos en el desierto, le “valieron” un
atentado por parte de unos sicarios que asaltaron el taxi en el que viajaba y
le golpearon brutalmente hasta dejarle una cojera crónica y un coágulo de
sangre en el cráneo.
Hoy pretendo honrar modestamente la memoria
de Sergio González reproduciendo, traducido al español, el artículo-recensión
que el día 10 de agosto de 2003 publiqué en el periódico El Correo Gallego
sobre Huesos en el desierto.
Sergio González, Paola Tinoco y Roberto Bolaño en Barcelona |
LAS MUERTAS
DE CIUDAD JUÁREZ, UNA NOVELA SIN FICCIÓN
A primera vista parece ficción. De hecho el
feminicidio de Ciudad Juárez constituye una de las partes de la amplísima trama
de la novela póstuma, 2666 del
narrador chileno, Roberto Bolaño. Pero estamos delante de uno de esos casos en
los que la realidad supera ampliamente a la ficción. En la novela de Roberto
Bolaño, los asesinatos de mujeres en
Juárez City brillan con luz negra, igual que en la larga cadena de
crímenes en serie recogidos en la documentada investigación que el periodista y
narrador mexicano, Sergio González, publicó en el sello editorial Anagrama bajo
el título Huesos en el desierto, una
mezcla de crónica, reportaje y ensayo cultural.
Todo empezó el 27 de noviembre de 1999.
Ciudad Juárez, separada por una invisible línea fronteriza de la ciudad
norteamericana de El Paso, despertó ese día con una noticia que dio la vuelta
al mundo. México y Estados Unidos iniciaban una acción conjunta. Tenía como objetico
hallar los cientos de cadáveres de mujeres que, según las informaciones de los
dos países, estaban enterradas en distintos “ranchos” de narcotraficantes de la
localidad, llamados “narcocementerios” o “narcofosas”. Mas los resultados
fueron insignificantes. Localizaron nueve cuerpos, debido quizás a la
“lechada”, una mezcla de cal y substancias químicas que emplean los narcos para
desintegrar los tejidos orgánicos y hacer así desaparecer cadáveres. No
obstante, los cientos de cadáveres que en aquellas fechas se buscaban, ya
habían aparecido allí, a cielo abierto, a lo largo de los años noventa. Un
verdadero feminicidio, uno de los más grandes crímenes de género que permanece
impune y sin aclarar.
En efecto, desde el inicio de la década de
los noventa hasta hoy (2003), de una forma sistemática, psicópata y
estremecedora, se sucede el goteo de de homicidios de mujeres en la capital de
Chihuahua, en el marco de una absoluta impunidad. El número de víctimas alcanza
en el día de hoy la cifra de más de trescientas mujeres muertas o
desaparecidas. Se trata de asesinatos orgiásticos, mezclados con ritos sexuales
y una elevada capacidad de perfeccionamiento sádico, perpetrados al amparo del
secreto y de algún tipo de fraternidad asesina. Una pavorosa cadena de muertes
que le da la razón a la escritora Elena Poniatowska al calificar a México como
un país de culpables porque la sociedad mexicana y los gobiernos del PRI o del
PAN permiten que en Ciudad Juárez “la mujer sea un ser golpeable y violable”.
Espoleado por la situación y heredero del
periodismo cultural de La Cultura y
del cronista por antonomasia de las realidades mexicanas, Carlos Monsivais,
Sergio González emprendió una peligrosa investigación de este macabro
feminicidio, un fenómeno de extrema misoginia, violencia de género y absoluta
impunidad. Sus hallazgos fueron publicados en forma de artículos en el
periódico Reforma de la capital
azteca. El autor, narrador y ensayista de prestigio, finalista en 1992 del
Premio Anagrama de Ensayo con El Centauro
en el Paisaje, entrelaza una investigación de fondo en forma de relato, mas
carente de ficción, sobre narcotráfico, violencia, corrupción política y el
asesinato de mujeres pobres, delgadas, estudiantes o trabajadoras, en su
mayoría, morenas y de larga cabellera, que daría lugar a un libro de más de
trescientas páginas publicado en la serie Crónicas
de Anagrama.
Huesos
en el desierto no es únicamente la historia de una década de barbarie
feminicida en la población fronteriza, una verdadera Twilight zone a la mexicana, sino una aproximación interpretativa a
los abusos del poder. Del poder político y de aquel otro de naturaleza
económica, social y de género que está permitiendo la normalización de la
barbarie en la frontera norte del país.
Como si se tratase de una historia de
paranoia posmoderna de Don DeLillo, Sergio González presenta, en este trabajo
periodístico realista, una base conspirativa como lámpara hermenéutica de una
realidad que no se deja ver, fantasmagórica y esquiva. El primor perverso de la
conspiración, rodeada de impunidad y de la eficacia que otorga el ejercicio del
poder en su máxima expresión. Pero con una clara diferencia: el libro de Sergio
González no es ficción, es, al contrario, una crónica real. Un especie de
novela de no ficción del México de verdad.
La catarata fronteriza de crímenes
misóginos, analizados con la constancia de la mirada penetrante, y narrada con
un realismo inapelable y contundente, se convierte en este libro en una lectura
paralizada en el medio de la irracionalidad y del horror. Un fenómeno que no
debemos desenlazar de la deshumanización. Los crímenes continúan. A finales del
mes de julio (año 2003), en el suplemento cultural El Ángel, reiteraba Sergio González el riesgo para las mujeres de
Ciudad Juárez. Muchos intelectuales en el país mexicano formulan esta pregunta:
¿Cuántas toneladas de huesos habrá que descubrir para saber quiénes son los responsables?
Francisco
Martínez Bouzas
Todo un homenaje...
ResponderEliminarSaludos